Buenos días, amigos. Esta noche se enfrentan en San Mamés el Athletic Club y el Real Madrid, y nunca nos cansaremos de ponderar la excelencia de este Clásico del fútbol español en perjuicio de ese otro partido que el planeta entero llama pomposa y erróneamente “el Clásico”.
Ese otro partido que el planeta entero llama pomposa y erróneamente “el Clásico” está tan inexorablemente marcado por la corrupción arbitral que jamás podrá ser tal, ni lo ha sido nunca. Uno de los dos oponentes de ese mal llamado clásico pagó durante un mínimo de 17 años (¡17 años!) a un destacado componente de la cúpula arbitral de la competición para, según confesión de ese mismo funcionario ante la Hacienda Pública, garantizarse “neutralidad” arbitral. Desde esa premisa es radicalmente imposible llamar “clásico” de nada a un encuentro en el que participa el perpetrador de esa “corrupción continuada”, como lo llama el propio juez instructor del caso.
Lo de esta noche en Bilbao, en cambio, es un choque entre dos auténticos grandes del fútbol español. Grandes por palmarés, solera, idiosincrasia en cierto modo opuesta o complementaria, y también atractivo literario. La prensa del día, por supuesto, no presta atención a estos aspectos del duelo, que son demasiado profundos para la consideración que ellos tienen de sus lectores. Más bien plantean el encuentro como la enésima oportunidad para ver caer la guillotina sobre la cabeza del Real Madrid, sometido a una perenne última oportunidad por parte de los medios.
“Obligados”, suelta Marca, cuando junto a una foto de Mbappé tal vez debiera decir “Obrigados”, en lusófono agradecimiento por la cantidad de periódicos que les hace vender y de pinchazos que provoca en su web. Pues sí, Marca, obligados, como siempre. Trataremos de ganar, muchas gracias por el aviso. Sin él, nos enfrentaríamos al choque en la Catedral ignorantes de su trascendencia, así que obrigados.
As personifica en Nico Williams y el propio Mbappé la trascendencia del enfrentamiento. Nico es un delantero único que habría tenido hueco en un Real Madrid menos plagado de estrellas en la línea de ataque. Al menos, el chico se dio el gusto de rechazar un acoso por tierra, mar y aire del club cliente de Negreira para ficharle, prefiriendo mejor renovar por su club de toda la vida. Nos cae bien Nico, y nos hará sufrir esta noche. Hay que ayudar a Lucas Vázquez en la tarea de frenarle, pues de lo contrario puede hacer una escabechina. Confiamos en Lucas, pero conocemos la magnitud del reto.
En cuanto a Kylian, qué decir. Su golazo al Getafe impulsa su desarrollo como jugador del Madrid, al tiempo que ese impulso se ve psicológicamente frenado por la abundancia y claridad de las ocasiones de gol falladas. Es un partido importante para él, como lo es para el equipo. Un “partido grande”, dice As sin exagerar un ápice, y lo será sin duda, frente a un rival que pondrá en juego todos sus argumentos futbolísticos para ganar al mejor, como debe ser, pero que los empleará con nobleza, como suele hacer en contraste con otros.
La prensa cataculé, por otro lado, celebra la sonora victoria de ayer ante el Mallorca. Sí, el mismo equipo que mafferraílla a los blancos cada vez que pasan por allí y que ayer fue una banda de corderitos imbuida de un espíritu filantrópico. Ved el primer gol de la noche, y cantad al unísono el himno inmortal de los payasos de la tele. Luego observad el penalti pitado por acción sobre Yamal y comparadlo con el no pitado en el Pizjuán por acción de Navas sobre Vinícius, y cantad el Viva la Gente, la hay donde quiera que vas.
Cuando el equipo cliente de Negreira ha ganado por 1-5, se hace difícil entrar en valoraciones arbitrales, pero lo cierto es que el mismo colegiado (o culegiado) que pitó el final de un partido en el mismo instante en que Bellingham marcaba un gol fue ayer una pieza más en el bello engranaje del Team Flick.
Pasad un buen día.
Pues entre una cosa y otra, el Real Madrid, si gana al Athletic, se mantendría a un punto del líder de la competición. El Madrid acecha al Barça y la renta que el equipo catalán tenía hasta hace unas semanas hoy día parece tan escuálida como fácilmente vencible. En las últimas tres jornadas el Madrid ha recortado 8 puntos.
Johan Cruyff decía que los equipos eran grandes cuando tenían entre sus filas tres o cuatro jugadores entre los mejores en su puesto. Esta máxima no la cumple el Barça de Flick. Si bien es cierto que el equipo culé tiene entre su plantilla a algún jugador que en su día fue élite, hoy abundan medianías o jóvenes promesas. A esto se le suma que su plantilla es realmente corta y que tiene posiciones auténticamente abandonadas como puede ser la del 5, que desde la marcha de Sergio Busquets no han sabido suplir con un recambio de garantías. Así pues, el Barça no tiene hoy día ni una gran plantilla ni unos grandes jugadores. Y aun así, han llegado a protagonizar un notable arranque de temporada y su nuevo entrenador ha demostrado ser capaz de conformar la mejor escuadra posible para competir.
El Madrid llega a su partido de esta noche frente al Athletic Club con una buena dinámica y un Kylian Mbappé que fue el mejor frente al Getafe
Por su parte, el Madrid se ha repuesto en el campeonato liguero mientras en Europa lucen nubarrones que con la mayor brevedad posible hemos de disipar. Carlo Ancelotti ha recuperado a Lucas Vázquez y a Rodrygo. Ambos hicieron un gran partido frente al Getafe, Lucas Vázquez llegó a terminar el partido, disputando los 90 minutos, mientras que el delantero brasileño fue sustituido en el ecuador de la segunda parte. Buen síntoma físico del canterano que espero también sea cuidado en sus minutos. Ahora mismo es el único lateral derecho del primer equipo. No tenemos una línea defensiva para tirar cohetes y permitirnos el lujo de exprimir nuestros recursos. Defensa que suma su tercer partido consecutivo con la portería a cero. Gran noticia cuando se está viendo tan mermada.
