El ciclo kármico madridista es el bucle en el que se encuentra atrapado desde hace décadas el Real Madrid y consiste en una secuencia de tres fases reactivas: Caudillo, Happy y Asador (1).
La etapa Caudillo toma su nombre en relación al carácter caciquil del técnico al que se encomiendan las máximas instancias del club para revertir una situación de aparente laxitud o desgobierno. Su llegada es celebrada por una afición que reclama implicación pero es vista con recelo por parte de los medios de comunicación, alertados por el carácter distante del nuevo inquilino del banquillo. Desde su proclamación, el entrenador imprime orden, trabajo y exigencia, lo que, aunado a la calidad de la plantilla, deriva en la conquista de algún título relevante.
Paradigmas de técnicos del periodo Caudillo son Capello (en sus dos etapas), Mourinho o, aventuramos, el propio Benítez, todos ellos de un marcado perfil tacticista y meritocrático. El desarrollo de esta autoridad, no obstante, es la mayor garantía de su fecha de caducidad. Los frecuentes roces con prensa y jugadores, propiciados por la rotundidad del técnico en su tono y en su método, terminan claudicándolo.
Al turbulento final de toda etapa Caudillo le sucede, en arreglo a la ley del péndulo, el comienzo de una etapa Happy, protagonizada por un auténtico ilusionista que, a golpe de campechanía, restablece rápidamente los vínculos dañados por su antecesor, tanto dentro del vestuario como en la sala de prensa. Ancelotti, Pellegrini (2), Schuster o Valdano (3) lideraron algunos de estos periodos, siendo Del Bosque, el arquetipo mayor.
El contexto Happy se articula, en sus inicios, como una garantía de éxito: imbuido por la dinámica compensatoria, el entrenador otorga una mayor libertad a sus futbolistas, en el rectángulo de juego y fuera de él. Los jugadores, por su parte, redoblan el esfuerzo espoleados por la motivación de una tesitura privilegiada pero, igualmente, por el convencimiento de que, en caso de nuevo fracaso, los siguientes señalados serán ellos. La prensa, a su vez, colabora estabilizando el entorno en defensa de su nuevo "aliado". Una coyuntura general que al principio también se ve favorecida por el trabajo, aún perdurable y nada desdeñable, del anterior entrenador.
La etapa Asador, en honor a los prestigiosos establecimientos de restauración que sirven de refugio a los futbolistas, sucede a la etapa Happy y se fundamenta en una pérdida de control del mister sobre el grupo. Generalmente se origina por el efecto de descompresión del vestuario a raíz de la consecución de un título importante, lo cual disminuye drásticamente la ascendencia del entrenador sobre sus discípulos. Dichas épocas suelen degenerar en excesos de todo tipo: de consumos calóricos, de velocidad en la carretera, de fiestas nocturnas y hasta de autogestión (4).
Aunque la etapa Asador suele fraguarse en el declive del mandato del entrenador que comenzó la etapa Happy, a posteriori puede perpetuarse si el club cede las riendas a un falso Caudillo (Camacho, Luxemburgo o Juande Ramos fueron algunos célebres gatillazos), o si por falta de determinación o de candidatos se aplaza dicho relevo mediante remiendos provisionales (García Remón, López Caro, Arsenio Iglesias o los periodos taifas de Del Bosque), o si se retorna al pasado (Beenhakker, Toshack) para ahondar todavía más la sensación de una institución a la deriva.
Un somero análisis de la reiteración kármica nos evidencia que su hilo conductor es la actitud de una plantilla que fluctúa en función de los estímulos que recibe. Y es que en algún punto de la historia del Real Madrid los futbolistas "gamificaron" su modus operandi, esto es, interpretaron de forma radical su condición de jugadores. En el vestuario blanco ha sedimentado la idea de que ganar una competición acumula una suerte de bonus, un crédito que a su vez se reduce cuando se pierde y que ellos luego administran como esas barras de nivel de vida de los videojuegos, que crecen y decrecen en función de los méritos contraídos.
