Mi atribulada vida religiosa me impide (¡ay!) dedicar todo el tiempo que desearía al descanso y a los (siempre necesarios) pequeños disfrutes del día a día. Ayer pude, sin embargo, escaparme de mis quehaceres para tomar un pequeño refrigerio a última hora de la tarde. Es tal la carga de trabajo que me absorbe últimamente que, lo confieso, había olvidado que jugaba nuestro Madrid. Todos somos pecadores excepto Uno (y no me refiero aquí, claro, a Keylor Antonio Navas Gamboa).
El caso es que encontrándome, como me encuentro, en la Ciudad Eterna no me quedó más remedio que toparme con el partido en un recoleto barecillo cercano a la Piazza Navona. Mi primera reacción fue de contrariedad y enfado conmigo mismo: “¿Cómo he podido olvidarlo? ¿No es acaso el Real Madrid, lo inmediatamente posterior y anterior, respectivamente, al Comienzo y al Final de Todo?”
Tras ese primer regusto amargo me di cuenta de lo que estaba a punto de presenciar: a la Blanca Tropa tomando el Coliseo de un solo mandoble. No son los mejores días para ser madridista, admitámoslo. Pero así, como quien no quiere la cosa, ya estamos en cuartos de la Copa de Europa. Y llegamos en las mejores circunstancias posibles: con el equipo hecho trizas, con una defensa desubicada y con media afición pidiendo la dimisión del Presidente. Mejor imposible; es así como el Real Madrid gana Copas de Europa. Por cierto, no me pidan que las llame Champions. Es la Copa de Europa. Como el marketing será toda la vida “vender cosas”.
La gente de esta ciudad adora al Real Madrid. Cuando unos tiffosi de la Roma reconocieron mi insignia del Real Madrid adherida a mi clergyman me felicitaron con sinceridad y cariño. El aplauso del Bernabéu a Totti, me dijeron, era un auténtico ejemplo para el fútbol. “E anche un po ' pipero”, tuve que añadir yo. No pude ocultarles, claro, ni mi admiración por el bueno de Franceso ni mi preocupación por el desempeño del equipo esta temporada.
El Madrid de este año es el Madrid de la varianza, les advertí. Alterna excelentes encuentros (como el 7-1 al Celta, del que tuve noticias mientras visitaba un convento de Trinitarias a las afueras de Roma), con lamentables actuaciones. La media, admitámoslo, no es particularmente alta. El Madridista asiste a cada duelo angustiado, desorientado por no saber si lo que se le viene encima es un huracán de juego y goles o de bostezos y pasotismo.
Zidane, ese presbítero reconvertido en futbolista de toque fino, primero, y en entrenador de sonrisa permanente, después, tiene la tecla. No tengo duda de ello. Démosle confianza a él y a sus grandes meritorios: Keyor, Carvajal, Lucas Vázquez, Luka Modric… y exijamos a los supuestos pesos pesados el compromiso y el sudor que, a ellos más que a nadie, se les presupone. El jugador fariseo no tiene cabida en el Real Madrid; auténtico esfuerzo y trabajo para elevar la Blanca Elástica a lo más alto de Europa. El que piense antes en él que en el escudo ya sabe dónde tiene la puerta. En la Iglesia no hay lugar para estrellitas. Todos somos iguales y trabajamos por el Bien Común. ¡Ojalá el Real Madrid (y cada familia cristiana) tengan clara esta regla de oro!
En estas semanas hemos asistido a otro fenómeno llamativo. El de los aficionados que, al ver que el barco tiene algunas entradas de agua, renuncian al achique y saltan por la borda a las primeras de cambio. “¡Ay de vosotros!” piensan muchos. “Vosotros, que pipeasteis de Cristiano, Pepe o el mismísimo Chapu, no volveréis a encontrar cobijo en la Casa Blanca” aseguran los más beligerantes. No seamos necios. Seamos como el Padre de la parábola del Hijo Pródigo. Estemos siempre dispuestos a abrazar a aquellos jugadores que, por la razón que sea, dejaron de aportar y ahora desean hacerlo con denuedo. Y hagamos por reencontrarnos con aquellos madridistas que, habiendo pipeado en el pasado, sienten el madridismo en el fondo de su corazón. Paciencia para que todos podamos reunirnos en el Cielo de Europa que, este año, está en Milán.
¿O es que acaso piensan ustedes que es casualidad que el Santo Padre me haya destinado en Italia, precisamente, este año?
Ya le hechaba de menos, que bueno leerle y con tan buena pluma (o "keyboard" JOJOJO). Abrazo desde el país de KANG.
De parte de un pagano.
Estimado father: si sus rezos sirven para que el Real Madrid, gane la 11, bienvenidos sean.
Hala Madrid y nada más.
Nos vemos en Milán, cuna de grandes paganos, y popes.
Qué bien escriben ustedes los curas. Sin duda el latín tiene mucho que ver con eso. Me gusta el verbo "pipear", me lo apunto.
Ja, ja, yo estudié latín dos años en el bachillerato y fue casi automático el que mejoraran mi escritura y mi redacción, no sé porque extraña razón. Unas buenas clases de latín dadas por D. Pablo -director de mi colegio y pariente de primer grado de Jake La Motta, LOL- les vendrían de miedo a los jovenzuelos iletrados -y alguno no tan jovenzuelo- que pululan hoy en día por el Bernabéu para quitarse las tonterías de encima. Iban a saber lo que es el miedo. LOLAZO
Bueno, como traca final cogida por los pelos, unas frases de un romano dedicadas a Villar (una pena que su final no sea el de que inspiró estas palabras) que si no las digo, reviento:
Quousque tandem abutere, Villar, patientia nostra?
Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet?
Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?
Que este año cae la Oncena lo saben hasta los Idus de Marzo. Hala, todos los antimadridistas a mamar.
¡¡Viva el Papa!!
Sin duda la paz del señor reyna en mi CORAZON cada vez que lo leo padre. Oremos por los madridistas de poca fe.