Siempre que voy al Museo del Prado dedico varios minutos para contemplar el famoso tríptico de El Bosco (Hyeronimus Bosch), “El jardín de las delicias”. Me fascina esa obra maestra que nos lleva a contemplar y a imaginar la ingenuidad de las mentes de la época (primeros años del siglo XVI) con este magnífico contraste entre la luz y las tinieblas, entre la alegría y la desesperación.
En particular, mis ojos van siempre al panel derecho del tríptico, el que representa el infierno, verdadero predecesor del arte abstracto, por las extrañas figuras y formas que aparecen en él. Quizás sea por haberlo visto desde muy pequeño, es una pintura que se me grabó en la memoria y que me inquieta cuando me reencuentro con ella, lo mismo que me pasó cuando vi por primera vez en televisión (tendría yo 8 o 9 años), el Frankenstein (1931) de James Whale, que me dejó sin dormir aquella noche y alguna más de las siguientes noches.
Al ver la foto de la celebración de Rodrygo y Vinicius Junior en uno de los córners del Metropolitano, teniendo de fondo a una enfurecida parte de la afición colchonera, no sé por qué, automáticamente, mi cerebro me llevó a la tabla del maestro flamenco, y muy en concreto a esa visión, cuando menos inquietante y siniestra, del infierno.
En dicha foto se ven expresiones de terror, de ira, de impotencia, de dolor, de amargura, de infelicidad, algunas de ellas parecen incluso salir del fondo del mismísimo averno. Saludos al estilo nazi, peinetas, cortes de manga, gestos de mal gusto; casi se pueden escuchar los múltiples improperios que salen como espumarajos de las bocas de los individuos (ellos y ellas) que aparecen en la foto. Muchos de ellos reflejan la imagen de la más profunda desesperación (“Abandonad toda esperanza”, como bien se puede leer a la entrada del infierno en el poema de Dante Alighieri), ya que para ellos vivir en el infierno es para siempre y jamás lo podrán abandonar.
Les invito a que diseccionen esta magnífica instantánea, que, dentro del pavor que transmite, también contiene pequeñas notas de humor, como la de la dama (ejem…) que aparece a la izquierda, en primera fila, que no deja de filmar la samba brasileira de Rodrygo y Vini con su mano derecha mientras que efectúa con su mano izquierda debidamente levantada una perfecta peineta con su dedo corazón. En el lado derecho de la foto hay incluso un espectador enfurecido que hace una doble peineta. Pánico da ver que hay varios menores con sus rostros desencajados, haciendo también gestos soeces, aunque, en general, los niños y niñas que aparecen demuestran bastante más serenidad, más madurez y hasta un triste conformismo ante la realidad que están contemplando: que su equipo, como de costumbre, va perdiendo contra los de blanco.
Se ven expresiones de terror, de ira, de impotencia, de dolor, de amargura, de infelicidad, algunas de ellas parecen incluso salir del fondo del mismísimo averno. Saludos al estilo nazi, peinetas, cortes de manga, gestos de mal gusto; casi se pueden escuchar los múltiples improperios que salen como espumarajos de las bocas de los individuos que aparecen en la foto
En contraste, y en primer plano de la foto, el color blanco impoluto de las camisetas de los que parecen dos lindos querubines, alegres, felices, exultantes de vida y de optimismo, que bailan y gozan sin parar y sin inquietarse por el feo espectáculo de la grada: se puede uno imaginar fácilmente la música de las playas cariocas en sus cabezas, mientras los espectadores profieren alaridos, denuestos y dicterios de toda índole, que no llegaban a turbar la paz y el alborozo de los veinteañeros —casi niños todavía— llegados desde Brasil.
Volviendo a El Bosco, no está de más recordar un cuadro de uno de sus discípulos (desconozco su nombre), que pintó allá por 1520 el cuadro “Un ángel guiando a un alma al infierno” (An Angel Leading a Soul into Hell | Art UK), y en cuyo centro se ve a un ángel vestido de blanco acompañando a un alma atormentada hacia su morada, para el resto de la eternidad, en el infierno.
