Si uno no se abstrae del ambiente, lo más destacado del Madrid son los pitos. El piterío le va ganando terreno al piperío de tal modo que en la grada de Chamartín es como si se estuviera produciendo un relevo generacional, no precisamente a mejor. Yo diría que esos pitos son tan inoportunos como los de las finales de Copa entre el Barcelona y el Bilbao, y a mí me dan ganas de ensayar un hábito: sentarme en mi sitio y comenzar a lanzar a mi alrededor trozos de pan al susurro de pitas, pitas.
Había una pareja de palomas, por cierto, jugueteando sobre el terreno de juego como si en verdad alguien hubiera puesto en práctica la idea; aunque también daba la impresión de que lo que ocurría allí abajo era lo mismo que en una plaza española, donde los turistas y los transeúntes caminan en todas direcciones observando la magnificencia de los edificios circundantes. Habría que dejar de mirar en derredor pues no se aprecia ninguna belleza. La belleza hay que crearla sobre los adoquines y no parece Benítez, por desgracia, el director de escena adecuado.
Hay un potencial comprimido en el Real Madrid. Y parece que es el entrenador el autor de esa contención. A mí me gustaría verle dibujar en el aire en vez de verle apuntar chiquitito en la libreta. Esa libreta debe de ser como los manuscritos de Cela, que sólo su mujer, la primera, era capaz de pasarlos a limpio. La mujer de Benítez creo que vive en Inglaterra y no está para secretarías. ¿Y si el fútbol fuese como el americano y tuviese un encargado de la defensa y otro del ataque?
Yo creo que el entrenador del Real Madrid sería un buen entrenador de defensas, pero al ser el único siempre juega como defendiéndose de algo, temeroso podría decirse, y eso no se puede permitir. Yo confiaba al principio en que ese orden defensivo, ¿se acuerdan de él?, acabaría contagiando a todas las líneas, pero ahora pienso que no todo debe de ser orden, y menos contando con la BBC, con James, Modric… Temo que el Madrid está seco, chirriante, porque Benítez dirige sus equipos sin aceite. Eso no importa en Inglaterra porque allí usan mantequilla para todo, pero aquí no podemos vivir sin el aceite de oliva vírgen extra porque es nuestra civilización.
He visto a Bale, sin embargo, correr como cuando era un joven Mustang por las llanuras vírgenes de Tottenham, Londres, y eso es esperanzador. Fallaba Cristiano y luego Benzema en boca de gol porque paraba Rulli, un niño y un portero tremendo con el que hay que contar. Así que dejen, señores madridistas, de pitar. Tener el pito flojo no es para bromear, y mucho menos para hacer alarde. Sacaba bien el Madrid a pesar de los errores, del atascamiento sin fluidez, y James daba un taconazo vaselínico de espaldas para Karim por el que nadie despertó. Estas cosas solía verlas antes el Bernabéu cuando se comportaba con normalidad.
Que el Madrid tiene las costuras desgarradas no es ninguna noticia porque es por ellas por donde se cuelan los rivales en los córners para rematar sin impedimentos. Íñigo Martínez lo hacía una vez más aunque paraba Keylor, que es un tío, y luego Marcelo salvaba un pase largo de James con la coronilla porque cuando está regordete parece como el Falstaff fanfarrón y pendenciero de Shakespeare, pero en realidad es fino y genial como mi compañero galernauta.
Hubo un momento de calma extraña como de preámbulo de terremoto, o de ataque sioux. Las dos palomas seguían revoloteando y de fondo se escuchaban los tam tam. Jerónimo (Rulli) esperaba en su meta pero allí no llegaba nadie, aunque Bale hacía todo lo posible poniendo a prueba a su penacho rubio que a mí me da un pelín de repeluco al pensar en verle salir de la ducha como a Pablo Iglesias, que es antimadridista declarado, delante de Ana Rosa.
Hubo un penalti a favor que no fue, pero por lo de antes y lo de antes y lo de antes fue más justo que el mismísimo Tomás Moro. Lo falló Cristiano como si esto fuera el terremoto anunciado y el piterío se dio al vicio. Los piperos a su lado se acordaban con nostalgia de los buenos tiempos igual que trotskistas tras el triunfo definitivo del bolchevismo. Yo decía pitas, pitas, pitas y acudían en bandadas los muy pájaros, al tiempo que me solazaba viendo a Marcelo conducir el balón en eslalon para que Gareth continuara una jugada bonita con una espuela hermosa que Danilo convirtió en una parada de sambódromo.
