Hace ya mucho tiempo que al periodista deportivo no se le exige demasiado, consciente como es la audiencia de la limitación no necesariamente intelectual pero sí categórica de su trabajo. La particularísima relación de esta especialidad con el poder, el sometimiento del grueso empleado a una precariedad lacerante -causa orgánica de lo primero- y el frenesí con que se consume el entretenimiento han desfigurado la discutible razón de servicio del periodista deportivo. Por eso un periodista deportivo puede mentir -o no contar la verdad, que es parecido pero no es igual, ya que elimina rastro alevoso- y que no pase, literalmente, nada. Diego Torres, nombre importante en la redacción de deportes de EL PAÍS, publicaba un texto titulado ‘Zidane no quiere saber nada’ cuando el Real Madrid se afanaba en sobrevivir a una semana para olvidar en lo deportivo. Horas después, el club hacía oficial la vuelta del entrenador francés. Bien, se diría que a Diego Torres le jugaron una mala pasada -otra- sus fuentes. Protegido como está el periodismo de desvelarlas -y amenazado con el olvido si no confía en las que exigen anonimato a cambio de filtraciones-, lo razonable sería pasar el incidente por una desastrosa gestión personal, no estrictamente ampliable a lo profesional, de la forma en que gestiona el hombre sus relaciones y la fe que profesa en ellas. Ahora bien, puede que Diego Torres comprometa cierta honorabilidad en base a según qué filias, demostradas sobradamente en el pasado, y esto le acerque a fuentes no tan plurales a las que regale el beneficio de la duda sin preguntarse primero de qué demonios hablan o cómo puede sentar en su credibilidad que la información filtrada no sea correcta. En todo caso, es una causa personal y de la que debería responder su empleador, una vez demostrado en el foro público que al agraviado le interesa bien poco dar explicaciones. Como exponía al principio, el periodista deportivo puede engañar. La costumbre ha creado el hábito, nada importa.
Carlos Yárnoz, nuevo defensor del lector de EL PAÍS, se posicionó al respecto de esta información inexacta -y debidamente ficcionada, disfrazada con alegrías narrativas que poco menos escondían a Diego Torres tras la pared contigua a donde se deciden las cosas en el Real Madrid- unos días después. Aunque no mencionaba expresamente al autor, la altura de debate que había tomado el caso era suficiente para dar a entender a quién se refería al hablar de esa «falsa noticia» que los hechos habían desmentido. La del defensor del lector parece una figura casi anacrónica, desde luego alejada de los tiempos y las dinámicas del lenguaje digital, su penetración y su permanencia. Sin embargo, esta suerte de presencia, fundamentalmente independiente, se antoja imprescindible justo ahora que la verdad se ha revelado como algo no tan importante. La tolerancia del lector a la patraña es ya estratégica. Diego Torres se defendió: «aduce que los contactos del club con Zidane cambiaron a lo largo de los días y asume que fue desacertado elegir un titular imprudente por tajante». Lo que ocurre es que Diego Torres bebe precisamente de ese estilo directo («El periodismo necesita transmitir el peso de la aniquilación», dice Leila Guerriero) y sus desencuentros con la realidad son ya sonados no únicamente entre seguidores del Real Madrid, a quien podría achacárseles el subjetivismo de la visceralidad, sino entre cualquier lector mínimamente capacitado. Y no digamos ya en el gremio, tan presuntamente corporativista. El defensor del lector censura a Diego Torres no citar fuentes. «Ni el firmante de la noticia ni la cadena de mando respetaron este derecho, que es del lector, no de los periodistas».
Dada la gravedad de esta infracción y la altura de la información falsa -falsa en palabras del propio defensor del lector-, conviene preguntarse por qué Diego Torres no es citado en el texto que afea su profundo error. «He entendido que no aporta nada a mis objetivos citar y mencionar explícitamente a los autores de los textos que comento», razona Carlos Yárnoz preguntado al respecto por esta parte. «Si algún lector tiene interés en saberlo por el motivo que sea, mis textos en la web van acompañados de los enlaces en los que se pueden leer las informaciones que comento, y por tanto también los nombres de los firmantes. Y en papel, pueden averiguarlo con facilidad a través de cualquier buscador. He recibido muchísimos mensajes a raíz del tema de Zidane y solo otro lector y usted me han planteado la ausencia del nombre del firmante». Desde luego, Diego Torres es de sobra conocido. No en vano ya fue apartado del seguimiento a la información del Real Madrid por su especial falta de escrúpulos y rigor. Viene de muy atrás, especialmente de la época en que tomó al entrenador del club hasta 2013, José Mourinho, por el centro de todas las iras de los escépticos -y sus fuentes-. Diego Torres entró en aquella época en la vorágine de poner en boca de sus informadores casos que quizá no habían pasado exactamente como los narraba. Es una forma de licencia periodística. Así, situó a un futbolista, Esteban Granero, donde no estaba. El propio jugador se lo recriminó en público. Después, fue el mismo Florentino Pérez quien en una rueda de prensa le situó («A usted le gusta mucho la novela»), sin que EL PAÍS, que seguro disfrutaba de estos réditos polemistas en los indicadores de permeabilidad digital, decidiera nada. Carlos Yárnoz, recién llegado a su función, se defiende: «Llevo sólo dos meses en esta función y mis comentarios se refieren a lo que ocurre en estos momentos, no tanto a la trayectoria que hayan podido seguir el periódico o sus periodistas».
