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Confesión

Escrito por: John Falstaff8 agosto, 2015
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- Ave María Purísima.

- Sin pecado concebida.

- Padre, me acuso de ser mourinhista.

- Pero hijo, por Dios, ¿a estas alturas? ¿Y a tu edad? ¿No te da vergüenza?

- No puedo evitarlo, Padre. Es superior a mis fuerzas. Es ver un periódico deportivo, tropezarme con una tertulia de verduleras, leer el Portanálisis, y se me excita el mourinhismo de forma salvaje. He probado con duchas frías y me he puesto a dieta de bromuro bienpensante, pero no consigo nada: el mourinhismo se me levanta con más facilidad que se le levantaba el brazo a Martínez, el Facha. Debe de ser mi naturaleza.

- Pero hijo, esto que me estás contando es gravísimo, es un pecado mortal contra el verdadero madridismo. Lo sabes ¿verdad?

- Sí, Padre, y por eso he hecho acto de contrición. De verdad que intento redimirme, pero es que las tentaciones son tantas... Cuando no vomita un periodista, aparece Del Bosque en la tele; cuando nos traen un entrenador que trabaja, su mujer no tiene otra ocurrencia que darle a la sin hueso; y cuando pierdo de vista a Casillas, aparece Guardiola con la camiseta independentista. ¡Pero si hasta  La Galerna saca el titular de la entrevista a San José...! Mire a donde mire, Padre -¡ya le digo, hasta en La Galerna!- sólo veo estímulos que despiertan a la bestia y me ponen bruto. Y así voy, Padre, que -usted perdone- parece que me pongo ciego a viagras de mourinhismo.

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- ¡Virgen Santísima! Bueno, hijo, admito que lo de San José fue un poco sorprendente incluso para mí, pero en La Galerna también puedes encontrar el camino de la paz de espíritu que, a lo que se ve, tanto te falta. ¿Tú lees al Padre Suances?

- Cada domingo, Padre, con devoción y recogimiento antes de ir a misa. Es como un bálsamo que aquieta el alma, como el bicarbonato que acaba con el ardor de estómago. Pero después de misa, paro a comprar el periódico en el quiosco y me vuelven los demonios...

- ¿Y a los Faerna, los lees?

- Con sumo gusto y atención. A decir verdad, Padre, de su lectura trae causa mi presencia en este confesionario. Creo que lo más profundo de mi ser siempre lo había sabido, pero fue Número Tres el que me hizo ver la luz, el que me hizo caer del caballo como si yo fuera Pablo de Tarso camino de Damasco... Aquella reflexión de que un madridista nunca debería abrazar otro -ismo que el madridismo, de que el madridismo no admite apellidos, me deslumbró con la fuerza cegadora de la revelación. Ahí es cuando me di cuenta de lo equivocado que vivía, de lo errado que estaba, de la oscuridad en que me movía. Ese fue el punto en que hice examen de conciencia y propósito de enmienda... Y lo vi claro: el mourinhismo es un pecado, o al menos una enfermedad, un vicio que nos aleja del verdadero madridismo, el único posible, el del amor incondicional al club. Ahí es cuando me reconocí como una viudita, como alguien que había sustituido el amor al único Dios verdadero -el Real Madrid- por la veneración de un ídolo dorado. Fue tanta la emoción, Padre, que mi pecho no pudo con ella y rompí a llorar como un niño, y por primera vez sentí mi espíritu liberado de la presión que lo oprimía desde que Florentino toleró el motín de los capitanes...

- ¿Y entonces por qué sigues pecando?

