Las mejores firmas madridistas del planeta

Se acaba 2024, un año de rotundos fracasos para el madridismo tal y como demuestran los títulos ganados, que apenas son suficientes para cobijarnos en ellos y ocultar nuestra vergüenza. Ya lo dijo el diario Sport: que Florentino se refugia en sus títulos. Bien hará el club de Chamartín en olvidarse de ellos y meterlos con el resto de chatarra en ese monumento al fracaso centenario llamado Museo Bernabéu.

El Real Madrid es un gran “memento mori” en el que la quincalla no puede tapar su rotundo vacío existencial. Porque los títulos y copas no son más que glorias pasajeras. “Nascendo morimur”: nacemos como morimos. Los paritorios y maternidades del planeta son como las duchas del Metropolitano: llenos de seres desnudos y sin Copas de Europa. Y así habremos de irnos al Más Allá: indefensos, dolientes y del Atleti.

El Madrid se dispone a terminar el año con cinco títulos entre los que se encuentran el nacional, el europeo y el mundial. Aunque la verdadera prueba de que los títulos del club son irrelevantes es que este año ha ganado incluso un Balón de Oro al mejor equipo. El Balón de Oro es al fútbol lo que los Globos de Oro son al cine: que nadie se los toma demasiado en serio. Los Globos de Oro los escoge y entrega la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, los cuales tienen fama de ser los profesionales peor pagados del sector. En la Meca del cine se suele decir que la noche de los Globos de Oro los restaurantes se vacían de camareros y friegaplatos porque están todos en la gala entregando los premios de su asociación. También se dice que para una productora es más fácil comprar el voto de un jurado de los Golden Globe (que siempre andan a la cuarta pregunta) que un paquete de tabaco. Y más barato, que en USA el Marlboro está por las nubes.

Alkesander Ceferin, que tiene la pillería de los granujas, parece haber encontrado el modelo perfecto para el Balón de Oro en los Golden Globe americanos, y el que antaño era un galardón de prestigio se dirime ahora entre un camarero de la República de Nauru, un corredor de seguros de Lesoto y un conductor de Uber de San Vicente y las Granadinas; a los cuales les une una afición por el fútbol que demuestran cada semana en los podcast que graban desde sus garajes. Esa gente, en fin, es la que nos ha concedido el Globo de Oro al mejor equipo del año, díganme si no es para avergonzarse.

Por si tal cosa no fuera suficiente, los madridistas amanecimos hace un par de días con la noticia bomba de que Florentino le va a cambiar el nombre al estadio: ya no se llamará Santiago Bernabéu sino Bernabéu a secas. The Bernabéu.

Disgusto espantoso. ¿Cómo sabremos entonces si nuestro coliseo rinde homenaje al histórico presidente del club y no a Gerard Piqué, cuyo segundo apellido también es Bernabéu? Un puñal en el corazón, Florentino, un puñal en el corazón.

Sin embargo, escarbando un poco en la noticia, se entera uno de que el nombre cambió hace años y solo para efectos de mercadotecnia. Si se piensa bien, en realidad hace mucho más tiempo incluso que fue la propia afición le que apeó el Santiago del estadio. Son miles los madridistas que cada semana van a ver a su equipo “al Bernabéu” a secas o que cantan en las gradas aquello de “tenía 4 años, mi padre me llevó, a ver al Bernabéu, a ver al campeón”; que yo no conozco a ningún merengue que se escandalice de que el “Santiago” no se mencione en el soniquete.

“Nascendo morimur”: nacemos como morimos. Los paritorios y maternidades del planeta son como las duchas del Metropolitano: llenos de seres desnudos y sin Copas de Europa

A pesar de todo, hay quien se ha tomado fatal la idea. Se habla de una conspiración para islamizar el club. “¡Alá, Madrid!” en vez de “¡Hala, Madrid!”, Califal en vez de Real, o algo parecido.

Mira que me gusta a mí una buena teoría conspirativa, pero a esa no me subo, lo siento. Por un motivo muy simple: no hay imán, muftí, mulá o emir en el mundo islámico con las pelotas suficientes como para atreverse a quitarle a Luka Modric sus espinilleras del Sagrado Corazón. Los musulmanes que lucen nuestra camiseta no son excluyentes, son sabios y pacíficos, como Arda Güler, que cuando marca un gol cierra los ojos, señala al cielo y se lleva la mano al corazón; es como un aristotélico Averroes recibiendo la inspiración de que el intelecto nace de la imaginación, y que esta reside en el alma.

Por otro lado, reconozcamos que en algunos casos dan más miedo los madridistas de misa diaria que de rezo en la mezquita. En la Real Federación Española de Fútbol acaban de elegir presidente al devoto cristiano Rafael Louzan, que además se declara del Madrid, igual que Javier Tebas, otro católico ejemplar. Si el precio por tener al frente la Liga y la Federación a dos merengues de comunión diaria son Tebas y Louzán, casi que prefiero un universo paralelo en que los máximos dirigentes del fútbol español sean dos culés del Hare Krishna. Total, peor no nos iba a ir.

La elección de Louzán me resulta fascinante, como muchos aspectos de la institución que preside. Balzac decía que a los franceses les encanta cambiar de gobierno a condición de que siempre sea el mismo, rasgo que comparten con los delegados de la Federación Española de Fútbol. Louzán, condenado a inhabilitación en cargo público desde 2021, ha llegado a la Federación para traer aires de cambio y proyección de futuro y lo primero que ha hechos ha sido nombrar a Javier Tebas de vicepresidente. Toma Jeroma pastillas de goma. Desde su nuevo puesto, entiendo que el ubicuo don Javier seguirá su incansable e irónica cruzada contra la piratería futbolística.

De adolescente (y de adulto, para qué nos vamos a engañar) me encantaba un videojuego llamado “The Secret of Monkey Island” cuyo héroe tenía un nombre impronunciable. Su primera frase en la aventura, mítica para quienes crecimos jugando aventuras gráficas en los 90, era: “me llamo Guybrush Threepwood y quiero ser un pirata”. No sabíamos entonces que Guybrush encarnaba la resistencia contra Javier Tebas, aunque quizá por eso adorábamos al personaje. Otra frase típica de aquel aprendiz de bucanero era la que utilizaba para distraer a sus enemigos y así poder escapar sano y salvo de las peleas: “¡mira detrás de ti, un mono con tres cabezas!”. Sin saberlo, Guybrush nos estaba prefigurando la tricefalia del fútbol español: un mono con la cabeza de Louzán, Tebas y Medina Cantalejo.

