Las mejores firmas madridistas del planeta

Seguro que muchos de nuestros lectores habrán escuchado la simpática frase que afirma, sin pudor, que “es más fácil ganar la Liga doméstica que la Liga de Campeones”, ya que ésta “solo alberga cinco partidos difíciles”.

La estupidez del argumento se evidencia solamente advirtiendo el número de trofeos de Liga de Campeones que exhiben en sus vitrinas los Clubes amados por los voceros, normalmente infaustos culés que solo persiguen opacar la época Negreira, o ingenuos atléticos que sueñan con ganarla, al menos, una vez en su vida. (¡Ay, Lisboa!).

Claro que ni siquiera ellos mismos se lo creen, pero debe ser realmente duro ver cómo el Club al que odias de manera irracional se proclama campeón de Europa nada menos que seis veces en diez años.

Es sin duda más astuto atacar al Campeonato que al Campeón, despreciando su innegable dificultad, pese a que quien lo expresa no haya olido en muchos años (o nunca) el aroma de La Orejona.

En estas últimas horas hemos asistido a un nuevo y más moderno ultraje; la Copa Intercontinental es una pachanga fuera de estación, que se juega contra unos amables mexicanos que no pasarían de nuestra extinta Segunda División B.

No es preciso profundizar en lo que todo el mundo sabe¨, es decir, que para jugar ese partido primero hay que ganar la Liga de Campeones (salvo nuestro sociable vecino, que jugó -¡y ganó!- por incomparecencia alemana).

Pero hete aquí que también el Real Madrid es el Club más laureado de este Trofeo. Nadie superaba al Real en Ligas, ni en Copas de Europa, y desde el miércoles tampoco le iguala ningún otro club del mundo en Trofeos Intercontinentales. Indigerible.

Crisis profunda en el Real Madrid

Y como el diagnóstico es extra de bilis, la solución ocurrente es minusvalorar el Campeonato, aunque ellos matasen por poder siquiera disputarlo.

Parece un contrasentido, y ciertamente lo es; pero compadezcámonos de los antis, que continuamente ven coronarse al Real en los torneos más importantes.

 

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Buenos días, amigos. El Real Madrid acaba de proclamarse campeón de la Copa Intercontinental y la prensa patria, salvo honrosas excepciones, ya anda afanándose en la tarea de pasar página. Lógico. No les interesa resaltar los logros del club al que abiertamente se enfrentan, ni que se prolonguen más de lo estrictamente necesario las loas al campeón.

Además, la Intercontinental vino inmediatamente precedida por la concesión a Vinícius del Premio The Best de la FIFA, lo cual escuece todavía más a unos medios que han negado el pan y la sal al brasileño, tratando de convertirle en culpable de los ataques que ha sufrido y poniéndole “en el foco” justo cuando sufría los ataques racistas más intolerables. Valga traer a colación aquella vergonzosa portada de Marca que les va a perseguir hasta el fin de los tiempos.

Marca, precisamente, querría hoy continuar alabando a Vini y poniendo en valor tanto el galardón recién recibido como la Intercontinental, pero un asunto de rabiosa actualidad se ha interpuesto en el camino.

En efecto, amigos. Marca no puede seguir ocupándose de Vini porque tiene cosas más urgentes a las que prestar atención, a saber, el árbol de Navidad de Cucurella, que aparece sentado junto a él con una reproducción de la Eurocopa recién ganada por España. Cuando decimos recién ganada queremos decir el verano anterior. La rabiosa actualidad del árbol de Navidad de Cucurella.

Dice Cucurella que le hace feliz sacar una sonrisa a la gente. Mira qué bien. Agradecemos mucho al melenudo y excelente lateral izquierdo del Chelsea sus risueñas aspiraciones, aunque nosotros para reírnos preferimos al Lobo Carrasco. Muchas gracias de todos modos. De verdad.