Este caso suma irremediablemente el nombre de Claas Relotius a la mesa de debate. Claas Relotius fue despedido de Der Spiegel tras conocerse y demostrarse que sus reportajes iban viciados de no literalidad en el mejor de los casos y de pura invención en el peor, sorteando todos los equipos verificadores del medio. Desde entonces, Der Spiegel además advierte que los textos todavía visibles de su exempleado podrían ser ficticios. «Paren las rotativas, todo es mentira» es la coletilla al título de la crónica del caso que Ana Carbajosa firma justamente en EL PAÍS. A cualquiera se le puede pasar por la cabeza que un medio esté en efecto legitimado a tomar este tipo de decisiones sobre los empleados que no cumplan requisitos indispensables de ética, rigor o simplemente civismo periodístico. Si es que esto existe. El defensor del lector aclara: «No participo en las decisiones internas, mucho menos disciplinarias. No me compete». También marca una línea: «No lo puedo comparar con el escándalo de Der Spiegel. El periodista alemán se inventaba los reportajes, testimonios, describía como si hubiera estado allí lugares que jamás había visitado… Yo no digo, ni siquiera debo sospechar, que Diego Torres se haya inventado nada. Ni esta vez ni en el pasado. Las consecuencias posteriores dependen de la dirección del diario y de él mismo». En la crónica del despido de Claas Relotius, Ana Carbajosa relataba: «Resulta difícil comprender cómo la prestigiosa revista pudo encumbrar a un reportero que se inventaba las historias (…) Cómo nadie, ni sus jefes ni el departamento de comprobación de datos, ni ningún compañero se dio cuenta de que el más de medio centenar de artículos que su periodista estrella había escrito eran demasiado perfectos para ser ciertos; eran en realidad un fraude». No suena tan diferente de publicar que la relación entre Florentino y Zidane «acabó tan deteriorada que ni el presidente ni su mano derecha se atrevieron a llamarle para ofrecerle el puesto, en su lugar mandaron a un funcionario de rango medio» horas antes de que Zidane agradeciera al presidente su cariño, atención y, por supuesto, su llamada. Por suerte para todos, el periodismo deportivo no es tan importante.
Excelente crítica al periodismo patrio, por eso me gusta La Galerna. No te había leído antes por aquí Manu, pero si es tu primera colaboración, enhorabuena y bienvenido, espero que nos vuelvas a escribir sobre este tema porque me parece fundamental y muy poco tomado en cuenta por la opinión pública.
Saludos!
A mí me parece indignante el papel de la prensa deportiva ante la clarísima evidencia de invención, de fabulación con la intención de malmeter y sembrar cizaña. La corrección al sinvergüenza de Diego Torres no ha tenido eco en los programas deportivos, porque casi todos, cometieron el mismo fraude que el periodista de El País, en sus medios radiofónicos principalmente, donde el relleno es pura especulación. Pero claro, afear que el otro, la competencia, la caga de esa manera es tirar piedras contra su propio tejado porque todos hacen más o menos, con más o menos descaro, un cargar de tintas basado en premisas falaces que surgen de esas especulaciones.
Hay que recordar que el corporativismo cateto que emplean estos periodistas, que llaman compañeros a cualquiera del gremio, sirve para defender estas prácticas de Diego Torres, no son las primeras y seguramente únicas, y usarlo como munición contra el que proteste por sus palabras.
Ejemplo palmario: Diego Torres escribe un artículo en el Mundial de Rusia, en el que dice que los compañeros de Isco de la selección no soportan su juego, creen que es un chupón, que ralentiza el juego, que hacía esto u lo otro, con una carga muy peyorativa. Isco contesto con un tuit que decía "¡Qué malo eres!". El narrador de los partidos de la SER, un tal Romero, miniLama para los oyentes de ElRadio, se despacha a gusto con Isco diciendo que ese mensaje es una falta de respeto. Y se queda tan pancho. Es más, dice que ese artículo es de opinión cuando es todo lo contrario porque lo que cuenta dentro no es opinión sino información, ya que dice que es lo que hablan y piensan sus compañeros. Y como es un artículo de opinión, Isco no puede molestarse y tiene que aguantarse.
