De camino a casa para ver el partido, el crepúsculo de Madrid era igual que el de Sin perdón, el del principio y el del final, y sonaba la música y la ropa tendida se mecía recortada al viento como augurándonos una obra maestra. No era una venganza sangrienta lo que yo esperaba sino una vuelta a los orígenes de cuando éramos asesinos sin sentimientos antes de lo del Granada.
Ya en el sillón yo no veía a Lucas Quinto como si algunos clasistas hubiesen triunfado. De llamarse Vazquic y no Vázquez algunos hoy estarían hablando de fútbol y no de alcurnias. Justo cuando en la tele hablaban mal de Kovacic, yo le sentía como una blitzkrieg, una suerte de pánzer tras el que iban todos sus compañeros a rebufo sobre el fango.
Vi a Isco pelado por la banda con su veintidós a la espalda como dos patitos y me lo imaginé de muñeco para mi hija, dando vueltas sobre su eje adherido al arco de la cuna. Me fijaba en Kovacic, otra vez, y parecía un maestro en el escondite inglés, parándose de pronto y moviéndose sin que le pillara nadie.
Mateo hacía eso y yo pensaba en Luka y en qué corredor se perdieron en las trincheras de Galípoli. Por momentos creí que iba en busca del touchdown que sólo si es Modric contaría en el marcador. El Ahtletic estaba tan ordenado como en la Supercopa cuando San José erró en el putt y Benzema, igual que un sabueso persiguiendo la bola con el hocico a ras de suelo marcó el primero.
Bonito estaba el partido y bonito, bonito y bonito estaba Luka, Luka, Luka, Lukita de mi corazón que hacía una dejada que de no continuarse el juego a más de uno le hubiese dado un vahído. A mí, desde luego, me lo dio como una ráfaga de amor. El espectáculo era bellísimo y Marcelo ponía un balón que aró la hierba en medio de los leones al que no llegó un Benzema desparramado, vertido y pichichi.
Carvajal retenía la pelota a cuchilladas y Modric, dios mío Modric, jugaba viendo correr las letras verdes del pantallón de Matrix, que, por supuesto, ya no se llama así sino Modrix. El mundo que conocemos es Modrix. Mañana cuando ustedes y yo salgamos a la calle lo haremos en Modrix, gracias a lo cual Isco parece un jugador de fantasía y a veces hace tales recortes que en su ejecución parecen drives liftados paralelos de Nadal, pero con el pie.
Se lanzaba el Madrid al contraataque como bisontes. Cristiano, en uno de esos días imprecisos, la desviaba para el malagueño que en el error se desfondaba pero aun así le daba tiempo a enviársela a Karim que se había apostado en un semáforo para deleitar a los conductores con un control circense que se merece un artículo entero con el Nessum Dorma, por ejemplo, de acompañamiento.
Cristiano se enfadaba consigo mismo y lo pagaba con los demás, quienes en su lucha interna no tienen derecho a tirar a puerta. “La puerta es mía”, parecía decir a cada remate, sin excepción, con los brazos en alto. Al mejor jugador del mundo, desde luego, hay que comprenderle.
A los recortes de ciencia ficción se sumaba Kroos, apagado pero puntualmente brillante. El Madrid se cuidaba su aspecto y en cambio Raúl García (aunque cambie de equipo no se quita las rayas de presidiario) se autolesionaba a falta de alguien a quien lesionar. Por eso no me extrañé de que Kovacic pareciese que se quitaba de en medio en lugar de desmarcarse.
A Luka le veía yo (le veían hasta en Kiribati) bajando del cielo como la copa del Eurobasket, como David Copperfield, el mago, o como Lady Gaga mientras abajo le esperaban todos esos bailarines para seguirle el ritmo en las coreografías. Allí volaba todo. Los balones de Marcelo casi siempre van con alas, quien además es capaz de hacer un cambio de dirección hasta con un rizo. El mismo brasileño la perdía, pero daba igual quien la perdiese porque allí estaba Modric, la institutriz, para velar por sus pequeños.
En ese momento me enteraba del cuatro a uno del Celta al Barcelona y comprendía mejor aquel crepúsculo caprichoso donde se podía ver recortado en el cielo al viejo William Munny soñando con un último botín. No estaba mal el Bilbao, ni mucho menos, pero a Aduriz le esperaba Keylor. Porque Keylor siempre espera. Espera como los batallones ante las cargas de caballería a las órdenes de disparar, y al vasco se le hizo eterna su figura. Y a mí también.
Al filo del descanso la tuvo Kovacic a bocajarro pero se llenó de Iraizoz. Los robos en el centro del campo eran constantes, como los sombreros. Ya en la segunda parte Carvajal se mostraba como un fiel penitente que recuperaba sus propias pérdidas. Varane era Forrest corriendo hacia la salida y Modric oxigenaba. Modric es una mascarilla con un efecto psicotrópico porque a mí me deja siempre relajado y sonriente.