Quizás solo falte para contemplar este significativo cuadro la cara desencajada, de impotencia y de ira desatada, del central criado en Valdebebas, Mario Hermoso, que como bien escribió en Twitter Jesús Bengoechea, “Hermoso recuerda a Jack Nicholson en algunas escenas de El Resplandor”, sobre todo tras su desproporcionada reacción tras la falta — sancionada con tarjeta amarilla— de Carvajal a Reinildo. Recordemos que El Resplandor es uno de los títulos de terror emblemáticos por excelencia.
Estamos pues ante El cielo y el infierno, como el título original (Tengoku to jigoku) de aquella obra maestra de Akira Kurosawa que en España se estrenó como El infierno del odio (que también podría ser un adecuado título para la foto mencionada).
La foto en la que la dicha, el baile y las sonrisas se impusieron, una vez más, a las siniestras sombras de unas almas en pena, colmadas por la desesperación
Hay en El Aleph, quizás el mejor libro escrito por uno de las más grandes, Jorge Luis Borges, una frase que viene al caso para definir lo que muchos atléticos sintieron nada más anotar Rodrygo el 0-1 en el pasado derbi: “Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno”.
Y quizás también habría que recordarles aquella lapidaria frase de John Milton, en El Paraíso Perdido: “Largo y penoso es el camino que desde el infierno conduce a la luz”, ya que da muchas veces la impresión de que sufren demasiado y que, además, se regocijan en su propio dolor.
El caso es que es una foto que pasará a la historia de los derbis, como aquella en la que Karim Benzema quebró la cintura de 3 centrales rojiblancos en el que resultó ser el epitafio del viejo estadio colchonero a las orillas del río Manzanares. La foto en la que la dicha, el baile y las sonrisas se impusieron, una vez más, a las siniestras sombras de unas almas en pena, colmadas por la desesperación.
Getty Images.
Jajaja, sublime. LA verdad es que una imagen vale más que mil palabras.
El lado correcto de la historia vs. el reverso tenebroso
Abrazos madridistas
Esa contundencia, vía sarcasmo, es demoledora.
Texto e imágenes han configurado lo que se dice un artículo redondo.
Por otra parte considero que en el inconsciente colectivo del "patetismo" hay pautas de comportamiento masoquista.
(*) Hace un par de días me llegó por WhatsApp un vídeo ,enviado por un amigo madrileño y madridista , correspondiente al instante 93' de Lisboa...captando la reacción de los colchoneros concentrados en el Calderón siguiendo por pantalla gigante el partido de marras. ¡ Buenísimo ! Uno , además de escéptico, procura ser autocrítico para seguir avanzando en la vida.
Reconozco que en mi inconsciente puede haber presente un contenido relativamente sádico que se complementa con el masoquismo del culerindio.
Belcebú, El Demonio, Lucifer, Leviatán, El Diablo... Es el Varzelona.
Pues impagable es el seguidor que representa a todos los seguidores del Malakito llamando pesetero a Courtois, es para um museo o un zoo
Absolutamente genial y certero como siempre el Sr. Dumas. Reflexiones como las suyas no se encuentran prácticamente en ningún sitio. Personalmente, me da la impresión de que el Atlético de Madrid ya alcanzó su techo y ahora está en franca decadencia, lo que tiene en estado de desquiciamiento a todos los estamentos del club. Cuando el "pegamento" que mantiene una cierta cohesión en el club es el odio al equipo más laureado del mundo, que te gana en buena lid año tras año, el futuro no parece muy halagüeño. Además, los dos últimos triunfos ligueros de los colchoneros tuvieron un cierto tufillo arbitral.... precisamente lo que ellos denuncian de los triunfos ajenos.