Pero claro, "¡qué malo eres!", es una falta de respeto al periodista. Que ellos digan quien es bueno o malo, quien sirve y quién no, en todos los estamentos de un club (fisios, médicos, entrenadores, jugadores, gestores, directivos, presidentes, etc.), sin tener ni puta idea, no es faltar el respeto a nadie. Es su trabajo, espetan y se quedan tan panchos. El periodismo ha muerto hace mucho tiempo, ya no se trata de indagar, informarse, documentarse, contrastar para informarnos. En el periodismo deportivo 4.0 que vivimos es mucho más importante la opinión de cualquiera que la información veraz. Repugnante
El problema es este indigente nivel intelectual y cultural del que hacen gala. Y donde surge la duda de nuevo: ¿son ignorantes que no saben que hacen mala praxis o villanos que aún sabiendo que está mal, lo hacen adrede? cualquiera de las dos respuestas nos deja un panorama aterrador, donde estos acomodados opinadores gozan de impunidad para decir lo que les venga en gana sin necesidad de ser real y seguir formando y generando opiniones entre los usuarios nuevos u ocasionales de sus espacios.
Lo triste es que el cuasi permanente mal hacer de la prensa deportiva no tiene el altavoz mediático que lo ponga de relieve para que algunos, por vergüenza torera, cambien o simplemente lo hagan para intentar ganar algo de la credibilidad perdida y distinguirse de la competencia.
Pero como se trata de periodismo deportivo, entonces no se exige. Trata de algo que no tiene importancia relevante para la sociedad. Dicen que tratan de deporte pero la realidad es que es de fútbol. Y claro, no es importante... entonces pueden hacer las barrabasadas que quieran.
Y ahí tenemos que el rigor en la información fue dinamitada long time ago... y la responsabilidad en la opinión enterrada, porque hay que polemizar para que el relleno sea interesante, según sus enfermizas y obsesivas mentes. Y se les pide responsabilidad en la opinión por el poder que tiene el altavoz mediático para generar opinión e influir en los oyentes.
Eso es una estafa y fraude al usuario, ciudadano, aficionado que escuche esos medios donde le están dando gato por liebre, opinión por información. Pero, ¡eh!, que es de fútbol, ¡ah!, entonces no pasa nada... ¿no pasa nada este deterioro de credibilidad de los medios en una sociedad en el que el periódico y web más visitada de este país es precisamente de deportes y fútbol?
Nos hemos acostumbrado a que su mal hacer sea muy habitual, pero aunque sea rutinario no significa que sea lo correcto. Y claro, como es algo de fútbol, pues no es importante y ahí entonces sí que los medios pueden optar por falacias y teatrillos exagerados, impostados, vehementes pero con muy poca realidad y muy mala leche... cuando se les va de las manos incendiando a los aficionados por algo que les haya indignado y entonces hay disturbios y broncas y peleas de hinchas furibundos entonces se quitan de un lado estos periodistas pirómanos... pero no es importante, claro. Influyen pero no es importante. Dejan letanías falsas que siguen repitiendo contra el RM. Y calan. Y no pasa nada.
En fin, que apenas hay dos artículos en la prensa que denuncie y afee el vil comportamiento de Diego Torres, que si no es por el ridículo que hace al publicarlo horas antes de la presentación de Zidane, pasa desapercibido y por supuesto, que no hay rectificaciones ni disculpas.
Importante: siguen campando a sus anchas. Hay impunidad. Por eso no es baladí señalar su doble rasero y su mala praxis siempre, aunque se trate de fútbol.
¿Por qué está pendiente de moderación mi comentario? ¿Incumplo alguna norma? Perdón por la extensión pero ha sido un vómito incontrolable más que una reflexión. 😉
Pues a mí tu comentario me ha parecido una muy buena reflexión, apasionada eso sí, pero reflexión al fin y al cabo. Ni mucho menos un vómito. La suscribo plenamente.
Enhorabuena Manu, es una suerte para todos que participes en la Galerna ¡¡¡
Que " Antoñita la Fantástica " hace Periodismo ficción lo sabemos todos hace tiempo.
El resumen del Periodismo, es que normalmente no asume ninguna responsabilidad, ni sufre ninguna consecuencia sobre lo que publica.
De manera que La calidad de los contenidos, tanto de Prensa, Radio cómo Televisión suele ser mínima.
Felicidades por el artículo. Aun cuando la tónica general del periodismo deportivo es la que practica Diego Torres (inventarse noticias ampararse en no poder revelar las fuentes), solo ha sido el diario El País el que ha intentado dar un tirón de orejas a su empleado. Todos los demás medios, radios, tv, prensa, dan por buenos estos métodos porque les compensa en términos de audiencias-ventas. Son los propios interesados(clubes y deportistas) los que tienen que empezar a poner en su sitio a esta gente, como hizo, p.ej. Isco con este "señor" o Zidane con Fernando Burgos en la presentación como entrenador.
