Las mejores firmas madridistas del planeta

Para Eduardo

 

Entre las muchas personas que se han cruzado en mi vida, Don Rafael ocupa uno de los lugares más especiales. Es, sin duda, una de los 4 o 5 personas que más me han marcado en mis más de 60 años de existencia.

Lo que se dice todo un señor, de los pies a la cabeza, un caballero de otros tiempos, perteneciente a una especie de personas excepcionales, ya en claro peligro de extinción. Un ser extraordinario, en definitiva, tan culto como el intelectual más avezado que a ustedes les pueda venir a la cabeza. Un coleccionista de biblias simpar, con centenares de ejemplares comprados en los más recónditos lugares del planeta, en infinidad de idiomas diferentes. Erudito en numerosas materias, lector voraz de la literatura española del Siglo de Oro, melómano refinado, adorador de Bach y de los grandes clásicos barrocos. Y, sobre todo, una persona de exquisita educación, íntegro, a quien daba gusto escuchar, boquiabiertos todos, cuando Don Rafael exponía sus opiniones sobre cualquier tema interesante.

Don Rafael, licenciado en Derecho con el número 1 de su promoción, tuvo una carrera profesional más que brillante, ocupando, entre otras muchas importantes responsabilidades, diversos altos cargos en varios ministerios, para finalmente culminar su trayectoria presidiendo exitosamente una gran empresa privada multinacional. Pero nunca dejó de ser una persona profundamente humilde y respetuosa con todos los de su alrededor, con su comportamiento siempre afable, bondadoso y clarividente.

Quien les narra estas líneas ha tenido siempre a Don Rafael en un pedestal. Su hijo, Eduardo, es mi amigo del alma desde hace más de cincuenta años, además de ser el padrino de una mis hijas. En 1986, este escribidor adquirió la nacionalidad española y el primer regalo que recibió fue precisamente de manos de Don Rafael: nada menos que el libro “La España invertebrada”, de su admirado Don José Ortega y Gasset. El libro más adecuado, sin ninguna duda, para quien acaba de lograr el pasaporte español. Libro que me dedicó con unas palabras que jamás podré olvidar, firmado con la frase “con paternal amistad”. Ese libro constituye uno de mis más preciados tesoros.

Don Rafael era también un fiel y apasionado aficionado del Atlético de Madrid. Pero jamás oí de su boca ninguna mala palabra sobre nuestro Real Madrid, bien al contrario. Respetando a todo el mundo en todo momento, también ejercía su proverbial caballerosidad con su máximo rival deportivo. Hasta tal punto que, cuando estaba viendo la final de 2014 de Copa de Europa por televisión, rodeado de varios de sus nietos madridistas, y observando, sobre todo, cómo estaban sufriendo sus nietos ante la alta probabilidad de la derrota del Real Madrid, me confesó que se alegró grandemente cuando Sergio Ramos marcó aquel milagroso gol del empate, que abría las puertas a una prórroga plena de incertidumbre para los intereses colchoneros. Y es que, en esos momentos, Don Rafael prefirió contemplar la alegría de sus nietos, en un acto de generosidad inmensa, antes que ver a su equipo favorito alzar por primera vez la Copa de Europa.

Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera

Así era Don Rafael, un ser único, maravilloso, ejemplar en todo. Se nos acaba de ir, muriendo serena y cristianamente en su propio domicilio, rodeado de su admirable esposa Martina, de sus 4 hijos, entre ellos mi queridísimo Eduardo, y de sus numerosos nietos. La última vez que vi a Don Rafael en vida, pude darle un muy sentido abrazo, tras obsequiarle con una camiseta de su Atleti firmada por el héroe del doblete de 1996, el gran Milinko Pantic. No olvidaré jamás aquel tierno y paternal abrazo que compartimos, en un momento único en el que a ambos se nos saltaron las lágrimas.

Se une a su pérdida una coincidencia notable y emotiva. Don Rafael se ha ido un 5 de diciembre, exactamente en la misma fecha, aunque 154 años más tarde, que Alejandro Dumas, el creador de los mosqueteros. Dos héroes incomparables de mi vida se despidieron en la misma fecha. Dos amigos imprescindibles que siempre me acompañaron y lo seguirán haciendo.

