El madridismo, a día de hoy, es un caos. En parte por una temporada en blanco en los títulos grandes (aunque se ganaron dos, Supercopa Europea y Mundial de Clubes, los mismos que para algunos solo cuentan cuando los gana Guardiola), y en parte también por esa “querencia” que tenemos los madridistas al drama, las hipérboles y los juicios sumarios.
En este estado de ánimo, quiero poner en la palestra el caso de Javier Hernández Balcázar, Chicharito, como un punto común para el madridismo. Hay quienes cuestionan su calidad futbolística, y es válido hacerlo, ya que como el mismo Chicharito contó: si Messi y Cristiano Ronaldo no gozan de aprobación universal, ¿cómo Javier (o cualquier otro futbolista) la tendría?
Pero sí hay uniformidad en alabar su espíritu. Su esencia como persona. Alguien entregado, que va a todos los balones como si fuera el último. Alguien con espíritu de club, que lo sirve a satisfacción de su entrenador, con historial personal de intachable comportamiento dentro y fuera del campo, y que nunca va a declarar algo fuera de lugar o que deje mal parado al club.
Mejores jugadores que Chicharito en el Madrid los hay, los hubo y los habrá. Pero con su espíritu, se cuentan con los dedos de una mano en la plantilla actual.
Javier se explica conociendo su persona y su historia. En las siguientes líneas se intentará presentarles a Chicharito, y sobre todo, a su espíritu.
El Contexto
México es un país donde los ídolos no abundan. Llegan cada determinados años, como los cometas, los periodos presidenciales o los presidentes de FIFA. Este idolazgo a cuentagotas provoca situaciones interesantes y a veces contradictorias.
Primero, eleva a las figuras destacadas en su disciplina (Cantinflas, Octavio Paz, Fernando Valenzuela) en ídolos de masas, en referentes sociales y de comportamiento. Pero también, atiza como palo a las brasas el complejo del “cangrejo” intrínseco en los mexicanos. Si una cubeta tiene varios cangrejos, y uno trepa por ella, los demás cangrejos lo jalarán hacia abajo nuevamente.
Nuestro actor de reparto favorito
Con Javier Hernández, Chicharito, suceden las dos cosas al mismo tiempo. Mientras la masa social en México -y sobre todo en España- celebra cada resumen deportivo donde brille Javier, compra las playeras del Real Madrid con el 14 a la espalda y platica de él en las sobremesas, la parte letrada del asunto, los expertos y el gremio, han atacado en México (y en una parte de España) al Chícharo como quizá no se recuerde a alguien más no por un juego o una temporada mala, sino por un traspaso (un traspaso, vale la pena aclarar, no al Druzhba de la Tercera División Rusa, sino al Real Madrid). “Va a comer banca todo el año”. “Le va a quedar grande”. “Va a perder su lugar en la selección”. “Mejor que juegue en el Cruz Azul”. Esto y más se ha oído en tierras mexicanas. En la última fecha FIFA, celebrada en Marzo, a Javier la prensa mexicana lo bombardeó hasta la absoluta incomodidad con interrogantes de su suplencia y eterno amorío con la banca.
Para agregar drama a nuestra telenovela mexicana, Javier Hernández siempre ha tenido que remar contra corriente, siempre ha tenido que demostrar más que el resto, siempre ha tenido que pasar exámenes en cada actuación. En sus inicios, tuvo destacadas actuaciones con la filial del Club Chivas, el Tapatío (donde por cierto lo conocí yo). Pero quedó fuera de la selección sub-17, campeona del mundo en la categoría en 2005, la misma a la que pertenecieron Carlos Vela, Gio dos Santos o Héctor Moreno. Ese golpe, más el no recibir oportunidades en el primer equipo, hicieron que se replanteara su futuro y su vida, pero aguantó, tragó, e hizo su espíritu más fuerte.
En el mundial de Sudáfrica 2010, venía de ser campeón goleador en la primera división mexicana, jugando solamente el 60% de los partidos aquella temporada. Javier Aguirre (en ese entonces seleccionador del Tri) decide dejarlo fuera del once, en beneficio de Guillermo Franco (aquel que jugó en Villarreal). Chícharo jugó muy, muy poco, pero marcó a Francia y a Argentina. Franco, que jugó mucho más, creemos tropezó con una hormiga, sacó una vez de banda y tomó unas cuantas veces agua en el campo… Y no supimos más.
