Las mejores firmas madridistas del planeta

Buenos días. Si tenemos que tomar las redes sociales como medidor del posicionamiento ético del madridismo, hay una parte considerable de dicha afición dispuesta a crucificar moralmente a una persona que, según todos los indicios, padece un problema de salud mental.

Hablamos de Kylian Mbappé, por supuesto. En medio de la polémica con las dos no-convocatorias del astro francés con la selección de Francia, Deschamps declaró que no lo citaba porque Kylian sufría "problemas psicológicos". Así lo deja caer el propio Deschamps, tras afirmar que habla con él por teléfono a menudo.

La prensa deportiva capitalina destaca el modo en que el Real Madrid se está volcando con su atribulado delantero, a fin de darle todo el apoyo necesario para que remonte el vuelo. Curiosamente L’Equipe, en Francia, sugiere un frente común entre su club y su equipo nacional para ayudarle a recuperar un estado de ánimo óptimo para un buen desempeño sobre el césped.

El madridista que quiera cebarse con el bajón de Kylian, considerándolo más bien una muestra de desahogo o sinvergonzonería, haciéndoselo pagar sobre el campo o en Twitter, debería meditar si esa actitud es la más productiva no ya hacia Mbappé (sacamos la variable solidaria de la ecuación), sino por el puro interés egoísta de aficionado que quiere que al Madrid le vaya bien.

Consideramos que no ya lo más caritativo, sino simplemente lo más inteligente, es apoyar al jugador. Obviamente, el concepto de apoyo no tiene por qué implicar la garantía de contar con un puesto en el once inicial. Es más, podría ser que cargar con la responsabilidad que indefectiblemente va a serle asignada no sea lo más recomendable, desde un punto de vista psicológico, y que su terapia pase por un descanso. No somos quiénes para indicar si este es el caso, o no.

Sí somos, sin embargo, lo suficientemente inteligentes como para saber que el acoso y derribo social debería estar contraindicado para cualquiera que le tenga algún afecto al jugador, o bien que no se lo tenga pero desee su triunfo por el bien del Madrid.

Por lo demás, los hombres de Chus Mateo, tras dos prórrogas épicas, derrotaron anoche el Barcelona en campo enemigo. Por el doble efecto de ser una noticia de baloncesto y además ser positiva para el Madrid, la cosa tiene un eco muy limitado en las portadas.

Os dejamos con las de la prensa cataculé.

Nada cambia si nada cambias. Kylian Mbappé ha llegado al Real Madrid con vitola de estrella, que lo es, siendo la materialización de un fichaje sufrido que, queriéndolo o no, ha producido un desgaste del que todos quisimos olvidarnos desde el minuto uno, pues la calidad de este futbolista era merecedora de opacar los tira y afloja de los despachos.

No obstante, el rendimiento del atacante francés está lejos de lo esperado, lo cual nos debe hacer reflexionar sobre los motivos, para poder identificarlos y corregirlos. No coincido con las voces que claman que no deberíamos haberlo fichado pues, como reitera nuestro presidente, los mejores jugadores deben jugar en el Real Madrid, y, sin duda, el parisino lo es. Sin embargo, en muchas ocasiones, no vienen los mejores, o no la mejor versión de sí mismos, pero sí se hacen los mejores estando en el Real Madrid, es ahí, donde identifico el problema.

Kylian tiene que saber, o debe hacérsele saber, qué es el Real Madrid, como se le recordó a la UEFA, vendettas doradas aparte. El Real Madrid no ha subido su estándar con la incorporación de Mbappé, pues el listón está siempre en lo más alto, así lo demanda la historia e idiosincrasia del club. Es Mbappé el que tiene que elevar su estándar si quiere acoplarse al Real Madrid, pues, con todo el respeto para su mundialista trayectoria y el gran club del que procede, el Real Madrid vibra en una frecuencia diferente. Los ojos de la grada del Bernabéu han visto pasar a los mejores jugadores, entrenadores, directiva y presidentes de la historia del fútbol. Han visto barro, sudor y hasta sangre, como decía don Santiago, y procedente de los pies más finos, pues la grandeza del Real Madrid está en la victoria y esa, que se puede conseguir con talento, seguro se consigue con trabajo.

Mbappé

Ojalá me equivoque, pero estimo que el problema de Mbappé es muy humano, y es que no hay mayor condena que te concedan todo lo que quieres. De hecho, desde su fastuosa renovación por su anterior club, y tras la Copa del Mundo, venimos asistiendo a un Mbappé diferente, con unos números intachables, pero en el que se percibe cierta apatía y una merma en ese fulgor que desprendía cada vez que cogía el balón.

