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Cinco películas madridistas para la cuarentena

Cinco películas madridistas para la cuarentena

Escrito por: Rafael Gómez de Parada30 marzo, 2020
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Evasión o victoria (1981)

Quizás sea la más simple, la más obvia de mi selección, pero es que un título como ese, Victory en el original, solo podía pertenecer a una película madridista. Evasión o victoria, como impuso la distribuidora como si de una elección se tratara, me gusta menos. Por qué “o” en lugar de “y”, ¿acaso no nos ofrecen los nuestros, evasión y luego victoria?

La producción es de 1981 y fue dirigida por John Huston, un tipo con una vida tan intensa e interesante como sus películas. Huston fue actor, director, guionista, boxeador, pintor callejero, periodista, militar o criador de caballos, tantas vidas como para protagonizar La del pirata cojo, de Joaquín Sabina. No es una de las mejores películas de Huston, pero una vez que te sientas a verla ya no la puedes dejar.

Victory cuenta el partido de fútbol entre unos prisioneros aliados y sus captores nazis en plena Segunda Guerra Mundial. El partido se celebra en una ciudad tan madridista como París, en el estadio de Colombes, el mismo en el que se celebró la final del Mundial de 1938. Ganar este partido se convierte para los aliados en una empresa tan difícil como para los nuestros ganar una Liga en tiempos del Villarato. O en tiempos de Roures y Tebas, que también me valen. En la película son los nazis los que controlan el partido y se apoyan en un arbitraje lamentable. El comentarista es un forofo en el mejor estilo… elijan ustedes a cualquiera, y falsea la narración e incluso el clamor del público enfervorecido.

En el equipo aliado juegan Sylvester Stallone de portero, que suplirá sus errores con una parada decisiva final, un argentino habilidoso (Osvaldo Ardiles) que sería como nuestro Di María, un inglés que es pura elegancia (Bobby Moore, nuestro Zidane o Redondo), un tipo voluntarioso pero sin la calidad del resto (Michael Caine/Lucas Vázquez) y una superestrella como Pelé en punta.

En el descanso el equipo aliado va perdiendo con claridad y tiene una oportunidad para fugarse, para largarse del partido, del mismo modo que tras cada “hazaña” del VAR son muchos los aficionados que piden una retirada de la competición. Sin embargo, aquello era Hollywood y esto es el Real Madrid, así que los jugadores deciden ir a por la victoria incluso jugando con diez.

Poco a poco, jugada a jugada, los aliados logran imponer su calidad superior para nerviosismo de los nazis en el palco. Creo que no hago spoiler a nadie si digo que la chilena final de Pelé es madridismo en estado puro: el tiempo congelado en un suspiro, Cristiano Ronaldo o Gareth Bale suspendidos en el aire, horizontales y paralelos al suelo, a cámara lenta, mientras contemplamos boquiabiertos la plasticidad y efectividad de una jugada que resuelve un partido, una eliminatoria, un título.

El tren (1964)

Burt Lancaster protagonizó en 1964 esta obra maestra del género de acción, un peliculón dirigido con el pulso habitual de todo un experto como John Frankenheimer (Siete días de mayo, El hombre de Alcatraz, Grand Prix, Ronin).

París de nuevo, 1944. El personaje de Lancaster, Paul Labiche, encabeza un plan para evitar que los nazis expolien una colección de obras de arte en Francia, un capricho personal del coronel alemán Von Waldheim (Paul Scofield).

El bueno de Lancaster-Labiche engañará con astucia a los alemanes a base de tender pequeñas trampas en cada estación, con los cambios de agujas u obstaculizando con otros trenes el paso del convoy cargado con grandes cuadros, obras maestras de las pinacotecas francesas. La habilidad de Labiche, así como la coordinación con la resistencia francesa para impedir la salida del tren del país resultan fascinantes. Es una película que te retiene, te engancha a la pantalla durante más de dos horas intensas, emocionantes.