En 2025 Javier Tebas estará en todas partes. Es como el Jano bifronte con el que en la antigua Roma se representaba el cambio de año: una figura con dos caras, la una mirando al paso, la otra al futuro y las dos idénticas. Al presidente de la Liga y ahora vice de la Federación solo le faltará dar las campanadas desde la Puerta del Sol con Louzán al lado vestido de Balenciaga.

En 2025 Javier Tebas estará en todas partes. Es como el Jano bifronte. Al presidente de la Liga y ahora vice de la Federación solo le faltará dar las campanadas desde la Puerta del Sol con Louzán al lado vestido de Balenciaga

Tal vez en pleno furor renovador Tebas decida nombrar a Laporta vicepresidente de los árbitros. Las consecuencias de ese nombramiento serían productivas en cualquier supuesto: o bien el Barça no volvería a pagar por los arbitrajes al verlo ya innecesario, o bien lo seguiría haciendo a pesar de todo y Laporta obtendría dinero suficiente para inscribir a Dani Olmo, y, con lo que sobre, acelerar las obras del nuevo estadio culé, que podría llamarse, por ejemplo, The Nou Camp.

Que igual les parece una idea absurda, pero no se confíen. Mucho me temo que el futuro nos depara cosas inverosímiles gracias al Tebas Bifronte. Más nos vale que nos pille preparados.

En cualquier caso, les deseo un feliz 2025 a todos ustedes.

 

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Hubo una época en la que el torneo de Navidad del Real Madrid constituía una fecha señalada dentro del calendario de estas fiestas. En un contexto de oferta audiovisual menos exuberante, multitud de niños se acercaban al deporte de la canasta gracias al trofeo amistoso —a menudo así considerado solo nominalmente— que se disputaba en el viejo pabellón. La ACB, en un loable —y, me temo, ay, infructuoso— intento de imitar aquella capacidad de arrastre y de aprovechar tanto el parón del fútbol como el eco de ciertas nostalgias, lleva años colocando un Clásico en la última semana del año. Se trata de un partido de importancia muy relativa, habida cuenta de la cantidad de enfrentamientos que conllevan las eternas fases regulares europeas, pero los más cafeteros agradecemos la intención.

A este encuentro llegaban un Madrid y un Barça con dudas, tras sendos desempeños erráticos en este primer tramo de la temporada. Si bien el conjunto blanco, con todas las reservas que merece la mandíbula de cristal demostrada hasta ahora, aparecía con una dinámica un poco más positiva que la de su rival, directamente en caída libre en un diciembre ominoso. En estas circunstancias, la posibilidad de asestar un duro golpe al ánimo a los azulgranas —el tercero, después de los de la Supercopa y la Euroliga— que complicase, siquiera mínimamente, sus opciones de estar en la Copa del Rey de Gran Canaria, suponía un premio suficiente para cualquier madridista de bien.

De manera que el Madrid saltó al barro dispuesto a arremangarse. Sin embargo, dos faltas tempraneras mandaron a Facundo Campazzo, más de medio equipo en este 2024, al banquillo durante casi toda la primera parte. Y, sin la presencia del argentino en la cancha, el descenso en la solvencia de los ataques planteados fue palpable. Se produjeron parciales a favor, pero más por acierto individual de determinados jugadores —Hezonja tuvo uno de esos días en los que la concentración superó a la ansiedad que lo invade cuando siente excesiva responsabilidad— que por un dominio constante de la situación. El Real transmitía sensaciones de hallarse cómodo, con un Xavier Rathan-Mayes anulando gracias a su rol de perro de presa a Kevin Punter, la supuesta estrella rival; no obstante, bastaba encadenar dos o tres jugadas en las que el rebote se cerrase peor para que el Barcelona hiciese la goma y no se despegase del marcador. En el lado barcelonista, Metu ofrecía acciones de gran valor en su duelo particular con Mario, y aunque la estrategia blanca de flotar a Satoransky y Núñez invitándolos al lanzamiento de tres funcionó más o menos, en algún momento se exageró tanto el gesto que hasta ambos culés, menos duchos en el triple, consiguieron guarismos aceptables.

Chus Mateo, conocedor de que el principal problema de este Madrid 2024-25 radica en el abismo entre el nivel de la primera y la segunda unidad —decepcionantes de nuevo Feliz e Ibaka, de quien esperamos se esté reservando para los días D, como hacía el Chacho en sus últimos años—, quiso evitar sustos y pisó el acelerador en el tercer cuarto, con los titulares en pista acompañados de un XRM que continuaba mordisqueando los tobillos de Punter. Los merengues crecieron de manera sostenida y, cuando parecía que el Clásico tomaba un cariz blanco, aconteció la infortunada lesión de Deck, tras un mate en un contragolpe. Las labores de intendencia y de defensa del argentino habían resultado muy valiosas hasta ese instante, por lo que el equipo acusó su marcha al vestuario. De repente, volvió a hacer frío en un Palacio que se había ido calentando poco a poco. Garuba, el sustituto, no había pisado el parqué hasta entonces, y se lo vio despistado en el choque con Willy, quien aprovechó para atacar la diferencia de centímetros —los colegiados ayudaron con alguna falta solo presente en su imaginación—. Llegó el último período y el Barcelona seguía pegado a la suela, y además con algún exterior enrachado, como ese genio inconstante llamado Jabari Parker.

A falta de 2:40 para la bocina final, los titubeos del Madrid se transformaron en seria preocupación. Un triple de Punter, castigado con técnica adicional para Chus por protestar una patada en la entrepierna de Abalde en la acción de tiro, dejaba el electrónico en un peligroso 65-67. En ese crucial instante, un Campazzo agotado por el esfuerzo asumió de nuevo los galones, y resolvió las descorazonadoras frustraciones de Musa en sus ataques al aro: como Alejandro Magno frente al nudo gordiano, entendió que si las penetraciones no funcionaban quizá habría que tirar por la calle de en medio. Su fundamental triple volvió a poner a los blancos por delante, y ya no hubo más alternancias. El último minuto encadenó tantos errores por parte de ambos equipos que Vázquez Montalbán lo hubiese bautizado como una “correlación de debilidades”. Aunque conviene no engañarse: semejante terminología alude a otra época; concretamente, a la del trofeo de Navidad del Real Madrid. Y, más allá de melancolías, hay que reconocer que la única conexión auténtica entre ambos períodos es la victoria final del Madrid. Afortunadamente, hemos de añadir. Feliz Navidad a todos.