Toca corregir. Quitarse el velo estelar, y volver a los ingredientes más simples pero costosos que, siempre y en todos los ámbitos de la vida, producen fruto: trabajo y disciplina. Con lo anterior ganará la seguridad que parece escapársele, el respeto de sus compañeros y la grada, y su máximo nivel y rendimiento. Los mencionados elementos también ayudan a aplacar las consecuencias de la presión y un estado psicológico adverso, como identifican algunas fuentes.

Debe encaminar su actual conducta, por su bien y el del resto que seguimos confiando en él. Con esfuerzo y método recordará, entre otras cuestiones, que los días de descanso no son para viajar a Suecia a discotecas, que en los partidos de visitante debe ser el primero en agradecer a los aficionados desplazados, y que precisa de un preparador físico particular y un plan personal, como tienen los grandes futbolistas.

Fuiste la ilusión del madridismo y, aun estando en ascuas, no se ha apagado el fuego.

 

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Courtois, Carvajal, Lucas Vázquez, Alaba, Militao, Jacobo Ramón, Vallejo,  Camavinga, Tchouaméni, Brahim, Rodrygo, Mbappé, Vinícius, Bellingham… La lista de lesionados es tan impresionante que seguro que se me olvida algún jugador más. No hay memoria capaz de retener la magnitud del camarote de las Hermanos Marx en el que se ha convertido la primera plantilla del Real Madrid, afectada por la plaga de roturas de ligamentos cruzados y una pandemia de lesiones musculares sin fin.

No me vale el argumento del calendario. Al menos no todavía. El amontonamiento de partidos se tendrá que empezar a notar allá por el mes de marzo o abril, cuando de verdad, los futbolistas acumulen más partidos que ninguna otra temporada. Hoy por hoy, esa circunstancia no es cierta. Como mucho, la plantilla del Real Madrid debe de llevar un partido o dos más que otros años. Nada que justifique una debacle física como la que está viviendo el equipo, que en este mes de noviembre está saliendo a uno o dos lesionados por partido.

Las causas hay que buscarlas en otro lado. Estoy muy de acuerdo con Ramón Álvarez de Mon, que esta misma semana en su canal de Youtube hablaba de culpas a repartir entre el preparador físico, Pintus, y Carlo Ancelotti.

Pintus y Ancelotti

Que algo pasa con la preparación física es clarísimo. No hay justificación alguna que aguante lo que está sucediendo en este primer tramo de la temporada. No es posible mantener el discurso de la mala suerte con las lesiones o lo cargado del calendario, porque, si fuera así, desde el departamento físico del Club se deberían haber encontrado soluciones para que esto no sucediera.

El otro foco apunta a Carlo Ancelotti, al que he defendido hasta la saciedad en estas mismas páginas de La Galerna, pero cuya actitud esta temporada empieza a ser indefendible. Según un tuit (X) de Alberto Ortega, el italiano solamente ha agotado los cambios en 4 de los 18 primeros partidos de la temporada. Habría que hacerse otra pregunta ¿y en cuantas ocasiones ha hecho esos cambios a partir del minuto 70? Seguramente la respuesta sea sencilla: en casi todos los casos.

Con tantas lesiones de media-larga duración es imposible competir por ningún objetivo este año. Alguien tendrá que dar una explicación de lo que está pasando

Militao, recién salido de una lesión de un año de duración, jugó todos los partidos y todos los minutos hasta que se rompió. No había alternativa hasta que se ha puesto a jugar a Asencio y resulta que hay alternativa. Vinícius venía de jugar con Brasil dos partidos al otro lado del mundo y Mbappé estaba en Madrid entrenando tranquilamente. El italiano cambió al galo y dejo al brasileño en el campo. Resultado: lesión muscular. En el banquillo también estaba Endrick, que no viajó con Brasil y el marcador era 0-2 ante el Leganés. Imprudencia temeraria. Son botones que valen de muestra de la gestión que se está haciendo este año del plantel.

Endrick

En Liverpool, el primer cambio es Güler, que no llega a los 20 años, y se deja en el campo a Modric, con casi 40, y así vamos sumando una acumulación de minutos en unos futbolistas a los que no se da tregua cuando se les puede dar. Ancelotti ni rota ni cambia, por lo que algo de responsabilidad tiene en este desastre.

También podemos hablar de las giras de verano, de la ausencia de pretemporadas (aunque otros años se ha ganado todo con el mismo sistema), incluso de la hierba actual de los campos de fútbol de Primera División y de la pisada de los jugadores. Todo suma, pero lo que está claro es que con este nivel de lesiones continuas y de media-larga duración es imposible competir por ningún objetivo este año. La temporada está al borde del abismo y alguien tendrá que dar una explicación de lo que está pasando.