Burt Lancaster nunca fue un actor muy apreciado por la crítica supuestamente especializada, quizás por su pasado como acróbata y trapecista, pero siempre estuvo entre los favoritos del aquí firmante. El despliegue físico de Burt Lancaster a lo largo del metraje es uno de los mayores que recuerdo en una pantalla, pero no solo destaca por sus capacidades atléticas, sino por lo que su mirada y sus palabras son capaces de mostrar: determinación, fe, perseverancia, emoción. Las grandes virtudes madridistas, los grandes valores que hacen que los alemanes al final caigan derrotados en su intento de obtener el trofeo.

Rocky IV (1985)

Sé que habrá quien le parezca un bodrio infumable, pero hay un cine de calidad y un cine “disfrutón”, y no siempre coinciden. El discurso final de Gorbachov resulta tan penoso como hilarante, al nivel del speach del presidente americano en Independence Day o el de Armageddon, otras dos joyas del cine disfrutón de domingo por la tarde.

Tras las tres primeras películas de Rocky hubo quien pensó que ya estaba bien, que para qué hacer más, que quién quería una cuarta. El propio personaje de Rocky Balboa estaba de retirada, los medios le veían mayor, cascado, sin el punch de las tres anteriores. Es evidente la comparación con el Real Madrid de la 2017-18.

El boxeador de moda, un gigante ruso llamado Iván Drago, parece invencible. Se lleva por delante a todos los boxeadores que se le enfrentan, por buenos que resulten, como Apollo Creed. Iván Drago es más grande, más joven, más fuerte que Rocky y el combate se disputará en Moscú, en aquellos tiempos de la guerra fría cuando todavía era la Unión Soviética.

El ruso sería como el Liverpool de esa temporada y las siguientes, un equipazo que goleó al Oporto, al City y a la Roma, y se plantó en la final de Kiev, otro antiguo territorio de la Unión Soviética. A priori el combate parece desigual: el Madrid había caído eliminado en la Copa del Rey ante el Leganés y andaba perdido en la Liga a mil puntos del Barcelona. Es un equipo avejentado al que se le ha perdido el respeto pese a haber derrotado a PSG, Juve y Bayern en las eliminatorias previas.

El público de Moscú y los medios jalean a Iván Drago, que arranca con mucha fuerza, golpeando con insistencia. Pero Rocky aguanta porque es una roca, sólido, inasequible al desaliento. Hacia mitad del combate lanza un certero puñetazo que sorprende a Iván Drago y le abre una brecha en la ceja. En los ojos del gigante ruso se vislumbra una duda. Es el gol de Benzema, el golpe inesperado.

El público sigue jaleando al ruso, que ataca con insistencia y logra equilibrar el combate. Pero la iniciativa cambia de lado y Rocky ataca con renovadas fuerzas hasta doblegar a un coloso con mandíbula de cristal. El Liverpool también tenía su propio punto débil y los golpes de Bale doblan las manos de mantequilla de Karius (el primero de ellos, maravilloso, posiblemente el mejor gol logrado jamás en una final).

El entrenador ruso, Koloff, encaja mal la derrota. Klopp en el Liverpool lo hace aún peor. Y mientras en la película el público cambia de bando y reconoce los méritos del americano, en nuestra realidad futbolística los medios siguieron buscando excusas para no reconocer los méritos de este gran equipo que consiguió lo que ningún otro antes.

Marte (2015)

El director británico llevó a la gran pantalla la entretenidísima novela de Andy Weir The Martian, la historia de Mark Watney, un náufrago atrapado en Marte que lucha por volver a la Tierra. A lo largo del metraje, el personaje interpretado por Matt Damon tiene que enfrentarse a situaciones complejas de todo tipo, técnicas, alimenticias, logísticas y de ocio para combatir la locura. En todas ellas busca una solución con el mejor humor posible, como si se dijera a sí mismo “estoy jodido, pero no vas a poder conmigo”. Acierta en la mayoría de sus decisiones, sabe sacar provecho literal de sus cagadas para cultivar patatas y aprende de los errores, entre ellos los sobreesfuerzos.

Watney termina valiendo para todo: es astronauta y botánico, se hace experto en telecomunicaciones, granjero espacial y transportista de material nuclear, y ejerce en sus ratos libres de pinchadiscos setentero y crítico de series de televisión en el vídeo blog que mantiene para no volverse loco.

