El presidente de la UEFA piensa en repetir formato más allá de la pandemia
Ceferin, el presidente de la UEFA, que tiene nombre de malo soviético de película de la Guerra Fría, dijo el domingo, antes de la final de la Copa de Europa, que este formato de final a 8 improvisado, aunque “forzado” por la pandemia, les ha descubierto algo “nuevo” en lo que “pensarán en el futuro”. Esto lo ha dicho Ceferin, cuya barbita rala, como de tres días, es una de esas barbas que están en el límite entre lo desaseado y lo cool, barba como digo de malo de película, de mafioso de Guy Ritchie; lo ha dicho, digo, ni un mes después de afirmar lo contrario. ¡Ni un mes, ni diez días! Leo en palco23.com que el 14 de agosto Ceferin dejaba claro que una final de tipo rey de la pista en una sede única era algo “imposible”, que no veía “dónde podríamos colocar un torneo en una o dos semanas en mayo, creo que es imposible” y que “el calendario es demasiado denso”.
¿Qué habrá pasado en diez días para que se produzca este cambio? A lo mejor que uno de los finalistas ha sido el PSG, el “equipo global” por excelencia de este nuevo paradigma que ya gobierna el fútbol mundial. Lo mismo podría tratarse del City, del Leipzig o de prácticamente cualquier otro equipo inglés, pero me fijo en el PSG porque además de llegar por fin a una final de la Copa de Europa, cuenta con dos de los futbolistas “estratégicos” (de los, como mucho, cinco que hay ahora mismo) y representa no ya a una capital europea, sino a la ciudad más publicitaria del mundo. París, la Ciudad de la Luz, la ciudad del cine, de la cultura, caput mundi de lo lujoso, lo caro, del glamour, proa de la civilización occidental y todo eso. París, la ciudad que en los albores del juego tuvo al Racing de París, equipo disuelto en las tenebrosidades de la postguerra mundial, y que luego se convirtió en la capital mundial del tenis y hasta del rugby, pero no del fútbol.
Ahora hay gente en todos los rincones del mundo con camisetas del PSG y ahora París es algo más que una pasarela para el fútbol de Serie B
Ahora por fin París, gracias al maná incesante del petróleo arábigo, tiene un club de fútbol capaz de competir con los de capitales históricas de este juego, como Madrid, Barcelona, Lisboa, Roma o Londres. Ahora, por fin, hay gente en todos los rincones del mundo con camisetas del PSG y ahora, por fin, París es, o puede ser, algo más que una pasarela para el fútbol de la Serie B europea. Y que el PSG de los jeques de Qatar haya alcanzado por fin el umbral de la eternidad, seguramente, ha trastornado a la corte de sátrapas persas que dirigen siempre la UEFA y la FIFA: si cada terremoto es también una oportunidad, la catástrofe coronavírica ha podido servir, sin que nos demos cuenta (estas cosas siempre pasan sin que nos demos cuenta) para que nos acostumbremos al hecho consumado del advenimiento del fútbol sin raíces.
Es muy interesante acudir a las palabras de Ceferin porque se apuntan en ellas algunas de las claves de todo este cambio. Ceferin habla de que en estas eliminatorias a partido único, tipo Eurocopa o Mundial, hay más “excitación” porque “no hay mucha táctica: a un partido, si un equipo marca obliga al otro a marcar lo más pronto posible”. El sistema tradicional, vigente, en principio, hasta 2025, será sometido a revisión y en esa revisión, cuando llegue, se discutirá si un hipotético nuevo formato tendrá lugar como este año, en una sola ciudad, “porque así tendríamos una semana de fútbol” al estilo de la Copa de la ACB, por ejemplo, o de la Final-Four de la Euroliga.
Bernabéu y unos cuantos periodistas de L´Equipe tuvieron una idea genial: consagrar la evolución imparable del fútbol como industria de masas
Pero lo más interesante de todo es que el principal obstáculo, en este estado embrionario de la idea, no serían ni los aficionados de los clubes, que se quedarían sin los mejores partidos de las mejores rondas de la mejor competición, ni la propia idiosincrasia de los clubes y del fútbol europeo mismo, quebrada sin remedio por un desarraigo tan abrupto, sino el perjuicio económico a las televisiones, “que tendrían muchos menos partidos que antes”. Y si alguna certeza hay en este mundo es que tratándose de dinero (y la Copa de Europa es un potosí) siempre hay un arreglo posible.