 

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Buenos días, amigos. La incertidumbre forma parte consustancial al ser humano, de suerte que nadie sabe lo que nos deparará ese 2025 que ya se insinúa en lontanaza. ¿Será el planeta víctima de un holocausto nuclear justo cuando el Atleti se apreste a marcar el gol que le iba a dar la victoria en una final de Champions? ¿Confesará Trump su adscripción al club rojiblanco? ¿Aprenderemos por fin a meter un edredón dentro de su funda?

El que no necesita confesar su adscripción atlética es Enrique Cerezo, que se nos presenta en la portada de As brindando con champán por el nuevo año.

Lo de la gente brindando con champán para felicitar las fiestas en las portadas de los diarios deportivos se está yendo de madre. Apreciamos como el que más la armonía y solidaridad características de estas fechas, pero hay quien está felicitando la Navidad y el año por encima de sus posibilidades. Gracias, de verdad, pero ya nos damos por felicitados, y hacemos nuestros los mejores deseos de Luis de la Fuente, Marc Casadó, Cerezo, el equipo nacional femenino de waterpolo y absolutamente todo el mundo. No es necesario escenificar ninguna felicitación más. Digamos que nos damos por implícitamente felicitados. Estamos a un paso de que aparezca Jordi Alba felicitándonos la Navidad y el Fin de Año en la portada de Marca (de Marca, eh, no de Sport), y es necesario poner alguna restricción a este tsunami de champán antes de que sea demasiado tarde.

En la portada de Mundo Deportivo es otro presidente del arruinado fútbol español el que nos felicita las fiestas, aunque no con champán, y es el que preside el club más arruinado de todos, aunque no lo parezca.

Hablamos de no otro que Jan Laporta, que con ese traje blanco inmaculado parece recién salido de una escena de la magistral Scarface, de Brian de Palma. “Avanzan por Olmo”, reza el titular. Ajá.

Agradeceríamos que dejaran de tomarnos por gilipollas. “Avanzar” no es eso. Avanzar no es engañar. Esta gente lleva tomándonos el pelo a todos desde el siglo pasado, lo mismo comprándose el estamento arbitral que inventándose ventas completamente estrafalarias para inscribir ilegalmente a jugadores, todo ello con la venia de Javier Tebas, factótum de un universo de usura y tiranía que abarca desde su puesto de presidente de la Liga a su recién estrenada condición de vicepresidente (¿y próximo presidente?) de la Real Federación Española de Fútbol.

La nueva palanca consiste en la venta de unos asientos VIP en un estadio cuyas obras no tienen visos de ser finalizadas en lo que nos quede de vida a los más talluditos, obras por cierto donde se dan cada día escándalos de maltrato laboral que por supuesto no merecen la atención mediática que por lo visto sí merecen Ruido Bernabéu y sus compañeros de fatigas. Solo, de manera loable, El Periódico de Cataluña lleva la cuenta de todos estos desmanes.

Es necesario que esta gente sepa que no nos toma el pelo con lo de las palancas. Parece que a Sport le da, por lo menos, algo de alipori hablar de venta de activos básicamente inexistentes o artificialmente inflados para poder inscribir a Olmo y Pau Víctor, de manera que se refiere a ello en sus bajos, casi con agradecible pudor, y se refiere a ello como lo que es, una nada académica palanca, parafraseando el nombre de un grupo musical de humor de hace años.

Y poco más que contaros, amigos. Marca nos revela que el Madrid está a punto de batir la marca histórica de los 5.000 puntos en liga, y nos habla también del número de partidos ganados en su trayectoria desde 1902, pero vuelve a cometer el error de informarnos también de los partidos ganados por el Barça si descartar los vencidos en la época en que mandaba su proveedor Negreira.

Pasad un buen día.

Entregar a alguien un premio que lleva por título “Al mejor presidente de todos los tiempos” suena, de primeras, grandilocuente. Luego te quedas pensando en Florentino Pérez, y en otros posibles rivales para dicho galardón, y te das cuenta de que su único competidor potencial presidió el mismo club y no está entre nosotros desde 1978.

Ladran, luego cabalgamos

Si, por mucho que uno se esfuerce, no viene a la mente otro que pueda discutir a alguien un premio, ha de ser porque el premio procede y está bien dado. Florentino ganó en los Globe Soccer Awards esa distinción a toda su carrera como dirigente deportivo, y si uno pone en juego vectores como éxito deportivo, prestigio institucional, situación financiera y actuación filantrópica (a través de la Fundación), resulta imposible encontrarle un rival digno, o al menos uno que camine en el mundo de los vivos.

Cabe argüir que en capacidad visionaria, en intuición respecto al camino que podía tomar el balompié como espectáculo de masas, le supera D. Santiago, aunque solo sea porque inevitablemente ejerció esa capacidad por anticipado. El propio Florentino ha admitido siempre que su modelo es el gran patriarca de Almansa. Pero puede considerarse, sin temor a decir una locura, que aplicar las enseñanzas de D. Santiago en este siglo tiene más mérito que haberlas concebido a mediados del siglo pasado. Apúntese también en el haber del actual máximo mandatario blanco el giro de cintura estratégico que D. Santiago nunca dio: enfrentado a un contexto de competencia desleal por parte de los petroclubes, Pérez viró desde el fichaje de Balones de Oro presentes al de Balones de Oro futuros, con resultados tan estimulantes como los conocidos y con la salvedad de que ahora es mejor hablar de futuros The Best y Globe Soccer. El Balón de Oro ha caído en un desprestigio del que se ignora si logrará salir, mientras los otros dos certámenes, aun con cosas enormemente discutibles todavía, van ganando en prestigio.

si uno pone en juego vectores como éxito deportivo, prestigio institucional, situación financiera y actuación filantrópica (a través de la Fundación), resulta imposible encontrar un rival digno a florentino, o al menos uno que camine en el mundo de los vivos

En la propia gala de los Globe Soccer Awards vimos otras señales del éxito de la cintura estratégica de Florentino. El Madrid fue premiado como mejor club del año (fue agradable ver a José Ángel Sánchez representando al club al recogerlo), Carlo Ancelotti como mejor técnico, Courtois por su trayectoria como portero, Bellingham por partida doble (mejor centrocampista y Premio Maradona) y Vinícius, con doble galardón igualmente: mejor delantero del año y mejor jugador del año.