Sergio Llull es nuestro “marciano” Mark Watney, el alma del equipo, el termómetro emocional del Real Madrid de baloncesto. Es escolta, base, el hombre del tiro sobre la bocina, el de las entradas espectaculares o el de los triples imposibles, pero también el fotógrafo oficioso de los éxitos, el escalador de canasta para recortar la red tras un título y el animoso community manager de la plantilla en redes sociales. Acierta en la mayoría de sus decisiones en el campo, convierte sus cagadas no en patatas sino en deliciosas mandarinas y aprende de sus errores, para lo cual lo primero es tener la humildad y la capacidad de reconocerlos.

El bueno de Sergio tuvo que pasar muchos momentos en solitario para recuperarse de la lesión de rodilla. Se iba grabando pequeñas piezas de vídeo en las que veíamos sus progresos, un rostro sudoroso y una mirada decidida, pero sobre todo contemplábamos su tenacidad, el espíritu de lucha y sacrificio, todo ello unido en ese documental que te pone la carne de gallina: “Volver a ser yo”.

Mark Watney regresa a la Tierra tras volar por el espacio como Iron Man (momento descartado en el libro). Sergio Llull volvió a volar sobre las canchas en un partido complicadísimo contra el Panathinaikos. Fue decisivo en la victoria. Una vez más.

El maquinista de la General (1926)

No pasan los años por esta película o, si lo hacen, no pierde el encanto. Buster Keaton, familiar seguro de Mesut Ozil, protagonizó, produjo y codirigió en 1926 su obra maestra, una aventura ambientada en plena guerra de secesión norteamericana. “Love, locomotives and laughs”, como fue publicitada en su estreno.

El maquinista Johnnie Gray (“Cara de palo” Keaton), rechazado inicialmente cuando intenta alistarse en el ejército confederado, se ve obligado a internarse en terreno enemigo para recuperar las dos pasiones que hay en su vida: su locomotora y su antigua novia Annabelle. Vivirá toda una serie de peripecias a lo largo de la persecución que realiza manejando otra locomotora. Johnnie tendrá que hacer gala de todo su ingenio, conocimiento de las máquinas, habilidades y astucia para recuperar a ambas y emprender el camino de vuelta a casa. Es un personaje que muestra coraje, determinación y sobre todo una fe ciega en la consecución del objetivo, sin pensar demasiado en los peligros que le acechan. La locomotora unionista, la Texas, acaba en el fondo del río tras la destrucción del puente que cruzaba en una de las escenas más caras y espectaculares de toda la historia del cine mudo.

Durante el camino de vuelta a casa, la General logrará subir la moral de las tropas y Johnnie se convertirá en un héroe para los suyos. Para este ejercicio de apropiación madridista, El maquinista de la General será el Real Madrid de posguerra y de los cincuenta, el equipo hundido durante la guerra civil que con arrojo y valentía consigue revertir su historia y traer a España los trofeos conseguidos más allá de nuestras fronteras. Love (Gento), locomotives (Di Stéfano) and laughs (Puskas).

 

Cinco películas madridistas para la cuarentena:

Athos Dumas.

Rafael Gómez de Parada
AFKAB. Artist Formerly Known As Barney. Dice que corre maratones, juega al fútbol y al baloncesto, pero todo con nivel medio, como en el inglés. Nivel alto solo para escribir y portanalizar en La Galerna. Autor de "Volver al asfalto".

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Un comentario en: Cinco películas madridistas para la cuarentena

  1. He estado "voluntariamente out" todo este tiempo y desde ayer, aniversario de La Galerna, me he ido poniendo al día. Me han encantado este artículo y el de Athos Dumas sobre Sherlock Holmes.

    Ya lo sabía, pero me confirma que todos los Madridistas (muchos, al menos), tenemos una cosmovisión y un "estar en el mundo" muy semejante.
    Enhorabuena y saludos!!!

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Lamine Yamal es muy joven.

Enormemente joven.

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👉👉👉 https://www.lagalerna.com/lamine-yamal-es-muy-joven-y/

En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

La explicación completa, aquí

👇👇👇

Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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