A veces, Dios coloca en nuestro camino, de manera excepcional, a personas que realmente vale la pena conocer. Para mí, una de ellas fue mi querido Don Rafael, con quien tuve la fortuna de compartir momentos inolvidables a lo largo de mi vida.

Descanse en paz en la gloria de Dios, Don Rafael.

 

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Buenos días. Nueva derrota del Real Madrid. Y van… demasiadas. Más de las asumibles en toda una campaña. En las primeras fases del partido de anoche el equipo directamente no la olió, no era capaz siquiera de tener el balón frente a un Athletic cuyos principales argumentos eran la intensidad, la concentración y las ganas.

Ancelotti decidió que era buena idea que jugara de inicio Tchouaméni recién salido de la lesión y dejó en el banquillo a Brahim, un futbolista en forma. El francés, sin ritmo aún, se mostró lento, impreciso y sobrepasado en todo momento por la dinámica del partido. Aun así, el técnico lo mantuvo en el campo más tiempo que a Ceballos, a quien retiró para dar entrada, ahora sí, a Brahim tras el fallo que propició el 1-0 del Athletic.

No fueron las únicas decisiones controvertidas de Carlo. Tras el nuevo fallo, esta vez en forma de penalti errado por Mbappé, decidió que los revulsivos debían ser Mendy y Modric. Sobre el penalti, fue un calco al de Anfield, igual de mal lanzado. No se entiende que, en la situación de bloqueo mental que atraviesa el francés, con 0-0 ante el Getafe se decida que Kylian no lance una pena máxima y sin embargo 1-0 abajo en Bilbao, sí.

Marca afirma en su portada que Mbappé sigue sin dar la talla. El penalti no fue el único fallo de bulto del delantero, que marró una ocasión inmejorable en boca de gol, de esas que parece más complicado fallar que acertar. Después, eso sí, provocaría el gol del empate momentáneo de Bellingham tras un chutazo lejano. Al igual que contra el Getafe, le sale mejor lo difícil que lo fácil, una prueba más de que se encuentra en un pozo anímico profundo. No hay consuelo cuando uno se halla en una situación así.

As

Mbappé lo sabe, lo reconoce y es consciente de que ha de trabajar, con la ayuda de quien sea menester, para revertir la situación y demostrar quién es.

A pesar de todo, tras las tablas establecidas por Jude, dio la sensación de que el Madrid podría haberse puesto por delante. Pero entonces, otro fallo. Esta vez de uno que no suele fallar: Valverde. Gol del Athletic, 2-1. Fue definitivo.

Si tras el penalti fallado la reacción de Ancelotti fue dar entrada a Mendy, tras el 2-1, su reacción fue seguir observando calentar a Güler y Endrick. Esperó a que faltaran unos segundos para llegar al minuto 88 para sacarlos al campo. Cada vez entiende menos gente las decisiones de Carlo. Finalmente se consumó la derrota cruel, como la catalogó Ramón Álvarez de Mon en su crónica.

Ancelotti, en rueda de prensa, declaró que pequeños errores habían penalizado al Madrid. No, no fueron pequeños errores, fueron grandes fallos. Es inevitable que a veces ocurran, pero es necesario llamar a las cosas por su nombre.

Sin embargo, a pesar de lo grosero de los fallos puntuales de Valverde, de Mbappé y de otros, ninguno de ellos carga con la responsabilidad exclusiva de la derrota, puesto que Sánchez Martínez, en apenas dos minutos, se encargo de ejecutar al Madrid y evitarle posibilidad alguna de obtener un resultado positivo en el partido. Saltan a la vista las diferencias existentes entre haber pagado y no haberlo hecho al estamento arbitral. Mientras en Mallorca al Barça le señalan un penalti de chiste a Yamal, en Bilbao, Sánchez Martínez presenció en primera fila un clarísimo agarrón a Mbappé y no pitó nada. A continuación, el VAR le llamó para que revisase una zancadilla de libro a Rodrygo y, aun viendo las imágenes, no la sancionó.

