Cuatro protagonistas del derbi contra el Getafe

1.- Ceballos

Dani Ceballos no es Kroos, pero es uno de los componentes de la plantilla que más y mejor pueden ayudar a los defensas a sacar el balón desde atrás cuando el rival adelanta la presión. No es la única cosa que Kroos bordaba, pero sí es aquella para la cual no parecía tener no ya un sustituto, sino al menos un sucedáneo. Bellingham, Güler o el propio Modric pueden pseudosustituir al alemán de medio campo para adelante, pero la pulcritud con la que Toni reculaba y echaba una mano a defensas agobiados no tenía parangón en la plantilla… hasta que a Ancelotti se le ocurrió tirar del andaluz.

No, Ceballos no es Kroos, por la sencilla razón de que nadie lo es ni lo será, pero en su estilo puede servir para romper la primera línea de presión del oponente. Se vio ante el Getafe. En los primeros compases, y también hacia el final del encuentro, los de Bordalás apretaron arriba, y Dani fue fundamental para sortear ese acoso. La escuela sevillana no está reñida con el trabajo, y Ceballos une buenas dosis de abnegación a su arte, que es un arte propenso al arabesco a veces aparentemente innecesario, pero capaz de desbaratar el aturullamiento que puede venir al enfrentarse a un pressing agresivo. Tiene desborde y pase, en corto y en largo, como probó ante los getafenses. Ya sé que habría que probar esta solución ante rivales de mayor enjundia para valorar su pertinencia, pero de momento proyecta la sensación de que puede ser muy útil en lo que resta de campaña. Yo no descartaría que, con Modric al acecho y Tchouaméni recuperado, siguiera en el once para San Mamés y más allá.

2.- Asencio

Parece casi irreal el modo en que se ha acomodado a la titularidad quien hace pocos meses era un jugador de bulto en el Castilla. Digo de bulto porque no entraba en las quinielas de casi nadie como la siguiente perla de la cantera, y sin embargo ahí lo tenéis. Es admirable su sangre fría, compostura, colocación y velocidad, siendo esta última la cualidad más importante para un defensor del Madrid, junto a la calidad técnica. Va bien por arriba y por abajo. Es a la vez expeditivo y noble. Se complementa de maravilla con Rüdiger, y a veces esa cualidad es más importante que la excelencia, sin perjuicio de que esta última también aflore. Encajar bien en un puzle de piezas muy valiosas puede ser más importante que tu propio valor como pieza, que es la razón por la que no cesan de compararlo con Nacho. A lo mejor resulta que es verdad que Cubarsí es bueno no solo por ser Cubarsí, ni siquiera fundamentalmente por eso. Cubarsí es bueno porque le ponen a jugar, que es lo que la necesidad nos ha obligado a hacer con Asencio. Pues qué quieren que les diga: viva la necesidad, en el entendido de que esta aparición no tiene por qué descartar (ante la abundancia de lesiones, algunas muy graves) otear el mercado de invierno de defensas.

3.- Fran García

Cuatro españoles (tres de ellos canteranos) jugaron contra el Getafe. Gloria bendita para el madridismo castizo. Ninguno de los cuatro es madrileño y nos da completamente igual, porque hasta el madridismo castizo sabe que el nacionalismo es una horterada más propia de otros pagos, pero Fran García (manchego) es aquel cuyo lugar de origen más cerca cae de la capital de España. Tiene una cualidad titánica muy del gusto del Bernabéu. Físicamente es un portento y, aunque Ancelotti se apresurase a declarar (con razón) que Mendy sigue siendo el mejor lateral izquierdo defensivo del mundo, supera en prestaciones ofensivas al francés cuando el rival se cierra. Con su anatomía de cómic robótico y su insistencia por la banda, desde donde es capaz de meter mil centros al área, es un futbolista que completa muy bien una plantilla de élite.

4.- Mbappé

Como acertadamente señaló Genaro Desailly en su crónica, el choque de ayer dejó mucha luz para quien quiera creer, y mucha oscuridad para quien no quiera. Soy conocido por querer creer (me insultan por ello y hacen muy bien, pues no hay nada más incómodo para el descreído que la fe de otros), así que yo me quedo con la luz.

Falló goles cantados, pero generó juego y oportunidades, y marcó majestuosamente la más difícil de sus ocasiones. Tiene tendencia a caer en fuera de juego, y no solo ante expertos en dicha táctica como el equipo cliente de Negreira. Quizá le falta un punto de confianza en su propio arranque (que quizá ya no sea el del Mónaco, pero sigue estando ahí) para retardar un instante la implosión. Se lía en situaciones relativamente favorables para el desborde (relativamente para una estrella como él, porque siempre tiene un mínimo de dos rivales cerca), pero su compenetración con los compañeros asciende día a día, en particular con Bellingham y Güler. Ya es el máximo goleador en liga, junto a Vinícius, quien según se dice aún no se ha enterado de qué va el Real Madrid. Cuando se entere, los grandes mitos blancos tendrán que apretarse un poco más en el Olimpo.

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