A los que no entendemos de fútbol y no hemos hecho 2.000 alineaciones a lo largo de nuestra carrera nos suena raro que tengas una plantilla top y siempre jueguen los mismos, y encima se lesionen una vez tras otra los que juegan y los que casi no juegan. El Madrid ha democratizado las lesiones. Cuando hay algo blanco en una botella, suele ser leche.

 

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La derrota del Madrid en Anfield me ha provocado enorme sorpresa y estupor. Sé que no tiene mucho sentido, porque cuando te enfrentas a un equipo de la Premier que va como un tiro, en su campo, con seis de tus jugadores titulares en la enfermería y atravesando un periodo de laboriosa adaptación en tu juego; lo normal el eso: que el Liverpool te baile al ritmo del “Carry That Weight” de Los Beatles y que vuelvas a casa un poco sin saber cómo ni por qué.

Pero, ya lo ven: a pesar de todo, estoy sorprendido. “Las sorpresas son una estupidez.  Producen un placer escaso y, en cambio, muchos inconvenientes”, dijo Jane Austen, seguramente después de ver el Liverpool-Madrid de ayer. Me sorprendió el resultado porque yo pensaba que si cierras los ojos y autoexiges mucho, mucho, mucho en redes sociales y canales de Youtube al final el Madrid acaba ganando. Porque se supone que ese es el secreto del Real Madrid: los merengues que en cuanto van mal dadas agarran el látigo y salen de procesión, igual que los “fraticelli” de la Edad Media que se flagelaban por las ciudades cuando había una epidemia de peste. La diferencia es que los fraticelli merengues no sacan el látigo para flagelarse a sí mismos sino para zurrar a todo el que se les pasa por delante: presidente, cuerpo técnico, plantilla e inquisición oficialista. Menos a ellos, le dan a todo el mundo.

En el universo del “fraticelli” madridista los términos “autocrítica” y “autoexigencia” tienen un significado muy particular, dado que raras veces los “fratecilli” exigen o critican nada de sí mismos. Al contrario. La cofradía Merengue de Fraticelli vive convencida de que “ellos ya lo avisaron”, y de que sus desvelos traen las victorias. El Madrid, en definitiva, atesora más de un siglo de grandeza gracias a un solo y único factor: que la afición se queja mucho cuando pierde.

Desde que el Real Madrid anda gripado, los Fraticelli lo han estado dando todo con entusiasmo, “auto”-criticando lo presente, lo futuro y lo pasado. Cuando el Madrid se gripa, el fraticelli es autoexigente con carácter de retroactividad y todo, como indicó talentosamente Paco Sánchez Palomares en un reciente artículo de esta santa casa. El fraticelli se pone a cantar el “Nonosdá” con inflexiones gregorianas (“No nos da para la Champions, No nos da para la Liga”) y en vez de entonar un “Dimitte nobis” (Perdona nuestros pecados) lo que canta es el exordio “Dimite” a secas: “dimite, Florentino; dimite, Ancelotti”, que suena casi igual. Según la teología fraticelli, si se hace esto a menudo, en voz muy alta y con muchos tacos; una fuerza cósmica universal se pone en marcha y el Madrid gana otra Champions. Ese es el inmenso poder del fraticellismo merengue.

El Madrid atesora más de un siglo de grandeza gracias a un solo y único factor: que la afición se queja mucho cuando pierde

En vista de que los Fratecilli llevan dándole a la autoexigencia desde el 0-4 del Barça, yo imaginaba que a estas alturas sus desvelos al fin tendrían resultados y que ayer golearíamos al Liverpool, porque además salieron de inicio muchos de los jugadores favoritos de los fraticelli (aunque, ojo con esto, que el fraticelli tiene jugadores favoritos… hasta que por lo que sea dejan de serlo y entonces les abren las puertas del inferno). Pero nada. 2-0 y a casa. Y con Camavinga lesionado. Menudo chasco. Llámenme loco, pero tras la derrota en Anfield empiezo a pensar que las 15 copas de Europa no están directamente relacionadas con el hecho de que, cuando perdemos, @CR74ever escriba en un post con mayúsculas que Ancelotti debe irse a la calle, o con que salga Iñaki Angulo en Youtube llamando “ruina absoluta” al jugador que sea que tenga atravesado en ese momento.

El Madrid perdió contra el Liverpool enlazando su tercera derrota en Champions League y aún nadie tiene del todo claro los motivos. El Madrid está en noviembre a cuatro puntos del líder con un partido menos y acabará pasando de ronda en Europa, pero enlazar tres bofetones en la competición de Ceferino es malo y exige una solución; negarse a ver estos elementos es absurdo. Como absurdo es pensar que yo, como mero aficionado, tengo la posibilidad real de cambiar la dinámica negativa de mi equipo cuando entra en ella, por muy sentencioso y destructivo que me ponga en redes sociales.

