Esta temporada que ahora empieza lo hace con las palancas del Barça a pleno rendimiento y con el primer título, la Supercopa Europea, en las vitrinas del Bernabéu. Lo hace también con los ecos de la anterior, donde nada hacía presagiar una Liga y una Champions tan absolutamente brillantes. Contra todo y contra todos. El Real Madrid puede presumir de haber ganado no solo los dos trofeos más importantes, sino de haberse impuesto a un sistema corrupto —dentro y fuera— y, esto ha sido muy divertido, a algunas pequeñas y recurrentes miserias.
El Almería hizo pasillo al campeón. Cero polémicas en este sentido. Gesto de señorío de un club señor, por lo demás. Sí hubo lío, en cambio, durante el último partido con el Atleti la temporada pasada, cuando los rojiblancos se negaron a hacerlo por motivos que aún hoy se escapan —o no—. Tampoco nos felicitaron públicamente, como sí hacen con otros muchos. Y además Thibaut Courtois encendió las más bajas pasiones —está por ver que tengan altas— atléticas al afirmar que “ahora estaba en el lado bueno de la historia”. Al punto que el propio alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, le afeó sus palabras en plena celebración institucional. El colofón fue la rotura de la placa que el belga tiene en el Metropolitano y la petición de las peñas, con muy malos modos, de que no se repusiera.
Es, sin duda, un tema menor. Muy menor, si se quiere. El Real Madrid es un club sin fronteras que hace de la excelencia bandera, y que está muy por encima de estas mezquindades. Con todo, por ínfimas que sean, alguna vez habrá que hablar de ellas. En efecto, la rivalidad deportiva ha existido siempre, aquí y en otros países. Pero eso no obsta a que en otras cuestiones importantes se vaya de la mano cuando la situación así lo requiere. Joan Laporta y Florentino Pérez declararon la guerra a los ultras violentos de sus respectivos clubes. Su firmeza les costó más de una amenaza. Valió la pena. Y en el asunto Superliga, pese a ciertas vacilaciones blaugranas, han dado un puñetazo en la mesa ante la impresentable UEFA.
Courtois, muy probablemente, será una temporada más el mejor portero del mundo. José Luis Martínez Almeida buscará otros 5.000 metros cuadrados de suelo público —es decir, de todos los madrileños— para regalarle al club que ansía presidir y los seguidores rojiblancos en redes sociales seguirán más pendientes del insulto al vecino que de la autocrítica propia
El Atleti, por su parte, se bajó de la Superliga cuando vio que tocaba remangarse. Si se suman sus Champions y las del Madrid, entre los dos salen 14, si bien nunca ha sido alguien en Europa. Y por lo que respecta a sus ultras, el Frente Atlético sigue campando a sus anchas. Hacen y deshacen a su antojo, con la desvergüenza de quien se sabe impune a los ojos de una institución que los ampara. Cabe recordar que son el grupo ultra con antecedentes más violentos, incluyendo el asesinato de dos aficionados rivales —Aitor Zabaleta, de la Real Sociedad, y “Jimmy”, del Deportivo de La Coruña—, así como múltiples apuñalamientos y reyertas. Semejante lacra debería estar erradicada de nuestro fútbol, pero debe ser que a Cerezo, Gil Marín y Almeida les agrada su compañía y consejo.
Está por ver que esta temporada vuelvan a romper la placa de Courtois en el Metropolitano. Sería bonito, para variar, que la hinchada rojiblanca le tributase el mismo respeto que el que un ex nuestro de ilustre apellido, Llorente, recibe cada vez que vuelve al Bernabéu. El Real Madrid seguirá a lo suyo, que es ganar, encandilar e ilusionar, no necesariamente en este orden. Courtois, muy probablemente, será una temporada más el mejor portero del mundo. José Luis Martínez Almeida buscará otros 5.000 metros cuadrados de suelo público —es decir, de todos los madrileños— para regalarle al club que ansía presidir y los seguidores rojiblancos en redes sociales seguirán más pendientes del insulto al vecino que de la autocrítica propia. Como dijo uno de los nuestros, “la vida sigue igual”.
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El Atlético Aviación es lo que es, ninguna esperanza de decencia futbolística.
Courtois no habló del Atlético, fue del Liverpool, se monto una campaña para enmierdar, como siempre por parte de los ciudadanos periodistas y de infames políticos, esos que van de forofos sin cerebro y regalan el dinero a un equipo, ese que venden como de los pobres, la misma táctica que en Barcelona. ENvidiosos y rencorosos, no aceptan las derrotas deportivas, tienen unos criminales amparados por el club, nadie habla del tema, su entrenador es más chulo que un ocho, el que más cobra, pero no pasa nada. Pues en verdad, que sigan así, segundones y cabreados, otros celebrarán títulos y tendrán mejor imagen, mas señorío y mas decencia como club que ellos.
Y pensar que con 5-6 años tuve una fase de ser de los dos: Real Madrid y Atlético de Madrid.Cuando jugaban quería que empataran. Tengo grabada mentalmente una imagen , en blanco y negro, de aquel programa breve , que iba apareciendo en la pantalla cada X en tiempo -durante la tarde dominical- y en el que uno de los partidos era el derby de la capital. Deseaba el empate . Afortunadamente , así lo atribuyo, gracias al deseo de ir con el mejor , al (no) color de la equipación y a la intuición , fidelicé mi pasión futbolística por el Realísimo.
Todo este preámbulo lo considero necesario para la introducción del extraordinario cancerbero del Real Madrid y antes del Atleti ( me estoy esforzando por no referirme a ese club con otros modales diferentes a los que en mi son habituales ; especialmente si no está el Real Madrid de por medio) Recuerdo perfectamente , como un madridista más, la "escena primitiva" que supuso el desvirgamiento de la meta rojiblanca en aquella histórica, además de mágica, noche de Lisboa. Un recuerdo para el maestro Escohotado, al que echo mucho de menos, que preferiría una escritura sin tantos adjetivos y adverbios. Aquel gol de Sergio Ramos , que me levantó (del sofá) y que, cuando me quise dar cuenta, ya me había desplazado hasta el recibidor de la casa. Uno de los pensamientos relacionados con el gol de la décima fue en como se sentiría Courtois, que ya me parecía un porterazo como la copa de un pino. Y nunca mejor dicho. Siguiendo con la fisonomía de Thibaut, añado que le encuentro mucho parecido
a Charles de Gaulle, obviamente efectuada la comparación en edades similares de su época.
Cuando fichó por el Real Madrid , la sensación más intensa que tuve es que llegaba para "recuperar" lo que aquel equipo de Ancelotti le había quitado.
That's all folks !!
"Información deportiva" se llamaba a aquel espacio de información.
También recuerdo que aparecían sobreimpresionados , en la parte inferior del aparato, los resultados. Por ejemplo : Pontevedra 2 Calvo Sotelo 0 ; ¡ que bonito (nombre compuesto)! . Por cierto, ¡ qué bonito , qué bonito ...! es uno de los cánticos con el que se vitoreaban las acciones del Real Madrid de baloncesto y que , seguramente, José Luis Llorente habrá escuchado en más de una ocasión .