Hay antimadridistas y madridistas parecidos a los primeros que entienden que cuando se juega mal el equipo merece ser castigado con un arbitraje contrario a reglamento. Nosotros entendemos que lo que está mal está mal, con independencia de quién actúe de manera negligente o, como en el caso arbitral, con fundadas sospechas de corrupción (según el juez instructor de ya sabéis qué).

Sánchez Martínez, ese árbitro que se mostró tan contento porque el mismísimo jefe, Negreira, le telefoneó para comunicarle que había ascendido, y que además es uno de los cinco colegiados de Primera División que se reunían con el hijo de Negreira en el hotel de concentración antes de los partidos.

El Madrid debe mejorar, y mucho. Y el sistema corrupto ha de desmantelarse y constituirse, de manera limpia, de nuevo. Mientras tanto, es absurdo disputar una competición pútrida, con independencia del estado de forma del equipo.

Pasad un buen día.

Mundo Deportivo

Courtois: aprobado. Evitó algún gol, pero no estuvo especialmente afortunado en el primer tanto del Athletic.

Lucas Vázquez: suspenso. Profesional intachable. Jugó mal.

Asencio: bien alto. No desentonó. Destacó porque jugó concentrado y con ganas.

Rüdiger: bien. Cumplió.

Fran García: suspenso. Voluntarioso sin atisbo de ninguna otra virtud. Juega porque Mendy está de retiro espiritual defensivo.

Tchouaméni: suspenso. Salía de una lesión y se notó, en lugar de regular, jugó mal, excepto una gran salida de balón en la primera parte. Con la velocidad de una Roomba y la precisión de un koala con manoplas. Necesita recuperar la forma.

Ceballos: aprobado. Mejor que Tchouaméni, pero lo sacaron antes del campo.

Valverde: suspenso. Estaba siendo de los que menos mal estaba jugando, pero un error grosero suyo significó el 2-1 del Athletic cuando parecía que el Madrid podía remontar.

Bellingham: bien. Luchador. Marcó el gol.

Rodrygo: aprobado. Su actuación fue digital. Binaria. A ratos estaba, a ratos no. Ahora 0, ahora 1.

Mbappé: suspenso. Durante bastantes fases anduvo indetectable. Para el espectador. Volvió a fallar un penalti. Mejorará, sin duda. Hoy no tuvo su día.

Brahim: aprobado. Sin pena ni gloria.

Mendy: suspenso. Dicen que salió al campo.

Modric: aprobado. No parecía el mejor revulsivo.

Güler: sin tiempo.

Endrick: sin tiempo.

Ancelotti: suspenso. Es entendible que haya que dar minutos a Tchouaméni para que coja la forma, pero otras decisiones suyas resultaron difícilmente comprensibles. Prefirió a Mendy para remontar antes que a Güler o Endrick. Desastre como una Catedral.

 

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Arbitró José María Sánchez Martínez del colegio murciano. En el VAR estuvo Figueroa Vázquez.

No gustó el trencilla porque se equivocó por triplicado en la primera parte en dos acciones que pudieron cambiar el signo del partido.

En el minuto 12 hubo un claro agarrón de Gorosabel a Mbappé que Sánchez Martínez a dos metros no quiso pitar. Dos minutos después tampoco vio la caída de Rodrygo. Su colega del VAR le avisó para que fuese al monitor y volvió a errar. Tres fallos así son calamitosos.

Luego, en la segunda parte, sí vio como Julen arrolló a Rüdiger en su salida de puños e indicó los once metros.

Además, perdonó la expulsión a Ruiz de Galagarreta dos minutos después de ver la primera amarilla. El centrocampista llegó tarde y pisó muy fuerte a Rodrygo.

Los otros amonestados fueron Julen y Guruzeta en los vascos y Tchouaméni, Lucas y Bellingham en los merengues.

Sánchez Martínez, MUY MAL.

 

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El Real Madrid perdió un partido en el que todo le salió mal. Ni siquiera la suerte estuvo de su lado.

Ancelotti repitió la alineación que sirvió para ganar al Getafe con el único cambio de Tchouaméni por Brahim. Era una declaración de intenciones: partido duro en el que importaba más contener, al menos al principio, que atacar con tres puntas.