El secreto en el juego pasa por evitar que la barra de vida se agote por completo pero el deporte, contrariamente, reside en mantener la tensión sin descanso. Si hay un denominador común en los equipos hegemónicos, con independencia de su estilo y hasta de su potencial, es la tensión sostenida. Es cierto que todos los campeones sufren, en mayor o menor medida, un desgaste de su ambición tras mucho ganar, pero ¿tan acelerado como el que demuestran habitualmente los jugadores del Madrid tras cada victoria?
Hace veinticinco años que el equipo de Concha Espina es incapaz de ganar tres campeonatos ligueros consecutivos y en ese periodo tan solo se conquistaron dos seguidos en una sola ocasión. La última vez que el Real Madrid hizo doblete de Liga y Copa del Rey se remonta a las mismas fechas mencionadas, cincuenta y seis si la referencia es Liga y Copa de Europa (5). Pero incluso en épocas de bonanza los jugadores se han mostrado timoratos al no hacer sangre cuando se les ha brindado la ocasión tal y como sí hicieron sus rivales cuando gozaron de la misma oportunidad con ellos. Mientras los aficionados madridistas se devana el seso sobre si el problema del equipo fue la lesión de un jugador, o la ausencia de un reserva en esta demarcación, o de un especialista en la otra, sus contrincantes, con carencias más que evidentes, les ganan la partida con una suficiencia en el aspecto competitivo.
¿Pero cómo se garantiza esa tensión? La competitividad no es producto de un acto consciente. El jugador del Real Madrid no se levanta una mañana con la voluntad de no ganar. Cualquier tensión es el resultado de la acción simultánea de una serie de fuerzas entre las que, en este caso, destacan: la urgencia de victoria del jugador, la independencia del entrenador para priorizar el colectivo sobre las individualidades y el margen de impopularidad asumible por la presidencia en la toma de decisiones.
Si se pretende tensionar la competitividad de un equipo -lo que para el Real equivale a romper el ciclo kármico- se debe establecer una referencia en torno a la que presionar. Un proyecto, un estilo de juego o un ideal que, en lo que compete al Real Madrid, no puede ser otro que el compromiso inquebrantable hacia la propia esencia de la institución: no renunciar a la eternidad bajo ningún concepto. Luchar por ella, no ya cada temporada, sino cada partido, cada lance del juego, eliminado, sin excepción cualquier vestigio de distorsión, caiga quien caiga, pese a quien le pese, aunque se trate de una divinidad, o sobre todo cuando sea una divinidad, para certificar, a modo ejemplarizante, que el madridismo no tiene que ver con el jugueteo de unos dioses descendiendo, de vez en cuando, a la tierra sino con el ascenso de la institución al cielo. Ese será su nirvana. Mientras tanto, Caudillo, Happy y Asador.
(1) Las tres etapas no son regulares en duración, ni se corresponden, aunque a veces coincidan, con el mandato de un técnico. Pero sí que se mantiene el orden enunciado y sus inercias.
(2) La etapa Happy de Valdano tuvo como preludio el primer sucedáneo de Caudillo, un Benito Floro que, sin serlo, fue caricaturizado por su fervor táctico y vilipendiado por unas formas que precipitaron su destitución.
(3) Pellegrini es el único entrenador de una etapa Happy que no logró conquistar un título, si bien su inercia fue aparentemente ganadora batiéndose el récord histórico de puntos.
(4) Santiago Cañizares confesó que Jupp Heynckes huyó de una plantilla que en el tramo final de temporada le ninguneó de malas maneras. En su relato, en la cadena SER, Cañizares afirmó que la final de Amsterdam fue planficada en la habitación de uno de los capitanes la noche antes del partido. Heynkes es el primer entrenador que solapa las etapas Happy y Asador en una misma temporada.