En todo caso, hay cosas peores que el rápido pasar de página de Marca sobre el nuevo título blanco y el logro individual de Vini. Nos referimos a aquellos periodistas que acompañan sus felicitaciones con la boca pequeña de leccioncitas morales que no nos pueden resbalar más y, lo que es mucho más importante, que no le pueden resbalar más al propio Vini.

Sí, nos referimos a esos periodistas que vienen ahora con un cuento parecido a este: “Está bien, Vini, reconoceremos por fin que eres bueno, o hasta muy bueno, pero tienes que cambiar. Sí, te lo decimos nosotros, los mismos que durante lustros miramos hacia otro lado ante las cafradas sobre el césped de tipos como Luis Suárez”.

Un buen ejemplo de esta actitud, risible por cuanto a nadie le importa lo que diga esta gente, y menos que a nadie al interesado, fue la de Pacojó en la SER.

Muy bien, Páter. No se preocupe porque Vini hará examen de sus pecados, acto de contrición y propósito de enmienda mientras baila sobre la lápida del periodismo tradicional, ese que, como los fiambres de El Sexto Sentido, no sabe que está muerto.

Y poco más que contaros por hoy, queridos amigos. As tiene la decencia de dedicar su primera plana al protagonista del momento, y la prensa cataculé está a sus cosas.

Pasad un buen día.

 

 

El Real Madrid llegaba a Catar, exactamente a la ciudad de Lusail, con el deber de volver a hacer historia, con la obligación de conquistar la correspondiente edición de la Copa que inició su andadura allá por 1960, cuando los Di Stéfano, Puskas, Gento, Santamaría, Herrera y compañía alzaban al cielo velazqueño de Madrid la primera Copa Intercontinental de la historia.

Después de reconquistarla en 1998 con el famoso gol del aguanís, genialidad del no menos
genial Raúl González, y volverla a ganar con la irrupción cuan manada de búfalos en el área (Valdano dixit) de Ronaldo Nazario en 2002, tras un cambio de denominación y de formato, ha vuelto este año y, como el Real Madrid
siempre vuelve a sus citas, tras conquistar la Copa de Europa de Londres en 2024, tocaba enfrentarse al Pachuca mexicano, equipo que, aunque no esté en estos momentos en sus mejores tiempos, fue un dignísimo rival de los blancos,
ya que se cargaron previamente al Botafogo brasileño, campeón de la Copa Libertadores, y al Al-Hilal, sempiterno campeón egipcio y de África, el Real Madrid africano, que le llaman por aquellos lares.

El Pachuca en siete puntos

Pues sí, se ganó, se ganó de una manera plácida con goles de Mbappé -final que toca con el Real Madrid, final en la que moja-, Rodrygo, que empieza a afinar la pierna derecha para zambombear las porterías rivales, y Vinicius, que, jalonando su reciente premio The Best, no quiso perderse la fiesta del gol, aunque fuera desde el punto situado a los once metros de la portería.

Las notas del Real Madrid, 3 - Pachuca, 0

El partido sirvió para varias cosas. La primera, para incrementar el palmarés del Real Madrid, siendo, con cuatro, el club con más Copas Intercontinentales del Orbe y, si sumamos los mundiales de clubes ganados, podemos decir que, con nueve entorchados, es el mayor campeón del Mundo de este mundo futbolístico, vamos, que es el mayor campeón del mundo mundial que existe en el mundo. Por otro lado, el partido sirvió para que Luka Modric se convirtiera en el capitán
más veterano en levantar un trofeo con el Real Madrid, a sus 39 años y 100 días, consiguiendo, a su vez, el trofeo nº 28 de su carrera de blanco, lo que le atribuye el no menor título de jugador más laureado de la historia del Real Madrid.

El fin de los días

Siguiendo con el baile, el presidente, Florentino Pérez, llegó a su título nº 65 entre los primeros equipos de fútbol y baloncesto, siendo ya el presidente que ha colocado en las vitrinas blancas más títulos en toda la la existencia del club.