Raúl Asencio sigue demostrando que está para el primer equipo. En todo momento el canterano se ha desempeñado con seguridad y seriedad. Tras el encuentro, Toni Rüdiger elogió a su compañero de zaga. Por su parte, Ancelotti tuvo unas palabras elogiosas para él en la rueda de prensa antes del partido: "Cuando vuelvan todos, peleará por el puesto porque en los partidos que ha jugado ha merecido ser titular. Ha estado muy bien con balón y bien posicionado sin él. Ha cumplido y se merece ser considerado para pelear por un puesto con los demás".
El Madrid llega a su partido de esta noche frente al Athletic Club con una buena dinámica y un Kylian Mbappé que fue el mejor frente al Getafe
El Madrid llega a su partido de esta noche frente al Athletic Club con una buena dinámica y un Kylian Mbappé que fue el mejor frente al Getafe. El delantero francés tuvo múltiples ocasiones de gol claras que por h o por b no fue capaz de finalizar. Muchas de ellas se las fabricó solito. No obstante, el astro francés hizo el gol más difícil a pase de un inspirado Jude Bellingham que en las últimas jornadas parece haber recuperado su mejor fútbol. Cosa buena que ambos conecten tan bien como el café y la leche.
Otras grandes noticias son Fran García y Dani Ceballos. Ambos se están mostrando en forma y realizando buenos partidos. El canterano parece consolidarse por encima de Ferland Mendy en los últimos encuentros mientras el centrocampista andaluz suma minutos de calidad cuando más falta nos hacía su concurso. Siempre decimos que esta clase de jugadores aportan más de lo que parecen y que es un plus cuando su participación es obligatoria y resuelven con prestancia su puesto en el once.
¿Qué quieren que les diga? Hay evidentes brotes verdes que no deben ser eclipsados por algunos nubarrones que venimos arrastrando en este inicio de temporada. Tan cierto es que no estamos ante nuestra mejor versión como que en el campeonato liguero nos estamos mostrando efectivos. En Champions tenemos poco margen de error, la derrota frente al Liverpool fue dolorosa pero también de ese partido podemos sacar cosas positivas, como una primera parte antológica de Eduardo Camavinga que hasta su lesión hizo un partidazo jugando como ancla. Lo más previsible es que un Aurélien Tchouaméni ya recuperado sea su relevo en el eje del centro del campo. Veremos esta noche.
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Partido de Liga intersemanal para el Real Madrid adelantado por la Supercopa de España que se jugará en el mes de enero. Una de las salidas más complicadas del campeonato, en San Mamés. Los vascos son cuartos y se encuentran en buen momento de forma y confianza. Además, Valverde solo cuenta con la baja confirmada de Ander Herrera por lesión. Se espera alguna rotación en el once, pero no de gran importancia, y sus figuras formarán parte de la alineación. Un once en el que se espera, en formación amoldable de 1-4-2-3-1 y 1-4-4-2, a Unai Simón en portería, De Marcos como lateral derecho, Yuri, por el izquierdo, Vivian y Yeray, pareja de centrales; en el centro del campo, Prados y Ruiz de Galarreta en la sala de máquinas, en una línea de tres por delante, con Nico por banda izquierda, Iñaki Williams por la derecha, Sancet en la zona del ‘10’ y en punta Guruzeta.
Es San Mamés y es el Athletic contra el Real Madrid, el partido del año en Bilbao. La presión está garantizada, con un cuadro rojiblanco que presionará mucho arriba, buscando el ahogo en la salida del balón blanco y la provocación de pérdidas. Esta presión se espera, sobre todo, realmente intensa en los primeros 20-25 minutos de encuentro. El Real Madrid lo sabe y deberá salir con los cinco. A lo largo del partido, la presión bajará y lo normal es que haya una disposición en bloque medio. La razón es que si el adversario salta la primera línea de forma sencilla se encontraría un equipo largo, con distancia entre sus hombres y así las posibilidades de hacer daño sin el plantel compacto son mayores. Por eso su prioridad es acumular gente en pocos metros para tener superioridad numérica e intentar las recuperaciones de ese modo y lanzar a sus baluartes ofensivos. El Real Madrid deberá tener cuidado en las zonas de banda donde el Athletic busca la trampa de los 2 vs. 1 para provocar pérdidas, robar y salir rápido. La organización será con los delanteros saltando sobre los centrales, los medioscentros ajustando una línea más atrás y los jugadores de banda tapando los huecos interiores y cortocircuitando las conexiones en esas zonas.
Una salida rápida ya sea en corto o en largo. Es lo que busca el Athletic con el balón desde atrás. Yeray será el principal encargado para sacar el cuero. En primer término buscan asociación con los medios para que puedan girar y descargar los balones a la banda o conectar con los puntas. Ahí, ya habría conseguido Valverde el plan que pretendía para dar alas al equipo y prosperar de la fase defensiva a la ofensiva. La otra idea es un balón en largo para bien lanzar directamente al espacio a los Williams, que son bombonas de oxígeno para el equipo gracias a su velocidad, o por otra parte buscar la cabeza de Guruzeta para lograr prolongaciones o su pecho para bajar el cuero y descargar de cara.
Los leones son un conjunto sólido que defiende bien en estático o en transiciones. Cuentan con el póker de internacionales españoles formado por Unai Simón en portería y Yeray-Vivian (o Parades) en el centro de la zaga y su nivel competitivo es importante. En lo que va de Liga, el Athletic acumula una media de un gol encajado por encuentro y teniendo enfrente al Real Madrid es algo que se puede multiplicar. Valverde ha creado un equipo que defiende de forma eficiente en bloque medio o medio-bajo, que no deja espacios entre líneas y que presiona a los poseedores de balón para que no giren ni den la vuelta. En el lateral derecho se pueden encontrar más resquicios con un De Marcos que ya no tiene el nivel de antaño y al que Mbappé debería causar muchos problemas si sigue cayendo por esa zona. Además, meter centros por arriba al área no será una solución, porque Vivian mide 1,84cm, Paredes 1,87cm y Yeray 1,82cm y el Real Madrid, salvo alguna llegada por sorpresa de Bellingham, no cuenta con demasiada altura en sus delanteros.
