Hace años el Real Madrid pagó 42 millones por Luka Modric para tapar vergüenzas. Estuvieron tan bien invertidos que nos dio para tapar las vergüenzas, ganar dos Copas de Europa y presumir de un futbolista de talla mundial al que ya sólo critican los que en su día escribieron contra él -o usándole a él para atizar al Real Madrid- y tienen más orgullo que capacidad de rectificación.
Modric se ha convertido en un futbolista capaz de hacer que un partido gire en torno a él. Se dice rápido y se lee sin sobresaltos, pero esconde una dificultad mayúscula que sólo saben esquivar jugadores como Luka. Ante Turquía lo volvió a hacer. Desde el minuto uno, sin titubear. Era el debut en una Eurocopa con medio planeta mirando, pero él jugó como si estuviera en Valdebebas una mañana cualquiera de otoño cuando todavía el calendario del Real Madrid no atisba partidos agónicos cada tres días.
Modric gobernó desde tres cuartos, escondiendo la pelota y alejando a Turquía del área croata. Dominó la posesión y los tiempos. Falló únicamente siete pases en todo el encuentro. Rakitic y Brozojic descansaron a su alrededor mientras Badelj guardaba el fuerte y Perisic agitaba entrando por bandas. Croacia se divertía gracias al liderazgo de un hombre que vino de Londres pese a no ser mejor que De Las Cuevas.
Los hombres de Cacic sedujeron a todos menos al gol, que parecía un amante exigente al que no se le conquista con cenas baratas y copas de madrugada. Lo comprobó Mandzukic, más torpe que nunca y muy fallón en el remate. Justo ahí, en el arte del remate, también fue decisivo Modric. Segundos después del minuto cuarenta, el croata encontró un balón llovido del cielo y decidió golpearlo con violencia sabiendo que tras el disparo sólo había dos opciones posibles: golazo o grada. Salió cara y Croacia festejó. También el madridismo, orgulloso de un jugador al que es imposible no querer.
El 1-0 hacía justicia a la superioridad de Croacia y al brillante rendimiento de Modric. En la segunda mitad, más de lo mismo. El hombre que asistió a Sergio Ramos en Lisboa mantuvo su nivel mientras Arda Turan se apagaba hasta el punto de tener que ser sustituido sin que nadie en Turquía se escandalizara por ello. Croacia coleccionó ocasiones, pero todas acabaron en lamento. El palo, la mala puntería, Babacan o la suma de los tres factores impidieron que pudiéramos ver la primera goleada de la Eurocopa.
Al final, 0-1 y tres puntos para una Croacia que se ha plantado en Francia como en 1998, sin necesidad de hacer ruido, pero con la etiqueta de equipo peligroso al que es mejor no encontrarte por el camino.
Soy español. Les aseguro que no tengo la culpa.
El ser madridista en parte es culpa mía. Así si gana cualquier selección que tenga a Modric... Me alegraré mogollón.
Hala Madrid y nada más.
Si Lukita es feliz en la Eurocopa yo también lo soy
Mientras más partidos de Lukita veo, más me hechiza. No es broma, no puedo dejar de mirarlo y me da igual si tiene o no el balón, porque siempre está haciendo algo para armar el juego u organizando a sus compañeros, o adelantándose para una jugada... Es como si en mi mente funcionara una "lupa modricia", que me lo enfoca sólo a él, y al resto los deja borrosos.
Esa es parte de la magia de Lukita.