Salvo que tengas más de 70 años y acudieras asiduamente al campo de Chamartín, no tendrás un recuerdo nítido del primer 5-0 liguero que el Madrid le endosó al F.C. Barcelona. Fue el 25 de octubre de 1953, Di Stéfano acababa de aterrizar en el fútbol español y desde apenas unos días antes ya era a todos los efectos jugador blanco después del affaire por su traspaso entre las dos entidades. Era el quinto partido de Liga de la ‘Saeta Rubia’ y el día en el que demostró a la parroquia blanca de lo que era capaz sobre un terreno de juego. Enfrente estaba el cuadro culé de las ‘Cinco Copas’, un equipo magnífico que venía de lograr dos dobletes nacionales en las dos temporadas anteriores.
Sin embargo con el fichaje de Don Alfredo las tornas cambiarían y el Madrid, que no conquistaba una Liga desde antes de la Guerra Civil, volvería a la senda de los títulos. Fundamental fue aquel Clásico, puesto que el conjunto capitalino ya no soltaría el liderato en todo el Campeonato Nacional. En la primera parte los merengues fueron un vendaval de fútbol y ocasiones, y consiguieron cuatro tantos, uno de Di Stéfano tras asistencia de Atienza, dos de Roque Olsen y otro de Luis Molowny. En la segunda mitad y a cinco minutos de la conclusión la ‘Saeta’ firmaría la manita. Por fortuna el NO-DO pudo dejar huella de lo acaecido y aún hoy en día disfrutamos de las imágenes del partido. De aquel choque y de ambas formaciones titulares únicamente queda con vida el arquero Pazos, aunque en la plantilla madridista ya estaba Gento y además Pérez Payá fue muy utilizado por el técnico charrúa Enrique Fernández.
Por otro lado, los nacidos a partir de 1950 y hasta finales de los años 80 recordarán siempre la manita obtenida ante los culés una fría noche del 7 de enero de 1995. El duelo fue retransmitido por Telemadrid, que entonces tenía los derechos de la competición liguera, y el encargado de poner voz a los cinco tantos era el mítico narrador de la cadena madrileña José María del Toro.
El ‘Dream Team’ de Cruyff penaba por los campos y el Madrid, dirigido por el dúo argentino formado por Valdano y Cappa (hoy en día comentaristas deportivos), llevaba una temporada fabulosa. Habían llegado Redondo del Tenerife, Quique Sánchez Flores del Valencia, Amavisca del Real Valladolid y Michael Laudrup, precisamente del Barça, del que salió mal y enfrentado con el entrenador neerlandés.
Cinco puntos sacaban de ventaja los blancos a unos blaugranas que ocupaban el cuarto lugar con unas sensaciones horribles. Además y como casi siempre que visitaba el Bernabéu a Cruyff le daba un ataque de entrenador y cambiaba la táctica o sus decisiones técnicas eran indescifrables. Esta vez le tocó a Romario, que fue suplente tras unas declaraciones en las que señalaba el deseo de volver a su país. También puso a Bakero en lugar de Nadal para marcar a Laudrup y fue titular el joven Eskurza.
Por su parte Valdano confió en su once tipo con el joven prodigio Raúl, haciéndose ya un hueco en las alineaciones, y Milla formando en el mediocampo al estar Redondo lesionado. Desde el inicio se vio a un Real Madrid con un ritmo y una presión altísima. Con sangre en los ojos querían devolver el 5-0 sufrido meses atrás en el Camp Nou y Zamorano cimentó las esperanzas con un sensacional hat-trick en 40 minutos. Justo antes del descanso Stoichkov decidió que él no quería sufrir más sobre el césped y se borró de la contienda al realizar una entrada cobarde sobre Quique Sánchez Flores que le costó la roja.
En el descanso, en el vestuario local solo se hablaba de una cosa: “Hay que meterles cinco”. A los 68 minutos Martín Vázquez que había entrado por Raúl desborda por la banda derecha y mete un centro milimétrico que Zamorano envía al palo, sin embargo el rechace le cae a Luis Enrique que fusila a puerta vacía. El asturiano celebra con una rabia inusitada el gol sin saber que pocos meses después sus colores y su camiseta cambiarían de signo para siempre. Restaban veinte minutos todavía y un gol por anotar. Pero los blancos no permitieron respirar a un Barcelona ‘groggy’ y sobrepasado por el extraordinario ambiente que se respiraba en el Bernabéu con 110.000 personas en las gradas. Apenas pasaron unos segundos del saque de centro cuando los merengues robaron el balón en las cercanías del área culé, Zamorano cogió el esférico y asistió a Amavisca para que empujase el balón a las mallas y entrase de esta forma en la historia de los Clásicos.
El sueño se había cumplido y el resto del encuentro fue dominado con suma facilidad por los madridistas hasta el pitido del trencilla Santamaría Uzqueda. La campaña electoral que se empezaba a calentar con Ramón Mendoza, Florentino Pérez, Santiago Gómez Pintado o Juanito Navarro como candidaturas más importantes fue aparcada varios días para gozar de una victoria majestuosa e histórica. Cinco meses más tarde se cantó el alirón contra el Deportivo de la Coruña y el equipo merengue recuperó el cetro de la competición doméstica después de cuatro años de sinsabores.
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En el 5-0 de 1995 todavía el Real Madrid metió un 6 gol que anuló el colegiado vallisoletano Santamaría Uzqueda..