Ya les supongo a todos debidamente enterados de que el fútbol le debe una Copa de Europa al Atleti, pobrecitos míos. El fútbol, ese Idi Amin saturnesco que se come crudas a sus criaturas más indefensas a cambio de apiadarse de ellas de vez en cuando en forma de calderilla. ¿Y por qué lo sabemos todos? Porque la prensa deportiva no ha dejado de repetirlo una y otra vez hasta convertirlo en puro axioma. Sin duda, ese patrón moral que famosamente entrevió Albert Camus en sus tiempos de portero del Racing Universitaire d’Algier (“Después de muchos años, todo lo que sé sobre la moral y las obligaciones de los hombres se lo debo al deporte, lo aprendí en el RUA”) puede reformularse así: si todos los atléticos pasan hambre y frío, tiéndeles la mano que te lo agradecerán.
La pasada semana, entre Número Dos y David Hume ya dieron cuenta de cómo vemos las cosas en el Madrid, bien sea en la Liga, bien en la Copa de Europa (y aquí vengo yo a alistar de nuevo a Camus con la blanca y radiante: “Pronto aprendí que el balón nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me sirvió de mucho en la vida”). ¿Y por qué el fútbol le debe una orejona al Atleti, vamos a ver? Pues porque han disputado dos finales y las han perdido, caramba, que es que hay que explicarlo todo. Hay que ser merengue y abyecto, valga la redundancia, para jugar cinco seguidas y ganarlas antes de tener la mínima consideración con el prójimo de perder la primera. Yo en mi primitivismo siempre había pensado que ganar la Liga consistía en hacer algún punto más que el segundo. Y que para ganar un partido bastaba con marcar un gol más que el contrario. Afortunadamente, ahí están la prensa deportiva y Xavi Hernández con su mayor saber y entender para sacarme de mi error: para ganar la Copa de Europa hay que merecerlo, amigos, que no se enteran. Uno hace los méritos correspondientes como quien tacha números en el cartón del bingo y, cuando cantas línea, el fútbol te debe una.
Arrepentidos los quiere el Señor, así que ya voy yo haciéndome cargo de la complejidad esta de los méritos y superando esa simpleza de membrillo en que me hallaba. Pero la cosa es que no acabo de aclararme sobre el modo de contraer los dichosos méritos. Yo presto mucha atención a las tertulias deportivas, leo con unción a catedráticos campanudos y de Bilbao, me empapo de sesudas declaraciones postpartido de jugadores y entrenadores y creía haber vislumbrado algo de luz. Me parecía a mí que los méritos tenían que ver con tener un estilo, jugar a algo, tener mucho el balón, meter los goles como al corro de la patata y no a la carrera y a la descarajada. Y el paladín de todos los méritos y los valores residía en el país de nunca jamás, y practicaba la humildad, y tanta era su virtud futbolística que afearle sus comportamientos fiscales, contarle los goles en fuera de juego y hacerle frente en todos los partidos con tantos jugadores como el reglamento prevé eran groserías y faltas de pleitesía inconcebibles. ¿Acaso paga el mismo IVA el arte que la charcutería? ¿Cómo se atrevieron hoscos sayones del noroeste a exigir el pago de un traspaso por el delantero que el Fútbol Club Camelot precisaba para redondear su empírea plantilla? ¿Acaso no consiste ser culé en ir por el mundo con todo pagado? Hasta unos navarros hubo, brutos, más brutos y de Pamplona, a los que fue menester afear su conducta por mostrar su incomodidad ante la más de media hora de retraso con que los artistas tuvieron a bien comparecer en un partido oficial que con ellos tenían fijado.
Pero esta es la hora en que no te aclaras, Faerna. Ahora resulta que con quien contrae deudas el fútbol es con quien se atreve a eliminar a los sumos peloteros con irrisorios veintes por ciento de posesión, tirando a puerta de dos a tres veces en 180 minutos, quien se desembaraza de torvos alemanes mutados en bailarinas del Bolshoi por obra y gracia del abanderado mayor de la cofradía, depositado allí en arriendo por tres temporadas para redimirlos de su teutónica tosquedad, esa con la que en tiempos oscuros osaron ganar hasta campeonatos del mundo, el mismo apóstol que se apresta ahora a llevar la buena nueva a la pérfida Albión como un nuevo San Patricio. Cholistas ahora los quiere Dios, aunque sea por un día.
Decía también Número Dos que la filosofía está para crear problemas más que para resolverlos, y se ve que la economía se creó para crear confusión y no claridad. Estoy confundido y mareado, señores. El hecho es que el fútbol tiene una deuda con el Atleti porque doctores tiene la Iglesia y no voy a enmendarles la plana. En Villar del Río lo tenemos muy hablado, el fútbol les debe una explicación y esa explicación que les debe se les tiene que pagar. Es el momento de que el fútbol les ponga al Atleti y al Barça una fuente ¡con chorrito! mientras nosotros ganamos la Undécima y, si el Granada se enrolla un poco, incluso algo más. Con el cuento de la lástima que le vayan al fútbol o a la esfinge de Tebas o al proverbial maestro armero.
Número Uno
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Que mas se puede decir!!!!!!El Madrid esta forjado en la victoria y la champions forma parte de su leyenda. Es mas el REAL MADRID es quien le da lustre a esta competicion. HALA MADRID. VAMOS HASTA EL FINAL
Ustedes, en su caso, ganarán la quinta.
Le reto a que me encuentre en la hemeroteca de los años en que ganaron las seis European Cup, una sola declaración de alguien que diga :
"Hemos ganado la Champions"
Por lo demás,un artículo precioso.
Me ha encantao.
¡Diez veces el Real Madrid, mejor equipo de la historia del fútbol mundial, se ha proclamado mejor equipo de fútbol de Europa! y vamos a por la undécima.
¿Qué tipo de superhéroe es usted, Ritman?
Spider-Man, el asombroso hombre araña.
Superman, el hombre de acero...
¿Ritman, el acomplejado hombre culé; el increíble pupas atlético?
Ande, coja sus poderes y aplíquelos en su cabeza. Falta le hace.
Le reto a que lo haga.