El otro día me decía alguien en Twitter que lo que más costaba de ver era la decrepitud de los futbolistas con los que hemos crecido. Y es verdad. Lo he mirado en Google y Marcelo no tiene ni dos meses más que yo: él nació en mayo y yo en julio de 1988. A él lo fichó el Madrid la primera Navidad que yo tenía que haber estado en la Universidad. Esa Navidad la pasó con su novia y la familia de Roberto Carlos, en Madrid, porque no conocían a nadie y tampoco se iban a volver, no fuera a despertarse al día siguiente y el cuento de hadas se hubiera esfumado. Se montó en un avión, en Brasil, pensando que venía a Valdebebas a probar, a hacer algun test físico. Lo dijo hace poco en un artículo bellísimo en The Players Tribune: de niño pensaba que jugar junto a Zidane, Beckham o Roberto Carlos era algo que no pasaba en la vida real, porque uno no choca los cinco con los héroes de sus cómics favoritos. Recuerdo incluso su primera rueda de prensa aquí, un niño nervioso con el pelo muy corto y la mirada tímida que no hablaba para nada español y al que nadie parecía ubicar muy bien en un club institucionalmente en estado de feria. Llegó junto a Gago e Higuaín, que eran los dos fichajes de relumbrón que Mijatovic fue a buscar a Argentina para darle vida a un equipo vegetal. En el paquete vino también aquel chiquillo, el enésimo nuevo alguien. Se sabe desde antiguo que siempre hay un nuevo Pelé, un nuevo Maradona, un nuevo Zidane habitando una favela o una banlieue, esperando que la Historia lo mire y lo señale con el dedo. De aquel pipiolo decían que era el nuevo Roberto Carlos, por supuesto.
La cosa con Marcelo es que ha acabado siendo aún mejor que Roberto Carlos. Sin embargo, ahora todo el mundo lo odia. Como reflejo de algo tan humano, la ira madridista se ha transferido hacia Marcelo, convertido en chivo expiatorio del bajón de tono que el equipo ha dado desde la victoria en el derby de principios de febrero.
Quizá haya algo que cueste todavía más que contemplar el declive de un tipo que es casi de la familia, al que de hecho en los últimos trece años he visto mucho más que al noventa por ciento de mis familiares directos, aunque sea detrás de una pantalla. Es el escarnio de los propios madridistas hacia uno de los artífices de la segunda edad de oro del madridismo. Es triste pasearse por Twitter y ver cómo hay quien lo trata como un trozo de carne a cuenta de su rendimiento actual. Un trozo de carne intercambiable por cualquier otro pedazo de carne sujeto a las leyes del highlight youtubero, sujeto a la tiranía del MultiChampions de Movistar. El elemento iconoclasta forma parte de la esencia de ese madridismo popular que vertebra la masa social del club dentro y fuera de España, pero uno no deja de ser un romántico y no lo tolera. Con los años, voy mirando hacia atrás, hacia los días más ásperos del mourinhismo y antes, incluso, el año aquel del capellismo subversivo que fue el embrión de la rebelión tuitera contra la nomenklatura del periodismo deportivo de Madrid, y me van dando vergüenza algunas cosas. Lo peor en esta vida es dar voces. Se han dado muchas voces. Se ha creado toda una escuela, y esa escuela ha terminado dando diplomas de pureza. Yo tomé parte. Qué rubor.
Es triste pasearse por Twitter y ver cómo hay quien lo trata como un trozo de carne a cuenta de su rendimiento actual. Un trozo de carne intercambiable por cualquier otro pedazo de carne sujeto a las leyes del highlight youtubero
Marcelo lleva un año largo a un nivel físico y técnico muy por debajo de su talento, del virtuosismo que ha demostrado a lo largo de su carrera, una carrera que está inscrita ya en la leyenda del Madrid, aunque se acabara mañana mismo. Pero, ¿está kaputt Marcelo, de verdad? A simple vista pudiera parecerlo, sobre todo si nos atenemos a los últimos partidos, pero a mí Cristiano Ronaldo me parecía acabado a simple vista en 2015. Y bueno. También Benzema sufrió un bache agudo entre 2017 y el principio de la temporada 2018-2019. De hecho a muchos de los doctores de la madrasa del madridismo tuitero les parecía inadmisible que fuera titular en las eliminatorias que condujeron a la Trece, y a pesar de ello Benzema, en su peor año como madridista, marcó tres goles decisivos en su conquista.
