Cuentos de La Alhambra

No somos Washington Irving, pero sí hemos estado soñando en La Alhambra, al arrullo de sus caños de agua pura, danzona y benéfica, perdidos por sus patios, resguardados en la sombra de sus huecos y pasadizos, abstraidos cual Caspar David Friedrich en el mirador de San Nicolás ante lo ancha que puede ser la belleza si uno se detiene apenas un rato a recibirla. Habita la calma por esos pagos, queridos galernautas, la sensación de que, en el fondo, todo está en orden y se rige por las reglas del agua, que no para de andar parsimoniosa y mucho más sabia que quien, en el mejor de los casos, va allí a aprender su lección y no solo a sacar fotos.

Desde el citado mirador nos recibe hoy la portada de Marca. Allí coloca a tres futbolistas del Granada con pasado madridista que declaran desear que el Madrid acabe ganando la Liga. No podemos menos que agradecer a Fran Rico, Barral y Jesús Fernández este gesto, que esperamos se convierta en una declaración de intenciones que pueda alcanzar el sábado al resto del equipo. Ya saben los caños de La Alhambra (y también Jesús Bengoechea) que no nos va la vida en ello, pero qué bonito sería tener una cuenta pendiente con el Patio de los Leones y marchar allí en beatífica señal de agradecimiento con Lukita de la mano. Y hacerlo en silencio, como pide el recatado lugar, como mandan los cánones del zen que practica Zidane en rueda de prensa a la hora de recibir los embates del Diego Torres de turno.

También habita la calma en el francés, amigos. Una calma sabia (como todas las calmas), la calma del agua y de la puesta del sol desde el mirador de San Nicolás; esa calma que ha llegado a saber que todo está bien frente a tanto vocero de la prisa (pongan la 'p' en mayúscula si quieren), del nunca es suficiente, de la duda como perfecta pose para la afrenta, del nulo reconocimiento, de la miopía, y aún peor, de la bajeza. Frente a todo ello, Zidane calla y sonríe levemente, con la sutil ironía de quien ya ha dado varias vueltas a un mundo que es siempre el mismo, venga quien venga, entrene quien entrene, gane el Madrid lo que gane y pierda lo que pierda, corone con inapelable éxito una temporada o se abisme en el más profundo de los fracasos, porque ya se sabe que los matices y los puntos medios de equilibrio serán cosas de Aristóteles pero no del periodismo deportivo. ¿Cómo vender un matiz en el mercadillo?

Como habla Zidane canta Leonard Cohen, también él enamorado de La Alhambra y de García Lorca. Take this waltz, galernautas, y soñemos con el título de Liga. Será improbable, pero ya se sabe que todo es posible en Granada y, por extensión, también en Riazor. A decir de As, allí se lleva Zizou a todo su equipo titular, a poca distancia de la Torre de Hércules, desde donde cabe seguir asombrándose con la sabiduría del agua, quizás más brava en Coruña que en los patios de la Alhambra, quizás en una versión más agitada que calmosa y quizás por ello completando la imagen de un Madrid que, desde la calma de la historia que tú hiciste, persevera con ahínco y vértigo en la historia por hacer. Let the river run, que cantaba Carly Simon.

La corriente de ese río atemoriza en Barcelona, tal y como implícitamente muestra hoy Mundo Deportivo al menos en dos de sus temas de portada. Miremos primero abajo a la izquierda, donde una estadística parece negarle al Madrid la posibilidad de alzarse con el título de Liga. ¡Una estadística! Nosotros, que guardamos como oro en paño este texto de Ángel Faerna, sonreímos como nos ha enseñado Zidane y nos fijamos ahora en la parte superior de la portada, justo debajo del bañador del Barça, perfecto tal vez para darse un chapuzón en la playa de Riazor el sábado por la noche. Lean y dejen que la sonrisa pase a ser irrefrenable carcajada: "El césped de Los Cármenes también decidirá la Liga". Sí, otra vez nuestro amic el césped.

Es sabido que en Barcelona nunca pierden. En el caso improbable de que obtengan una derrota, serán perversos elementos externos los causantes de tamaña injusticia cósmica. La mala suerte, el fútbol espurio de raíz mourinhista o el césped (perdón, pero manda huevos) son los principales "argumentos" esgrimidos en la historia reciente del club catalán para salir victoriosos de posesión y valors aun en la derrota numérica, esa bastarda con ínfulas.

Hoy Mundo Deportivo demuestra que la sombra del xavihernandismo es alargada, pero nunca llegará a alcanzar ni un mínimo porcentaje de la verdad que habita en las sombras de los patios de la Alhambra, allí donde nos guarecemos en silencio, simplemente a la espera, con la calma de los leones en su patio, con la sonrisa de Zidane como certeza y promesa de que todo está bien.