Resulta curioso pensar en el origen de la Copa de Europa. Bernabéu y unos cuantos periodistas de L´Equipe tuvieron una idea genial: consagrar la evolución imparable del fútbol como industria de masas con la organización de un torneo internacional que superara todo lo que había antes, la Copa de Ferias, la Copa Latina, todos esos nombres del paleolítico del fútbol. Un torneo capaz de “vertebrar” Europa, la Europa del Tratado de Roma, del mercado común, la Europa que vislumbraba la prosperidad de la paz del 45 mecida por el dinero y la democracia americana. Uno se da cuenta de la talla intelectual de un tipo como Bernabéu, capaz de imaginar, en pleno país cerrado con el candado de una dictadura, un país pobre y triste, replegado sobre sí mismo, como el mejor de los prohombres de las mejores sociedades libres de Europa.
No sólo el Madrid: la esencia del Milan, del Bayern, del Liverpool, e incluso del Manchester United y también del Barcelona habita en esta competición maravillosa
Aquellos tipos se imaginaron una copa que uniera las ciudades y los países y, por encima de todo, que pudiera ser vista por mucha gente. Por cada vez más gente. A un precio, naturalmente, acorde a las posibilidades de la naciente (también en España) clase media. El fútbol como vector de igualdad, o igualación, social; el fútbol como elemento democratizador, de apertura, de intercambio, de cosmopolitismo: el fútbol como ventana al mundo de afuera, ventana por la que se coló el Madrid, que europeizó España y españolizó (exportando lo mejor de una sociedad herida, postrada y humilde) Europa con los goles de un argentino nacionalizado español, de un polaco nacionalizado francés, de un húngaro huido del comunismo y de un tío de Cantabria.
De esa Copa de Europa de masas, primero en los estadios, mucho después, naturalmente, globalizada por el fenómeno televisivo, nace la mirada del madridista sobre sí mismo: lo que el Madrid se cuenta que es, a pesar de que ya estaba, en estado embrionario, dentro de él, se proyecta salvajemente con esas noches europeas que constituyen la tela de la capa con la que el emperador se sienta en su trono. De esas noches europeas, antes y ahora, el pueblo madridista participó en la misma medida que los equipos que las vivieron: resulta imposible separar el rugido del Bernabéu, el bramido de los bares, el júbilo de Twitter y el recuerdo de todo ello que acompaña la vida de los aficionados, de los propios acontecimientos, que conforme pasan los días se trasladan a ese paraíso en expansión que es la imaginación de toda la opinión pública.
El Madrid “es” por la Copa de Europa, por la Copa de Europa tal y como fue concebida (en ese sentido, la reforma que le cambió el nombre a Champions League no es más que una puesta a punto, chapa, pintura y contemporaneidad). Pero no sólo el Madrid: la esencia del Milan, del Bayern, del Liverpool, e incluso del Manchester United, por supuesto también del Barcelona, de toda la vieja aristocracia, habita en esta competición maravillosa que ha logrado mantenerse intacta, mejorando a través de los años, incorporando lo mejor del tiempo presente sin perder esa virginidad de la emoción que la hace tan grande y tan universal, enganchando a espectadores de otros continentes con la misma pasión que a los propios europeos, sin deslocalizarse, sin que la UEFA haya necesitado para ello “externalizar” una final llevándosela a Nueva York.
El modelo Ceferin, lo que Ceferin dice que se van a pensar para 2025, no es más que una involución; negar el espíritu de los padres fundadores
El modelo Ceferin, lo que Ceferin dice que se van a pensar para 2025, no es más que la negación de todo esto, la involución; robarle el fútbol a esa “masa”, negar el espíritu de los padres fundadores, que está en la esencia del crecimiento de la economía capitalista del siglo XX, que es el de hacer llegar más cosas a más gente, a un precio más razonable, de un modo más eficaz. El cine y el fútbol son los ejemplos mejores, los más ilustrativos, las dos señas de identidad de un mundo que, con una Copa de Europa, por ejemplo, formalizada para siempre a 8 como la de este año 2020, moriría otro poco, quién sabe si definitivamente.
