Aquel niño de ojos grandes observaba sin perder detalle al artesano callejero introducir con pericia y mimo un barco minúsculo en una pequeña botella. La magia de ver desplegar sus velas dentro de ese espacio vítreo era alquimia para él, un motivo para provocar la caída de su maxilar inferior en aquel invierno del Madrid de los 70s de frío, sotanas, guardias urbanos de casco blanco y ruido. Una capital de luces, castañas asadas, nacimientos navideños y bullicio. Un mundo nuevo para ese niño de provincias, un asombro tras cada esquina,en cada rutina descubierta, aparentemente vulgar y obvia para sus protagonistas. Desde entonces, aquel niño que sigo siendo busca la sorpresa y la estética como un fin. Por eso Marcello Mastroianni, con su traje negro y sus gafas de pasta negra, hace de Ocho y Medio lo que es. Por eso, aquel coupé del parking y no ese flamante nuevo modelo, llama mi atención como a un niño. También por eso, Zidane siempre será otro alquimista para mí. Confieso haber perdido la fe en Ancelotti y lo hago públicamente, como un flagelo, sabedor de que puede que renueve y de que el medio fondo, y no el sprint, es lo que mueve a este club. Quisiera a ambos, no obstante, a un Zidane entrenador de perfil bajo y vestuario y a un Carlo ante los micrófonos.
Y la rueda sigue girando. No hay jornada en la que el timbal de las decisiones arbitrales no nos recuerde, en forma de un par de penaltis no pitados a favor por aquí o de una jugada gris por allí, resuelta a mayor gloria del rival directo, obviamente, que no somos bienvenidos en una competición que también es la nuestra. Escribir una nueva biografía en otro sitio para seguir consumiendo magia (la magia no nace en el lodo) es ya una necesidad urgente, pero no me extenderé en recalcar mi postura al respecto de nuevo. Por cierto, confieso que me encanta ese nuevo lenguaje del circunloquio que hemos forzado parir al rival y sus mariachis, una lista creciente de giros idiomáticos y eufemismos que me indigna y disfruto a partes iguales.
posiblemente caminemos hacia una amnistía culé, algo que haría crujir los remaches de una torre que se tambalea y que aún llamamos Estado de Derecho. Ya se apunta algo al respecto en prensa y se deduce de ciertos movimientos políticos recientes, tema el político que, no siendo nuestro negociado, sí lo es y lo ha sido siempre del rival, lo cual lo envilece aún más, si eso es posible
Hay algo que creo es axiomático, que todos los golpes van al dedo dañado y que, pase lo que pase, en este país, al final, cualquier excusa es buena para mentar o intentar implicar al Real Madrid. Este país odia y envidia al triunfador, al exitoso en cualquier orden, siempre lo ha hecho. No es nada nuevo y no somos, en ese sentido, una excepción. En un tweet pasado sugerí que la amnistía era la única vía de escape que le quedaba a esta banda corrupta para librarse del Caso Negreira. Y veo, con una mueca sarcástica y resignada, lo asumo, que posiblemente caminemos hacia una amnistía culé, algo que haría crujir los remaches de una torre que se tambalea y que aún llamamos Estado de Derecho. Ya se apunta algo al respecto en prensa y se deduce de ciertos movimientos políticos recientes, tema el político que, no siendo nuestro negociado, sí lo es y lo ha sido siempre del rival, lo cual lo envilece aún más, si eso es posible. Solo plantearse su absolución sin una negativa o desmentido por quien potencialmente pueda perpetrar o evitar este oprobio es tan sospechoso como descorazonador. El ellos frente al nosotros otra vez revisitado. La excepción, la psicología aplicada a un fuera de juego, la nueva- vieja norma de la patada al tendón, según conveniencia y nosotros, a volver a ser Sísifo.
Solo plantearse su absolución sin una negativa o desmentido por quien potencialmente pueda perpetrar o evitar este oprobio es tan sospechoso como descorazonador
Con nuestra cabeza en el avispero, solo se me ocurre correr en silencio sin mirar a los lados. La carrera de fondo frente al titular del día, la planificación estratégica, la ejecución de objetivos a años vista frente a la carnaza sensacionalista como práctica habitual. El sudor y la constancia están acabando de dar la razón a Florentino y a su Dinojunta, poco valorada para los méritos contraídos estos años. La soledad del corredor de fondo, el dolor y la resistencia pueden ser un camino de perfección, como los que ahora viven Courtois, Militao, Vini y quién sabe cuántos más hasta el final de esta frumentaria de malas noticias. Pero también para un Club llamado Real Madrid, reacio a las decisiones en caliente y a la tiranía urgente de lo inmediato. Es cierto que la foto fija puede exasperar, no tanto el resultado, una suerte de Jardín de las Delicias de un Bosco ya otoñal.
El dinero es un subproducto del poder y el Madrid, que es capaz de hacer feliz a medio mundo cuando gana y a medio cuando no, también genera dinero tanto de quienes le amamos como de quienes le envidian, a partes iguales. Asumámoslo: odiar al Madrid también vende camisetas. Pues bien, parte de ese dolor interesado nos lo inflige la prensa, muchos por vocación, otros por dinero o poder, casi nadie por conversión damascena. Los rivales,como bloque, a veces recurren a la mentira por mera comodidad. Me pregunto si no lo hacen por vicio a secas. Cuando la Ninotchka de Lubistch preguntó qué es la radio, alguien le respondió que era un aparatito que se paga a plazos y se queda antiguo antes de acabar de pagarlo. Posiblemente la radio como concepto esté anticuada si se basa en el simple escándalo, en la polémica,en el cotilleo siempre de un lado, por cierto. Cada vez tengo más claro que alguien paga a plazos lo que oímos y vemos y, sobre todo, lo que nos hurtan oír o ver.
Ahora más que nunca, se hace necesario seguir corriendo. Y, puestos a indultar, que sean los Rolling Stones quienes inauguren el Nuevo Bernabéu embutidos en camisetas blancas. No sabían lo que hacían, o tal vez sí, pero renunciar a ellos es envejecer un poco más rápido y no todos lo hacemos como la mayoría de temas de sus Satánicas Majestades, o como la mayoría de las decisiones de la Dinojunta.
Larga vida a ambas.
Es la foto más fea de cualquier escrito que se haya publicado en la galerna,para no dañar los ojos podíais quitarla.
Y la habéis cambiado, no es que la puerta sea gran cosa pero todo un detalle.