El caso de Benzema me recuerda en algo al de Marcelo, porque él, como Marcelo ahora, quería pero no podía. Eso saltaba a la vista, igual que salta ahora. Físicamente parecían no poder desplazarse más que a una intensidad reducida y alejada de lo que sus compañeros necesitaban y la competición requería. Sus caras reflejaban la contrariedad de no poder hacer lo que era necesario que hicieran. Y tanto Benzema como Marcelo encarnan la tradición esa tan añeja y necesaria en la continuidad histórica madridista (como la de hacer entrega de un banderín al capitán del contrario antes de cada partido) del veterano que saluda al novel, del veterano que cuida al novel, lo introduce en el vestuario y le sirve de espejo: de primer instructor, de cicerone en algo más que una caseta de la gran élite del fútbol mundial, sino en la cultura Real Madrid. Que es una cosa palpable, que existe, y que la han transmitido desde el Santiago Bernabéu delantero-tanqueta, esta clase de jugadores. Esta clase de jerarcas.
Benzema como Marcelo encarnan la tradición esa tan añeja y necesaria en la continuidad histórica madridista del veterano que saluda al novel, del veterano que cuida al novel, lo introduce en el vestuario y le sirve de espejo
Quizá por esa razón, porque llevan aquí toda la vida, en especial Marcelo, que no ha conocido otro equipo en su adultez, que es casi un canterano, la gente tiende a no ser tan compasiva como con el que ha venido de fuera. Es un fenómeno que he observado en algunos padres, como si todo invitado a la casa gozara de más privilegios, de más tolerancia y de más liviandad en el trato, que el hijo.
Hay algo en el Marcelo de hoy que me rompe el corazón. En ese texto de The Players Tribune insistía en recordarles a todos que el Madrid iba a volver, que él sentía la pasión y el hambre de su juventud, que su cabeza echaba humo esperando esta temporada como cuando saltó a calentar antes de que Ancelotti se lo pidiera, en Lisboa, repitiéndose todo el rato lo que su abuelo decía: voy a dejarlo todo ahí. Mi pelo, mi barba, mi bigote. De momento se lo está dejando todo, pero no está pudiendo, o no como debería. Desde luego, no como antes.
Cuenta también que cuando tenía ocho años cruzaba Río de Janeiro con su abuelo en el autobús 410, lleno hasta arriba, sin aire acondicionado, yendo a entrenar con el dinero que su abuelo había sacado de vender su Volkswagen Variant. Le decía que un día iba a ser grande, que un día lo vería jugar con Brasil en Maracaná. Marcelo no es sólo un tipo con el que uno ha crecido, un tipo que ha perdido conmigo y con el que yo he ganado: un tipo que se ha comido la misma era Messi que yo, el 2-6, el 5-0, los penaltis con el Bayern en el Bernabéu, la no-remontada al Borussia, en fin, todas las pequeñas y también las grandes batallas de un madridista millennial cualquiera. Marcelo representa un ideal. Como todos los superhéroes, como todos los iconos, son nuestras proyecciones, la suma de cada una de nuestras vidas pequeñitas y grises, sublimadas de blanco luminoso corriendo por el tapete verde, en la tele, con el mundo mirando. Habrá algún niño, seguro, que quiera ser como Coentrao o como Mendy, los dos únicos futbolistas que han sentado a Marcelo a lo largo de su carrera: yo, por ejemplo, era muy raro y soñaba con ser un central de gesto desesperado como Iván Helguera, porque no me atrevía a imaginarme haciendo las cosas que yo veía hacer a Zidane. Pero los niños, en el colegio, cuando engullen en dos bocados el bocadillo para exprimir la media hora del recreo, suelen soñar con hacer las cosas que hace Marcelo, porque esas cosas son los nudos de emoción que nos atan a ellos para siempre. Son lo que nos gustaría haber sido a nosotros, hacen lo que nunca fuimos nosotros capaces de hacer y contienen algo del polvo eterno de las estrellas: participan de una vida mejor que nosotros vivimos a través de sus cabriolas, sus ruletas, sus llegadas hasta la línea de fondo, sus pases atrás, sus goles por la escuadra y sus taconazos en la frontal del área del Camp Nou para dejar solo al compañero que entra por su derecha.
Los que tenemos algo más de edad recordamos perfectamente que el escarnio y linchamiento que sufre ahora Marcelo lo padeció igualmente Roberto Carlos. Parece estar ya olvidado y que solamente lo bueno del añorado lateral queda en nuestro recuerdo, pero no fue así. Durante años le persiguieron por no defender nada, por estar siempre subiendo al ataque, por tirar todas las faltas "mal", por no ser ya el que fue, en definitiva por lo mismo que ahora condena a Marcelo. Y lo cierto es que Roberto Carlos perdió tanto como Marcelo y en realidad ganó bastante menos, aunque la séptima a todos nos resulta obvio que valía al menos por tres.