El fútbol completaría el proceso de museificazión de Europa: un fútbol transformado en producto no para esa clase media ávida de nuevas formas de ocio sino como accesorio de superlujo para una élite transnacional, una élite sin ningún vínculo afectivo real con unos clubes que lentamente derivarán en franquicias tipo NBA, franquicias móviles, franquicias abiertas al patrocinio (“esponsorización”) de multinacionales (Red Bull ya está ahí, por ejemplo, al nivel de los jeques). Los clubes, sacados del centro de las ciudades ya, serían de facto evacuados de la conciencia, del imaginario y de la identidad de sus ciudades, países y hasta masas sociales universales, pues sólo una pequeña minoría de esas “hinchadas” (¡qué palabra más vieja, de otro tiempo!) podría pagarse una entrada para irse a Londres, Berlín o Estambul (y ya nada aseguraría, por supuesto, que una final a 8 no fuera a jugarse en Abu Dhabi, junto al Louvre que han abierto allí).
Un fútbol por completo ideado no para turistas (el turismo, al cabo, no es más que otra idea obsoleta, pues como la clase media está desapareciendo súbitamente, cada vez viajará menos, gastará menos e irá menos al fútbol) sino para figurantes: divos del cine, influencers, instagramers y gente así que va a una semifinal de la Champions porque es the-place-to-be. Entristece pensar que algo de todo esto, o en realidad, todo, empezó ya con la internacionalización de la marca que arrancó en Inglaterra, con el Manchester, y que copió Florentino, expandiendo el fenómeno con la potencia ilimitada del nombre Real Madrid. Parece el sino de los tiempos. Recuerdo que cuando era niño una camiseta oficial costaba 60 euros. Ahora hay que soltar 150 pero la gente sigue ganando lo mismo.
Una fase final Copa de Europa a 8, como la Superliga europea, destruiría para siempre el significado del fútbol tal y como hombres audaces y apegados a la realidad de los “directos consumidores” lo construyeron desde los años 20. La propia historia del Madrid está llena de hombres así, que jamás imaginaron acabar formando parte de una élite sin identidad que saqueara a capricho y en exclusividad el palacio que con vocación de universalidad y de eternidad, edificaron para que en ellos entrara a vivir cada vez más gente.
Fotografías Getty Images.
Gran artículo. Alguna discrepancia menor.
Lo de la "final a 8" es una barbaridad sin sentido.
Quizá una "final a 4" sí tendría sentido, al modo del baloncesto, siempre que de algún modo se asegurase la presencia de las aficiones de los equipos, hoy fatalmente comprometida ante la barbaridad de entradas reservadas a los patrocinadores. Sería la semana del fútbol que muchos aficionados soñarían, en un lugar de ensueño, para disfrutar con sus familias o amigos. Quizá podría darse la condición de "patrocinadores" a un número amplio de aficionados abonados a las primeras fases del campeonato, para premiar la fidelidad a los colores.
Para no perder partidos, en vez de abrirse un sistema de eliminatorias desde octavos, se formarían 4 grupos de 4 equipos y el campeón de cada grupo jugaría la "final a 4", que se jugaría mediante semifinales y final a partido único. Todos los "finalistas" estarían clasificados de oficio para jugar la CHL en la temporada siguiente, así como los campeones de Copa por delante del segundo, tercero o cuarto clasificado de la liga del país en cuestión.
Creo que un sistema de este tipo perdería la emoción de la eliminatoria a doble partido pero a cambio permitiría ver muchos más enfrentamientos directos entre rivales punteros.
Bah! La ocurrencia de Ceferin (UEFA) no irá a ninguna parte. Ya hay un sistema parecido en el nuevo mundial de clubes q hay en marcha (FIFA) y habrá que ver antes como funciona (que todavía no se ha estrenado).
Tendrá a los clubes más importantes en contra, los mismos que se agrupan y echan pulsos a la UEFA hasta que ésta les recompensa con más dinero para que no tengan sueños de aventuras en solitario.