Florentino

Pero, estando más feliz que en brazos por la consecución del título, después de alzar los brazos al techo de mi casa y darle un abrazo apretao a mi hijo al terminar el partido, no sin antes volver a emocionarme (sí, de lágrima por la cara, que uno es así de sentío), cuando nuestro croata favorito levantó la copa al cielo catarí (que te ví) y sentir el enorme agradecimiento hacia mi padre por haberme hecho madridista, después de todo esto, me quiero parar en el gran
denostado por el vinagrismo sociológico universal que nos infecta cada día en redes sociales, que nos amarga la existencia sólo con su presencia y con su pesadez pesimista, que desea lo peor por tener razón y decirlo. En una palabra, me quiero parar en don Carlo Michel Angelo Ancelotti, italiano de Reggiolo, de 65 años de edad, que dirige la nave blanca con una fiabilidad digna de los mejores coches alemanes de toda la vida.

A un paso de escribir la historia

Carlo Ancelotti ha entrenado al Real Madrid, contando la actual, en seis temporadas, y en todas ellas, EN TODAS Y CADA UNA DE ELLAS, al menos, ha llevado al equipo a conquistar dos títulos. A saber:

2013:14: Copa de España y Copa de Europa
2014/15: Supercopa de Europa y Mundial de Clubes
2021/22: Liga, Supercopa de España y Copa de Europa
2022/23: Copa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes
2023/24: Liga, Supercopa de España y Copa de Europa
2024/25: Supercopa de Europa, Copa Intercontinental y….. lo que venga.

Esto significa que Carlo Ancelotti ha hecho lo que ninguno de los 49 técnicos que se han sentado en el banquillo blanco en la historia del club. Nadie, repito, nadie, ha conseguido esta hazaña jamás dirigiendo al Real Madrid. Por otro lado, el transalpino, con el título de ayer, consigue su 15º entorchado como entrenador blanco, lo que le hace superar nada más y nada menos que a un tal Don Miguel Muñoz Mozún que, para los neófitos, era el entrenador más laureado del Real Madrid de siempre. Cómo será la cosa de tremenda, que Miguel Muñoz necesitó dirigir 605 partidos oficiales a los Di Stéfano, Puskas, Gento, Amancio, Pirri, Santillana y compa ñía para alcanzar 14 títulos, pues bien, nuestro masticador de chicles favorito lo ha conseguido en tan solo 316encuentros, poco más de la mitad. Esto significa que, Carlo Ancelotti, cada 21 partidos que dirige, trofeo que levanta. Una verdadera barbaridad.

¿Ha perdido Ancelotti al equipo?

Todo esto es presente blanco, no, no es pasado, como los vinagres quieren decirnos, no, no esta caduco el italiano, como los vinagres nos presentan, esto, amigos míos, es PRESENTE MADRIDISTA, más presente que nunca, más
presente que lo que estoy escribiendo en este momento. Sí lo repito, PRE-SEN-TE. Y digo esto para reclamar, con todas mis fuerzas, RESPETO por el entrenador del Real Madrid. Si, respeto, eso que la gente exige a la primera de cambio y
que luego tira a la basura cuando se pone a escribir en X su bilis insultando, denostando, mofando, menospreciando y deseando toda suerte de males a este regalo del fútbol que tenemos en el banquillo.

Miren, yo quiero más Ancelottis y menos vinagres, más títulos y menos amargura, más momentos de felicidad como los quince que he disfrutado con este señor en el banquillo y menos momentos de angustia y pesar. Yo quiero, amigos míos, seguir disfrutando del Real Madrid como lo hago a diario, gane, pierda o empate. Quiero seguir yendo con la cabeza altísima por la calle sabiendo que mi equipo es el mejor y que lo demuestra andando, esto es, teniendo que hacer obras de expansión de la sala de trofeos cada dos por tres y no con filosofía barata, gustos absurdos y deseos de jubilación del hombre que hace que ellos, los vinagres, también se sientan orgullosos de ser madridistas.