El comienzo del encuentro fue malo básicamente porque el Madrid no era capaz de retener el balón. Fran García se mostraba especialmente impreciso. Por el otro lado, Lucas sufría con Nico Williams y eso justificaba las vigilancias continuas de Valverde.

Con el paso de los minutos el Madrid se asentó algo con el balón. No era una maravilla, pero cuando llegaba el cuero a Rodrygo el panorama se aclaraba algo. Casi de manera consecutiva se sucedieron dos jugadas en las que el Madrid resultó perjudicado: primero un agarrón claro a Mbappé que ni árbitro ni VAR decidieron señalar como penalti. Después, Mbappé marcó un gol en fuera de juego, pero en la jugada previa hubo una zancadilla a Rodrygo en el área. El VAR avisó a Sánchez Martínez, que decidió que no era penalti.

Poco más ocurrió que fuera relevante. Algún acercamiento peligroso de los locales, alguna carrera de Bellingham en auxilio de Lucas y la sensación de que al Madrid le faltaba mucha mordiente.

La segunda parte empezó muy mal. A las impresiones se unió un error de Courtois en un balón envenenado que centró Iñaki Williams. El rechace lo aprovechó Berenguer para hacer el 1-0.

Ancelotti reaccionó quitando a Ceballos para meter a Brahim. En el 58’, Rodrygo le dejó un buen balón a Mbappé, pero su disparo, en gran posición, fue demasiado blando y centrado.

La cosa aún podía empeorar más y lo hizo. En una jugada a balón parado Rudiger remató al larguero sufriendo un claro penalti. Mbappé cogió el balón para chutarlo, pero el intento fue un calco al día del Liverpool y lo volvió a fallar. Muy difícil entender que el otro día no lo chutase y hoy sí.

Modric y Mendy entraron por los muy imprecisos Fran y Tchouaméni. El Madrid al menos parecía enrabietado. En el 78, Mbappé conectó un buen remate desde el pico izquierdo del área y Bellingham aprovechó el rechace para empatar. Al minuto siguiente Mbappé ya estaba encarando el área y sirviendo un pase a Rodrygo, pero su disparo escorado no batió al portero local.

En el 80’, un error impropio de Valverde supuso el 2-1 para el Athletic. Su pérdida de balón fue mortal.

En el 87’ salieron Güler y Endrick a la desesperada por Lucas y Rodrygo. Los errores propios condenaban al Madrid. Los últimos minutos fueron de ataque más con el corazón que con la cabeza.

 

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3. Acostumbrar a alguien a la vida dura y a sufrir adversidades que puedan sobrellevarse con el paso del tiempo. Usado también como pronominal. (DRAE)

 

Un jugador del Madrid, pongamos que francés, uno de esos fichajes estelares en los que ponemos nuestras esperanzas de futuras victorias, empieza mal la temporada. Esas jugadas que en nuestra imaginación terminaban dentro de la portería acaban en la grada, en un traspiés ridículo o en las botas de algún defensa que de pronto parece un titán.

¡Curtimiento!, claman las estrellas de las redes sociales. ¡Curtimiento!, pide la legión de streamers con un ojo puesto en el número de visitas y likes. Porque, según nos dicen, ese curtimiento es uno de los atributos del aficionado madridista, una de sus señas de identidad. ¿Se acuerdan de cuando pitamos a Zidane? ¿Y a Cristiano? Esos eran espectadores de verdad, no esta nueva generación que ha crecido con el estómago lleno de copas de Europa. ¡Curtimiento!

Hay un punto perverso, casi sádico, en esa actitud de patricio con demasiado tiempo libre. Hay también cierto regodeo presuntuoso en la idea de que algo hemos tenido que ver en que superdotados llegasen a ser leyendas de este equipo. Asumimos con demasiada facilidad que sin nosotros no hubiera sido posible, que es la grada del Bernabéu la que a fuerza de murmullos o pitos les ha permitido llegar más allá. Nos gusta pensar en nuestro estadio como en una picadora de carne en la que solo los elegidos sobreviven, solo los más fuertes son considerados aptos para la gloria. Y ante cualquier dificultad encontramos la misma solución: curtimiento.

Lo que no encuentro son declaraciones de futbolistas dándonos la razón.