Los verdaderos premios son los colectivos (donde con 5 de 6 en el presente año y 6 de las últimas 10 Champions también se entra en el terreno de lo incontestable), pero el doble premio al brasileño plasma mejor que ningún otro el acierto en la aplicación de la estrategia. Te haces con una promesa brasileña desconocida para el aficionado común, y en pocos años se ha hartado de conducir al equipo al mayor de los éxitos y se corona como el mejor jugador del mundo. Es de no creer, si uno lo piensa con frialdad y algo de distancia.

Quien se llevó los titulares de la noche, no obstante, fue el mismísimo Cristiano Ronaldo, pero no tanto por recibir dos trofeos de muy desigual peso especifico (mejor goleador de Oriente Medio en esta temporada y mejor goleador de la historia del fútbol), sino por sus palabras en beneficio de Vinicius. Dijo sin cortapisas que Vini habría merecido el Balón de Oro, y que la concesión de este a Rodri (con todo el respeto para el excelente centrocampista) había sido un error. “Prefiero estos premios, son más honestos”, soltó el portugués, sin pelos en la lengua.

A partir de ese momento, ya hacia el final de la gala, hasta la presentadora, animada por Cristiano, se descocó. “Who needs a Balon d’Or?”, le soltó a Vinícius, cuando este subió al estrado a recoger el premio más importante de la noche. El 7 vikingo se encogió de hombros y replicó: “Si Cristiano dice que merecí aquello, y que merezco esto, debe ser verdad”.

CR, uno di noi. Y un amante de la verdad, además.

 

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Buenos días, queridos/amigos/lectores, incluso queridos amigos lectores, en algún caso.

28 de diciembre, el año se acerca a su fin, no queda nada para que nos tomemos las uvas, brindemos con cava o champán, nos abracemos a familiares y amigos… y Dani Olmo sea inscrito con una nueva argucia ilegal “palanquil”.

El 28 de diciembre solía ser un día para las bromas, no por los guarismos 2-8, cuyo empleo es válido cualquier mes del año, hasta el más corto, sino porque era el día tradicionalmente escogido por la prensa para colocar en los medios alguna broma a modo de noticia: las célebres y, en ocasiones, celebradas inocentadas. Ocurre que, en la prensa deportiva, llevamos años en los que resulta imposible diferenciar la noticia real de la inocentada. Por ejemplo, uno lee esto en el faldón inferior del Mundo Deportivo y pensaría, sabría al mirar la fecha, que se trata de una broma:

De igual manera, si se publicara que un club de fútbol ha estado pagando más de 8 millones de euros durante 17 años a un vicepresidente de los árbitros, otro lector diría:

-Jo, jo, jo, vaya inocentada, esto no puede ser verdad, porque, de serlo, ese club estaría ya en Segunda B y aquí no ha pasado nada.

O bien, si se publicara que hay un club que lleva tres temporadas autovendiéndose un activo propio a cachitos y que lo utiliza para inscribir a los jugadores sin cobrar nunca de los supuestos accionistas inversores, un lector no necesariamente avezado exclamaría:

-¡Menuda inventada!, otra vez nos quieren colar la del inversor extranjero interesadísimo en el 49 por ciento de Stafa Studios, esto debe de ser la inocentada del día.

Un lector ajeno a este mundillo del fútbol jamás creería como cierto lo que hoy llevan los medios a sus portadas: que un juzgado deniega al Fútbol Club Barcelona su penúltima triquiñuela para inscribir a su fichaje estrella de la temporada, Dani Olmo.

-¡Pero si están hablando de fichar a Jonathan Tah o a Rafael Leao, si Joan Laporta ha contado que se han recuperado, que están mejor que nunca! Nah, es broma, nos la quieren colar.

Y parece que no, que esta vez la cosa puede ir en serio. Quedan apenas tres días para el final del plazo y LaLiga no ha ejercido de cómplice, como suele ser habitual. Al final lo lograrán, sabemos cómo termina esta historia, la hemos padecido ya muchas veces. De manera seguramente fraudulenta, como es norma en esa casa, pero hay un cierto atisbo en esta ocasión, nimio, de que, por una vez, alguien va a parar los pies a Jan Laporta.

La portada del diario As se centra en el mejor jugador de la temporada pasada, Vinícius Jr., quien ayer recibió un nuevo reconocimiento en unos premios copados en su mayor parte por el Real Madrid, los Globe Soccer Awards. Vini fue el mejor, Jude Bellingham, el mejor centrocampista, mientras Ancelotti, Florentino Pérez y el propio Real Madrid fueron considerados los number one de la temporada. Tampoco necesitábamos estos premios para confirmarlo, pero bien están.

El diario As se centra en la futura renovación del crack brasileño, con el nubarrón millonario árabe sobrevolando su cabeza. Vinícius se señala el escudo del Real Madrid, como tantas otras veces, y es eso lo que nos hace estar confiados en esa presumible negociación que ahora mismo ni es noticia, ni creemos que esté sobre la mesa.

A falta de noticias de mayor calado, el diario Marca deja en un segundo plano el galardón a Vinícius, y en un tercero el juego de palabras con el C-Olmo del Barça. No se le pueden pedir peras a Dani Olmo, ni una cautelar a un juzgado cuando te has excedido en 150 millones de euros del límite salarial. La imagen principal, sin embargo, es para el jugador del Liverpool Alexander-Arnold, uno de tantos supuestos fichajes que pululan por las portadas en días vacacionales sin competiciones de calado.

No queremos dejar pasar por alto que ambos diarios madrileños ofrecen un hueco en sus portadas y en el interior para Miguel Ángel Gil Marín, mandamás del Atlético de Madrid, que siempre está al plato y a las tajadas, firmando como miembro de la Superliga y luego aceptando una vicepresidencia en la UEFA, o criticando al sistema y ejerciendo de vicepresidente de LaLiga, junto a Javier Tebas. La frase que recoge el diario Marca es una crítica a la Superliga realizada con sus modos habituales, es decir, cobarde. Afirma que la Superliga ha quedado como “la reivindicación de un solo club”, y lo dice mientras sigue sin dar de baja a su club de la misma.