El Athletic con Valverde tiene un importante arsenal ofensivo que ha subido un peldaño más con la incorporación de Djaló. Suma 22 dianas en 15 encuentros hasta la fecha. Tiene a bastantes jugadores aportando goles, ya fuesen delanteros, jugadores de banda o centrocampistas con llegada. Se espera a un Athletic clásico, que apostará por transiciones rápidas y verticales buscando a los delanteros y contraataques directos con pocos pases, en los que Sancet se mueve como pez en el agua, siendo un muy preciso lanzador y pasador. Una identidad destacada de lo que ha sido el Athletic. Un equipo de ritmo alto, enérgico y muy intenso que realiza todas sus acciones con vértigo y mucha velocidad. Por tanto, la clave es la precisión, porque hacer todo en una sexta marcha y ser seguros y eficaces en todas las acciones es tarea compleja. Las bandas son la joya de la corona de los bilbaínos, porque ahí es donde quieren crear el desequilibrio, con el desborde y amplitud de Nico, la velocidad de su hermano Iñaki y la superioridad numérica que otorgan los laterales apurando a línea de fondo y poniendo centros peligrosos a los atacantes o jugadores que llegan desde atrás. Por supuesto, también hay que tener muy en cuenta y extremar precauciones con las llegadas de los medios desde atrás o la astucia e instinto que demuestra Guruzeta en el área grande. Ojo también siempre al balón parado del Athletic, con futbolistas de buen pie a la hora de colgar balones (han incorporado a Ruiz de Galarreta que es un especialista) y de varios jugadores que van bien por arriba.
Valverde ha construido un equipo compacto, con un gran ritmo ofensivo y defensivo y con dos premisas claras: la organización y el equilibrio. Un aspecto diferente respecto a la etapa Marcelino es que el Txingurri aboga también por algo más de posesión, con buenas circulaciones y combinaciones en la línea medular y de tres cuartos. Frente a equipos grandes en los que le cuesta más tener la pelota, las transiciones muy rápidas tras recuperar el cuero y aprovechar los espacios a la contra serán dos aspectos claves para buscar el triunfo. El Real Madrid debe tratar de finalizar jugadas y no sumar pérdidas en las circulaciones para evitar que el Athletic se lance rápido y vertiginoso arriba. Además, veremos seguro bonitos duelos en velocidad por las bandas y con el dúo Asencio y Rüdiger corrigiendo y haciendo ayudas. Según las estadísticas, hasta la fecha es top 3 en equipos con cantidad de regates exitosos, centros al área, balones largos y goles en el juego aéreo.
Nico Williams se ha convertido en uno de los jugadores más peligrosos del Athletic y de la Liga tras su espectacular crecimiento ya demostrado la pasada campaña. Valverde lo sitúa indistintamente en la derecha o en la izquierda, dependiendo de si su hermano se aleja de la punta y juega en un costado. En el choque ante el Real Madrid se verá las caras con Lucas, lo que supondrá un examen también para el gallego, que ha tenido enfrente a jugadores de gran nivel como Leao últimamente. Nico es un futbolista eléctrico, rapidísimo, vertical, encarador y atrevido. Regatea por habilidad o velocidad y si tiene el día puede volver loco a cualquier lateral. Asencio deberá estar atento a las ayudas porque por ese costado, con las incorporaciones de Yuri, el Athletic puede encontrar una vía para progresar y crear oportunidades de peligro. Nico no tiene tanto gol a lo largo de su carrera, aunque está mejorando, pero dispone de un magnífico golpeo con ambas piernas para meter centros venenosos.
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Buenas. Ante todo, como debe ser, como mis padres me enseñaron, me voy a presentar. Me llamo Jacinto Fernández, madridista de Sevilla que vive y padece la dicotomía del fútbol hispalense, en la que los éxitos de tu rival son fracasos propios, y donde he llegado a ver pitar al equipo de casa en el Villamarín por marcar un gol que podría salvar al Sevilla del descenso. Una verdadera locura.
Estoy aquí por mandato de mi gran amigo Javier Vázquez (Javidatos, @Rmadriddatos). Ya saben de quién les hablo. Mi amigo Javi está algo pachucho y como sigue en situación de incapacidad temporal no quiere realizar nada que le pueda relacionar con algún tipo de trabajo, incluido esto de escribir en La Galerna. No lo entiendo muy bien, puesto que, como él mismo me dice, lo de La Galerna es vocacional, está exento de retención por el IRPF y también está exento, por supuesto, de incremento patrimonial alguno pero, como parece que sus superiores tampoco entienden mucho la diferencia entre la velocidad y el tocino, entre una afección cardíaca y un resfriado o entre las churras y las merinas, decidió, cuando le detectaron el pequeño (y esperemos que efímero) problema que sufre, dejar de escribir públicamente. Pero como es como es y no se puede callar, me ha encargado que les cuente en este foro, que tan amablemente me abre Jesús Bengoechea, lo que se le va pasando por la cabeza. Y eso voy a intentar a lo largo de estos artículos que estreno hoy.
Es víspera de partido grande, pero secuela de acto grande. Javi estuvo en la presentación del nuevo libro de Jesús Bengoechea, ADN MADRID, 21 historias de un equipo de leyenda (Roca Editorial 2024). Estuvo porque la pequeña enfermedad que padece no le impide andar, es más, es muy recomendable que lo haga. Y estuvo porque no se podía perder la presentación del libro de su amigo, faltaría más.
El acto estuvo jalonado por la presencia de dos grandísimos personajes, Joe Llorente, Subcampeón Olímpico con España, Campeón de Europa y de todo lo demás con el Real Madrid y, además, sobrino de D. Francisco Gento, la Galerna del Cantábrico, que da nombre a esta publicación, hermano de Paco, Julio y Toñín Llorente y, para más INRI, tío de Marcos Llorente y cuñado de la hija de Ramón Moreno Grosso, por citar sólo a algunos de los ilustres deportistas que pertenecen a su familia porque, señoras y señores, vaya familia, ¡pardiez!, cuánta calidad innata y trabajada, cuánto sacrificio y cuánto éxito deportivo jalona la estirpe.