- Ya le digo, Padre, no puedo evitarlo. A veces me siento como el personaje de aquellas viejas películas al que se le aparece un angelito de la guarda en el costado derecho y un diablillo colorado en el lado izquierdo. Me repito a mí mismo una y otra vez la frase de Número Tres y me parece escuchar a mi ángel de la guarda, y mi ánimo se tranquiliza y la indignación y la ira se acallan. Pero inmediatamente oigo cómo en el otro oído me susurra mi pequeño demonio particular: "¿De verdad hay que querer a todos los jugadores del Madrid sólo por el hecho de serlo? ¿Y si traicionan al club? ¿Y si sus intereses particulares chocan con los del club y ponen aquellos por delante? ¿De verdad el club ha de someterse al ego de sus prima donnas y a las manipulaciones de la prensa so pretexto de una pretendida paz que no es sino el nombre que damos a la claudicación para hacerla más tolerable a nuestra propia conciencia? ¿No es mucho más merecedor de nuestro respeto y agradecimiento eterno quien de verdad se partió la cara por el club mientras permaneció en él que un jugador que presume de madridismo y cuyos actos sólo manifiestan egoísmo, deslealtad y falta de profesionalidad? ¿Debe prevalecer la hipocresía frente a la honradez? ¿No es la verdad preferible a la equidistancia? ¿No es cierto, como dijo la vieja Tía Eufrasia, que no hay peor extremismo que el extremismo de centro? ¿Es tan malo declararse mourinhista cuando el mourinhismo representa la profesionalidad, la integridad, la valentía, el orgullo y el arrojo en la defensa del club? ¿Si el Madrid tiene tantos enemigos, no debemos mostrar gratitud a los que con valor temerario defienden el sitio? ¿No debemos dar la bienvenida a sus excesos si la alternativa es la pusilanimidad y el chamberlainismo? ¿Es preferible el pacto de Munich al honor?... " ¿Lo ve, Padre? ¡Ya me estoy encendiendo otra vez!

- Lo veo, hijo, lo veo. Mira, como me doy cuenta de que en ti la semilla del Maligno ha germinado con fuerza y ha echado raíces profundas, te voy a mandar una penitencia de choque: te vas leer hasta memorizarlas todos las crónicas y artículos de Relaño y Segurola en el As y en el Marca desde 2012 hasta ahora. Y cuando hayas acabado, le rezas tres padres nuestros al beato Vicente del Bosque, que tiene mucha mano en casos perdidos como el tuyo. ¿De acuerdo?

- Perdone, Padre, ¿no se está pasando un poco?

- Mira, hijo, no me tientes que a punto he estado de mandarte memorizar la encíclica Laudato Si de nuestro querido Papa Francisco.

- De acuerdo, Padre, de acuerdo. Me quedo con Relaño y Segurola.

- Muy bien. Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amén.

- Amén.

- Ve con Dios, hijo. Y no peques más.

- Lo intentaré, Padre… Oiga, una última pregunta: cuando haya acabado de memorizar a Relaño y a Segurola y de rezar a Del Bosque, ¿se anima a venirse conmigo para echarlos del templo madridista a golpes de mourinhismo?

 

En el prosaico mundo real me llaman Eduardo Ruiz, pero comprenderán ustedes que con ese nombre no se va a ninguna parte, así que sigan llamándome Falstaff si tienen a bien. Por lo demás, soy un hombre recto, cabal y circunspecto. O sea, un coñazo. Y ahora, si me disculpan, tengo otras cosas que hacer.

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10 comentarios en: Confesión

  1. Buenos días John divertidísimo artículo en el cual, me encuentro absolutamente representado, como pecador Mouriñista que soy, añadir que no estoy dispuesto a hacer ningún tipo de penitencia,
    Saludos blancos y comuneros

  2. Si hay algo que siempre agradeceré a Mou, aparte de acabar con la vergüenza que pasábamos antes de su llegada, cada vez que nos enfrentábamos al Barceroba, viendo venir el revolcón, es el haber acabado con el valdanismo ilustrado. Nefasta filosofía esta, por la cual, el Madrid tenía que tragar desplantes,ofensas, críticas y vejaciones sin mover una ceja por lo del señorío que más que señorío era estupidez e indolencia. Mou cortó la cabeza visible de tan nefasto modo de vida, aunque cierto es que en buena parte de la masa blanca, aún tiene arraigo tal degeneración y lo que es peor, en alguno de los dirigentes me temo que también.

  3. Muchas gracias, Comunero, Chispa, Marco Atilio Régulo (¡pardiez!) y javier pérez. Muy de acuerdo con tu comentario, javier, por otra parte.

  4. Estimado John

    Confío se divirtiese escribiendo este artículo, por lo menos, la décima parte de lo que me he divertido leyendo el mismo.
    Extraordinario, muchas gracias

    Un saludo

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Lamine Yamal es muy joven.

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En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

La explicación completa, aquí

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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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