Los que ahora despedazan a Marcelo son esos mismos hinchas dignos y llenos de razón a los que yo tanto desprecio, creo que en realidad hubieran sido del Atleti, pero ni allí los quisieron. Pocas cosas me gustan o me alegran a mí de las rarezas de Zidane, pero en esta de restaurar a Marcelo, o a Isco, por poner otro ejemplo, me tendrá siempre apoyándolo. El patrimonio nunca se tira sin más a la basura, y Marcelo es patrimonio del Madrid.
Hombre, eso de decir que ganó mucho menos... Roberto Carlos ganó tres champions, por cuatro de Marcelo. Muchas más de las que muchos grandes futbolistas habrán ganado en su vida.
Mira Toni. Amo yo a Marcelo y le tengo yo tanta admiración como le puedas tener tu o más. Pero por encima de Marcelo y del resto está el R. Madrid.
Lo de restaurar a Marcelo va en contra del club.
Efectivamente te doy la razón Marcelo es patrimonio del Madrid. Pero patrimonio significa pasado y el club debe vivir del presente
Un saludo Toni
Pues toda la razón te ampara sin duda, pero es que a los enterradores de Marcelo se les viene soportando desde antes de ganar la décima, que ya ha llovido. Ahora que es más que evidente que debe marchar encima arrecian. Por mi parte desde la supercopa del año pasado debió decir adiós irremediablemente a su titularidad, pero ahí está su jefe dándole lo que todos le negamos. El caso es que hemos perdido puntos por él, pero no creo que fueran precisamente los del domingo pasado.
Saludos Gabriel.
Todo tiene un principio y un fin, el fin de Marcelo ha llegado y hay que asumirlo, no pasa nada, es ley de vida, Marcelo muchas gracias por todo, te deseo lo mejor en tu vida, vete ahora con la cabeza alta y no te quedes por dinero, chupando banquillo y recibiendo palos…. Bon voyage mon amie
Bonito artículo/homenaje. Me esperanza la comparación entre las situaciones de Benzema y Marcelo. Zidane lo quiere en forma para el tramo final de temporada, lo que implica comernos algunos partidos donde esté lejos de esa forma. Por supuesto, le deseo mucha suerte al francés.
Si Zidane quiere poner en forma a Marcelo a costa de perder partidos importantes tal vez cuando coja la forma (si es que eso llega) ya sea demasiado tarde y estemos fuera de todas las competiciones.
Cuando he leído que Marcelo ha sido mejor que Roberto Carlos he dejado de leer.
Me ha pasado exactamente lo mismo.
Yo a Marcelo le quería cuando la mayoría del madridismo no lo hacía, cuando le llamaban Marcelo coladero, algunos se lo han seguido llamando siempre, cuando decían que no tenía nivel para llegar a ser uno de los mejores laterales del mundo.......yo sentía debilidad por ese niño porque yo soy muy paciente y comprensiva con los jóvenes y no digamos si apuntan maneras como yo entendía que era su caso....lo mismo que lo soy con Vini y me ponen de los nervios los que esperan que sea un astro consagrado con 19 años y le ponen verde y no se dan cuenta de que tiene que madurar mucho todavía, pero si se tiene paciencia con él será un crack...al menos yo así lo veo...
Dicho todo esto, y a pesar de que Marcelo por edad no debería estar en un momento tan bajo, creo que ya lo tiene muy difícil para ser el titular del Madrid porque Mendy viene apretando muy fuerte y porque dudo que Marcelo recupere su nivel....y sobre todo porque los intereses del Madrid están por encima o deben estarlo de cualquier jugador, incluso de los que como Marcelo son ya leyendas del Madrid....y que el Madrid no debe hipotecarse jamás con ningún jugador, ni por todo lo que nos han dado ni por nada....eso sí, se le debe un respeto a Marcelo pero también se debe priorizar siempre al Madrid....
Saludos
El problema, como siempre, es la exageración en el epíteto, el calificativo que se gasta el aficionado. Es zafio, insultante, hiriente, vehemente, drástico, más propio de alguien que le odie, con lo que habría que pensar en alguien perteneciente a hinchadas rivales que le han sufrido, pero no, no es el caso. Este desprecio exagerado, cargado con una inusitada y sorprendente inquina porque viene de parte de un madridista, no lo entiendo. Pero se da. Sí que lo oigo continuamente en el Látigo Serrano en los medios. Este periodista presume de madridista y aún así, llena de desprecios, insultos, vejaciones, menosprecios a los que a él no le gustan pero forman parte del Real Madrid.