Además de Joe Llorente, el estrado estuvo ocupado por, quizás, el mejor comunicador deportivo que uno haya conocido, además de haber sido nada más y nada menos que Campeón del Mundo con Argentina, triple campeón de liga y doble campeón de la Copa de la UEFA con el Real Madrid, Jorge Valdano. Me hubiera encantado estar allí porque seguro que fue una delicia el debate y, efectivamente, Javi me lo contó entusiasmado nada más llegar a su casa por la noche, estaba como un niño con zapatos nuevos por haber podido abrazar a Jesús, haber recibido una cariñosísima dedicatoria de su libro (me la leyó cinco veces el pesado), haber saludado a Joe Llorente y haber podido conocer a Valdano, ídolos ambos de nuestra juventud, de cuando los dos hacíamos el servicio militar en Madrid.
Si un libro merece estar en la biblioteca de un madridista, ese es ADN MADRID, desde luego
Me contó Javi que Valdano relató ciertas anécdotas de aquella estruendosa remontada al Borussia Monchengladbach en la Copa de la UEFA, partido al que acudimos los dos aprovechando el pase de pernocta que nos brindaba el ejército. Parece que Valdano contó “lo del gol de Santillana”. Me acuerdo perfectamente al cabo de casi cuarenta años. El Madrid, Santillana, claro, mete con no sé qué el gol que daba el pase a la siguiente ronda en el último minuto (faltaría más). En medio de la explosión de júbilo, de los abrazos y de los llantos, vimos a Valdano correr desaforadamente por el campo en vez de ir a aplastar al pobre Charlie, que sólo podía intentar respirar a duras penas. Corría y corría sin sentido. Nosotros nos dimos cuenta y gritamos “¿¿¿Pero adónde va ese loco???”. Menos mal que el portero, Ochotorena, le paró en seco con un abrazo, que, si no, aparece en Cibeles antes de tiempo.
Me cuenta Javi que fue un acto lleno de anécdotas entrañables, de vítores a la esposa del autor (pobrecilla), de momentos históricos contados por sus protagonistas y de madridismo. Que pudo saludar a Jesús Alcaide, a Emilio Dumas, Alberto Cosín, a Lydia Bermejo, a Salva Martín y a otros compañeros de La Galerna y de la profesión periodística. Javi me ha mandado el libro como regalo de Navidad y me lo he bebido literalmente con interés y con devoción, porque, amigos míos, si un libro merece estar en la biblioteca de un madridista, ese es ADN MADRID, desde luego.
Y el acto fue, como por casualidad, antesala del verdadero clásico del fútbol español, como le gusta decir a mi amigo. Es cierto que él (sí, Javi fue el primero), hace ya muchos años, en redes sociales (y donde le quieren escuchar) viene diciendo que el clásico de verdad de España es el enfrentamiento entre el Real Madrid y el Athletic Club, sea donde sea, allá en San Mamés o en Chamartín, pero clásico de verdad, por rivalidad, por historia, por lealtad, por aficiones, por palmarés, por señorío.
Nunca, pero nunca, un clásico puede enfrentar a ningún equipo con el que ha estado décadas pagando al vicepresidente de los árbitros. Ningún clásico puede estar formado por un equipo tramposo que se compró, literalmente, el estamento arbitral para “tener arbitrajes neutrales”, o sea, entre usted y yo, para adulterar la competición. Y vaya si la adulteraron. Todos los títulos nacionales obtenidos por ellos en el período de los años conocidos (y los que faltan por conocer) están manchados de ponzoña, por lo que no puede ser clásico ningún partido en el que participen. Pues bien, partiendo de esta base, Real Madrid y Athletic Club se juegan parte de sus aspiraciones en la liga el miércoles 4 de diciembre en San Mamés. A ver si se consolida la tendencia blanca y seguimos en la línea ascendente que ya se vio contra Osasuna, Leganés y Getafe.
Les dejo, no sin antes recomendarles de nuevo la lectura de ADN MADRID. Ya me contarán.
Como dice mi amigo, que me ha rogado que no se me olvide, ya saben, ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida… ¡Hala Madrid!
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Todo el mundo futbolístico está ahora obsesionado con el tema de Mbappé: los madridistas, con preocupación; los antimadridistas, con felicidad. Y los listos aprovechan la ocasión para proclamar, satisfechos, que ellos ya lo habían previsto y advertido.
Es lógico: su rendimiento no está respondiendo a las lógicas expectativas que había despertado. Sobre todo, está fallando goles que un jugador de su categoría suele meter. Para un delantero goleador, ése es el punto decisivo: si Mbappé hubiera metido un par de goles en casi todos los partidos que ha jugado vestido de blanco, como muy bien ha podido suceder, la discusión sería hoy muy distinta. (Por cierto, casi nadie recuerda ya cuando Vinicius nos desesperaba a todos al fallar una y otra vez sus remates, después de haber realizado brillantes jugadas).
Jugar a ser profeta es temerario pero la experiencia nos dice que lo lógico, lo normal, lo esperable, es que esta mala racha goleadora de Mbappé pase. La han tenido, alguna vez, casi todos los grandes delanteros.
Tampoco hay que escandalizarse porque Mbappé haya fallado un penalty, en un momento decisivo. Nada menos que don Alfredo di Stéfano, el más grande de todos, también falló una pena máxima y decidió no volver a tirar penaltys. A pesar de eso, siguió siendo el más grande de todos los tiempos.
No es buenismo sino sabiduría, nacida de la experiencia, lo que ha dicho Ancelotti: “Hay que tener paciencia”. Claro que, en la loca sociedad actual, acostumbrada al vértigo de la inmediatez, eso es pedir peras al olmo. Tampoco es buenismo lo que ha escrito en estas mismas páginas Jesús Bengoechea: debemos confiar en que Mbappé mejore, en juego y en goles.
Por mi parte, sin “ponerme estupendo” —como diría Valle—, el que a mí me preocupa de verdad, como madridista, es Arda Güler.
En cualquier otro club, Güler sería ya “la estrella”; en el Madrid, es todavía un jovencillo que intenta abrirse camino
Me explico. Los aficionados al fútbol tenemos una ventaja sobre los aficionados a los toros: de estos últimos, muy pocos se han puesto nunca delante de un toro bravo. En cambio, casi todos nosotros hemos jugado al fútbol, de chicos o de jóvenes. Por eso, si la pasión no nos ciega —algo difícil de conseguir— conocemos un poco la técnica, sabemos valorar la dificultad y el mérito de una jugada.