A por el récord

Por todo ello, larga vida a Carlo Ancelotti en el banquillo del Real Madrid. El italiano, con todos mis respetos, creo que se ha ganado el derecho a seguir en él hasta que quiera. Se ha ganado el respeto de todos los que somos madridistas. Se ha ganado el crédito de empezar una temporada con más o menos acierto. Se ha ganado el derecho, sí, el derecho, de dirigir a este club, el de mis amores, el de los amores de muchos de los que me leen, hasta que el cuerpo o las ganas le aguanten. Se lo ha ganado. Meritocracia de la de verdad. Enhorabuena, míster. Les dejo, y como siempre dice mi amigo Javi, que sigue con sus averías, ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida. ¡Hala Madrid!

Ser del Madrid y sufrir es como comprarse un Ferrari y respetar los límites de velocidad. O sea, una cosa o la otra. Ya saben: o multa o bronca, señor agente. Pues no. El madridismo avinagrado, que tiene una vis expansiva que ríase usted de la del derecho de propiedad, es la constatación de que la contradictio in terminis es consustancial al ser humano, incluso en esa versión más elevada de la especie que es la madridista. Pero no deja de ser sorprendente. Darse un paseo por tuiter en día de partido es un viaje a los bajos fondos de la condición madridista. Insultos, improperios, profecías apocalípticas… un surtido florilegio de los más variados escarnios, vituperios y juramentos en hebreo, en sánscrito e incluso en español, que algún tuitero hasta lo escribe con aseo.

Que los partidos del Real Madrid hay que verlos sabiendo que vamos a ganar se me antoja una verdad indiscutible. Insisto: no confiando en que vamos a ganar, sino con la certeza de que va a ser así. No hay otra forma razonable de hacerlo. Es verdad que en alguna ocasión -las menos- tal certidumbre no se materializa en victoria (fútbol es fútbol, que decía Boskov), pero la inmensa mayoría de las veces se muestra acertada. Especialmente cuando el equipo se pone detrás en el marcador; o sea, cuando el vinagre rebosa tuiter y acaba apestándolo todo. Nunca el Real Madrid es más Real Madrid, nunca su victoria es más inevitable, que cuando todas las probabilidades están en contra. Estarán conmigo en que es más inteligente sentarse tranquilamente a disfrutar del espectáculo de ver al Real Madrid restablecer una y otra vez el orden universal, que arañarse la pelota como un Guardiola cualquiera vaticinando el fin de los tiempos a la primera ocasión que falle Mbappé. Puede que haya ocasiones en que las esferas celestes tarden un par de jornadas en reajustarse, pero siempre, siempre acaban haciéndolo. La historia del Real Madrid es la prueba irrefutable de esta ley universal.

Pues que si quieres arroz, Catalina. El vinagrismo no se aquieta nunca. El vinagrismo no aprende nunca. El vinagrismo celebra la victoria como propia y la derrota como una ocasión de dar rienda suelta a su inagotable bilis. En la victoria son cargantes, fastidiosos e inoportunos con su pesimismo maleducado, lenguaraz y catastrofista antes de, y con su euforia amnésica con posterioridad a. En la derrota son directamente insoportables, tóxicos y apestosos en las dos definiciones que al término le atribuye la RAE. Si las Sagradas Escrituras afirman eso de que son dichosos los que creen cuando nadie más lo hace, porque de ellos será el Reino de los Cielos Madridista, bien podría haber añadido don Alfredo nuestro señor que más dichosos son los que aguantan a los madridistas vinagre, porque quien sea capaz de honrar su madridismo pese a compartir afición con semejantes especímenes tiene asiento reservado a la derecha de don Santiago Bernabéu.

Madridismo vinagre. Toma, Moreno, que diría el muñeco Rockefeller. Hay que joderse con el oxímoron. ¿Realmente son compatibles madridismo y vinagrismo? ¿Es posible esa yuxtaposición de conceptos antitéticos, o realmente ambos chocan con tal violencia que la cosa se descoyunta y el madridismo queda esparcido por el suelo, hecho añicos? Es una reflexión que, me atrevo a sugerir, el vinagrismo podría hacer si no estuviera demasiado ocupado en anunciar constantemente el fin del mundo entre denuestos e invectivas. Siempre y cuando, claro está, se demuestre equivocada la escuela de pensamiento que niega al madridismo vinagre una mínima capacidad de raciocinio, escuela que de momento concita la adhesión de la doctrina mayoritaria y más autorizada.

