Ya era hora de que Benzema metiese tres, y deleitara no solo por finesse sino con maneras de 9 al tiempo robusto y clínico al enchufarla, digamos como van Nistelrooy, porque es en efecto un tiarrón capaz de correr y saltar más que muchos centrales. Tocaba sacudirse el sarcasmo de Mourinho –que ir de caza con él era como hacerse acompañar por un gato, no un perro-, pues algo de ello hubo en tiempos, y si no me equivoco el cambio moral de echarse el equipo a la espalda coincidió con fundir hasta el último gramo de grasa en la musculatura. Sufríamos viéndole rodar por tierra ante entradas que hoy resiste, o conformándose con pérdidas que no terminaban saliendo como bala a enmendarlas, y he ahí que ya no pasa. Chapeau por la madurez.
Inmejorable me pareció también Vallejo por alto, por bajo, pasando y anticipándose. No lo tendrá fácil con colosos como Varane y Ramos, con la competencia añadida del rocoso Nacho y de Militao; pero esa zona es tan vital como proclive a tarjetas y lesiones, y solo la extraordinaria calidad del holandés de Ligt podría aconsejar a mi juicio una cesión. También me pareció estimulante el desempeño de Asensio y Kroos, seguido a corta distancia por el de Carvajal y Modric. Bien porque el amor propio o cierto desfonde del rival lo propiciaran, el segundo tiempo abundó en jugadas vistosas y fue digno de un marcador más amplio, porque la única ocasión clarísima del Bilbao la frustró Navas, con reflejos marca de la casa.
Me quedé pensando en lo difícil de mantener fuera a Llorente y Reguilón, cuando su concurso se diría comparable –si no bastante superior- al de Casemiro y Marcelo, y tampoco logro imaginar qué aportaría al medio campo la llegada de Pogba, un portento en términos de facultades aunque parecido por rendimiento a Ballotelli. Sea como fuere, da pena que Marcelo, tan fiel al Real, y tan eximio creando y finalizando, pase una temporada prácticamente entera tocado por la varita del desacierto; y que algo parecido ocurra con Bale, cuyos escasos minutos esta tarde bastaron para producir una asistencia, un pase prodigioso (aunque anulado por fuera de juego) y un remate con marchamo de genio.
Ambos son jugadores capaces de hacer historia, y seguir haciéndola, lastrados en un caso por deficiencias defensivas ya no compensadas de sobra por virtudes ofensivas, y en el otro por una extraña flema, quizá fruto de simple timidez combinada con dificultades para trascender la lengua vernácula, que todavía no logró ser visto por sus compañeros como opción preferencial de pase, y tira desmarques a menudo desatendidos. Lo peor del caso es que ambos juegan en el club soñado desde su niñez; pero también en el que tiene la afición más exigente, nunca dada a vitorear cuando las cosas salen duraderamente mal.
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Joder Antonio, felicitarte por el artículo, lo has descrito tal cual como lo veo.
eres un crak, que el destino te guarde muchísimos años de clarividencia y sentimental.
salud y hala Madrid.