La afición, parafraseando a Fernán Gómez, somos unos señores que en el mejor caso sabemos poco de fútbol y en el peor creemos que sabemos mucho y silbamos a Benzema.

No pongo en duda la necesidad de una exigencia enorme que empuje al jugador a la excelencia. Lo que no me termino de creer es que nuestra opinión, expresada de forma tan ruda, sirva para algo más que para que un jugador en un mal día se dé una carrera absurda intentando salvar un saque de banda y arañe unos aplausos, suerte en la que hemos tenido verdaderos especialistas.

La afición, parafraseando a Fernán Gómez, somos unos señores que en el mejor caso sabemos poco de fútbol y en el peor creemos que sabemos mucho y silbamos a Benzema

Tampoco ayuda mucho a hacerla creíble el que sea el tema preferido de aquellos que aspiran a llevarse un trocito del club o a usarlo de palanca. Basta con agitar la bandera de la exigencia ante cualquier crisis, real o no, para ganarse el favor de parte de una masa que está convencida de que esa es la solución para todo. Las campañitas para que se pitara a ciertos jugadores estas últimas jornadas han caído, por suerte, en saco roto, pero ellos seguirán a lo suyo: es caza mayor. Denle al like y suscríbanse.

¿Qué hacemos entonces?¿Nos callamos? No, por supuesto. Formamos parte de este club, de su cultura y de su historia. Me conformaría con que asumiéramos que somos el paisaje en el que sucede todo lo demás. Pero no es buena idea decirle a la gente que, en realidad, no importa tanto. Así que volveremos a las gradas con nuestras togas arrugadas de ir en metro y nuestros pulgares listos para el juicio convencidos de que nuestros pitos y flautas son más importantes que lo que pueda decir el entrenador, el presidente o el balón mismo. Y al segundo regate fallido de Mbappé, por ejemplo, empezaremos a murmurar y cumpliremos fielmente con nuestro deber de curtidores de estrellas. Son nuestras costumbres.

 

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No llego a entender el comportamiento de cierto sector madridista con el tema Mbappé. Mejor dicho, no llegaba a entenderlo. Veía atónito cómo gente que se identifica como aficionado blanco critica la llegada de uno de los tres mejores jugadores del mundo (si no el mejor) y aboga por su marcha.

Un jugador por el que suspiramos años, que fue campeón del mundo, que hizo exhibiciones ante todos los equipos de Europa, incluido el Real Madrid, resulta que ahora es malo. Decía antes que no lo entendía, pero ya sí sé el motivo. La revelación me llegó por casualidad en el trabajo, mientras ojeaba una revista que trataba sobre temas de responsabilidad corporativa de las empresas. En ella se hablaba de temas profesionales, pero intercalaba acertadamente otros asuntos relacionados con la cultura y el ocio, como es la filosofía. Esa disciplina tan denostada a veces, que como la cerveza o el whisky bueno no se empieza a valorar hasta que uno tiene cierta edad.

El artículo¹ trataba de la interpretación filosófica del amor. En él se hablaba de las diferentes concepciones de este sentimiento tan trascendental para todo y de cómo diferentes filósofos y sabios de otras disciplinas han tratado de interpretarlo. Entre ellos está Platón, Ovidio, Carl G. Jung… y, cómo no, Ortega y Gasset. Desconozco si don José era aficionado al fútbol, y menos aún si era madridista, pero si hoy viviese y contemplase cómo está tratando a Kylian  parte de su propia afición, concluiría que: “Amar es estar empeñado en que exista el objeto/sujeto amado; no admitir en lo que depende de uno un universo en donde esté ausente” y acto seguido añadiría: “La equivocación en la mayor parte de los casos, no existe: la persona es lo que pareció ser, desde luego, solo que después se sufren las consecuencias de ese modo de ser y a esto es lo que llamamos ‘nuestra equivocación’. Es decir, no nos equivocamos de persona. Es lo que parecía ser. Lo que nos faltó fue prudencia, saber prever lo que pasaría con ese modo de ser en el futuro”.