(5) La etapa de Vicente Del Bosque supone el único momento, en los últimos veinticinco años, donde se ganan durante cuatro temporadas seguidas títulos importantes (Liga y Champions de forma imbricada). Pero esta circunstancia no la excluye del ciclo. Dicho periodo estuvo lejos de ser hegemónico. No se obtuvo un solo doblete de entidad ni se revalidó título alguno y el equipo recibió, además, duras criticas por su apatía y mal juego. Que el karma no actuara con la virulencia de otras veces puede estar en relación con su coincidencia con la época más tenebrosa del Barcelona (periodo Gaspart, con el Barça jugando incluso la UEFA).
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Esperaba con mucho interés la segunda entrega de tu trilogía, Pepe. Y ha valido la pena dejar pasar la semana para leer esta maravilla de artículo. ¡Enhorabuena! Ya conocía tu tesis sobre los ciclos del madridismo, pero otra cosa es leerla mejor desarrollada y en nuestra casa de La Galerna.
Es imposible no ver lo acertado de los perfiles de los entrenadores para cada ciclo, y la secuencia de los mismos. Un caudillo duro para poner orden en Sodoma y Gomorra y, si acaso, salvar a algún justo. Con jugadores que se rebelan a las concentraciones, preferirían una sola sesión de entrenamientos diaria y ser titulares por decreto. Con una prensa hostil (más, si cabe), poniendo a parir al desalmado entrenador que desvirtúa el fútbol bonito, que no da el debido valor a canteranos y españoles (madridistas, con preferencia), o a los que van a *La Roja* ("destruyen el fútbol español"), que irrespetan los símbolos del Real Madrid y se cargan el señorío...
Luego viene la del entrenador happy (que no madridismo happy, oiga), el bonachón, el pacificador, el que que respeta el señorío, el que pone a canteranos y españoles, el amigo de todos, el que deja jugar, el que mantiene el buen rollito con la prensa, se deja entrevistar más allá de lo estrictamente necesario (todo son elogios y rapsodas desde la prensa patria), y bla, bla, bla
Seguido por un entrenador de bajo perfil (y nivel), donde se pone a funcionar la trituradora de entrenadores a su máxima potencia: todos en fila, cayendo en cero coma. Surgen los "héroes" del vestuario, que todo lo pueden y saben, y que se llevan de lujo con los periodistas aficionados a los asadores... Y el resto de jugadores se dividen en capillitas, grupitos, grupúsculos. Todo ello acrecienta la institucionalidad del caos, de la división, la indisciplina, la decadencia deportiva...
El último párrafo de tu artículo deberíamos imprimirlo en papelitos de 8x12, times new roman, tamaño 10 y en negritas lo de: "no renunciar a la eternidad bajo ningún concepto. Luchar por ella, no ya cada temporada, sino cada partido, cada lance del juego, eliminado, sin excepción cualquier vestigio de distorsión, caiga quien caiga, pese a quien le pese, aunque se trate de una divinidad, o sobre todo cuando sea una divinidad, para certificar, a modo ejemplarizante, que el madridismo no tiene que ver con el jugueteo de unos dioses descendiendo, de vez en cuando, a la tierra sino con el ascenso de la institución al cielo". Y luego repartirlo en cada puerta del Santiago Bernabéu, antes de cada partido. Y que se enteren en la T4. Y que se enteren los periolistos. Los madridistas a una: ¡hay que romper el ciclo! ¡Queremos un proyecto triunfador a largo plazo!
¡Hala Madrid y nada más!
Muchas gracias por tus palabras DiosaMaracaná! Y gracias también por desarrollar el ciclo en tu comentario.
La idea del ciclo kármico la voy explicando por Internet de forma deslavazada desde hace unos años pero nunca la había desarrollado de forma estructurada y fundamentada y por eso me alegro de haberme decidido y de haberlo hecho, además, en La Galerna, donde en mi breve presencia, hasta el momento de tan solo dos artículos, me he sentido tan a gusto.
Y por supuesto ¡Intentemos romper el ciclo!
¡Hala Madrid! ¡Y nada más!
y no sabes cuánto me alegro de que hayas decidido escribir en La Galerna. Un lujazo leerte. 😉
Pepe, soberbio como siempre.