Mi enfado no marca goles ni mejora el juego del equipo. Lo hacen los miembros de la plantilla, a quienes no estoy seguro de hasta qué punto les motiva la autoexigencia fraticelli para mejorar, que suele oscilar entre la idolatría desmedida y la lapidación verbal sin que haya un término medio. Curiosamente, lo que raras veces se plantea el fraticelli son las posibles bondades que pueda acarrear el mostrar apoyo a un jugador, o a todo el equipo, cuando vienen mal dadas. El concepto “refuerzo positivo” no tiene cabida en la teología del fraticelli. ¿Por qué perder el tiempo con un “calma, sigue trabajando y lo harás mejor, estamos contigo” cuando un “vete a tu casa, desgraciado, que no vales ni para jugar con los alevines” es mucho más contundente? Entre alentar y señalar, el fraticelli tiene muy clara su preferencia.

Mi enfado no marca goles ni mejora el juego del equipo. Lo hacen los miembros de la plantilla, a quienes no estoy seguro de hasta qué punto les motiva la autoexigencia fraticelli para mejorar, que suele oscilar entre la idolatría desmedida y la lapidación verbal sin que haya un término medio

El gran señalado tras el partido en Anfield es Kylian Mbappé, cuya actuación sin duda no estuvo entre las diez mejores de la historia del fútbol. Había muchas esperanzas en Mbappé que, de momento, no parecen cumplirse.

Antiguamente se decía que cuando nacía un Habsburgo, los dioses tiraban una moneda al aire, dado que los miembros de la dinastía tenían tantas posibilidades de ser genios como tarados. Un príncipe Habsburgo podía ser un Carlos V o un Felipe II; o bien un Fernando I de Austria, a quien lord Palmerston describió como “lo más semejante a un idiota”, o un Julio César de Austria, hijo del emperador Rodolfo II, que acabó sus días preso en una mazmorra después de acuchillar a su amante, tirarla por una ventana, descuartizarla y meter sus restos en una cesta. Cara o cruz.

Pienso en lo de los Habsburgo y la moneda cada vez que el Madrid hace un fichaje de relumbrón y me imagino a las Fuerzas del Destino lanzando al aire un real de a ocho, a ver de qué lado cae. A veces el fichaje es un Kaká y otras veces un Cristiano Ronaldo, pero hasta que la moneda se asienta, es imposible saberlo. Con Mbappé los dioses apostaron y parece que ha salido cruz. O Cara. No sé. El lado que signifique no echarse el equipo a la espalda, sea el que sea.

Cristiano Ronaldo y Kaka

Puede ocurrir que, en realidad, no haya salido ningún lado y que la moneda de momento siga de canto. En ese caso, no queda más que esperar conteniendo el aliento y cruzar los dedos para que caiga de forma propicia. A veces la espera puede prolongarse más de lo que la paciencia de un fraticelli o incluso de un Inquisidor Oficialista está dispuesto a soportar. Pero el resultado bien puede ser asombroso: la primera temporada de Courtois en el Madrid fue tétrica, que igual muchos no se acuerdan de eso, pero yo sí. Me acuerdo cada vez que le veo hacer milagros bajo palos y pienso, por ejemplo, en aquel 4-1 contra el Ajax que nos sacó a las malas de Champions League en 2019 y que fue la guinda de una temporada nefasta para el belga. Por supuesto, tras aquel partido, los fraticelli lo señalaron como el culpable principal. Entrenaba Solari, por cierto, al que ahora por algún incognoscible hay quien desea traer de vuelta al banquillo.

Mbappé está atravesando lo que parece ser un inoportuno bloqueo, que es algo normal en el deporte de élite, y a mí se me ocurre una idea loquísima: en vez lanzarlo a las garras de los fraticelli, nosotros, como afición, transmitámosle ánimo, calor y confianza

Es difícil caer de pie en el Madrid. La moneda tarda en dictar sentencia. Vinícius durante años (años, ojo) era señalado porque “no metía un gol al arcoíris”, Benzema jugaba por decreto ley porque su prima iba a la misma mezquita que la vecina de la cuñada de Zidane, pero era “Benzemalo”; el propio Zidane, durante su primera temporada de blanco, fue una decepción con patas entre los meses de agosto y enero, cuando poco a poco empezó a despegar hacia las estrellas. Y a Toni Kroos los fraticelli autoexigentes querían venderlo “con un lazo” antes de que el Madrid ganara sus dos última copas de Europa.