La prensa cataculé regala sus portadas a su nueva perla, Lamine Yamal, también premiado en los Globe Soccer Awards de ayer en Dubai como el mejor talento emergente.

Es un gran jugador, eso no lo cuestionamos, pero dudamos si serán una inocentada las valoraciones que Transfermarkt hace de este chico, en especial si lo comparamos con las grandes estrellas del fútbol mundial:

No es una inocentada: Lamine, Ya-Mal valorado, tiene un valor de mercado superior al de Mbappé. Vale tanto como Jude Bellingham, y se acerca al nivel de Vinícius Jr. Y todo ello sin haber sido decisivo en la conquista de una Liga, una Champions o un Mundial. Son unos genios del marketing. Por eso sabemos que inscribirán a Dani Olmo y venderán al mundo que el muy madridista Tebas intentó impedírselo.

Pasad un buen día, inocentes.

Es difícil resumir en unas pocas palabras todo lo que el Real Madrid nos ha dado en los últimos doce meses: hemos reído, hemos sufrido, hemos llorado, y hemos ganado todo lo ganable con un cierto ademán de monotonía. Nos dieron por muertos a comienzos de año y eso es lo que más nos divierte: la resurrección. Al Real Madrid le gusta ese juego. Y a nosotros más. Nuestros cardiólogos no opinan lo mismo, pero los médicos siempre vienen a aguar la fiesta cuando se enteran de que hay muchas copas por medio. Les da igual que sean de whisky o ligueras.

El 14 de enero ganamos la supercopa, endosándole un 4-1 a ese club del que usted me habla, para que quedara claro lo muertos que estábamos. El 25 de mayo ganamos la Liga, confirmando que la crisis de juego y la epidemia de lesiones habían terminado definitivamente con cualquier opción de éxito en esta temporada. Y el 1 de junio, cuando nadie lo esperaba, ganamos la Champions, confirmando que la crisis del Madrid era extremadamente grave y probablemente irrecuperable.

Lunin: la esfinge de los hielos

Flipamos con Lunin casi tanto como con el nivel que, de la noche a la mañana, demostró Courtois tras una eternidad en el dique seco. Fue el año de Carvajal, otra vez pero más, y la única pena es que haya terminado el 2024 con esa gravísima lesión de la que estamos deseando verle recuperado. La temporada 2024 de Carvajal ha hecho más por la alimentación sana y la comida sin gluten que todos los nutricionistas del mundo juntos, puestos en fila, y armados con recortadas, prohibiendo el acceso a la zona de bollería del supermercado.

¡Te queremos, Dani Carvajal!

Dijimos adiós a Nacho y eso entra dentro del apartado lágrimas, pero para compensar nos dimos cuenta del pedazo de líder que habíamos fichado con Antonio Rüdiger, que es el loco más cuerdo de la historia del fútbol español. Encontramos a mi paisano Lucas Vázquez cerrando la temporada a un nivel extraordinario, demostrando que ocupa el puesto de Carvajal porque no queda más remedio, pero que podía haber nacido en Bahía y caracolear en la frontal desde el primer minuto.

Nos dieron por muertos a comienzos de año y eso es lo que más nos divierte: la resurrección. Al Real Madrid le gusta ese juego

En el 2024 también dieron por muerto y amortizado a Luka Modric y ahí lo has visto, jugando más partidos y resolviendo más entuertos de los que nadie soñó con sus 37 castañas y dos huevos duros. Valverde lo ha jugado todo y lo ha hecho todo bien, y a veces pienso que este tipo llega a casa y regatea los muebles, y le hace coberturas a su mujer mientras esta está ocupada en la ducha. Bellingham ya nos había conquistado, pero da igual, porque cada día lo queremos más. Termina el 2024 siendo, a mi gusto, uno de los tres mejores futbolistas del mundo.

Lloramos, y esta vez sí lloramos, este año despidiendo a Toni Kroos, pero fueron lágrimas serenas, lágrimas de orgullo, de satisfacción, porque el chico hizo exactamente lo que quiso: despedirse como nadie, a un altísimo nivel, y con el mundo del fútbol rendido a sus pies. El hueco que dejó fue inmenso, pero ese es el tipo de retos que le gustan al madridismo.

Lloramos también la partida de Joselu y lloramos mucho, y todavía no sé si debió suceder, pero en todo caso luego hemos sabido que no la lloramos ni la mitad de lo que lo hizo él. Madridismo puro. Siempre Joselu.

Vini, por supuesto, es el balón de oro real, pero esa competición es un estercolero y, sinceramente, después de ganarla una y otra vez Messi, hasta cuando se dedicaba exclusivamente a zampar pizzas y ver partidos desde la grada, el prestigio del Balón de Oro es el mismo que el de los premios Nobel, o sea, ninguno.

Romper el muro

Y, en fin, si tengo que rendirme a un futbolista en este 2024, mis lectores habituales ya lo saben, me acojo sin duda a declarar que no tengo la menor idea de si Brahim es el mejor del mundo o no, y de hecho no me importa, pero sí estoy seguro de otra cosa: que a día de hoy es el jugador que más me gusta del mundo, y el que más me hace disfrutar del fútbol, o sea, del Real Madrid.

No veo el momento de que llegue 2025 para seguir ganando cosas como si no hubiera un Negreira. ¡Feliz año 2025 a la parte merengue de la vida!

Buenos días, amigos. El nuevo presidente de la Real Federación Española de Fútbol tiene, como tal, problemas con la justicia. No sería un presidente de la Real Federación Española de Fútbol como Dios manda si no los tuviera. Está condenado por prevaricación. A pesar de que, por tanto, tiene todos los tics en las casillas adecuadas para presidir con todos los honores tan sacrosanta institución, de no prosperar su apelación ante el Tribunal Suoremo tendrá que dimitir. ¿En qué quedamos? ¿Hay que ser un delincuente para presidir la RFEF, o es al contrario? No hacen más que confundirnos.