Aunque yo me iría aun mas lejos en el tiempo: Luis Carniglia fue el primer cacique reconocido. Duro en el trato con jugadores y táctico como ninguno. Su amor-odio con DiStefano fue siempre muy significativo y la causa de que Don Santiago recurriera a la mayor etapa happy de nuestra historia: Miguel Muñoz.
Muñoz tuvo fases de Asador-Happy-Asador sin pasar por cacique. Aunque Saporta siempre decía que Miguel Muñoz era sin que nadie se diese cuenta el entrenador mas duro de todos, así que tenía también su lado cacique. (Me recuerda al Laso actual, por cierto).
En Miguel Muñoz tenemos el ciclo Kármico completo durante década y media en si mismo.
Tenemos también 2 caciques históricos: Miljan Miljanić y Vujadin Boškov que fueron reemplazados ambas veces por el entrenador mas happy tras Muñoz de nuestra historia el gran Luis Molowny, padre adoptivo de Vicente del Bosque (notase que pongo su nombre correcto y no como realmente me apetece porque estamos en un sitio serio y de rigor).
En definitiva, que si bien es cierto que es la aparición del Asador Donostiarra y sus comidas-cenas famosas de compadreo y desfase entre jugadores-prensa para desestabilizar al Madrid las que dan nombre a uno de los ciclos con toda coherencia del mundo, creo que el ciclo Kármico es incluso anterior al Donostiarra, de hecho esas comidas-cenas ya se producían en los años 60-70 en 2 lugares de moda en aquella época.
En algunas de las reuniones se presentaba el propio Rai cual Lopera de la vida en casa de Benjamín para mandar a todos a la cama que ya eran horas. A Rai lo mandaba Don Santiago, por supuesto.
El Madrid no sería tan grande sin su ciclo Kármico, nadie lo puede cambiar, es imposible.
Es un placer oírles (leerles) hablar, señores. Sigan, sigan...
Gracias por tu aportación Season. Muy interesante la traslación del ciclo en el pasado que nos has presentado. La cuestión sería si el ciclo es un factor limitador del potencial del Madrid o si, tal cual lo planteas en tu conclusión, realmente sería algo intrínseco a la institución y por tanto inevitable. Que la inercia está ahí y que ha marcado el curso de la entidad me parece constatable y quizás por ello lo hemos interiorizado como algo que ha de transcurrir de esa forma. Pero yo quiero creer que el Madrid puede trascender a ese ciclo, que podemos evolucionar como institución siempre tomando como base nuestra esencia, lo que Jabois denomina "No vencer siempre (lo cual es imposible) sino estar siempre convencidos de la victoria".
Buenos días Pepe y enhorabuena por este sensacional artículo, que confirma todo lo bueno que ya se atisbaba con la lectura de tu comentario anterior, nada tengo que añadir o quitar de su escrito, solamente comentar que con la actual estructura del club y el miserable entorno que le rodea las 3 condiciones que sabiamente comentas como imprescindibles para mantener la tensión, son irrealizables, necesitaríamos un cambio cultural tan grande en la afición y en el entorno, que se me antoja utópico, se que lo que voy a decir no es popular ni socialmente bien visto, pero a veces me da por pensar, que si no estaríamos mejor como S.A, los ciclos karmicos estos, que también describe se acabarían. A mí me costaría ser de ningún equipo que fuese S.A. pero en el caso del Madrid, no veo otro modo de hacer las cosas que asegure la estabilidad y planificación a medio y largo plazo. ESto que acabo de decir es una reflexión y de ningún modo un deseo, es más detestaría la conversión del club en S.A. pero a veces el deseo y la realidad no van de la mano
No hay mejor manera de acabar con este ciclo que dando plena autoridad al entrenador. Es la única vía junto a la finalización de los personalismos, entendidos como veneración, cuando no idolatría, a tal o cual jugador.
Hasta que no asimilemos, y hagamos entender los que lo tenemos claro, que lo único importante es el Club y su Escudo no podremos si quiera soñar con acabar con este demoledor y empobrecedor ciclo. Resignarse a que es la cultura del propio Club, como parece desprenderse de la respuesta de season, es señal de debilidad. De fatal debilidad que, poco a poco, nos está consumiendo en una espiral de mediocridad que hace inviable el que seamos capaces de revalidar cualquier título por pequeño que sea. Y, con ello, que las distancias siderales que antes manejábamos con aquellos que osaban considerarse nuestros rivales se vayan reduciendo.