No sé si Mbappé será un Zidane o un Kaká. De momento lleva un partido nefasto contra el Liverpool y 9 goles marcados en total, lo que lo convierte en el segundo goleador de la plantilla por detrás de Vinícius. En la temporada pasada, Vini marcó un total de 15 goles en Liga y nos lamentamos porque le hayan robado el Balón de Oro. Hoy en día Mbappé, tras cuatro meses de competición, ya lleva 7, que son casi la mitad. Admitiendo que está lejos de ser el jugador determinante que todos deseamos, creo que tildarlo en noviembre de causa perdida es, como poco, aventurado.

Mbappé está atravesando lo que parece ser un inoportuno bloqueo, que es algo normal en el deporte de élite, y a mí se me ocurre una idea loquísima: en vez lanzarlo a las garras de los fraticelli, nosotros, como afición, transmitámosle ánimo, calor y confianza.

Quizá la moneda aún no ha tocado el suelo y podemos alterar su trayectoria. En tal caso, estoy seguro de que empuja más un clamor de ánimo que un silbido.

Vamos a probar. A ver qué pasa. Y si no funciona, pues fraticellis todos.

 

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Dice hoy Jabois que el problema del Madrid se llama Kylian Mbappé. Valdano sentenció ayer, en cambio, que Mbappé es el menor de los problemas del equipo. El partido en Anfield puede interpretarse como la culminación de una tendencia negativa por parte del jugador francés. Su ineficacia para aprovechar el apreciable juego del resto del equipo (hablo del primer tiempo) le puso inevitable cara de lastre. Su segundo tiempo no fue mucho mejor. Ahora mismo, es más fácil inclinarse hacia el lado de Jabois que hacia el de Valdano.

En realidad, ahora mismo es muy fácil inclinarse hacia los diagnósticos de los tradicionalmente avinagrados (utilizo el término con sincero afecto), los convertidos al vinagrismo y los que simplemente atraviesan una fase agria y astringente, que son las dos primeras cualidades que la definición de la RAE otorga a ese condimento. Yo leo a mis admirados Jabois, Hughes o Mesetas y coincido en muchas cosas con ellos, matizaría otras muchas de sus ideas y me rebelaría frontalmente contra una en concreto, común a ellos y a casi todos los demás: la irreversibilidad de todo esto, de lo que Jabois considera el principal problema (Kylian) y de las otras cosas que Valdano ve mal, sean cuales sean. No hay ni un gramo de gravedad adicional que quiera añadirse a la ecuación que convierta a esta en irresoluble. Comparto casi todo el diagnóstico, pero no el pronóstico reservado, y digo bien reservado porque estos admirados amigos no se pronuncian demasiado sobre la posible existencia de soluciones. Sin embargo, pesa sobre sus análisis un fatum desolador.

Kylian Mbappé

“De todos nuestros sentimientos, el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. Cortázar no sabía de fútbol. Cuenta su primer editor en España, ese extraordinario intelectual que es Andrés Amorós, quien le trató mucho, que no tenía especial consideración por el deporte rey. Bueno, pues Cortázar dio en el clavo. Si la esperanza le pertenece a la vida, yo llevo toda la mañana soportando una vida benditamente pesada que no cesa de recordarme lo que el Madrid ha sido e inexorablemente es. También me refresca la memoria respecto a lo que ha sido y es Kylian Mbappé.

Si la esperanza le pertenece a la vida, yo llevo toda la mañana soportando una vida benditamente pesada que no cesa de recordarme lo que el Madrid ha sido e inexorablemente es. También me refresca la memoria respecto a lo que ha sido y es Kylian Mbappé

Nadie sabe qué le pasa al francés, al mismo tiempo que todo el mundo puede hacerse una composición de lugar. La cosa parece más psicológica que otra cosa, con las secuelas de un mobbing de manual por parte de su anterior empleador, de aviesos y numerosos tentáculos, y de un presunto escándalo del que nada se sabe, y al que podría no ser ajeno dicho antiguo empleador. Ahora mismo es un hombre de papel, un juguete del viento, como cantaba Radio Futura. No tiene confianza alguna en sí mismo, y no hace falta ser psicólogo para interpretar en términos de desolación su lenguaje corporal. A mí, a un tío que está así, lo que me sale es apoyarle, sobre todo cuando sus objetivos coinciden con los míos, y parece que hasta sus sueños (que no es lo mismo) lo hacen. Motejarle “Hazard 2.0” es legítimo, pero solo una cosa resuena más que la mala fe del símil: su completa falta de fundamento. No sé si la paciencia pertenece también a la vida pero, al ser hermana siamesa de la esperanza, tiene todas las papeletas.