Incluso es más entendible el desprecio infinito de este tipo de personajes para que le llamen de más sitios y cobre su extra, por tratar los fallos y a los jugadores del RM q no le gustan, con mayor virulencia, tanto en el contenido como en la forma. Un periodista madridista poniendo a parir a los jugadores del RM, independientemente de que no tenga razón ni fundamento sus insultos y que solo se basen en su impresión, sensación o gusto personal y único, es un chollo para muchos medios. Hay un interés crematístico, incluso se podría decir que hay un interés vanidoso para alimentar al personaje (que tantas veces devora al individuo), pero sin duda es algo que se da en los medios.
Los aficionados que se despachan a gusto, de forma tan despreciativa y tajante, con un jugador del RM, no tienen ese interés económico que tanto se da en los medios ¿a qué se debe que se comporten y usen adjetivos tan exageradamente despreciativos más propio de alguien que odia? ¿Se usan las redes sociales y sus pequeñitos altavoces para volcar su frustración llevándose por delante lo que se presupone que ama? ¿Tal vez tenga su propio reino y seguidores en las redes sociales que esa es una forma de alimentar su vanidad e imita el desprecio de los periodistas del medio como el Látigo?
Puedo entender que haya gente que cree que el ciclo de Marcelo se ha cumplido en el RM, que lo mejor es que se busque una salida o que acepte un rol más secundario, que son mejores para ese puesto otros jugadores que tiene el equipo, pero lo que no entiendo es el insulto.
Un insulto que va cargado de una inquina que parece que jamás hay valido para el RM. Unos menosprecios gruesos que son recibidos con una sonrisa desde los medios de comunicación, donde anida el enemigo, y en las hinchadas rivales.
Se puede opinar que fulano o zutano ya no valen para el equipo, que luego la realidad te lleve la contraria, y claro, en ese caso se suele coincidir con la fórmula de los periodistas: "¡A tomar por saco la realidad. Lo que yo diga a misa". Así, el aficionado, mantiene su disputa, su orgullo y en lugar de agachar la cerviz se sube la apuesta y se añade un adjetivo peyorativo más, porque "yo lo valgo y que gana muchos millones y por eso puedo insultarlo."
A mí, me desagrada profundamente este comportamiento tan chabacano y grosero que los propios madridistas dan a Marcelo o a cualquier otro del equipo, de forma tan tajante y visceral. Y tampoco lo entiendo.
Apoyo total al comentario de Paz y al tuyo.
No olvidemos que el adversario está en el campo, pero el enemigo está entre "los seguidores del Madrid" en Twiter.
Buenas tardes D. Antonio, le doy la razón en que una parte del madridismo no esta siendo justa con Marcelo, pero que a esa parte quizás- ojo- quizás, se le este dando parte de razón, porque no es normal que Marcelo tal como esta, juegue de titular contra Real Sociedad, 4 goles y eliminados y juegue de titular contra el Celta 2 goles y perdida de 2 puntos, en resumidas cuentas que Marcelo es un poder fáctico facilmente reconocible dentro del vestuario y que su titularidad es politiqueo puro y duro, y esto hay gente que no lo perdona. Nos guste o no, el brasileño es un zombie ( jugador futbolisticamente acabado) su presencia en el campo es jugar con 10, esta para los minutos de la basura, en el partido que el equipo gane 3-0. Aunque le doy la razón su trayectoria merece un mejor trato por parte del madridismo, pero él debe ayudar y no imponer su alienación, que la gente tiene el colmillo retorcido.
Saludos blancos, castellanos y comuneros
Soy uno de los que no soporta a Marcelo. Y desde hace ya bastante tiempo. Incluso, desde antes de la décima, asumiendo que tuvo un papel muy destacado en la consecución de la misma pero, aún recuerdo cuando se lesionaba o se iba de vacaciones y volvía obeso, falto de la más mínima forma física y tardaba meses en alcanzarla. No era, entonces, una actitud de un verdadero profesional.
Lo de estos últimos años, raya en lo inconcebible.
No quiero que sea alineado pero, por supuesto, si lo es, que todo le salga a pedir de boca por el bien del equipo. El problema, como estamos viendo, es que no suele ocurrir así.