Acaso, para facilitarles las cosas, podríamos apuntar a nuestros queridos vinagres que reparen en que ninguno -repito: ninguno- de nuestros rivales dan la victoria frente al Real Madrid por segura, incluso aunque cuenten con una sustanciosa ventaja en el marcador, hasta que suena el pitido final (y aun entonces se pellizcan para comprobar que no ha sido un sueño). Es decir, creen -a su pesar- en el Real Madrid más que los propios vinagres. Como es poco probable que estos últimos sean capaces de emular a Groucho y decir aquello de que “nunca sería aficionado de un club que me admitiera como socio”, tendremos que ser los madridistas sanos los que afirmemos que hemos superado la contradicción marxista (rama Groucho, que decía mi amigo Nacho Faerna): nosotros sí somos aficionados de un club que admite a los vinagres como socios. No es pequeño mérito.

 

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El día en que France Football anunció que Rodri era el ganador del Balón de Oro, Vinicius Junior puso un tweet. “Lo haré diez veces si hace falta. No están preparados.” Desde ese momento el 7 del Real Madrid ha disputado seis partidos en los que ha marcado seis goles y ha repartido tres asistencias. Además se consagró como el mejor jugador del año para la FIFA gracias al premio ‘The Best’. En el dictamen de dicho premio el voto que más pesa es el de los propios futbolistas, convirtiéndolo en un galardón más fiable y profesional que su competidor. “Soy el mejor jugador del mundo y luché muy duro por esto. Intentaron disminuirme y menospreciarme, y ahora estoy en la cima.”

Otro hat-trick de Vinícius Junior

Habló fuera del campo, y un día más tarde decidió hablar dentro. Tan solo 24 horas después de ser galardonado con el The Best, Vinicius Jr fue nombrado el MVP de una nueva final con el Real Madrid. En 12 finales disputadas con el club blanco, Vinicius Jr ha ganado 11, marcando 7 goles y dando 7 asistencias, demostrando por qué es el jugador más desequilibrante del mundo. Ayer fue otra vez el MVP de la final y el Balón de Oro del torneo. Desatascó un partido nefasto del equipo con una individualidad que no se veía desde Ronaldo Nazario, con el clásico quiebro al portero.

Lo que molesta de Vinicius en el antimadridismo no es que provoque ni que se encare con los rivales, sino que desde que llegó al Real Madrid ha ganado 14 títulos, mientras que el Barça lleva 4 y el Atleti tan solo 1 título.

Vini y el Balón ese

Entiendo que hay actitudes y comportamientos de Vinícius que puedan a veces ser poco humildes o prepotentes. Pero no hay que olvidar el acoso que sufrió cuando era un crío de 17-18 años por simplemente vestir la camiseta del Madrid. Ahora que se consagró como el mejor a base de trabajo en silencio, es normal que quiera reinvindicarse. Nunca un futbolista había pasado de ser un meme, y de recibir canciones en su contra, a convertirse en el mejor jugador del mundo (y con mucha diferencia).

Lo que molesta de Vinicius en el antimadridismo no es que provoque ni que se encare con los rivales, sino que desde que llegó al Real Madrid ha ganado 14 títulos, mientras que el Barça lleva 4 y el Atleti tan solo 1 título.

El 2024 de Vinícius ha terminado. Por acumulación de amarillas no disputará em encuentro ante el Sevilla. Durante este año, el ‘7’ del Real Madrid disputó 58 partidos, marcó 34 goles, repartio 15 asistencias y ganó 5 títulos, apareciendo con 5 tantos y 2 asistencias en las 4 finales. Fue sin lugar a dudas el mejor del mundo y estoy seguro de que en 2025, a poco que termine de entenderse con Mbappé, veremos una versión aún mejor.