 

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Buenos días. El Madrid cayó por 2-0 contra un Liverpool superior y sigue complicándose la clasificación para la siguiente fase de la Champions. ¿Estamos contentos? No. ¿Está todo perdido? Tampoco. La parte negativa: lo que vimos anoche es lo que hay. La parte positiva: es lo que hay, de momento.

Anoche no vimos a un Madrid tétrico y sin implicación, anoche vimos a un Madrid que, en las condiciones actuales, no le alcanza para superar a un equipo en el estado de forma del Liverpool. Los de Ancelotti consiguieron domar el temido inicio red, aunque según avanzaba la primera parte los ingleses fueron gradualmente subiendo el potenciómetro de la presión y empujando a los nuestros contra el arco propio. Los blancos incluso llegaron a sacudirse antes del descanso un poco el agobio y generaron ocasiones, pero no acertaron.

La segunda parte arrancó con un dominio abrumador de los de Slot, a lo cual se sumó la lesión de Camavinga, el mejor hasta entonces. Courtois salvó lo que pudo, pero todo es imposible. Con la entrada de Lucas y la vuelta de Fede al medio, el Madrid mejoró y pudo meterse en el partido de haber marcado la pena máxima. Hacia el final disfrutó de ocasiones, pero, repetimos, no acertó —lo más importante en fútbol— y en ningún momento se impuso al Liverpool, justo ganador. Podéis leer aquí la crónica de Ramón Álvarez de Mon y las notas de Genaro Desailly.

Marca

Estamos de acuerdo con Marca: «La cruda realidad».

Crítica: toda, y no es poca. Dar el año por perdido: no. El problema, como decíamos al principio, es que lo visto anoche es lo que hay. El Madrid trató de parar con las manos el escape de agua y, claro, no pudo. Una avería así no se arregla intentado frenar la fuga con las manos, sino reparando el desperfecto. Y los males del Madrid son varios.

Está averiado desde que comenzó la temporada, la profusión de lesiones ha menoscabado el potencial blanco. Es una cuestión casi matemática: si tienes diez y pierdes siete, te quedas con tres, y no hay plantilla de élite en el mundo que pueda asumir, sin una merma en los resultados, una plaga así. Aunque se fichara, es imposible contratar ni un veinte por ciento de lo que falta: Vinícius, Militao, Carvajal, Camavinga, Tchouaméni, Rodrygo, Alaba, etc.

La tendencia es preocupante, puesto que el pasado ejercicio también concurrieron numerosos percances. Además de lo cargado del calendario, es necesario hacer autocrítica y detectar los problemas en el método.

A pesar de las bajas, los de Ancelotti llevaban un par de partidos en los que se apreciaron claros síntomas de mejoría, pero hay otro problema cristalino: de los jugadores sanos, hay pocos en la forma que se supone deben presentar futbolistas de ese nivel. Salvo Vinícius, Valverde, Camavinga y Courtois, el resto no han rendido de manera continuada a su mejor cota. El caso más llamativo, ya sabéis: Mbappé.

As

Kylian vino para ser determinante y aún no lo ha sido. Es obvio. Sus prestaciones en lo que va de campaña no han estado a la altura de las expectativas. Debe mejorar y mucho. Probablemente, su rendimiento se está viendo más afectado por la ansiedad que a todas luces padece en su intento por agradar a su nueva afición que por un tema estrictamente físico, aunque también sea necesario trabajar ese aspecto. Sus gestos en Anfield así lo ponían de relieve.

¿Qué es más sensato, atacarlo con saña y defenestrarlo o tener paciencia y trabajar para que aparezca el jugador que es? Cada uno tendrá una opinión, nosotros nos quedamos con la segunda alternativa.

Además de las lesiones y la baja forma de muchos jugadores, este año Ancelotti no ha dado todavía con la tecla que otros años desfacía entuertos y ha pasado del haber al debe.

El Madrid actualmente cuenta con el mejor futbolista del mundo y el más decisivo, incluso en los malos partidos: Vinícius. Anoche no estaba. Su papel determinante debía asumirlo Mbappé. Lo intentó, pero no lo consiguió. El equipo lo acusó. Del mismo modo que acusó las pobres prestaciones ofrecidas por Mendy, varios escalones por debajo al de otros años. Y la baja de Carvajal, y la de Militao, y ese punto de contundencia que aún no ha mostrado Jude esta campaña, y la bisoñez de Güler, y que el tiempo pasa por Modric, etc.

Como resultado de todo ello tenemos la situación actual. Es lo que hay, de momento. Pero tratándose del Madrid, no parece muy sensato bajarse del barco ni rendirse, cegados por una coyuntura presente, que, por definición, pasará.

Que tengáis un buen día.

Mundo Deportivo Sport

-Courtois: NOTABLE. Protagonista de varios de los milagros habituales. Quizá se inhibió un tanto en el balón aéreo del segundo gol.