En el mundial del 2014, la cosa pintó aún peor para Javier. Poco le sirvió jugar y entrenar en el Manchester United, ya que, debido a que Moyes lo consideró poco, el ahora seleccionador azteca, Miguel Herrera, lo juzgó fuera de ritmo, y le dio la titularidad a Oribe Peralta. El resultado: Oribe Peralta anotó un gol jugando casi 250 minutos, y el Chícharo, que para Herrera aún no demostraba lo que probablemente Peralta sí demostró, jugó poco más de 45 minutos, anotando también un gol. Pero Chícharo (otra vez) aguantó, tragó, y su espíritu se hizo más fuerte.
En México Javier tiene que demostrar, en cada respiración que haga, que está mejor que el resto. A ese resto solo se le pide jugar y divertirse.
La elección
Como dice Jack el Descuartizador: vámonos por partes. Si eres ingeniero en sistemas, y te llama Google, Microsoft o Apple, dejas lo que estás haciendo y vas. Si eres doctor en aeronáutica y recibes una llamada de la NASA, ni terminas de desayunar cuando ya tomas el primer vuelo a Houston. Si eres jugador de fútbol, y recibes una llamada del Real Madrid…
La carrera del jugador de fútbol es efímera: acaba cuando en el resto de profesiones prácticamente se inicia. Y no sé lo que haga Javier cuando se retire, pero sea entrenador, comentarista, directivo o chef, este año en el Real Madrid le va a dar más lecciones de vida que sus pasados 26 (con su cumpleaños a día de hoy, ya 27) años de existencia. Este año nunca se puede considerar un error por parte de Javier.
Luego está el tema de los roles dentro de un equipo de fútbol. Javier reúne cualidades tanto de comportamiento como futbolísticas que hicieron que el cuerpo técnico merengue y su directiva se fijaran en él. Jugar sesenta partidos al año supone para cualquier equipo la necesidad de enfrentar lesiones, suspensiones, bajas de juego… Y también supone que se debe llevar un buen ambiente, un aire ligero en el vestuario. También que los suplentes rindan cuando la situación los llame a escena. Habrá que ver quiénes de los delanteros que sí están “a la altura” del Real Madrid -llámense Falcao, Kun o Reus- tragan banca cuarenta juegos sin chistar, y habrá que ver si cuando les toque salir demuestran la garra, entrega, amor a la profesión y coraje del Chícharo. (A ver, también, si hacen tantos goles en los minutos que se les requieran).
Javier reúne todas esas cualidades, sumadas a un aire de buen tipo, una educación ejemplar por parte de su familia y una sonrisa clavada en el rostro. Y sobre todo, un espíritu a prueba de bombas atómicas.
Quizá por eso en el Bernabéu se le cante y aplauda cuando juega, y quizá por los complejos crustáceos acá en México no se pueda ver un resumen del Madrid sin cuestionar si la decisión de Javier Hernández fue la adecuada, o sin mostrar los minutos jugados para poner el apellido al titular “Otro partido que no lo juega completo”.
El futuro
La temporada vino y se fue. El Real Madrid tuvo arranque de caballo pura sangre y llegada de potra manchega, y en términos generales, fue una temporada más agria que dulce. Javier estuvo un año en la mejor institución del mundo del fútbol, aprendió cosas que se llevará el resto de su vida. Pero ciertamente no se puede ser becario toda la vida, sea la empresa que sea. Y Javier ya probó lo que es jugar y (en la medida de sus minutos disputados, sus responsabilidades y expectativas) lo que es triunfar en el Real Madrid.
Y nos queda a todos que esto fue bueno para las dos partes. El madridismo agradece la porfía del Chicharito, guerrero, profesional y hombre de club. Y por otra parte, lo que decida Javier, se ha ganado el derecho a hacerlo. Y sea cual sea su decisión, espero que en España le agradezcan su entrega, profesionalismo y buen ánimo, y que en México le respetemos esa decisión de una puta vez.
Imagino que en España, y más en concreto en el madridismo, se deseará que, si Javier Hernández Balcázar se tiene que ir, al menos quede su espíritu en el vestidor del Bernabéu.
Artículo impecable, Charly. Ojalá Chicharito pueda leerlo, porque le hace justicia, tanto como persona como jugador. Y ojalá también lo llegue a leer el madridismo que sólo critica, el que le cuesta ver lo positivo de sus jugadores, tanto en España como allende los mares. En todo caso, excelente regalo-homenaje. 😉