Para cualquiera que haya jugado al fútbol, aunque sea en el patio de su colegio, con una pelota de corcho, basta ver cómo conduce el balón este joven turco para advertir que posee una calidad extraordinaria. Y esa impresión la ratifica con un pase, un regate, un caño, un tiro a puerta… La promesa de gran jugador es evidente.
¿Cuál es el problema, entonces? Que jugar en el Madrid es siempre muy complicado, por muchas razones. En su caso, sufrió varias lesiones, tiene solamente 19 años, ha de madurar física y mentalmente, procede de un ambiente futbolístico y social muy diferente, debe competir con jugadores ya consagrados...
Güler necesita confianza, tener minutos, jugar en el sitio que mejor le conviene, encontrar su papel en el equipo. En cualquier otro club, sería ya “la estrella”; en el Madrid, es todavía un jovencillo que intenta abrirse camino.
Por todo ello, el riesgo es que, aquí, no logre desarrollar todas sus capacidades y que se quede a mitad de camino. (No sería el primer caso). Puede llegar a aburrirse o acomodarse (no se sabe qué sería peor). Y puede aparecer otro equipo grande, apostar por él, llevárselo y darle el protagonismo que necesita para convertirse en una primera figura mundial.
Quisiera yo que alcanzara todo eso en el Real Madrid, contribuyendo así a sus éxitos. Por eso me preocupa Arda Güler.
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Fue una cosa de locos protagonizada por tres de los madridistas más cuerdos que conozco: Jesús Bengoechea, Jorge Valdano y José Luis Llorente Gento. El culpable de todo fue Jesús, enviado a este mundo con la misión de amalgamar la cultura del madridismo, hasta su irrupción poco ponderada. La presentación de su último libro, ADN Madrid, de Roca Editorial, fue el pretexto para celebrar una reunión de lunáticos cuyas mareas se rigen por los ciclos blancos. El objetivo de la misma, el de siempre: compartir y disfrutar historias y chascarrillos del Real Madrid. Que se agotaran los ejemplares puestos a la venta del libro no es sino la constatación de que se gozó mucho.
A un lado del escenario, un barril de Brent con la Champions por montera. Delante, otro barril tocado con el ADN Madrid. Detrás, Joe Llorente: sensatez precipitada en forma de locura; y Valdano: locura precipitada en forma de sensatez. En el medio, el autor del genoma, de quien Jorge dijo: «De todos los locos madridistas que conozco, Jesús Bengoechea es el que mejor lo disimula». Yo creo que no lo disimula, sino que lo destila en palabras y saca petróleo de su vesania.
El lugar acompañó, el Bastardo Hostel es un espacio idóneo para cobijar a un grupo de entusiastas de un club que, a pesar del título del libro, no exige prueba de ADN para pertenecer a él, solo demanda pasión, no el libro de familia, y sin embargo es el más grande del mundo.
Abrió el fuego Joe Llorente, opción ideal por varios motivos: su propia trayectoria en el Real Madrid, su parentesco con D. Paco Gento y su condición de pirómano de la provocación cuando agarra un micrófono. Comenzó disculpando la ausencia de Biriukov, quien no pudo acudir por motivos laborales. Resaltó que Chechu es un caso irrepetible, es el único que ha jugado con la selección soviética y con la española. Nadie lo había hecho antes que él y nadie lo podrá repetir por razones obvias.
Valdano: «De todos los locos madridista que conozco, Jesús Bengoechea es el que mejor lo disimula»
De Jesús, Joe afirmó que es tan madridista que a veces le parece que se va a pasar de rosca. Y de su libro, lo que todos: que está muy bien escrito. Las dotes para la escritura de Jesús son como las de Zidane para controlar un balón: evidentes. Yo voy más allá, el libro es muy entretenido, característica infravalorada en cualquier obra y a mi juicio capital. El autor hila sus historias al modo en el que transcurre un buen sueño, pasando de una a otra sin que el lector perciba discontinuidad alguna y relacionado temas aparentemente inconexos con una naturalidad pasmosa; es capaz de hablar con sentido en un mismo párrafo de Queen, de Joselu, de Sparks, de la Champions y de la postura del misionero.
El ganador de una Copa de Europa de baloncesto con el Madrid destacó una idea que transmite Jesús en el libro, la de la repetición de lo imposible por parte del Madrid. A pesar de haber presenciado el milagro de cada remontada, cuando uno ve de nuevo el partido teme que en la grabación no gane.
Después tomó la palabra Valdano y empezó riéndose de sí mismo, desmitificándose, un síntoma (más) de inteligencia. Recordó una anécdota de Juan Corbalán, que comenzó una conferencia a la que no pudo acudir Jorge lamentando que se iban a perder su presencia, su capacidad para hablar, pero «entre nosotros, van a ganar media hora». Yo soy un desmitificador nato, motivo por el cual tengo mitificado a Jorge Valdano.
El hispano-argentino —que lo ha sido todo en el Madrid, una suerte de Hernández Coronado moderno— destacó el madridismo constructivo de Jesús Bengoechea, y lo contrapuso al de aquellos que quieren que le vaya mal a Mbappé. Según él, echarle la culpa al mejor jugador del mundo no parece lo más razonable, «es como si se te quema la casa y lo último que salvas es el cuadro de Goya».
Joe Llorente: «Jesús Bengoechea es tan madridista que a veces le parece que se va a pasar de rosca»
Valdano se refirió a la obra presentada como un libro en el que Jesús «intenta por todos los medios explicar lo inexplicable, cosa que nunca es fácil. Son milagros que se van repitiendo y terminan convirtiéndose en el ADN del Real Madrid».
Según Jorge, la única manera de imponerse y de sobrevivir del Madrid es ganar, ya que carece de un elemento simbólico, como ocurre con el Barcelona, que representa a Cataluña. «Mientras el Barcelona explicaba su cultura corporativa, que tenía que ver casi más con lo social que con lo político, nosotros no dotábamos al Madrid de un relato porque estábamos muy ocupados ganando». Valdano volvió a dejar otra frase para la historia.