 

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La conquista por parte del Real Madrid de un nuevo cetro internacional ha llevado a los amigos de fcQuiz a proponeros una serie de cuestiones para comprobar vuestros conocimientos blancos sobre la Copa Intercontinental.

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Buenos días, campeones. Porque eso es lo que sois, ¿no?

El Madrid no faltó ayer a su cita con la historia. Casi nunca falta ni llega tarde a la misma. Jamás le pone a la historia un WhatsApp diciendo “Me retraso diez minutos” cuando la historia hace rato que ha llegado y ya tiene el trofeo en la mano, presta a entregar el relevo.

El Madrid conquistó ayer su novena Intercontinental (en el entendido de que algunos años se ha llamado Mundial de Clubes, título diferente al que se va a disputar este verano), lo que supone su quinto título en el año natural que se cierra en pocos días. También supone el segundo título de la temporada en curso. Como juguetonamente sentenciaba ayer nuestro editor Jesús Bengoechea: “Crisis total. De los 7 títulos a las que optaba el Madrid al comienzo de la campaña, ya solo puede optar a ganar 5”.

Marca se decanta por la portada doble. La historia apaisada. Nos parece que la ocasión lo merece. Ya hay quien está intentando desacreditar este gran triunfo tildando de título menor este trofeo, y haciendo de menos a Pachuca de manera torticera. Lo cierto es que esas lenguas maledicientes darían eso mismo, la lengua, a cambio de que su equipo ganara este título, o al menos que lo jugara, porque eso significaría que antes habrían ganado la Champions. El club cliente de Negreira ni se acerca remotamente a una Champions desde hace una década. El Atleti, curiosamente, ganó una Intercontinental pero sin haber levantado antes la Orejona, y fue… en 1974. Nuestro editor, Jesús Bengoechea, que tiene más años que el sol, andaba por la Navidad de aquel año a lomos de un caballo con ruedecitas que respondía al nombre de Furia.

Este título es también el número 15 de Ancelotti, registro que le permite superar al mítico Miguel Muñoz en número de entorchados y convertirse así en el técnico más laureado de la historia del club. Los haters de Carletto permanecerán en silencio durante un rato, justamente hasta que se anuncie la alineación frente al domingo y no les guste.

As opta por personalizar el asunto en los cuatro atacantes que formaron ayer en el Madrid, todos los cuales hicieron un gran partido. Reconocemos que el rescate de la palabra “galácticos” nos produce algo de alipori, pero en fin. Puestos a reflotarla, podríamos rebautizar a la Copa recién ganada como la Copa Intergaláctica. Lo que sucede es que esta se jugará en el futuro contra el mejor de los campeones de Marte, Venus y Saturno. Menudo es Florentino.

Lo cierto, como indicábamos, es que los cuatro jugaron muy bien ayer, con Mbappé como punta de lanza y los otros tres en una línea por detrás. El 4-2-3-1 comienza a afianzarse, y lo aplaudimos. El francés marcó el primer gol como resultado de una larga posesión, de esas que harían palidecer de envidia al mismísimo Pep si no tuviera ahora cuestiones más acuciantes de las que ocuparse. Rodrygo marcó un gol antológico y se mostró muy atinado en todas sus intervenciones. Vini fabricó hermosamente el tanto de Mbappé, marcó de penalti y pudo anotar varios más en acciones de mérito. Y Jude… Oh, Jude. O mejor hey. Hey, Jude, con la coma del vocativo que hasta McCartney extravió.

Si buscáis la Intercontinental madridista en las portadas de la prensa cataculé de hoy la encontraréis, pero eso: tenéis que buscarla. El fútbol femenino ha salido hoy en auxilio de Mundo Deportivo, que gracias a la victoria europeo del Barça de mujeres ha podido relegar el triunfo blanco a una esquina de su primera plana, arriba a la derecha. “El débil Pachuca, sin respuesta ante los goles de Mbappé, Rodrygo y Vinícius”. Se les ha olvidado poner “débil” en mayúsculas y con letras de neón. Lo dicho: más quisieran ellos.

