Cuestión de tiempo

Tal vez usted, querido galernauta, comience a leer estas líneas antes del partido del Madrid contra el Leganés, y entonces las portadas tengan aún algo (poco) que decirle. Puede que esté aprovechando el descanso del encuentro (¿vamos ganando?) para pasarse por esta díscola sección diaria, más que díscola, discóbola, que decían nuestros admirados Les Luthiers. Y hasta es posible que haya llegado a nosotros ya acabada la nueva disputa liguera, en cuyo caso las portadas ya valdrán incluso menos de lo que valen ahora, una hora antes del pitido inicial. Marty McFly tenía los mismos problemas a la hora de enfrentarse a los tiempos que corren, y vaya si corren. Tanto, que vayan ustedes a saber desde qué coordenada concreta cabe referirse a las portadas de hoy. Juguemos.

¿Cuándo deja de ser la hora del café para pasar a ser la hora del vermú? ¿Qué instante es el adecuado para que pedir churros ya sea inadecuado? ¿Cuánto dura la confianza en un jugador -léase Keylor Navas- al que nadie llamó santo la pasada temporada mereciéndolo más que el mismísimo Job? ¿A qué hora se agrieta la inmunidad del partido a partido y la intensidad? ¿Hay fecha para que tantos pidan disculpas a Karanka?

Suele decirse que hay un tiempo para todo, pero tenemos comprobado que no lo hay para que la prensa enmiende errores, reconozca excesos o dé marcha atrás, y mucho menos si el error o el exceso guarda relación (incluso indirecta) con el Real Madrid. Adelante, mis muchachos, que hay que salir a vender hoy el producto antes de que caduque. ¿Ya caducó? ¿Ya ha ganado el Madrid al Leganés? ´Dígannos que sí, por favor, que Cristiano va a renovar y esa noticia pide victoria, es ya una victoria.

Pero si de tiempo hablamos, de sus idas y venidas, de sus bucles y hasta de sus déjà vus, nadie como As para afianzar el eterno retorno de lo mismo, la constante llegada al mismo punto de salida, la permanente búsqueda (y creación y confección) de la polémica blanca, el círculo de la china en el zapato, del problema, de la duda, de la crisis, de la caída del Imperio Romano a la vez de Oriente y Occidente, y también del Otomano y de todos los imperios que quepan. Todas las caídas son la misma caída para los muchachos de Relaño, todos los mandamientos se resumen en uno: amen ustedes al Madrid, que a nosotros nos entra la risa. El foco de atención es hoy -ya lo fue ayer sin éxito- no sabemos qué polémica hecha a base de retales sobrantes entre Zidane y James, pero ya sabemos que para el diario As no hay hoy o ayer, como tampoco hay mañana; tan solo hay un continuo y desfigurado no parar que a otros puede preocupar o dar vértigo y que a nosotros -lo sentimos, Relaño- nos parece "un poquito vergonzante".

¿Qué le vamos a contar del tiempo a la prensa culé si ellos están fuera de él? ¿Cómo instarles a moverse de su eterno instante de autocomplacencia y ombliguismo messiánico si están tan a gusto allí, tan lejos? Déjenlos, no les molesten, cantan sin parar su propia nana inacabable y descansan mientras se les escapa un hilito de baba que todo lo inunda de impostada dulzura. Es Messi la niña de sus ojos, el chico de oro, el alfa y el omega, la razón de su existir y su soñar, la misma portada de todos los días cual estampita milagrera. A otros sitios ha llegado la Ilustración en forma de puesta en duda de los dogmas e incluso de autocrítica, pero no allí. Allí sobrevive el pensamiento mágico y quiénes somos nosotros para sacarlos de su cárcel de algodón. Si todo es cuestión de tiempo, en la prensa culé nunca llueve y eso en nuestro pueblo se llama sequía.