Enhorabuena por un artículo de gran calidad. No en vano ese periodista es conocido como "el fabulista."
Estupendo trabajo que pone el acento en el sitio exacto: Diego Torres sigue en su puesto de trabajo
"Paren las rotativas, todo es mentira" se podría decir de todas y cada una de las noticias de El País, de deporte y de cualquier otra cosa. Cómo van a echar a Diego Tolkien si todo el periódico es pura ficción.
Diego Tolkien, jajajaja, qué bueno. Esa aún no la había oído. jejeje
Excelente artículo y esperemos que sirva de aviso a navegantes, para todos aquellos que hablan y difaman de manera gratuita.
Una cosa es la crítica y la opinión contratada y otra es mentir a sabiendas.
Zasca en la línea de flotación de Diego Torres !
En el asunto del periódico alemán, Der Spiegel y de su periodosta estrella Claas Relotius, se dio la circunstancia curiosa de que el que denunció el hecho de que el periodosta estrella llevaba años inventándose, así literalmente, sus artículos, fue un periodista español residente en Alemania, un "free lance" que había trabajado para este sujeto, y que era el último mindundi dentro de la redacción del periódico.
¿Por qué coló sus artículos fantasiosos durante años sin que nadie se diera cuenta? Porque contaba lo que el periódico y sus lectores querían oir. Seguía la línea editorial del centro, y además, escribía bien, era un buen novelista. Alguien podría haberle dicho «A usted le gusta mucho la novela», pero nadie reparó en ello.
¿Es parecido el caso alemán al del ilustre fabulista de El País? A mi me parece que sí, que se parece mucho. Nuestro fabulista, guiado por sus fobias, escribe lo que le gusta a su empresa, y a parte de sus lectores, lleva años haciéndolo, y tiene dotes para la novela.
Lo curioso es que no ha hecho falta la investigación de otro periodista decente para desenmascararle, sino que la realidad le ha desmentido de forma tan inmisericorde que me pregunto si este sujeto tendrá la jeta de volver a acudir a una rueda de prensa de Zidane, y si su medio lo consentirá.
Saludos.
Buenísimo tu artículo Manu!!!
Espero que sigas escribiendo por esta bendita web .
Un saludo
Exactamente, lo de este notas (Diego Torres) es para que se preocupe. No es la primera vez, es un tipo miserable que no sabe , ni entiende, ni de libro de estilo, ni de código deontológico, ni de ética. Si tuviera un mínimo de ética, habría dimitido de su puesto en diario donde junta letras.
Excelente artículo.
Diego Torres es el emperador de los farsantes, pero hay muchísimos más que no le andan a la zaga a la hora de especular.
Creo que Antón Meana podría destronar a Diego Torres en breve. Go Anton Go!!!
Muy buen artículo, que recoge de manera genial la sinvergonzonería del periodismo español (deportivo y general)
Reitero el resto de comentarios en el buen y necesario artículo.
Es muy probable que todos, o casi todos que nos metemos aquí seamos oyentes de El Radio y de la Libreta de Van Gaal. Así que el tema de los medios de comunicación con el Madrid ya lo tenemos más que claro, y sobre el resto de equipos también. El Madrid es el negocio. Y da igual que gane o pierda. Ya mejor que pierda, así es más fácil enmierdar y llenar los mil programas de desinformación y de miles de horas que hay en radios y demás plataformas de comunicación.
El prestigio de la profesión está más que en entredicho, pero no solo sólo en el periodismo depotivo, en general. La investigación y la veracidad informativa ya sólo es trabajo muy pocos.
Es lo que hay. Predicar entre los tuyos que no escuchen ni lean esas mierdas, e intentar que La Galerna, El Radio y La Libreta continuen por muchos años.
Realmente es difícil definir el trato de los medios de comunicación al Real Madrid, Surrealista, nauseabundo, injusto...se quedan cortos como epítetos. Creo que un madridista, como tal, no debe alimentar a los susodichos. Yo, no lo hago, desde hace mucho tiempo. Con la página web del Real Madrid , La Galerna y el Radio tengo más que suficiente. A ver que tal la Libreta de Van Gaal.
Muy buen artículo, y me parece perfecto señalar a los periolistos que se inventan las noticias y se escudan en "fuentes bien informadas", "segunapos" ("según ha podido saber la cadena...") o en "directivos cercanos al presidente". El artículo del fabulista Diego Torres, o Tolkien, como ha definido acertadamente un lector, no solo era falso, sino también tendencioso y miserable de principio a fin.