En cuanto a Sport, pues parecido, con la diferencia de que en este caso el recuadrito va en el ángulo inferior izquierdo. A Sport le preocupa más la renovación de Lamine. La verdad, viendo la catastrófica situación financiera que vive el club cliente de Negreira, en este caso lo entendemos.

Pasad un gran día, campeones.

Crisis profunda en el Real Madrid. De los 7 títulos a los que optaba al comienzo de la temporada, ya solo puede ganar 5.

El Madrid acaba de conquistar su novena Copa Intercontinental. La coña con la que encabezo este comentario gozoso trata de ser un amistoso retrato de la insatisfacción crónica de la crítica al Madrid, venga del enemigo o sea fuego afín. La Intercontinental vale sobre todo como sonoro epílogo a la Champions (solo juega la una quien gana la otra), y esta en concreto sirve también para consagrar a Carlo Ancelotti como el mejor entrenador de la historia de la entidad, con 15 entorchados, uno más que el mítico Miguel Muñoz pero en mucho menos tiempo. Uno puede tener sus gustos en cuanto a entrenadores, faltaría más, pero nobleza obliga y madridismo también. El Madrid es ganar y por tanto quien más gana es, por definición, el mejor.

El partido tuvo tan poca historia como mucha tiene el club. El Madrid bajándose del avión en Doha tiene más historia que todo el Barça sin Negreira. Imaginad cuánto recorrido tienen entonces los vikingos jugando esta suerte de partido de pretemporada en diciembre, y no digamos ganándolo. A veces el Madrid se autohomenajea a punta de laxitud. Si ha convertido la gloria en rutina, no se ve por qué no intentar convertir la rutina en gloria. De repente, decidieron que la primera combinación colectiva de cierto fuste del partido sería también la mejor del año, y que entre todos se meterían con el balón en la portería, aunque el último toque fuera de Mbappé. El Madrid celebraba así, con una apoteosis de coralidad, el título colectivo que aún no había ganado.

A veces el Madrid se autohomenajea a punta de laxitud. Si ha convertido la gloria en rutina, no se ve por qué no intentar convertir la rutina en gloria

De lo colectivo a lo individual, que debe ser algo parecido al método de Descartes, Rodrygo inventó al borde del área más que el Barça para inscribir a Olmo, y terminó chutando con la diestra para hacer el segundo. Jude, que estaba en fuera de juego posicional, se agachó para que el árbitro no interpretara que interfería. Salió bien, como lo hizo su agachada en Bérgamo cuando Vini le lanzó un pase a lo Kroos y había que evitar que le diese en la chepa y se malograse la acción. Agáchate y vuélvete a agachar. Este hombre tiene clase hasta para doblar la cerviz.

Carletto precelebró también a su manera, metiendo en el campo a Ceballos y Brahim, quienes con la inestimable ayuda de Valverde, tan constante, tomaron las riendas para evitar sobresaltos. Vini marcó de penalti afortunado para recelebrar su Premio The Best. Anotando, volvimos de lo individual a lo colectivo, y dejamos al Madrid donde tiene que estar: en lo alto del mundo.

Enhorabuena, madridistas.

 

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Da igual cuál sea la competición. El Real Madrid está hecho para las finales. Las ganamos con la monotonía rutinaria del adolescente que se recoloca el flequillo quince veces por minuto. Con la inercia de los campeones. El loco Rüdiger acaba de hacerle una llave de judo a Camavinga. Es su forma de celebrar el triunfo. Ambos se parten de risa. La felicidad es blanca.

Incluso más importante que el título, resulta feliz ver que aquellos que no estaban del todo enchufados esta temporada comienzan a despertar de su letargo. Poco a poco, todos los que no están lesionados van encontrando su momento. En dos partidos hemos ido recuperando a Rodrygo, Vini ha vuelto a exhibirse como “The Best”, Mbappé con su presunta crisis no para de enchufar goles y dejar mejores sensaciones, Camavinga ha regresado como un huracán hiperactivo, y Bellingham está dando un recital de fútbol y madridismo —que son sinónimos— en cada partido; ojalá tener su actitud ante la vida. Y lo mismo podría decirse de todos o casi todos los nuestros.

