A veces iba caminando hacia el colegio y esas frases repetidas sin aparente fin resonaban en su cabeza como si las escuchara todo el tiempo. Cosmic Dancer iba con él a todas partes. Cacareaba por dentro igual que esa extraña voz temblorosa al final de cada pensamiento. La letra no la entendía. Él tenía doce años, como en la canción. Aunque luego tenía ocho, y luego decía que bailaba fuera del útero. Eso era raro, pensaba. Estaba lejos de él. Pero le gustaba el sonido de “útero” en inglés, womb, que en la canción sonaba como “bumb”. Repetía esas frases para sí con la misma cadencia de la voz misteriosa, sin importarle lo que decía. Sólo le importaba cómo sonaba: “aidensmaiselfautoftebuuumb”. Y todo Cosmic Dancer era como un metrónomo a punto de estallar en pedazos.
Cosmic Dancer nunca le fallaba. En clase, por ejemplo, salía a la pizarra y todo el rato escuchaba: I was dancing when I was tweeeelve-e-e-eee para quitarle el pavor a las conmutaciones. Realmente se imaginaba bailando en el espacio y nadie podía saberlo. Él tampoco sabía cómo era el que cantaba Cosmic Dancer. A él, en realidad, sólo le importaba el aspecto de los jugadores del Madrid. Tenía sus cromos y los sacaba del cajón, debajo de la cama, y los observaba todas las noches, antes de dormir. Le gustaba ver sus viejos álbumes donde aparecían Miguel Ángel o García Remón. Y recordaba que una vez vio a Maceda en la calle y le pareció tan alto como para rozar el cielo con su pelo naranja. Era Navidad, pero él sólo podía oír Cosmic Dancer. A veces se preguntaba por qué Cosmic Dancer no podía ser un villancico, y por qué no podía ser la de Jesús, o la de Dios, esa voz tan aguda y gallinácea.
Algunas veces imaginaba a la voz como a un personaje de Barrio Sésamo. Imaginaba a Gonso meciéndose en un escenario tenuemente iluminado, quizá sólo con unas velas repartidas por aquí y por allí. A Coco. A un fraguel. Al conde Drácula o incluso a la jaca Paca. Esa voz era una voz de muñeco. Era una voz casi electrónica en su temblor final, y chocaba estruendosamente con la intimidad humana inicial. Cosmic Dancer era una distorsión que lo hacía volar sobre un motor impulsado por las teclas de aquella guitarra solitaria, electrizante. Apabullante. Interminable. Y a veces iba dando vueltas como a la deriva en el espacio. Y Cosmic Dancer lo salvaba del miedo. Cosmic Dancer y el Madrid.
El Niño Jesús iba a nacer y había que estar preparados. El padre Florencio les confesaba y él siempre decía lo mismo. Se confesaba porque había hecho rabiar a su hermana, cuando él nunca hacía rabiar a nadie, y menos a su hermana. Pero daba igual. Él terminaba aquello y volvía a sonar Cosmic Dancer. Incluso sonaba durante la confesión, y el padre Florencio no lo sabía. Nadie lo sabía. Él sólo quería jugar a fútbol en el patio soñando que era Butragueño mientras sonaba Cosmic Dancer. A veces miraba al Buitre y lo imaginaba diciendo aquello de: Is strange to dance so sooo-o-n? Porque Butragueño bailaba, y era muy pronto. Él no creía tanto en Jesús o en Dios como en Butragueño, porque Butragueño era quien cantaba esa canción, o era la canción la que se escuchaba cuando jugaba Butragueño, el bailarín cósmico.
Parecía de noche en la oscuridad de la platea. La función de Navidad transcurría con la monotonía prevista cuando él, de pronto, cerró los ojos muy fuerte y, al abrirlos, estaba volando por el espacio y sonaba Cosmic Dancer, la parte en que la voz suspira y se libera. Él se dejaba llevar y dar vueltas y sonreía; y pronunciaba como una oración: Is it wrong to understand, the fear that dwells inside a man..., mientras pensaba que a lo mejor era un buen momento para pedirle a Dios allí arriba, tan cerca de él, por fin, la camiseta blanca con el número siete.
Que perdida de tiempo, con algunos artículos verdaderamente estúpidos de este señor.
Feliz Navidad, Alfonso.
Felices fiestas y que el año nuevo traiga títulos que alegren los corazones a los que no disfruten de fantasía y humor, en especial a Pijus Magnificus que en Navidad y el resto de días del año el señor le bendijo con un nombre que no supo a bien llevar y seguro que algún cristiano se llevó por delante en venganza... qué canción acompañaría a Mario si hubiera sido un niño nacido para ser fan de CR en lugar del buitre7??
Me ha encantado, como casi todos tus artículos. Un saludo y feliz Navidad, Mario.
PRECIOSO!!!!!
Gracias, amigos. Feliz Navidad.
Creo que todos los de mi generación soñábamos con ser Butragueño...