Pese a todo, Benzema se fajaba en la banda (Marcelo conduce, Karim se ladea, ¿por qué están los platillos encima de la flauta?) y el Madrid combinaba. Cristiano paró el tiempo y de ahí salió una triangulación bebeciana que por poco no fue gol. Yo vi a un espectador levantar los brazos indignado ante la paradiña butragueñiana del portugués, o lo que es lo mismo: el madridismo envenenado para el que sólo encuentro un antídoto que es la lectura compulsiva de La Galerna.
La Real se estiraba, que también tiene derecho, como todos, y el piterío arreciaba paralizando al personal de campo. Ese “poder” del que luego hablaría en amables términos Lucas Quinto como si mereciesen él y sus compañeros semejante y desproporcionada inquina. Una internada, una más, de Bale por la banda supuso el segundo penalti (otro que no fue), que esta vez no erró cristiano gracias a que Marcelo, en el ínterin, realizaba una hechicería de chamán con los brazos abiertos y la mirada baja.
Era el uno a cero pero empezaba la segunda parte con Bruma, mientras a Pepe se le colaban los delanteros, más bien los balones de los delanteros, por el medio de sus tijeretazos. Luego otra vez la Bruma se levantaba pillando a la defensa en cueros, y yo vi correr a Nacho desnudo sin posibilidad de alcanzar nada, que fue al final lo que ocurrió gracias a un mal control y a la salida precisa de Navas, que aparte de defender la portería atiende un call center durante los partidos.
Nacho se la devolvía con contundencia a Jonathas, pero seguía urgiendo una solución para ese dúo atacante realista que formaban el brasileño y la Bruma. El piterío seguía al ritmo del tam, tam, y aumentó tras la sustitución de James por Kovacic (el público siempre preferirá a Oliver Atom que a un estibador de puerto), lo cual al final fue un acierto como la salida de Lucas Quinto.
No era divertido el encuentro y yo me preguntaba donde habría ido Nuria González que no estaba detrás de Florentino, cuando otro pase preciso de Marcelo al pie de Cristiano significó un principio de descompresión con el siete gritando, levantando el puño y los brazos de rabia contagiosa que al pitero, es increíble, también le espolean. Se fue Benzema por Lucas Quinto que no paró de dejar detalles como si fuera un decorador. Yo le vi igual que a una mezcla de Hazard, Ronaldo y Chendo, y al final marcó un gol elegante tras la salida de Cristiano y el pase de Bale a su inteligente desmarque rauliano que recibió como si llevara un cojín en el tobillo antes de ajustar la pelota al palo que acabó, hasta la próxima, con los putos pitos.
LAS NOTAS:
Keylor: Destaca (D). Aparte de defender la portería atiende una centralita.
Pepe: Destaca (D). Un poco tijeretoso.
Nacho: Destaca (D). Bien.
Marcelo: Destaca (D). Condujo el juego en los mejores ataques del Madrid. Es como una catapulta de diseño, lo cual no sé si es del todo bueno.
Modric: Destaca (D). Da la impresión de estar demasiado ocupado, lo que le resta brillo, como una madre de familia numerosa cargando con todos sus hijos.
Kroos: Destaca (D). Yo no le sentí, lo cual no es malo.
James: Necesita Mejorar (NM). Borroso.
Bale: Destaca (D). El mejor y más rápido repartidor de la empresa.
Benzema: Progresa Adecuadamente (PA). Cambió calidad por actividad y tuvo sus momentos.
Cristiano: Progresa Adecuadamente (PA). Marcó un buen gol. Se movió, pero me llamó más la atención el color de su piel, como si jugara en Technicolor.
Kovacic: Necesita y Progresa. No sé. Es como si necesitara salir en Interviú para darse a conocer.
Lucas Quinto: Destaca (D). ¿Y si es una estrella?
Casemiro: Exento.
Benítez: Necesita Mejorar (NM). No diré más solidarizado con él en contra del piterío cobarde.
EFEMÉRIDE DESTACADA:
Nace Nacho Vidal (1973).
Pobre Danilo, D. Mario. Ya, ni le reconoce haber estado entre los que jugaron.