Al fin el autor comenzó su exposición y agradeció la presencia de Jorge y de Joe, «a pesar de que me han llamado loco, fanático y no sé cuántas cosas más». Bengoechea confesó que pocas personas tienen la suerte, como él, de hacerse amigo de un ídolo de juventud, Joe. A lo que el señor Llorente Gento apostilló: «como digo yo, que suerte tienes de haberme conocido».
He comenzado escribiendo que fue una cosa de locos. En más de un sentido. En el literal, de chalados blancos. Y por supuesto en el que exacerba lo acontecido, pues la tarde noche estuvo trufada con anécdotas jugosísimas de la historia del Madrid. Muchas de ellas protagonizadas o presenciadas tanto por Joe como por Jorge. Un lujo.
Valdano narró desde sus recuerdos de la remontada frente al Borussia Mönchengladbach hasta cómo la pareja de Jabois se sirvió durante un tiempo del mismísimo Paco Gento, sin saber quién era, para que le cuidase a su hijo. Impagable.
Valdano: «Mientras el Barcelona explicaba su cultura corporativa, que casi tenía que ver más con lo social que con lo político, nosotros no dotábamos al Madrid de un relato porque estábamos muy ocupados ganando»
José Luis Llorente aportó su genial lucidez y su conocimiento de la casa, adquirido in situ y vía ADN. Mientras hablaban Jesús y Jorge, Joe se dedicó a sabotearles. Pocos escribidores saben transmitir conceptos de la manera tan acertada y pulcra en la que lo consigue Joe.
El libro repasa todo tipo de capítulos de la singladura blanca, desde los más emocionantes, como la muerte de Fernando Martín —Valdano confesó que lloró leyéndolo— hasta los más épicos e hilarantes.
El turno de preguntas fue prolífico. Tanto, que el propio Jesús tuvo que señalar el final del partido después de muchos minutos de añadido. No tuve posibilidad de preguntarle durante cuántos años había pagado al vicepresidente de Roca Editorial para conseguir que le publicaran ADN Madrid. Seguro que una cosa de locos.
Fotografías Francisco Javier Sánchez Palomares
Buenos días, amigos. Ayer estuvimos en la presentación del libro “ADN Madrid”, de nuestro editor Jesús Bengoechea, con Jorge Valdano y Joe Llorente. Nos hemos levantado algo tarde y con síntomas sospechosos. Si Oscar Wilde sentenció que “Consumir alcohol en grandes cantidades produce todos los efectos de la embriaguez”, habrá que extrapolar al gran escritor irlandés para concluir que levantarse por la mañana tras haber ingerido grandes cantidades de alcohol trae consigo síntomas extrañamente similares a los de la resaca.
Fue una velada inolvidable, sazonada por un sinfín de anécdotas hilarantes y reflexiones de calado sobre eso que se ha dado en llamar el código genético blanco. Joe Llorente estuvo genial, fino en ocasiones y disparatadamente disruptivo en otras, como un Fernando Arrabal de los canastos decidido a reventar toda seriedad a punta de milenarismo. Hizo brillar su experiencia madridista, su ADN literalmente blanco (es sobrino de D. Paco y ha ganado la Copa de Europa de baloncesto), su erudición y su complicidad con el autor.
En cuanto a Valdano, qué inmenso placer es siempre oírle hablar. Definió a Bengoechea como “un forofo que lo disimula”, y elogió la obra, conduciendo al auditorio a la carcajada en numerosas ocasiones. Expuso una reflexión genial sobre lo mucho que vale el futuro y lo poquísimo que vale el pasado, realidad plasmada en la siguiente fantasía:
—Imaginemos que el tiempo se hubiera detenido, en el momento del córner definitivo en la final de Lisboa, para todos menos para Sergio Ramos y Florentino. Sergio sube al palco y le dice al mandatario: “Me firmas X millones por temporada si en el córner marcó gol”. “Hecho”, habría respondido el presidente. Sin embargo, ya sabemos lo que pasó con esa petición algún tiempo después del gol: Florentino rehusó atenderla. Lo dicho: el futuro vale muchísimo; el pasado es irrelevante.
Como dijo el autor, “pocas veces se habrá presentado un libro con dos de los personajes del libro, o de la novela, que es como Pepe Kollins define audazmente ADN Madrid”. Tanto Valdano como Llorente están presentes en el libro, acompañados por infinidad de otros héroes, desde Di Stéfano a Cristiano, pasando por Modric, Puskas, Casillas, Kroos, George Karl, Míchel, Raúl o Fabio Capello. Es la gran saga del mejor y más emotivo equipo de la historia.
Fue una tarde tan edificante y divertida que no queremos emborronarla con el análisis de las portadas del día, aunque este sea el objetivo de este sección. Os dejamos el análisis a vosotros. No por la resaca, que conste. Por lo que sea.
Pasad un buen día.
Hay que reconocer que Kilian Mbappé, ahora, es mucho más interesante que en verano. O que nunca antes. Se ha transformado en una criatura literaria, en un cautivo del gran laberinto del mundo. Es el Genio Errante. Desde octubre yerra por ese poema tan hermoso con el que Borges describió el infierno como “la contemplación de ese inmediato rostro incesante, intacto, incorruptible”. Que, para Mbappé, “durmiente, inmóvil, fiel, inalterable”, es la cara de aquel futbolista joven y arrogante que pudo fichar por el Madrid en el verano del año 2017, y no lo hizo.
No hay nostalgia más jodida que la que se siente por lo no vivido ni tampoco pena más grande que por lo que nunca fue. El hombre que en sueños batía las alas como un dragón Targaryen es ahora uno sin atributos, dicen que deprimido y preso de la angustia, lo que haría de él el perfecto habitante del siglo XXI.
Mbappé, como Toni Soprano, se pasa las mañanas luchando contra la abulia del Prozac, en albornoz y sin afeitar, descifrando a duras penas la presencia de aquella bandada de patos blancos que tomaba por costumbre bañarse en la piscina de un chalé de Nueva Jersey. Aunque como delantero promedia ya más de medio gol por partido, en ocasiones da toda la impresión de que ha olvidado cómo se juega al fútbol. Lo de los goles, no nos vamos a engañar, se daba por descontado. Desde luego que uno no se compra un Lamborghini para ir a comprar el pan.