El caso es que el sujeto en cuestión, que responde al nombre de Rafael Louzán, ha hecho dos cosas nada más asumir el cargo. La primera ha sido declararse madridista. Tierra, tráganos. Hay que huir como de la peste de los presidentes de la RFEF, de la Liga o de la comunidad de vecinos que se proclaman madridistas, desde Tebas a Villar, pasando por Rubiales. Lo tenemos muy observado: el madridismo es una cosa tan amplia que cabe dentro hasta el antimadridismo. Por lo que sea, todos los prebostes del fútbol patrio que se han declarado madridistas han resultado serlo (no lo discutimos), pero adscritos a esta última facción.

La segunda cosa que ha hecho Louzán es nombrar vicepresidente a Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional como lucrativo hobby y Enemigo Público Número Uno del Real Madrid como profesión a tiempo completo. Y es aquí donde, tras la declaración de madridismo de Louzán, viene el segundo escalofrío. Explicamos a continuación el tercero, que se deriva de lo ya dicho.

Ya ha sido subrayada la condición de interino en el puesto de Louzán. Un dictamen del Supremo que confirme la sentencia que sobre él pesa debería acarrear la imposibilidad de ejercer cargos como el que ahora mismo ostenta. En consecuencia, si esto se confirma allá por febrero, debería dimitir, lo que desembocaría en el vicepresidente tomando las riendas de la institución. ¿Y quién (tatachán) es el vicepresidente?

Sí, amigos. El Enemigo Público Número Uno del Real Madrid, que ya manda lo suyo al frente de la LFP, podría llegar a detentar el poder omnímodo de unir a ese cargo el de Presidente de la RFEF, a menos que haya (y nadie parece saber de su existencia) alguna disposición legal que lo impida.

A todo esto, incluso en la eventualidad de que esté suceso escalofriante no llegue nunca a tener lugar, la ganancia de poder de Tebas al ejercer ya como segundo de a bordo en la RFEF pone los pelos de punta y mete miedo al mismísimo pavor. Por otro lado, Louzán ha llevado a cabo otros movimientos que parecen contradecir a este pero pueden ser meramente cosméticos, como el cese de Medina Cantalejo como miembro de la junta de la Federación. Solo nos creeremos que existe un deseo real de regeneración cuando Medina Cantalejos sea cesado como jefe de los árbitros, y con él su infumable equipo de herederos de Negreira, desde Clos Gómez a Undiano Mallenco y todos los trencillas en activo que ya lo estaban cuando ejercía Negreira.

Por lo demás, las portadas del día tienen como atractivo máximo a Pep Guardiola, que está pasando las de Caín en el City, con una sola victoria en los últimos trece partidos. Se rumorea que el bueno de Pep lleva ya grabado en la calva un mapa en relieve de la comarca del Bages, practicado con sus propias uñas, a consecuencia del stress.

¿Será la baja de Rodri? Imposible. Un club ganador (y con todo el dinero del mundo) como el City nunca habría caído en la negligencia de no tener al segundo mejor mediocentro del mundo en la plantilla para cubrir la eventualidad de una posible lesión del mejor mediocentro del mundo.

¿Serán los cambios en los controles antidoping de la Premier los que de pronto han provocado un hundimiento físico como el que de pronto manifiestan los hombres del de Sampedor? No, no, no y mil veces no.

¿Qué será entonces? No tenemos la menor idea. Bastante tenemos con las innumerables preocupaciones, síntoma todas ellas de una crisis profundísima, de nuestro equipo, ese que ha logrado 5 de los 6 títulos a los que optaba en el año que ya finaliza pese a estar pésimamente gestionado.

Pasad un buen día. Os dejamos con el resto de portadas.

 

Seguramente somos muchos los que rememoramos con aprecio y nostalgia la ilusión que despertaba cada verano la llegada a los kioscos de la colección de cromos de fútbol de la nueva temporada. En pleno periodo estival, a finales de julio, los sobres se convertían en objeto de deseo de una chavalería que afrontaba con ahínco y decisión la dura y laboriosa tarea de completar todas las casillas del álbum.

Así que, en plenas vacaciones, además de ver la televisión (El coche fantástico, El halcón callejero, El equipo A…), ir a la piscina y jugar al fútbol, dedicábamos una buena parte de nuestro tiempo a rasgar y abrir sobres, tachar en el listado de faltas y amontonar los cromos repetidos para cambiar con los amigos. En septiembre, con la vuelta al colegio, el intercambio se intensificaba de manera considerable. Acudíamos al recreo con fajos y fajos atados con gomas e iniciábamos el ritual de búsqueda. “Sí, sí, no, no, sí, no, sí, sí…”. Los cromos más difíciles y solicitados desataban arduas negociaciones. Todavía recuerdo los cincuenta que me pidió un compañero por el ‘coloca’ de Juanjo Maqueda. Y eso que no era de los más complicados de conseguir.

Un duro esfuerzo el de ir completando la colección. Aunque, para esfuerzo de verdad, el de encolar en el álbum. Nunca olvidaremos el olor del pegamento Imedio y el ‘cristo’ que se montaba cada vez que te pasabas con el pegote impregnado en el reverso del cromo, lo que ocasionaba que el excedente se escapase por bordes y esquinas cuando lo colocabas en la casilla correspondiente, manchándolo todo y pegándose las hojas de vez en cuando. Fue mucho más sencillo en las temporadas 1987-88 y 1988-89, cuando los cromos de Ediciones Este fueron adhesivos. Pero hay que reconocer que lo del pegamento tenía mucho más encanto. Bricolaje artesanal para los críos. El caso es que, poco a poco, entre colocas, bajas y nuevos fichajes, lográbamos ir rellenando un álbum que, inicialmente, sólo constaba de recuadros vacíos y unos textos con información de lo más interesante…

Sí. Los álbumes contenían en las páginas de cada equipo un apartado en el que se recogían los datos más relevantes de cada club y su palmarés. De esta forma, algunos niños fuimos desarrollando un incipiente interés por el pasado y la historia de nuestros equipos favoritos. Durante años, en el caso del Real Madrid, el apartado relativo al historial internacional no se movió absolutamente nada, así que los que coleccionábamos cromos desde mediados de los ochenta nos aprendimos de memoria y carrerilla los títulos que había cosechado el conjunto blanco lejos de nuestras fronteras: 6 Copas de Europa, 2 Copas de la UEFA y 1 Copa Intercontinental.

