Esperábamos a James, y llegó Ospina. El arquero colombiano fue quién se puso el traje de héroe y lleva a Colombia a semifinales. Enfrente tuvo a un duro y rancio Perú, que repitiendo la apuesta que le funcionó ante Brasil esperó a Colombia, buscando con transiciones rápidas generar peligro ante una defensa mal colocada. Y casi le sale. El juego peruano, tan duro para el ojo del espectador como para la pantorrilla del rival, tiene, pese a todo, mucha sangre, sangre inca que iguala partidos ante rivales con mucho mayor calidad. En el último minuto Ospina sacó un cabezazo que, si bien venía centrado, era a corta distancia y sumamente potente.
James, decíamos, era el esperado, el invitado de lujo por el que miras de reojo la puerta y el reloj, mientras platicas con el resto de invitados esperando su llegada. El colombiano inició la Copa América a ritmo del James de su primer año en el Madrid. Pero se ha ido diluyendo hasta recordarnos a ese James del segundo año con el Madrid. Un jugador que tiene más clase en un dedo de su pie izquierdo que la que atesora el 75% de futbolistas en el planeta se queda corto en el esfuerzo, y su participación se oculta en los entramados defensivos rivales. Sin embargo, James da la impresión de que lucha un poco más de lo que lo vimos tras la llegada de Zidane, por ahí de Enero de este año. No ha tenido una mala copa, en absoluto, pero a los que le hemos visto volar hasta las nubes nos parece poco cuando meramente salta edificios.
Pekerman dibuja un 4-2-3-1, donde le cede la media punta a Cardona, del Monterrey de México, y recorre a James a la banda izquierda. Posición donde ha brillado, pero que a mi gusto limita su participación en el volumen de juego colectivo. En descargo de Pekerman, a Cardona, que no es peso pluma, no se le podría pedir el despliegue que se le pide a un jugador más tirado a banda. Ahí se desempeña unos 15 metros más arriba de donde lo paraba Ancelotti, que es con quién más alto nivel le vi en el Madrid.
El partido no dio para más, Colombia tuvo más llegada, pero el partido se jugó como quería Perú. Muchas faltas y poca fluidez caracterizaron un juego apasionante y de garra, pero poco entretenido. Perú cocinó este partido con la misma receta de toda la copa américa, con su 4-2-3-1 que se convierte casi todo el partido en 4-5-1. El cuadro peruano llegó a cuartos por una mano, de Ruidiaz, y se va de la copa por otra mano, la de Ospina. ¿Cruel ironía o justicia poética? Juzguen ustedes.
Aun así, con todo, una de las figuras más mediáticas del continente americano ya está en semifinales. Lo cual es bueno para la copa. Ahí te esperamos James, y ya lo sabemos: también a ti Ospina.
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