El Madrid crea su propio tiempo. Y en él no hay sitio para la indiferencia. Ni para la desesperanza. Las temporadas en el Real son los acantilados verticales de mármol por donde Miguel Ángel, en Carrara, buscaba a Moisés, con un pie en el mar y el otro en la demencia. A la misma distancia, siempre, el Triunfo y la Derrota, esos dos grandes impostores. Según Deschamps, que no lo llama con Francia por motivos que pertenecen al secreto de Estado, Mbappé puede estar con la cabeza dentro de una jaula. Las razones son ignotas. Zidane tenía viajes místicos en los que se marchaba a los confines de sí mismo y Ronaldo Nazario también transitó por los caminos de la epilepsia (territorio fronterizo entre la vesania y Dios: grandes epilépticos fueron Mahoma o Dostoyevski) antes de la final de París en el 98. Dicen que la depresión es un dolor asociado a la culpa. Quizá la culpa que atormente a Mbappé sea la de haber perdido tanto tiempo, ese traidor que no vuelve. Pero la culpa es un absceso que se debe sajar. Toda culpa requiere de una purga, de una catarsis, de la expiación. Mbappé debe recuperar la espontaneidad y el deseo, que es el alimento del fuego. Mbappé tiene que volverse loco.
Mbappé debe recuperar la espontaneidad y el deseo, que es el alimento del fuego. Mbappé tiene que volverse loco
La locura es un estado de excepción cuya esencia es la libertad. El loco es libre. Por lo tanto, puede hacer lo que quiera. ¡Que se lo pregunten a Rüdiger! De tan serio y formal, Mbappé en el Madrid hasta ahora ha sido la pura mediocridad. Para triunfar tiene que quitarse el corsé, partirse esa camisa de fuerza que lleva puesta como si fuera un gitano en la boda de Camarón y armar el taco, como se decía antes en la crónica taurina. Los gitanos se volvían locos cuando creaban y Benzema, que empezó siendo un futbolista frío, tuvo que abrazar la insania para culminar la apoteosis de su carrera con tres obras de arte llenas de agonía y éxtasis.
Reconozco que este aire de lucha en solitario contra el mundo que ha cobrado la presencia en el Madrid de Mbappé me ha hecho conectar con él. Su fichaje se dilató tanto que se convirtió en un pecado de hibris, un desafío de las leyes cósmicas elementales. Todos, en el fondo, lo sabíamos. Lo supimos en cuanto se hizo oficial: era demasiado tarde. El Madrid, conviene no engañarse, está sujeto a un imperium que no es de este mundo, a una autoridad sobrenatural que determina el rumbo del club, también las grandes catástrofes. Mbappé es mucho más interesante ahora, como decía antes, ahora que el viento no sopla de cara y que el cuento de hadas deviene en pesadilla. Ahora, Mbappé es humano. Podemos identificarnos con él: pertenece al inmenso rebaño de la grey doliente. También, por fin, es uno de los nuestros.
El penalty en Anfield fue un enorme, magnífico clímax, siendo anticlímax: el compendio de todas las cuentas que ya tiene por saldar, el barro en la cara del ídolo, la ofensa, la humillación y el escarnio, el antiguo alimento de los héroes, como bien supo el poeta.
Mbappé, por tanto, tiene que vivir de acuerdo consigo mismo. Su naturaleza era la del relámpago: violencia, desmesura y velocidad. No es que Ancelotti tenga que encontrarle hueco, eso es para los futbolistas normales. A Mbappé no se le fichó como un jugador normal. Los patriarcas juegan emancipados del medio, del esquema y hasta de los compañeros. Ellos marcan las normas. Él, como Vinicius, son superestructuras. Son la superestructura. Los madridistas podemos pasarnos el año embrollados en estériles discusiones técnico-tácticas o sentarnos, como los atenienses en tiempos de Pericles, en las gradas del teatro, preparados para disfrutar de una buena tragedia.
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Afortunadamente los aniversarios se celebran una vez al año. También el barcelonismo. Hace cosas raras, pero eso lo respeta. Una vez. El ‘cumple’, resultón, y llegar a 125 años lo es, y los normalitos. Visto lo visto, estos culés celebran varias veces sus cosas y desparecen.
Han sido 125 años y una semana inolvidable. La coña empezó en Anoeta. Fue como la preboda y no paró. Para entonces estábamos ya con el nuevo himno, la mascota, todo eso tan bonito. Pasó Vigo, llegó la fecha y los fastos arrancaron con el baloncesto, el clásico de la Euroliga, y ya fue un despelote.
En estas apareció Las Palmas y ñaka. Desde 1971 no había ganado en feudo azulgrana, ¿eh? 125. No pudo ser casualidad. El baloncesto siguió a lo suyo y también palmó en la Liga. En un derbi de chavales, el Espanyol le hizo 3-1 a domicilio. ¡Coñe, si palmó hasta Guardiola! Fue lo que se dice una cosa transversal.
125 años y una semana inolvidable. ¡Palmó hasta Guardiola! Fue lo que se dice una cosa transversal
Y el Madrid, también ganó el Madrid, encima eso. Hasta al Atleti ha despertado ese 125 aniversario.
Una plaga que añadió una fiesta en el Liceo. No fui invitado, pero por lo que me contaron estuvo Laporta que ríanse de Sánchez en Sevilla. La cosa fue como si los 125 años los cumpliera el presidente. Messi no estuvo, pero mandó un vídeo. Se echó de menos el de Negreira.
Hubo asistentes que lo lamentaron, tíos a los que el Barça les mueve a risa, como a mí. Un vídeo negréirico hubiera supuesto un extraordinario golpe de humor, algo insuperable. Quizá en el 150 cumpleaños. Puede que para entonces sigamos sin saber en qué queda la cosa. También sería divertido.
Un vídeo de Negreira hubiera supuesto un extraordinario golpe de humor, algo insuperable. Quizá en el 150 cumpleaños
Total, 2-0 al Geta y el Madrid que se ve obligado a ganar la Liga. ¿Buena noticia? Pues no sé. Sí sé que se ve empujado a intentarlo. ¿Una trampa buscando despistarle de lo serio? El caso es que estábamos en que lo más importante, y sigue siéndolo, era ver si los ajos que han plantado en Valdebebas hacen efecto y las lesiones se esfuman. Era la preocupación máxima y bueno, esta vez, ayer, hubo que contabilizar sólo un mareo, el de Bellingham. Por algo se empieza.