Pasaron los años y veíamos cómo evolucionaba y se modificaba el palmarés con cada nuevo álbum y cada nueva campaña. El número de Ligas fue en aumento hasta alcanzarse las 25. Llegamos a ver la Copa del Rey número 16 en 1989. Incluso constatamos la aparición de un nuevo título con la consecución de la Supercopa de España. Buenos tiempos aquellos, en las competiciones nacionales, con la Quinta del Buitre en todo su esplendor. Pero, por culpa de noches como las de Eindhoven o Milán lo que no se movían eran los trofeos internacionales que teníamos. Nada. No había manera. 6 Copas de Europa, 2 Copas de la UEFA y 1 Copa Intercontinental.

 lo que estamos viviendo desde 2014 es absolutamente increíble. Temo que los más jóvenes no sean conscientes de que estamos viviendo una de las etapas más fructíferas de toda nuestra historia. Desconozco si en la actualidad los niños siguen coleccionando cromos, ni si están prestando atención a lo rápido que está creciendo la vitrina internacional del Real Madrid en  sus álbumes

La cosa no mejoró con la llegada de los años noventa. Todo lo contrario. Los triunfos en las competiciones domésticas empezaron a escasear y a espaciarse. De Europa, mejor ni hablar. Spartak de Moscú, Torino, PSG, Odense… Para los más jóvenes aquellos tiempos de sequía internacional resultaron ser durísimos, así que no me puedo ni imaginar cómo vivieron los aficionados más veteranos las decepciones de aquella larga espera que se remontaba a los tiempos de la Copa de Europa de 1966. Una travesía en el desierto en la que sólo se consiguió beber agua en el oasis de las dos Copas de la UEFA de 1985 y 1986. Pero lo que el seguidor merengue ansiaba por volver a ver era el galardón más grande, el de la Champions League.

Hubo que pasar muchas temporadas y muchos disgustos para llegar a 1998. Ámsterdam y el gol de Mijatovic terminaron con 32 años de espera y muchas frustraciones, abriéndose una nueva época para el Real Madrid. La Séptima, a los que ya éramos un poco más mayores pero seguíamos vinculados al mundo del coleccionismo, nos permitió ver cómo, por fin, el palmarés internacional del Real Madrid se movía. El álbum de la temporada 1998-99 ya indicaba, menos mal, que el Real Madrid tenía 7 Copas de Europa, 2 Copas de la UEFA y 1 Copa Intercontinental. Y precisamente ese año 1998 finalizó con otra Copa Intercontinental que se había hecho de rogar 38 años. El final de la década de los noventa y el inicio del nuevo siglo vieron cómo llegaron La Octava en París, La Novena en Glasgow con la volea de Zidane, la primera Supercopa de Europa de nuestra historia y otra nueva Intercontinental en 2002. No estuvo nada mal, ¿verdad?

Pero lo que estamos viviendo desde 2014 es absolutamente increíble. Temo que los más jóvenes no sean conscientes de que estamos viviendo una de las etapas más fructíferas de toda nuestra historia. Desconozco si en la actualidad los niños siguen coleccionando cromos con la misma pasión que lo hacíamos en mi época. Tampoco tengo claro si están prestando atención a lo rápido que está creciendo, año tras año, la vitrina internacional del Real Madrid en las páginas de sus álbumes. Está incrementándose a tal velocidad que, a estas alturas de diciembre de 2024, cuando quizás quedan algunos chavales que todavía no han conseguido terminar del todo la colección de la presente temporada, el palmarés del álbum 2024-25 ya se ha quedado desfasado y obsoleto con la consecución de la Copa Intercontinental de la pasada semana. Una más.

Qué suerte tienen estos críos de hoy en día. Probablemente todavía no lo entiendan, pero están viviendo tiempos de prosperidad y felicidad madridista que hay que paladear y disfrutar. Gol a gol, partido a partido, trofeo a trofeo y título a título. Que nos lo digan a los que nos pasamos tantos y tantos años con aquel inalterable epígrafe grabado en la memoria: 6 Copas de Europa, 2 Copas de la UEFA y 1 Intercontinental

 

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Tengo una honda necesidad de conocer cuál ha sido exactamente el pecado mortal que ha cometido Vinicius Junior, qué delito le ha convertido en el mayor villano del mundo del fútbol, mereciendo el acoso sin descanso de aficiones rivales y con especial virulencia de la prensa. No recuerdo muchos precedentes de un futbolista o entrenador con el que haya habito una persecución similar. Y no es casualidad que todos los ejemplos que se me ocurren compartan una única condición; que todos ellos han pertenecido o pertenecen al Real Madrid.

Otro hat-trick de Vinícius Junior

Vinicius Junior no es un jugador violento. De hecho, las poquísimas veces en las que ha tenido una reacción punible a nivel agresivo siempre han sido como consecuencia de haber recibido antes una considerable cantidad de patadas, agarrones o empujones, en muchas ocasiones ante la pasividad de unos colegiados a los que se incita a proteger el talento, pero solo si viste una determinada indumentaria. Es llamativo al menos que hayamos tenido recientes y no tan recientes ejemplos de jugadores que sí han agredido a compañeros de profesión, como Luis Suárez o Diego Costa, sin levantar ni una ínfima parte de animadversión que la que despierta Vini. Estos y otros muchos siempre han gozado de respeto y simpatía en los medios de comunicación, que destacaban su raza y nobleza y jamás les señalaron como apelativos como mal deportista, incluso cuando pusieron varias veces en riesgo la integridad física de compañeros de profesión.

tengo una honda necesidad de conocer cuál ha sido exactamente el pecado mortal que ha cometido Vinicius Junior, qué delito le ha convertido en el mayor villano del mundo del fútbol, mereciendo el acoso sin descanso de aficiones rivales y con especial virulencia de la prensa

El brasileño protesta a colegiados, en infinidad de ocasiones con toda la razón, porque no se está aplicando con él lo que figura en el reglamento, y sin diferencia alguna con respecto a lo que hicieron centenares de jugadores antes y siguen haciendo muchos ahora. Vinicius celebra sus goles bailando, algo que tampoco podría considerarse que hace precisamente en exclusividad y no se calla cuando se trata de enfrentarse con los improperios que recibe de los aficionados rivales. Nada de esto es distintivo, y mucho menos justifica la increíble cantidad de barbaridades que se le dedican en los estadios que visita el Real Madrid, y tampoco el vejatorio trato de una inmensa mayoría de periodistas deportivos, que solo con él son capaces de encontrar justificación hasta a los insultos más abyectos. No hay ninguna diferencia razonable para que Vini sea el futbolista más odiado del fútbol español. Con un simple cambio de camiseta, lo que hoy son encendidas polémicas se vestiría de pasión y magia brasileña.