Empezó a llover como en aquel cuento de Ramiro Pinilla en el que llegaban los prisioneros al pueblo, los mismos que cantaban a coro en la iglesia imponiéndose a los redobles furiosos del órgano y a la garganta del cura. Modric hablaba con Carvajal y yo le escuchaba con la voz grave, del Este, pronunciar: ¡Elizabetha!, y luego cortaba, y volvía a cortar dejando pasar a Marcelo con su Vespa. Marcelo juega como un ragazzo que va regalando piropos a las mujeres botando sobre los adoquines de las calles de Roma.
Estaba el Madrid de miedo contra un rival peligroso y local, el partido vibrante, la lluvia autóctona que nada podía hacer contra la gomina de Keylor, cuando un error de Isco en el control, su especialidad, propició una arreón de la manada que culminó el joven macho Sabin para igualar el marcador.
Uno tenía la extraña sensación de que el Madrid ya no podía acelerar más de lo que lo había hecho, pero resultó que el propio Sabin, obnubilado con su remate triunfante, dejó un claro tan grande como la campiña inglesa para que Modric le ordenase al malagueño que se redimiera y pusiese un balón que atropelló Benzema no violentamente, sino por debajo de las piernas de Gorka, como corresponde a un delantero de su perfil único.
Modric proseguía su concierto y Keylor apuraba sus solos de viento. Keylor es Chet Baker, Charlie Parker, Louis Armstrong, John Coltrane bajo la lluvia. Y yo le imagino dejando boquiabierto al personal en La Catedral con los carrillos hinchados de soplar paradas jazzísticas. Al final iba a salir Casemiro para decirme, para decirnos, al final de ese tiroteo, como William Munny, aquello de que enterráramos a Ned, porque si no volvería y nos mataría a todos. Después fue cuando sonó la guitarra y vimos otra vez la ropa tendida para descubrir la obra maestra.
LAS NOTAS:
Keylor: Destaca (D). Le gusta el swing y también el bebop que traducido debe de ser algo así como pura vida.
Varane: Destaca (D). Molde de central para souvenir.
Pepe: Progresa Adecuadamente (PA). Necesita más que nunca cabeza ahora que se hace mayor.
Carvajal: Destaca (D). Tormento de laterales.
Marcelo: Destaca (D). Cuando pasa a tu lado se oye el sonido de su motor y la música de la radio que lleva dentro.
Kroos: Progresa adecuadamente (PA). Mejor que ante el Granada, lo cual no es suficiente.
Kovacic: Progresa adecuadamente (PA). Va en el sentido contrario al del alemán. Se va reconociendo. Y yo a él.
Modric: Alleluja, Alleluja, Alleluja, Alleluja…/et enim regnat, dominus deus/ Alleluja, alleluja, alleluja…/ Hoc regnum saeculi, factum est jam/ Regnum nostri, Domini et Christi…/ Alleluja, Alleluja…
Isco: Progresa adecuadamente (PA). Lucha por un sitio que se aleja. Él mismo lo acerca y se vuelve a alejar…
Benzema: Destaca (D). Llegará un día en que no podamos resistirlo.
Cristiano: Progresa adecuadamente (PA). Al final de todo destacará.
Jesé: Progresa adecuadamente (PA). Sus arrancadas como sus labores. Sin tiempo.
Casemiro: Destaca (D). Perfecto.
Lucas Quinto: Exento.
Benítez: Destaca (D). Mandando sus tropas desde la colina.
Modrix. Qué absoluta genialidad.
Gracias Loreto.
Una partido y una crónica fantásticos!!
¡Gracias!
Crónica alucinante. Me dejaste con ganas de ver la repetición del partido. Modrix, excelso.
Gracias Edgar.
Buenas tardes D. Mario nada que añadir a su crónica porque se me acaban los adjetivos para calificarla, sencillamente extraordinaria, en su anterior artículo sobre el partido Madrid- Granada, en respuesta a un comentario mío sobre el esquema que había utilizado R.B. me recomendó paciencia y que leyese al padre Suances, pues no se si por los rezos del Pater o por ciencia infusa a nuestro entrenador le dio ayer por cambiar, el sistema, abandonando el miserable 4-2-4 que nos lleva martirizando desde los tiempos de Del Bosque, y optando por un más lógico 4-3-3, que nos permitió controlar durante muchos minutos el partido, jugar al ritmo que nos interesaba y ocupar racionalmente el espacio, eso si R.B. en mi opinión, se equivoco al poner a Isco de delantero por la derecha, donde dada su tipología de jugador casi nunca va a destacar, si R.B. hubiera puesto al malagueño de media punta o enganche entre el centro del campo y lo dos de arriba, su rendimiento habría sido mucho mayor, en un esquema 4-3-1-2. Ojala otros foreros opinen si están de acuerdo o no con este comentario y haya debate. Para terminar D. Mario si me lo permite a su póker de ases del jazz, sumaría a Dizzy Gillespie y a Luca le ponemos un repoker.
Saludos blancos y comuneros
Siempre hay que.confiar, amigo C. Gracias.