Lo que está sucediendo con CR desde el verano es el reflejo de la cruel situación de la que venimos. Espero que RB se olvide de una vez del tema y lo zanje diciendo en rueda de prensa que lo importante aquí es ganar títulos y no que uno u otro o " es el mejor jugador del mundo" o " es insustituible", etc.
Mientras tanto, a seguir con la ardua tarea que tenemos por delante.
Gracias por tu generosas palabras comunero. Sin entrar a pronunciarme sobre la idoneidad de una conversión en Sociedad Anónima (hecho al que igual nos vemos abocados por imposición de la UE) lo que está claro es que el ciclo madridista se rompería en ese supuesto. ¿Es la única opción para desbaratarlo? quiero creer que no, pero tampoco niego, como tú bien sostienes, que la dificultad para consolidar unas bases que sirvan para estabilizar el curso de la entidad sin vaivenes tan drásticos, es máxima.
Muy buen psicoanálisis de barra de bar del RM.
Todas esas etapas tienen unos denominadores comunes: El papel de los jugadores, su implicación o la falta de ella; su aceptación o no de la jerarquía propia de un grupo, de su papel en el equipo y de si acuden a la "prensa amiga" y a puentear al entrenador (aprovechando la presencia de presidentes "mojabragas") para ganarse en los medios lo que no han ganado en el campo de entrenamiento.
Siempre he pensado que las mejores épocas del RM coinciden con la presencia de entrenadores que anteponen el grupo sobre las individualidades y que ejercen la autoridad sin mirar el dorsal de los afectados. Y, por supuesto, de presidentes valientes que miran por el interés del club antes que por quedar bien en los medios y respaldan al 100 por 100 las decisiones del entrenador.
En resumen y en mi opinión, al RM le sientan mejor entrenadores de carácter y que no se arrugen ante la basura mediática ni ante las "estrellitas", así como presidentes con una gran conciencia de club y con personalidad.
¡¡Vivan los entrenadores cabrones (insulto indeterminado, sinior moderador), siempre en mi equipo!! Ja, ja, ja.
Entendemos tan bien el sentido del insulto, que no nos parece un insulto.
Veo que me tiene "vigilao" por lo de mi reinserción. Bien, bien, magnífico. Ji, ji, ji.
Abrazo, pero no de gol, a ver si me van a confundir con algún "madridista" de pro.
Hola Jordiggcc. Entiendo lo que dices sobre la descompensación que producen ciertos personalismos que florecen, a menudo, en la plantilla y que son fomentados por la idolatria que le brindan afición y medios. De hecho el artículo que precede a este trataba sobre ese tema. Aquí te lo enlazo:
https://www.lagalerna.com/endiosincrasia/
La versión que, creo, ofrece Season es que, a su parecer, el Madrid siempre estuvo sometido a esas dinámicas y que mal no nos ha ido del todo. Sin que esa conclusión implique que haya que renunciar a prolongar al máximo las etapas prósperas. Pero vamos, es mi interpretación a lo que ha escrito.
Gracias Rascayú. Efectivamente este artículo se ideó en una barra de bar que es el único escenario desde donde adquiere absoluta credibilidad un psicoanálisis.
En cuanto a tu apuesta por el entrenador duro no es tan sencillo como parece. Nos guste o no el entrenador duro implica un desgaste que es difícil de asumir a largo plazo. Mou me parece uno de los mejores entrenadores del mundo pero no le conocemos un tercer año bueno. Los mismos jugadores que le adoran admiten que la implicación que exige a sus grupos supone una fuerte erosión. Van Gaal es otro ejemplo de "duro" con éxito efimero. En baloncesto se me ocurre el ejemplo de Dusko Ivanovic, excepcional estratega que es despedido en cada club que entrena por aclamación del vestuario...