La explotación en tu casa de un partido de champions en cuartos o semis es muy sustanciosa para el club. No van a renunciar a esos jugosos ingresos.
Y todo esto sin mencionar a la afición y el sentimentalismo que va unido al equipo para ver esos emocionantes partidos. Por eso digo que es una ocurrencia, sin más. No irá a ningún lado, aparte de servir como relleno para los programas deportivos.
No me imagino una Champions League sin sus sacrosantas eliminatorias, a doble partido,por lo menos de cuatros de final y semifinales.
En las fases de grupos o la eliminatoria de octavos que inventen los que quieran.
Si hay algo que funciona bien en el mundo del fútbol es la Champions , la mejor competición de Clubs ( aunque algunos digan que es fácil de ganar) muchos codos por encima del resto. Si la Uefa insiste en su idea, quizá sería el momento que los grandes del Europa se plantearan una verdadera liga europea, semi cerrada, y cortaran con unos burócratas que aportan muy poco y viven muy bien a costa de los clubs.
Bello y romántico artículo. Un placer la lectura. A partir de ahí, añado que todo cambia con el transcurrir de los años. Sabemos cuales son las tendencias y los augurios actuales; desaparición de la clase media, disminución significativa (brutal) de la población mundial... Se aproximan cambios contingentes a lo mencionado. Y ya sabemos que el capital no tiene patria. Así que, quien tenga suficiente poder para ello, luche con sus armas para evitar la "involución". No me cabe la menor duda que, más pronto que tarde, el PSG se alzará con su Champions. Lo mismo se proclama campeón en el Parque de los Príncipes. No me gusta Ceferin; pero, peor que miquel platini no será...
Platini dejó el listón muy alto, difícil superarlo. Más o menos como Barto en la Farsa 🙂
Si se deciden por esa opción, demosla por muerta y bien muerta a nuestra amada Copa de Europa (a mi me sigue gustando más llamarla así). Creo que no va a pasar, cuanto más partidos, más dinero. No le veo las ventajas, pero qué sabré yo. Como aficionada, que me quiten la emoción de las eliminatorias a doble partido es pa'matarlos. No se, no lo veo, habrá sido un globo sonda..
desde mi humilde punto de vista,eso es una patada en el trasero a todos los fanaticos del futbol de cada pais participante que espera o sueña ,que su equipo participe,gane y podamos estar ahi para vivirlo y disfrutarlo, en cuanto a zeferin..la mejor descripcion,un integrante de la mafia rusa,al puro estilo de las peliculas de mission imposible.. saludos..hala madrid..!!!!!
Los grandes equipos construyendo superestadios, Nuevos Bernabéus, Allianz Arenas, Delle Alpis, etc. y gastando una morterada para generar ingresos adicionales. De pronto llega este Doctor Jojo-Ceferin y les dice que rien de rien, que los superestadios los usen para conciertos de verano porque desde cuartos de final la UCL se jugará a partido único en Vancouver (por ejemplo). Las TV se quedan sin la mitad de partidos y los socios y aficionados de los equipos usarán las localidades para verlo en pantalla gigante.
La verdad. No lo veo.
En cuanto ganemos tres finales seguidas en el nuevo formato decidirán que no es el modo adecuado, que mejor volver a las eliminatorias de siempre.
No creo que las televisiones admitan la reducción en un 50% de los mejores partidos de la temporada y además que estos partidos se jueguen todos en un breve espacio de tiempo. Porque la solución del consumidor será darse de baja 11 meses al año del paquete fútbol o como se llame, y como mucho lo activa en agosto. Negocio redondo.
Excelente comentario como es costumbre en usted D. Antonio, mira que es fácil fijarse en los formatos que más éxito tienen en ligas profesionales, un ejemplo en la N.B.A., en los cuartos, semi final y final de conferencia se juega al mejor de 7, así como en la final entre el campeón del Oeste y del Este, para saber el campeón absoluto y ahora el memo mandamal de la U.E.F.A. nos quiere poner los cuartos, la semi final y la final al mejor de 1,. Por favor una liga europea ya de un pvñetera vez.
Saludos blancos, castellanos y comuneros
Extraordinario artículo y atinadísimas y luminosas reflexiones, Fantan. Suscribo de la cruz a la raya.