Coitus interruptus

Contaban ayer los papeles que cabía la posibilidad de que el Barcelona se pusiera líder virtual de la competición liguera, y la verdad es que se puso. Fue una época feliz. Fueron unos minutos de utopía realizada, de fusión con el todo, de celebratorio panteísmo consumado. El mundo por fin estaba en orden, la Santísima Trinidad que forman el seny, los valors y la humilitat habitó entre nosotros y ningún niño lloraba sobre la faz de la Tierra. Ya oíamos la segunda venida de Lobo Carrasco, ya preparábamos ofrendas para el Messías cuando llegó Isco, marcó el segundo gol del Madrid contra Osasuna y todos los sueños de los justos se fueron al carajo. Qué poco dura la alegría en la casa del pobre (léase La Masía).

Ahí tienen al perpetrador de la fechoría, celebrando su gol como quien abre las puertas del infierno para que caigan en él las ilusiones perdidas de Relaño y demás culés menos esquinados. Una verdadera lástima. Jamás brilló el sol con tanta intensidad como durante los minutos eternos en que el Barcelona fue líder virtual. Como no podía ser de otra manera, el árbitro se dejó llevar por el anhelo de justicia universal y miró para otro lado a la hora de pitar dos penaltis a favor del Madrid, pero ni por esas, queridos galernautas. Casi al final del partido, llegó Lucas V -trasunto de Belcebú- para certificar que el invierno del mundo aún duraría, que el liderato del Barcelona no sería ni siquiera virtual, que las fuerzas de la noche -que van de blanco para engañar como la diabólica Silvia Pinal a Simón del desierto- son obstinadas y quieren ganar esta Liga.  Apocalipsis 2:23.

El efecto de tamaña injusticia cósmica es que Relaño le concede al Madrid eso tan manido de la casta, dejando aquello aún más manido de la pegada para mejores ocasiones. Por supuesto, nada de los penaltis al limbo en la portada de As, faltaría más. No querrán los madridistas que tras el coitus interruptus de ver líder virtual al Barcelona encima pongamos la cama. Que se conformen con un elogio a Keylor Navas y punto, que a la vez es una manera sutil de decir que el Osasuna tuvo ocasiones para marcar más goles y tal vez, quién sabe (oh, Señor, cuán exigentes son Tus pruebas), convertir lo efímero del liderato virtual culé en un estado prolongado de luz y de color. Pero no. "El Madrid sigue en cabeza con dos partidos menos". O lo que es lo mismo: Nevermore, que decía el cuervo de Poe.

Y de terror va la cosa esta mañana en la prensa catalana, no solo por la inquietante foto escogida por Sport para traernos a su entrenador de baloncesto, no solo por el pack de seis cuchillos chuleteros que nos ofrece Mundo Deportivo al módico precio de 9'95. El Barça golea sin piedad, arrolla, avisa, lanza un mensaje intimidatorio, presiona y mete miedo. De todo eso nos advierten hoy las portadas culés. Casi nada. Escribimos estas últimas líneas desde debajo de la cama. Ríanse ustedes del Sin perdón de William Munny. Pónganse a temblar como niños con pesadillas, arrepiéntanse ustedes de todos sus pecados, porque el Barcelona ha llegado al saloon para que su ojo por ojo redima a esta población decrépita y moralmente perdida...

O mejor, ríanse ustedes sin más si es que les parece, como a nosotros, que ese miedo que quieren meter (que dicen querer meter) es un disfraz, un intento vano, mero atrezo, una escaramuza pelín desesperada por alzar la voz tras comprobar que un 0-6 solo daba para unos pocos minutos de liderato y además virtual. Hoy las flores no huelen igual. Ríanse ustedes si creen más probable que el miedo lo tengan ellos.