Coherencia real

El análisis de las portadas de los periódicos deportivos de hoy

Justo es reconocerlo. El Barcelona es campeón de la Copa del Rey con todo merecimiento tras una goleada sin paliativos (como las entradas de Busquets) contra el Athletic de Bilbao, leones ma non troppo.

Así es la vida, amics. 31 Copas del Rey tiene el club catalán, en lo que supone no solo un notable éxito deportivo de la institución, sino sobre todo una notabilísima muestra de coherencia ideológica de los valors que defiende el més que un club, tan férreamente identificados ellos con la Jefatura del Estado que da nombre al título señalado.

Hablando de coherencia, las cuatro portadas deportivas del día son en realidad una y la misma, no vaya a ser que anden por ahí gentes variopintas que busquen diversidad periodística. A esa gente que le den. Que se vaya al parque esa gente, o que lea La Galerna.

Siguiendo con la coherencia, La Central Lechera ha optado por dar todo el protagonismo a Messi, quien alza la Copa pletórico con una sonrisa que, así congelada en la fotografía, no deja de denotar cierta mueca rara, como de niño ahora feliz ahora desnortado, ahora encantado ahora desubicado. Messi ríe, como la Garbo, pero otra cosa es reír bien, o quedar bien en la risa, o que la risa saque lo mejor de uno, y en el caso de Messi no parece haberse logrado ni siquiera levantando un título en una imagen que parece de atrezo, algo forzada, de fotomatón, de esos calendarios que se suelen poner a la venta al llegar el final de año para favorecer alguna causa benéfica.

En todo caso, la prensa mesetaria se muestra, sin duda alguna, más mesetaria que nunca en sus portadas, arrinconando las referencias al partido que disputa hoy el Real Madrid en Getafe en el lugar de honor que merece lo blanco en aún más plena coherencia con el centralismo más centralista de todo centralismo, esto es, arriba a la derecha. No merecemos más. El Barcelona es Rey de Copas y eso hay que celebrarlo, aunque la sonrisa de Messi dé también para asustar a los niños del mundo, que seguirán siendos culés pese a la inquietante estampa.

En todo caso, si quieren ustedes coherencia, acérquense a las portadas culés. Aquí sí que brilla todo de amarillo, aunque la sonrisa de Messi, si la buscan como a Wally, sigue dando algún escalofrío, y Busquets aparezca encantado de que precisamente solo haya amarillo en su equipación y jamás en las tarjetas que no le enseñan pese a tanto.

Aparecen todos juntos los jugadores del Barça, como cuando protestan al árbitro sin remilgos en cada lance sin que casi nadie parezca darse cuenta ni mucho menos denunciarlo, como cuando piden más tiempo extra en el pasado Clásico, como cuando desde la grada les tiran bombas de racimo que a punto están de hacer desaparecer a toda la plantilla presente, pasada y futura en el aire de una pantomima que pasó sin pena ni gloria por las redacciones periodísticas, como cuando se quejan y se quejan y se quejan de todo lo que ustedes ya saben y no paramos de recordar por si, alguna santa vez, el relato deja de estar tan torcido.

Aparecen todos juntos y no es para menos. 31 títulos de Copa hacen grupo, consolidan dinámicas y ensanchan autoestimas. Justo es reconocerlo, decíamos. El Barcelona es el Rey de Copas y no nos duelen prendas en decirlo una y mil veces. A cada uno lo suyo. Al César lo que es del César. No seremos nosotros quiene quitemos ni un ápice de mérito a la parroquia culé, que nos lleva más ventaja en Copas del Rey (12) que nosotros a ellos en Copa de Europa (8). Efectivamente, a cada uno lo suyo y cada uno a lo suyo. Ahora ya sabemos por qué la sonrisa de Messi luce tan extraña. La nuestra no puede ser más grande.