Estábamos en eso y se jorobó el asunto. La Liga se le ha complicado al Madrid, ahora sí. Sus últimos tres triunfos, 4-0 a Osasuna, 0-3 en Butarque y este 2-0, no dan para pasarse por Cibeles, pero suponen nueve puntos a uno con O Líder: uff. No hay escapatoria.
Sí, en medio apareció la Champions, nada que oponer: este Madrid mellado no puede ganarle a este Liverpool y menos en Anfield. Como dijo Ceballos, nos vemos a partir de marzo.
Estaba el pueblo en eso, en la esperanza de que algún día no muy lejano, y durante un tiempo, Ancelotti pueda juntar a diez de los mejores juntos. Y entonces esa 16 y tal… Y resulta que en un plis plas está a un punto de la cabeza aquí con un partido menos, terrible.
2-0 al Geta y el Madrid que se ve obligado a ganar la Liga. ¿Buena noticia? Pues no sé. Sí sé que se ve empujado a intentarlo. ¿Una trampa buscando despistarle de lo serio?
Por cierto. El hincha madridista Javier Tebas está contentísimo. Es el merengón más feliz. Se le ha revalorizado el producto y, encima, porque el Barça palma y el Madrid gana. La guinda. No dudo que ya llamó a Florentino para felicitarle. Un señor, un caballero.
Pegas blancas, haylas. Lo de los penaltis, por ejemplo. Tolero que un tío lo mande al tercer anfiteatro y de la potencia rompa tres bombillas. Pero esta manera de lanzarlos… No me gusta el toquecito. Soy de Puskas, que un día me dijo aquello de “al hierro. Apunta al hierro y dale fuerte ”. Había donde elegir, uno detrás de cada palo, paralelo, aguantando la red. Ahora no lo hay, pero es fácil imaginarlo.
Zambombazo y al hierro. Se te va, pues hasta la próxima. Pero al portero, ni ‘flagüers’. Eso de que le valga con tirarse como niño en piscina de plástico o que la bola entre llorando me pone muy nervioso. Otro que tal era Neeskens, más bruto que Pancho, pues apuntaba a la cabeza del guardameta: tú mismo, chato.
También no ver a Endrick me inquieta. Ni ayer. ¿No está ni para media hora ante el Getafe? Quitas a Rodrygo, que salía de lesión, y le pones a él. Dijo el míster que debe trabajar. ¿Golfea acaso? No sé… Kylian metió un golazo puro Mbappé. Llegará un día que embocará la mitad de los que tiene cerca y se le van ídem. Es cuestión de tiempo.
Jugó bien otra vez. Le faltó acertar con el ‘putt’, lo más complicado. Llegará. Lo cual le iría la mar de bien al equipo en este suave descenso hacia la Navidad. De momento, cuatro salidas: San Mamés, Girona, Bérgamo y Vallecas. Una cada tres días. Metan gayumbos varios en la maleta. Y no se averíen.
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Mbappé no quiere ser Didí. Y, lo más importante, sus compañeros, entrenador y el juez inflexible que es el Bernabéu tampoco están por la labor. Pero, vayamos por partes, y comencemos recordando quién era aquel genial brasileño al que nada acompañó en su breve estancia en el Madrid: ni el fútbol, ni el favor de su faro, y ni siquiera el tiempo, un invierno polar para sus usos y costumbres.
Didí era el estilista bicampeón del mundo (Suecia ’58 y Chile ’62) con el que Santiago Bernabéu quiso coronar al equipo que ya acumulaba las primeras cuatro Copas de Europa. Su juego, pausado, de elegancia sin sudor, no cuajó en un Madrid que, como decía Di Stéfano, tiene “un público que quiere que los jugadores corran y luchen, y el brasileño la pedía para jugarla…”. Tampoco Didí, que llegó junto a otro que sí triunfó, Canario, se adaptó jamás al frío de los campos del norte de España, y su paso por nuestro país resultó decepcionante: 19 partidos de Liga (no jugó la Copa porque los extranjeros no podían, y tampoco en Europa) y seis goles.
Así que el objetivo de Mbappé, que también aterrizó en un Madrid victorioso e indiscutiblemente más grande que la sombra de cualquier jugador, es evitar el desenlace de la estrella carioca. Podrá decir, y con razón, que aunque sus labores defensivas sean esporádicas y deficientes en muchos casos, está en proceso de enmienda y en ningún momento ha demostrado falta de compromiso. También es evidente la asimetría entre el juego lento de Didí y el vértigo del francés, más del gusto de la parroquia blanca. Y, en tercer lugar, si por entonces se habló de la mala relación de Di Stéfano, líder inapelable del equipo, con el recién llegado, Mbappé no puede tener queja sobre los esfuerzos de adaptación que están realizando tanto su entrenador, que parece le terminará concediendo la banda izquierda incluso con Vinícius operativo, como sus compañeros (el “ganamos juntos y perdemos juntos” de Bellingham tras lo de Liverpool es la mejor prueba).
El objetivo de Mbappé, que también aterrizó en un Madrid victorioso e indiscutiblemente más grande que la sombra de cualquier jugador, es evitar el desenlace de la estrella carioca
Los fallos de Mbappé contra el conjunto inglés provocaron dos lecturas de lo sucedido. La primera, amparada por el vinagrismo blanco o vinagrismo ilustrado (al menos escogió bien los colores) sostenía poco menos que había que guillotinarlo o desprenderse de él en la primera cuneta, pues todos los pecados del Madrid comenzaban y terminaban en sus botas. La segunda, verbalizada como acostumbra por Valdano —con una frase certera que encierra una carga de profundidad—, se resumía así: “Mbappé es el menor de los problemas del Real Madrid”. Por suerte para el francés, hasta ahora el Bernabéu ha escogido a su guía intelectual de guardia, y en el partido del Getafe sostuvo su fe en el nueve blanco y celebró con un desparrame de endorfinas —e incluso diría que oxitocinas— su golazo a los azulones.
Ahora sólo queda lo más importante, que Mbappé recupere la confianza porque, recurriendo de nuevo a Valdano, es indiscutible que si un jugador no sonríe con la cara no lo hará con los pies.
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