Qué lástima ver 20 minutos de buen fútbol, seguidos por torpeza creciente en los pases, y ahogarse cada cual en su cubilete. Librado al pilotaje de Carvajal y Mendy, no especialmente inspirados, la sombra de una conformidad con el empate empezó a sugerírseme desde el minuto 50 y pocos, para agigantarse hacia el 70. Ramos explicará al término que nunca hubo “falta de actitud”, frase repetida textualmente por el míster; pero las excusas no pedidas son acusaciones manifiestas, como se dice en derecho, y pretender que reinó el mismo entusiasmo de principio a fin linda con la tomadura de pelo.
Por lo demás, ese discurso-sermón lleva tiempo siendo lo políticamente correcto, y si algo no entendí del partido fueron los cambios. En efecto, no fue necesario terminar el primer tiempo para saber que los agujeros negros anoche venían de delegar la construcción en dos defensores, considerablemente acomplejados a la hora de resolver situaciones. Si se pretendía jugar fluidamente, uno al menos debía sentarse, siquiera fuese para impedir que el resto siguiera delegando en ellos, e incorporar alguna mente más lúcida a la creación, pues en días tontos no faltó la ocurrencia de delegar dicho asunto hasta en los pies de Casillas, como atestiguo de primera mano, y era justamente eso lo que tocaba corregir: ni un balón devuelto en horizontal o hacia atrás, renunciando los ases a demostrar sus respectivas maestrías.
Pero no fue así, y empezó sentándose Rodrygo, que era de los menos obtusos, para dar entrada a un Vinicius tarjeteado al poco por fingir, pues este muchacho sigue terminando tan mal los lances como para fallar incluso sus antes insuperables controles y arrancadas; y pide a voces salir cuando las cosas van muy bien, no como desatascador providencial. Poco después comprendí que a Mendy se le apagan las luces precisamente donde a Vinicius, cuando es más fácil hacerlo bien que mal, y que ambos necesitan un psicólogo ante todo, aunque uno sobresalga en ataque y el otro sea un valladar físicamente formidable. Es sin duda mala suerte que dos fichajes tan sensatos en principio sean presa de la misma parálisis, y cuando se anunció el segundo cambio habría asegurado que se trataba de Valverde por Mendy, convirtiendo a Carvajal en carrilero izquierdo.
Sin embargo, quien se fue es el actual eje de todo, afectado sin duda por un día fallón, aunque nada comparable al de Varane y Ramos como pasadores y cabeceadores. También se trata del tercer o cuarto partido donde ninguno de los tiros a balón parado ve puerta, como si la bola estuviese magnetizada por el segundo graderío, y solo un análisis profundo de cada ocasión nos dirá si al peso de la responsabilidad cabe añadir el de lo opuesto, que es falta de concentración. La diferencia sideral entre quienes centran y chutan en los entrenamientos se debe sin duda a tener rivales, que quizá convendría añadir hasta entrenando, para no hacerse demasiadas ilusiones llegado el momento.
Tampoco logro quitarme de la cabeza que el empate gravitaba desde poco después de empezar el segundo tiempo, y coincidiendo con esa maliciosa insinuación le dio a Hazard por hacer quizá su mejor arrancada hasta la fecha, dejando atrás a tres contrarios y obligó a frenarle con una tarjeta amarilla. Pero a destellos de genio añadió pases absurdos y pérdidas no forzadas, como le ocurrió también al resto de las estrellas merengues, y en noches como ésta la parroquia blanca se enfurruña, y unos cuantos ancianos murmuran para sí que ya está bien de considerarse ricos en actitud, cuando otrora habrían cosechado la impresión de mercenarios reservones. Por lo demás, eso es lo que singulariza al Bernabéu, único coliseo donde el sentido crítico no se apaga.
Valverde, Militao y varios otros parece que llaman a la puerta, y en todo caso es preciso no olvidar cuán veleidosa y en ocasiones tacaña resulta la alta competición, y menos aún que se trata de un juego, nunca de una guerra, donde el odio se impone al resto de los ánimos. Quien busque una buena noticia puede mirar hacia el espigado Courtois, que por segunda vez se erige en salvador de la noche, y mirar también hacia Rodrygo, e incluso Casemiro.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos
Solo le faltó señalar con nombre y apellido al verdadero culpable de este desaguisado. Es fabuloso cargar las iras sobre los recién llegados o los jóvenes y olvidarse que la parálisis mental de alguno de ellos ha coincido con la aparición del Salvador que nos iba a devolver a la Gloria. Ya es hora que se diga en manos de quien estamos.
No es descabellado el juicio de Don Antonio. No todas las críticas han de recaer en los amanerados trencillas.
Mendy, Odriozola, Theo Hernández, Danilo........
El enemigo anida en casa en forma de una inoperante y absurda política de fichajes mediocres a precio de oro.