No he visto aún la sala de trofeos del nuevo estadio, pero espero que el presidente haya previsto una urgente ampliación, porque si se siguen inventando competiciones cada temporada no nos quedará más remedio que ir ganándolas, que es lo que mejor sabemos hacer

Ancelotti, yo mismo lo he criticado por varias de sus decisiones esta temporada, se ha convertido en el entrenador con más títulos de la historia del Real Madrid y es una extraordinaria noticia. Es de justicia. Carletto resucita y enmienda cuando yerra. Parece renovarse en cada bache, sin perder un hilo de continuidad, una serenidad y elegancia que transmite a la plantilla, en particular, dando confianza a aquellos jugadores que en determinados momentos la necesitan. Un día feliz, también por Ancelotti. Y un apunte: Florentino tiene 37 títulos. Por lo que sea.

Florentino

La Copa Intercontinental viaja a Madrid. No he visto aún la sala de trofeos del nuevo estadio, pero espero que el presidente haya previsto una urgente ampliación, porque si se siguen inventando competiciones cada temporada no nos quedará más remedio que ir ganándolas, que es lo que mejor sabemos hacer. A veces sin gran esfuerzo, otras con el viento de cara, otras remando a la contra 90 minutos, y otras de auténtico milagro; esas veces en que la ciencia no es capaz de explicar cómo demonios ocurrió, pero los madridistas sonreímos con ademán de picardía.

No deja de asombrarme la extensión mundial de los tentáculos del madridismo en cualquier lugar del mundo. Como hemos podido comprobar durante el partido, Qatar también se ha vuelto blanco. Y algo saben de fútbol a juzgar por la solemne ovación que han dado al gran Lukita Modric. Honor.

Por algo se dice que Madrid es la mejor ciudad para salir de copas. Al menos mientras exista el Real Madrid, al que deseamos eternidad

Habrá quien diga que es un título menor el que hemos ganado este miércoles. Y no les falta razón si lo comparamos, qué sé yo, con la Champions. Pero lo cierto es que hay que ganarlo, y la teórica superioridad frente al rival no significa nada en una final, como tantas veces hemos visto. Y, en todo caso, embolsarse otra copa a estas alturas de temporada hace que el futuro se vuelva aún más blanco, que las buenas vibras nos arrojen a un 2025 de resurrección tras las pequeñas dudas —especialmente en las citas internacionales de ese extraño modelo de Champions que se han inventado ahora—, de goles y juego bonito, de espectáculo de los dioses del Olimpo blanco, como decimos los dramaturgos, y de un montón de trofeos.

Por algo se dice que Madrid es la mejor ciudad para salir de copas. Al menos mientras exista el Real Madrid, al que deseamos eternidad. Que el subidón qatarí nos lleve a dinamitar los malos espíritus en la segunda mitad de la temporada. Y que nos queden muchas copas por levantar.

 

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Arbitró el venezolano Jesús Valenzuela Sáez. En el VAR estuvo su compatriota Juan Soto.

Algo desconcertante en su listón de faltas dejando varias evidentes sin señalar. Apenas hubo faltas y entradas duras y los únicos amonestados fueron Pedraza por agarrar a Bellingham en el 50' y Rondón por lo mismo a Tchouaméni en el 92'.

En dos ocasiones debió de ir al VAR. La primera para comprobar si Bellingham molestaba a Carlos Moreno en el 2-0 blanco. El madridista se agacha y el balón pasa muy lejos como para interferir. La segunda, para decretar penalti por derribo de Idrissi a Lucas. Error el no verlo en directo cuando pareció muy claro. Tras ir al monitor rectificó.

La última jugada a reseñar fue el gol anulado a Mena en el 90' por claro fuera de juego.

Valenzuela Sáez, FLOJO.

 

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