Y lo que no podemos obviar es que hay una correa de transmisión que hace girar el ciclo. Al entrenador lo nombra o destituye un presidente que a la postre sigue o no en la poltrona en virtud del beneplácito del público que a su vez son condicionados por unos medios que generan opinión y que están directamente relacionados con el vestuario.
¿Cómo desactivar eso? Si fuese posible conseguirlo no sería necesario acudir a "un cabrón" (utilizando tu categorización) con la fecha de caducidad marcada, sino simplemente a un entrenador con personalidad que tomase decisiones con independencia, legitimado por un presidente que, a su vez, decidiese ajeno al veredicto mediático.
¡Oiga usté, que el psicoanálisis es muy útil, sobre todo si estás algo "chiflao"! Ja, ja, ja.
Fuera de coñas, por entrenador duro entiendo uno que ponga al que mejor haya trabajado durante la semana y que haga mejor al equipo, es simple. Esto es para mí ser un entrenador "cabrón" en el caso del RM, ni más ni menos. Creo que tampoco es tanto, la verdad.
Lo realmente importante para mi es que la dirección del club respalde sin fisuras -al menos de puertas para afuera- las decisiones de entrenador para que este pueda lidiar con los empleados del club que se visten de corto. De nada serviría tomar decisiones técnicas impopulares (sobre todo para la prensa amiga y los jugadores afectados) pero beneficiosas para el equipo si la dirección no las apoya, sobre todo teniendo en consideración las campañitas de dicha prensa, a veces en connivencia con los jugadores implicados. Estoy harto de esa estrategia "prensil" que, incluso, se inicia en la cantera cuando "adoptan" a determinados jugadores con el único objetivo de sembrar de topos el vestuario del club.
Para desactivar ese perverso ciclo solo se me ocurre detectar a los topos o boicoteadores del equipo y ponerlos de patitas en la calle, sea quién sea. Que fue Cristiano el que le hizo la cama a Mou, no pasa nada, a jugar en otro equipo. Con un par de casos ejemplarizantes se avanzaría mucho. Creo que la vida es cuestión de límites y lo que no puede ser es no ponerlos por temor a la fama o la importancia de determinados jugadores.
Y respecto a la prensa, lo mismo. Medio o ciudadano periodista que insulte, ridiculice, invente o manipule la realidad para hacer daño al club (desde la dirección al último utillero), a la calle una temporada. Y si reinciden, hasta que se congele el infierno.
Lo que no puede ser es que toda la basura que nos echen por el lomo les salga gratis porque, como buenos cobardicas, si ven que sus actos no tienen consecuencias, se crecen e incrementan la presión al club. Además, conociendo la catadura de muchos ciudadanos periodistas, en cuanto pusiéramos en la calle a un par iban a ir todos suaves como la seda. Y en esto me juego mil duros.
En fin, es un asunto complicado y Florentino lo está haciendo bastante bien para lo que ha sido este tema desde que faltó Bernabéu.
Estoy de pie y aplaudiendo, no hay mejor manera de explicarlo, sublime.
Mi opinión personal creada a lo largo de los años que no tiene por que ser la correcta faltaría mas, es que el Madrid esta fuertemente marcado por 2 características intrínsecas al éxito de la Institución:
1. Es un Club presidencialista hasta el extremo, el carácter de sus presidentes marca el devenir del Club en cada época, es una especie de oligarquía aunque actualmente no tan extrema porque hoy en día la estructura esta muy diversificada con poder de decisión en ciertas áreas alejadas de presidencia.
2. Es un Club de jugadores, no de entrenadores.
Este segundo punto es el que ha utilizado la prensa en las últimas décadas debido al gran crecimiento de los medios de comunicación en la opinión publica para mediar en la institución. Es por este conducto de los jugadores donde logran alcanzar ese objetivo
Estas 2 características hacen difícil un cambio como el que muchos queréis llevar a cabo y por eso el ciclo Kármico es tan repetitivo. Como bien explica Pepe Kollins en este magnifico texto, cada ciclo siguiente es en firme respuesta del anterior.
