¿Cuándo empezó a joderse todo?

¿Cuándo empezó a joderse todo? ¿Cuándo comenzó el aficionado medio madridista -y aquí nos referimos al aficionado medio madridista español- a languidecer en el interés por su selección nacional de fútbol? Hoy vuelve la selección, interrumpiendo lo que se antojaba un momento espectacular del Madrid tras el partido liguero ante el Betis (circunstancia desafortunada que no contribuye a reedificar afectos), y todo lo que nos queda es un hastío antipático. Que jueguen, que ganen (sí, en La Galerna queremos que ganen, pero solo como queremos que pasen las vacaciones cuando ya no aguantamos más a nuestra suegra) y que nos dejen en paz. Que jueguen y que ganen mientras nosotros nos dedicamos a menesteres más provechosos que verles jugar, qué sabemos, escuchar a Paul Simon, redescubrir a Lubistch o repasar antiguos DVDs con gestas históricas de nuestro Real Madrid C. deF.

20:45. Eslovaquia-España. A nosotros nos va a salir un viaje a o algo. O esa visita a Ikea que durante tanto tiempo hemos postergado, qué mejor que hoy. Ikea no cierra hasta las diez de la noche, eso es lo malo: llegas a tiempo de ver el final.

Hemos formulado la pregunta que abre este Portanálisis, y que le sirve de título, de manera retórica. Sabremos perfectamente cuándo empezó a joderse todo. Todo empezó a joderse cuando la selección se convirtió en el cortijo particular de los jugadores del FC Barcelona, con el inefable Xavi Hernández al frente. La abundancia de jugadores del Barça era justa recompensa a los méritos contraídos en su club, por lo que esa variable puede considerarse justa. No lo fue, sin embargo, la apropiación de la selección por parte de unos jugadores que contaron y siguen contando con el apoyo incondicional de un técnico que les defiende lo indefendible, y sin embargo parece siempre presto a condenar toda acción dudosa que venga del lado madridista. Un técnico de pasado madridista (glorioso pasado, hay que decirlo) que no obstante parece abominar ahora de todo lo que tenga que ver con el Real Madrid, por efecto tanto de una fobia personal al actual presidente como de su empeño en borrar cualquier atisbo de inclinación vikinga que su pasado pudiera acarrear: de tanto buscar la equidistancia, Del Bosque se instaló en la ausencia de distancia con el Barça, algo que obviamente no puede gustar al aficionado madridista medio.

Todo se empezó a joder, sí, cuando ese madridista medio comenzó a sospechar que la selección era un nido de amiguismo sin el menor aprecio por la idea de la meritocracia. La permanencia en su puesto de un crepuscular (crepuscularísimo) Casillas ya despertó las sospechas que han venido a confirmar las declaraciones del seleccionador, revelando que estuvo a punto de convocar a otro portero que ya no forma parte del escenario futbolítico de élite por simples razones de solidaridad o de pago de los servicios prestados. "No lo hicimos porque la selección no es una ONG", razonó Del Bosque, en flagrante excusatio non petita que viene a revelar hasta qué punto, en efecto, maneja la selección con criterios muy cercanos a los propios de la gestión de una ONG.

Juega la selección. No nos alegraría su derrota. Que juegue, que gane y que nos deje en paz.

Sport trae a portada el catalejo de Iniesta, pero no nos aclara qué lente distorsionada le ha puesto el de Fuentealbilla para poder afirmar, y quedarse al parecer tan fresco, que su juego ha evolucionado y cada año es "mejor". ¿Es la lente del ego? ¿Es la lente del endiosamiento? ¿Es simplemente que el saberse parte de una plantilla que hace bien poco conquistó el triplete nubla la mente hasta el punto de impedirte discernir que tu contribución personal a ese logro colectivo ha sido en realidad discretísima? Hace mucho, pero mucho tiempo que Iniesta es un jugador completamente intrascendente en el plano ofensivo de su club y de la selección, pero esto no puede decirse porque está muy feo y muy penado. Fruto de su progresiva illarrización, Iniesta es hoy por hoy un jugador de apoyo en el medio campo. No un mal jugador, desde luego, pero en absoluto un jugador determinante.

Comprendemos a Iniesta. Si medio planeta permanece ajeno a tu declive, o hace como que permanece ajeno porque el héroe de Sudáfrica bien puede vivir de las rentas hasta que cumpla los preceptivos 65 de la jubilación, no será él mismo quien ponga el dedo en la llaga de la lacerante realidad. Hay uno que tampoco ha hablado públicamente de ello pero que parece ser calladamente consciente de la realidad. Hablamos de Luis Enrique y de su empeño veraniego (fructífero) por fichar a Arda Turan.

Dejamos para el final la portada de Marca, en atención a su carácter solidario. Nos unimos a sus buenas intenciones, aunque nosotros no solo queremos más Javis. Queremos (estamos seguros de que Marca también) que acabe la tragedia de los refugiados.

Pasad un buen día.