Cuando el rival colabora

Y hala, de la sima parisina a la gloria sevillana, con Carvajal de estrella y Varane muy bien, justo al revés que el miércoles, donde anduvieron pésimos. Ramos presta un aplomo decisivo a la zaga, aunque siga cargándose de tarjetas por jugar al límite, como el propio Carvajal, cuando más de una vez ha supuesto quedarse con 10. A bote pronto me pareció que el menos entonado pudo ser Kroos, con demasiados pases malos para un monstruo en la materia, y blando como acostumbra.

Otra vez comprobamos que ninguna pizarra suple la actitud, porque los individuos somos poquísima cosa, falibles y mortales todos; pero con nuestras cenizas va levantándose el infinito  muro del tiempo, y la cantidad de inversión generada hoy por el fútbol da de sobra para vender toda suerte de pizarras con beneficio asegurado, donde cabría arriesgar sin riesgo, gracias a crecientes equipos técnicos. Eso es mentira, por fortuna, y lo mismo deja con el culo al aire a vendedores de humo financiero e informático que a periodistas proféticos y psicólogos, pues la sustancia de todo son aciertos y pifias personales, encarnados jornada a jornada por veintitantos. Los medios prefieren decapitar a místeres y presidentes, cuando otra cosa tocaría lo invariablemente “bonito” del fanatismo -si se aplica al escudo del Lega, el Depor o la Ponferradina-, y echar a cuatro o seis jugadores por defecto de motivación dejó de ocurrir desde que este juego se sumó al orden de los grandes negocios, y pasó a ser políticamente incorrecto llamar a las cosas por su nombre.

Sea como fuere, el Real está cuatro puntos por encima del Barça y supera en uno al Atlético. La Liga se anima, que es lo más satisfactorio para el aficionado, y esta noche puso de manifiesto que el Madrid puede jugar mucho más compacto si todos los delanteros defienden además de atacar, una obviedad impuesta por jugadores mucho más atléticos que los pretéritos, cuya fuerza ampliada equivale a recortar el tamaño del campo . Pero los años me deben estar urdiendo una filiación con personajes como don Quintín el amargado, porque nueve décimas partes del partido me indignó comprobar cómo se consienten jugar al trantrán, y cómo las habrían pasado canutas sin un Sevilla dispuesto a imitarles en lentitud y precauciones, disminuido quizá por un Lopetegui cuyo planteamiento fue salir a no perder. Sugiero verificarlo con cualquier resumen de Segunda, donde abundan jugadas, ritmos y goles no intentados siquiera en Sevilla.