Ahora bien, noto un cambio.
Se observa que el Club ya si quiere la independencia absoluta de esa Prensa, se observa que el Club cada vez en ciclos mas cortos quiere quitar el poder a los jugadores, y se observa la decida apuesta del Presidente actual (mucho mas abierto a opiniones de profesionales top dentro del Club en cuanto a la toma de decisiones importantes) por conseguirlo.
No hay que olvidar la estructura mas global que se esta creando precisamente por eso, una estructura que va desde lo económico, a lo social pasando por lo deportivo e incluso lo político (toma de decisiones mas conjuntas).
Por primera vez desde que tengo uso de razón, observo que el Real Madrid ha cambiado de camino y no es otro que el que muchos de vosotros siempre habéis querido y que acaba de raíz con las 2 características antes explicadas.
Lógicamente, este cambio tan radical lleva su tiempo, este cambio comienza con la llegada de Jose Mourinho al Real Madrid.
Es su legado
Gran intervención Season
The Legado, que gran giro copernicano al que hemos asistido en directo. Sólo por haber echado a Valdano Dolfos, Mou se merece una pensión y un par de asientos en el palco de por vida.
Presidencialista lo ha sido siempre pero Bernabéu llevaba a los jugadores tiesos como velas, según cuentan los más viejos de lugar. Si bien es cierto que contaba con la inestimable ayuda de un régimen laboral muy distinto al de ahora. Hay quien dice que hoy D. Santiago no hubiera podido dirigir con éxito al RM, pero ¿alguien duda que hubiera sabido adaptarse a la realidad actual? Hubiera sido igual de grande pero en otra época. Otros mil duros.
Coincido en que Florentino lo está haciendo muy bien en este aspecto y que parece apoyarse en los buenos profesionales que le rodean, pero para mi le falta un punto de locura y mala leche para alcanzar una gloria parecida a la de Bernabéu. Le falta nada pero sí ser un poco más agresivo con los enemigos del club, en mi opinión, por supuesto. Además no debería estar él personalmente en la palestra, con un gabinete de prensa aguerrido sería más que suficiente para lidiar con la merma.
Leo en 2018 la teoría que describe y se vuelve a cumplir. Creo que el cáncer lo tenemos dentro del club y eso es lo grave, muy grave. La afición madridista es la que tiene la verdadera potencia, el poder lo tiene el presidente y la plantilla. El poder controla la potencia pero el día que ésta tose la directiva y la plantilla tiemblan. Somos una afición de tercer nivel. Vamos de puros, de románticos, de justicieros (los aficionados madridistas) y en realidad somos el problema del club. ¿Pero ustedes creen que lo que ocurre sería posible con otro modelo de afición? Tolerar a Gaspart de vicepresidente, la tendencia arbitral, la puta prensa que además vive de los piperos, un Florentino que es un puto cobarde y cómplice de lo que nos ocurre a nivel federativo, una afición que no va a una con su club (admiro en eso a los culés)...Ya no veo competición doméstica desde hace casi dos años y la Europa poco a poco me ilusiona menos, para ver los atracos nacionales y el servilismo de Floper y Butragueño prefiero arrojar mi toalla y tener otra afición más limpia que ésta.
Kolyns, grandísimo artículo.
Un año después a este último comentario y a los anteriores, me leía los comentarios escritos y solo alguna que otra ocasional mención a Benitez me hacía recordar que era un artículo de hace 4 temporadas casi. Nada ha cambiado. Fuera de lo deportivo, quiero decir. Algunos de los que han comentado aquí han sido verdaderos Nostradamus, o Galernautas que todavía hoy comentan por activa y por pasiva. O sea, no se puede decir que esto a nadie tome por sorpresa. Voy a poner este link en una de las próximas páginas. Y que se reactive el análisis. No un debate como el de la amada y querida prensa. Un debate constructivo y de prevención. Mientras más informados estén todos de lo que verdaderamente sucede, mejor.
Saludos.
Soberbio artículo. Muy clarificador. Enhorabuena.