-Valverde: NOTABLE. Uno de los mejores, pese a no ser esa su posición.  Rápido en defensa y jugando con sentido.

-Mendy: SUSPENSO. Aguantó bien a Salah durante la mayor parte del partido, pero su inocente penalti al final le quita todo crédito.

-Asencio: NOTABLE. Algo blando en el primer gol, pero no desentonó en un partido de muchísimo voltaje. Su partido es una de las pocas buenas noticias. Prueba superada.

-Rüdiger: APROBADO. Menos fino que otros días.

-Camavinga: SOBRESALIENTE. El mejor hasta que se lesionó. Que sea poco.

-Bellingham: APROBADO ALTO. Manejó el balón con la destreza acostumbrada y jugó con inteligencia, aunque quepa pedirle más impacto.

-Modric: APROBADO. De más a menos. No está para partidos enteros, y menos de esta envergadura.

-Güler: APROBADO. Poco lúcido. Le vino grande el partido.

-Brahim: APROBADO. Muy peleón y poco acertado. No jugó en la posición que más le favorece.

-Mbappé: MUY DEFICIENTE. Absolutamente negado, hasta en el penalti. Le va a costar mucho superar esta situación.

-Lucas V: NOTABLE. Providencial su entrada, forzando un penalti por desgracia intrascendente.

-Ceballos: APROBADO. Aportó algo de manejo de balón y buen trabajo defensivo.

-Fran García: APROBADO. Lo intentó.

-Endrick: SIN CALIFICAR. Sin tiempo.

-Ancelotti: APROBADO. Aunque los haters volverán a desenfundar la guadaña (si es que alguna vez la guardaron), la derrota es más atribuible al infortunio y al gran momento del Liverpool que a su gestión.

 

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Arbitró el francés François Letexier. En el VAR estuvo su compatriota Jérome Brisard.

Arbitraje muy europeo que llevó con autoridad y buen hacer el colegiado francés, una de las promesas del silbato en el panorama europeo a sus 35 años.

En los dos penaltis acertó y no hizo falta el VAR. Robertson pisó a Lucas en el 59' y Mendy derribó a Salah diez minutos después.

En el apartado disciplinario no permitió protestas airadas y por ello vieron amarilla Gravenberch en el 16' y Ceballos en el 79'. Además, también se llevaron tarjeta Núñez y Asencio por su enganchón en el 12', MacAllister por zancadilla a Arda en el 39' y Endrick por una patada a Konaté en el 89'.

Letexier, BIEN.

 

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El Real Madrid ha perdido con claridad en Liverpool y se complica la clasificación.

Ancelotti debió de pensar que la prueba ante el Leganés había ido bien y mantuvo la misma estructura de equipo. Los únicos cambios fueron Modric por Ceballos, Mendy por Fran y Brahim por el lesionado Vinícius.

El primer susto llegó tras una pérdida de Mbappé que supuso un contragolpe muy rápido, entre Courtois y Asencio evitaron que tuviera consecuencias. Estuvo muy veloz el canterano para salvar el gol en la línea.

El Madrid cerraba mucho por dentro para obligar al Liverpool a atacar por fuera. El mayor peligro lo acaparó Darwin, pero en general el Madrid supo sostener al equipo red y hacia el final de la primera parte encontró situaciones para atacar, pero Mbappé y Güler no estuvieron acertados. Estaba siendo el partido de Camavinga. Impresiona la capacidad que tiene de robar balones y cubrir el campo.

Güler

El comienzo de la segunda parte no fue bueno. El equipo blanco empezó muy impreciso y en esto estaba destacando especialmente Mbappé. Tanto fue el cántaro a la fuente que al final Mac Allister adelantó a los locales. Poco después pudo marcar el segundo, y en la misma jugada Camavinga se rompió. El drama era absoluto. Salieron Camavinga y Güler por Lucas y Ceballos. Valverde recuperó su lugar.

El Real Madrid ha perdido con claridad en Liverpool y se complica la clasificación

Sin embargo, el Madrid, en un ataque de orgullo, realizó una gran jugada en la que Lucas forzó el penalti. Todo puede empeorar y Mbappé lo falló. El partido entró en una fase en la que ambos equipos buscaban el gol con mayor energía de la que disponían.

En el 69’, tras una ocasión del Madrid llegó otro contragolpe y Salah forzó un penalti claro de Mendy. Afortunadamente el egipcio falló una pena máxima chutada de forma muy atípica. Mendy fue sustituido por Fran.