4-0: Va te faire voir, France Footbal

El relato, el mismo que ha convertido el 2024 del Madrid en una sucesión de problemas, con cinco titulillos de nada cazados por el camino, y ha pintado una capa de euforia en rivales que solo han abierto sus vitrinas para limpiar en el último año, necesita antagonistas, figuras a las que se invitará a odiar. Por supuesto, para ello hacen falta profesionales de la desinformación sin escrúpulos y un público crédulo y con pocas luces deseando tragarse la mercancía defectuosa. Pero de eso andamos sobrados aquí, algo que ha quedado más patente que nunca en el caso Barça-Negreira. Después de conocer que el número 2 de los árbitros ha recibido millones de euros del Barça, y que casi ningún periodista detectara la corrupción y sus consecuencias deportivas en todos esos años, nos intentan hacer creer los mismos periodistas están capacitados para contarnos la realidad, cuando lo único que han demostrado ha sido una hipocresía descomunal.

No hay ninguna diferencia razonable para que Vini sea el futbolista más odiado del fútbol español. Con un simple cambio de camiseta, lo que hoy son encendidas polémicas se vestiría de pasión y magia brasileña

Quizás contagiado del espíritu navideño, tiendo a compadecerme de la legión de ‘haters’ de nuestro Vini. Ya lo han pasado bastante mal en los últimos años, pero no les auguro un futuro mucho más halagüeño. El brasileño es una bestia competitiva imparable, que devoró críticas y mofas, digiriéndolas y convirtiéndolas en combustible deportivo. La oleada de odio que ha vuelto a recibir en los últimos meses, y que supuso a la postre que se le privara de ganar un más que merecido balón de oro, solo anticipa que el fuego combativo que aloja su pecho refuljirá  con más intensidad que nunca. Y, en el caso del 7 madridista, esta película suele acabar siempre igual; con su sonrisa infinita posando junto a otro trofeo más.

Vinícius alza la Champions de 2022

 

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Buenos días, amigos, y bienvenidos al Boxing Day más galernauta del mundo. De hecho, es posible que se trate del único Boxing Day galernauta que existe y existirá. Hasta en esto somos únicos. Hemos superado ya, con cierta altura de miras, dos resacas de Navidad encadenadas, y miramos al teclado y la pantalla del ordenador, alternativamente, con la certidumbre de quien se cree capaz de rescatar sus limitadas habilidades redactoras tras la consabida sobredosis de guirnaldas, villancicos y tu ron, esto último así, por separado. Tu ron favorito, ese que nos recomendaste para su moderado consumo en estas fechas, sin que nadie en la familia descarte que a este humilde portanalista se le haya ido la mano en su deguste.

Es Boxing Day un día de especial tradición futbolera en Reino Unido, pero nosotros no estamos allí. Estamos en una latitud donde este periodo del calendario se asocia al descanso, si bien hoy es día laborable en la práctica totalidad del territorio nacional, con la excepción del país de la esquinita, por utilizar la terminología guardiolesca, donde sí es fiesta. El hecho es que hoy no hay fútbol en España, y que en consecuencia las portadas vienen sosas a más no poder, con la excepción quizá de la de Marca, que viene a la vez estimulante y errada, como se explicará a continuación. Y sí, nos adelantamos a los presagios de nuestros gentiles lectores: el error de Marca tiene que ver precisamente con el equipo por antonomasia de la esquinita del nordeste, y el Boxing Day de La Galerna lo es en sentido literal, o sea, ha vuelto el boxeo tras el merecido asueto del día de ayer. El espíritu navideño está muy bien, y puede ser Navidad todos los días siempre y cuando esa aspiración de concordia no interfiera con la necesidad de hacer justicia. Aquí, en La Galerna, la justicia se hace con los guantes dialécticos del boxeo bien ajustados a las muñecas.

Hay que agradecer a Marca que, quizá inspirado también por la bonhomía de elfos surgidos de la escarcha, haya aparcado por un día su línea manifiestamente hostil al club de nuestros desvelos para tratar de recalcar, en una primera plana visualmente impactante, lo ya sabido por todos, es decir, que el Real Madrid C. de F. es el mejor de la historia en su rubro, y que no hace falta acudir a los influenciables mecanismos de la subjetividad para corroborarlo, dado que nadie ha ganado más títulos que el equipo blanco. Las fotos que ilustran la idea son maravillosas, y el efecto de verlas juntas es seductor, pero la letra que acompaña al hito fotográfico es mejorable.

El Madrid ha ganado 15 títulos internacionales en lo que va de siglo, y eso le sitúa en lo más alto del primer cuarto del mismo, de igual modo que ya fue el más grande en el siglo pasado. Todo eso es muy cierto, está muy bien y nos colma de orgullo, pero añadir que superamos “en 5 títulos internacionales al Al Ahly egipcio y en 8 al Barcelona en esta centuria” está de más, y no por el muy respetable equipo egipcio, sino porque los títulos logrados por el club cliente de Negreira en el presente siglo están necesariamente emborronados por eso mismo, es decir, por haber sido clientes de Negreira en el campeonato español, lo que allanó en alguna medida su camino para clasificarse para jugar los títulos internacionales que después ganaron.

Es así que, desde un punto de vista de una moralidad no excesivamente estricta, y a la espera de que se pronuncie la otra Justicia, son muchos más de 8 los títulos internacionales que separan al Madrid del Fútbol Corrupción Barcelona.

Y qué más deciros. Para hacer esa matización hemos venido a vosotros hoy en este Boxing Day, o sea, para recordaros que los guantes de boxeo de La Galerna siguen en todo lo alto para lo poco que queda de año, y lo seguirán estando mientras sigamos por aquí.

Para eso y para dejaros con el resto de portadas. Luis De La Fuente y Marc Casadó nos felicitan las fiestas. Muy agradecidos. Sport parece que descansa por Navidad. Merecidísimo, ser así tiene que agotar.

Pasad un gran día.

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