En el minuto 76 llegó lo que pareció la sentencia. Un centro desde la banda que remató muy fácil Gakpo. El holandés saltó con Modric. Endrick salió precisamente por el croata, pero de ahí hasta el final solo hubo intentos vanos del Madrid y algún milagro más de Courtois.

 

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Hola a todos, amigos galernautas. Como de sobra sabéis, esta noche se juega mucho el Madrid (por los puntos, pero sobre todo por el prestigio) en su visita a Anfield. Al haber jugado ayer, también en Champions, tanto el club cliente de Negreira como el Atlético de Madrid, la prensa de la jornada no atiende sin embargo a la previa de partido tan señalado, sino más bien a lo acontecido en ambos encuentros de anoche.

Así, las dos primeras planas de los diarios madrileños son para las huestes cholistas, mientras los clientes de Negreira, con Lewandowski a la cabeza, constituyen el argumento principal de la prensa cataculé.

As Marca Sport Mundo Deportivo

Las dos noticias futbolísticas más destacadas de ayer en Champions desafían a la estadística: el Atleti del Cholo golea a domicilio en Europa y el City de Pep tropieza por sexta vez consecutiva, provocando enajenación mental transitoria en el de Santpedor con resultado de autolesiones en su acreditado (y cuasidesnudo) cráneo. El hombre que orina colonia luce como sabéis una testa noblemente desprovista de cabello (como le sucede a la ocasión, también a la micción la pintan calva), y todo el frontispicio, al alimón con la napia, lucía ayer de la siguiente guisa tras dejarse empatar una renta de tres goles en los últimos 15 minutos del partido.

Calva zaherida de Guardiola

Las probabilidades de que el conjunto rojiblanco, entrenado por Simeone, marque seis tantos fuera de casa en Champions son nimias: sin embargo ha sucedido. De igual forma, que el todopoderoso Manchester City, entrenado por Guardiola, pierda cinco partidos seguidos y empate el sexto en su propio estadio después de ir ganando 3-0 en el minuto 75 es una situación de una improbabilidad incluso mayor que la anterior. Y a pesar de ello ha ocurrido.

En cuanto a la estremecedora foto que acabamos de colgar, y que podría herir la sensibilidad de esos espíritus blandengues que el Fary detestaba, solo podemos indicar que tiene explicación, y que nos la ofreció el propio protagonista al final del partido. “Me autolesiono”, confesó ante la prensa. La realidad, de ser cierto, es lo suficientemente estremecedora, hasta el punto en que ha desatado en nuestro consejo de redacción un aluvión de posibles títulos para el portanálisis de hoy, todos ellos inspirados en grandes películas de terror psicológico. “El resplandor de Santpedor”, “Alguien voló sobre el nido de Pep” e incluso “¿Qué fue de Baby Pep?”, en homenaje a la mítica “¿Qué fue de Baby Jane?”, aquel gran clásico del Grand Guiñol en el que una perturbada Bette Davis servía de comer canario frito a la impedida Joan Crawford.

La calva zaherida de Pep inspira todo tipo de sugerentes hipótesis psicológicas, aterradoras en su mayoría. En el consejo de redacción de La Galerna se especulaba incluso con una posible pelea en el vestuario skyblue. Los cortes de la calva sí pueden haber sido efecto de un acto de histerismo ejecutado por las propias uñas del técnico catalán, pero lo de la nariz es muy extraño.

No falta quien asegura, en el seno de La Galerna, que la de la nariz es una herida inciso-contusa, es decir, el resultado de un puñetazo. “Inciso-contusa” suena a “contencioso-administrativo” según otro miembro (con perdón) del consejo de redacción galernauta. Para proceso contencioso-administrativo el que puede acabar con el descenso de categoría del City, aunque si sigue así no descartamos la opción de que pueda descender por méritos propios, o sea, por cosas que acontezcan en el césped y no en los despachos.

¿Qué fue de Baby Pep?, nos preguntamos preocupados. El aire de este portanálisis está siendo ligero, tal como acostumbramos, pero en realidad nos preguntamos si es un tema sobre el cual se debe bromear o si, por el contrario, estamos ante indicios de cuestiones preocupantes de verdad.

Entretanto, los amigos de Garabatxs nos facilitan la auténtica portada del día. A nosotros no nos parece que Guardiola sea un fraude (aunque goce de un hype exagerado y grimoso), pero no podemos evitar una carcajada ante la nueva ocurrencia de nuestros amigos.

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Hoy os traigo una portada de los panfletos británicos. Esta no la visteis venir, eh? pic.twitter.com/U6sTKDQqhP

— Dibujitos Aleatorios (@Garabatxs) November 27, 2024

Pero insistimos: ¿deberíamos reírnos? Pep, ¿estás bien?

Pasad un buen día, a ser posible coronado con una gran victoria en Anfield.

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