O sea, que lo que ha sucedido en realidad es que el madridismo entero se enamoró del Mbappé que veíamos por la televisión. La cual sólo nos mostraba sus actuaciones más destacadas en días además en los que la motivación y la responsabilidad eran muy diferentes a las que vive hoy en el Real Madrid. Él, en realidad, es el mismo. No hay lugar al error en el enamoramiento porque sus condiciones físicas y tácticas no han cambiado. De hecho, lleva diez goles y es el segundo máximo goleador del equipo, solo superado por Vinícius. Simplemente necesita tiempo para gestionar esas nuevas circunstancias, que a todos los jugadores, salvo a dioses como don Alfredo o Cristiano, les han afectado. Véase el caso de Courtuois, Zidane, Modric… a todos les costó al inicio.

Así que, por favor, a todo ese madridismo impaciente, les pido calma. Recuerden que otro ilustre de la cultura y las letras como fue Lope de Vega decía: “No hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, activo, enojado, valiente, fugitivo satisfecho, ofendido, receloso, […] esto es amor, quien lo probó lo sabe”. No siempre son tiempos de vino y rosas, como en toda historia de amor, hay fases. Lo de ahora es normal. No lo digo yo, lo dicen los sabios.

 

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1: El artículo citado aparece en la revista “ethic” n.62 con texto de Esther Peñas

La cantera del Madrid sigue dando alegrías. La última, Raúl Asencio.

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Buenos días, amigos. Esta noche se enfrentan en San Mamés el Athletic Club y el Real Madrid, y nunca nos cansaremos de ponderar la excelencia de este Clásico del fútbol español en perjuicio de ese otro partido que el planeta entero llama pomposa y erróneamente “el Clásico”.

Ese otro partido que el planeta entero llama pomposa y erróneamente “el Clásico” está tan inexorablemente marcado por la corrupción arbitral que jamás podrá ser tal, ni lo ha sido nunca. Uno de los dos oponentes de ese mal llamado clásico pagó durante un mínimo de 17 años (¡17 años!) a un destacado componente de la cúpula arbitral de la competición para, según confesión de ese mismo funcionario ante la Hacienda Pública, garantizarse “neutralidad” arbitral. Desde esa premisa es radicalmente imposible llamar “clásico” de nada a un encuentro en el que participa el perpetrador de esa “corrupción continuada”, como lo llama el propio juez instructor del caso.

Lo de esta noche en Bilbao, en cambio, es un choque entre dos auténticos grandes del fútbol español. Grandes por palmarés, solera, idiosincrasia en cierto modo opuesta o complementaria, y también atractivo literario. La prensa del día, por supuesto, no presta atención a estos aspectos del duelo, que son demasiado profundos para la consideración que ellos tienen de sus lectores. Más bien plantean el encuentro como la enésima oportunidad para ver caer la guillotina sobre la cabeza del Real Madrid, sometido a una perenne última oportunidad por parte de los medios.

Marca

“Obligados”, suelta Marca, cuando junto a una foto de Mbappé tal vez debiera decir “Obrigados”, en lusófono agradecimiento por la cantidad de periódicos que les hace vender y de pinchazos que provoca en su web. Pues sí, Marca, obligados, como siempre. Trataremos de ganar, muchas gracias por el aviso. Sin él, nos enfrentaríamos al choque en la Catedral ignorantes de su trascendencia, así que obrigados.

As

As personifica en Nico Williams y el propio Mbappé la trascendencia del enfrentamiento. Nico es un delantero único que habría tenido hueco en un Real Madrid menos plagado de estrellas en la línea de ataque. Al menos, el chico se dio el gusto de rechazar un acoso por tierra, mar y aire del club cliente de Negreira para ficharle, prefiriendo mejor renovar por su club de toda la vida. Nos cae bien Nico, y nos hará sufrir esta noche. Hay que ayudar a Lucas Vázquez en la tarea de frenarle, pues de lo contrario puede hacer una escabechina. Confiamos en Lucas, pero conocemos la magnitud del reto.

En cuanto a Kylian, qué decir. Su golazo al Getafe impulsa su desarrollo como jugador del Madrid, al tiempo que ese impulso se ve psicológicamente frenado por la abundancia y claridad de las ocasiones de gol falladas. Es un partido importante para él, como lo es para el equipo. Un “partido grande”, dice As sin exagerar un ápice, y lo será sin duda, frente a un rival que pondrá en juego todos sus argumentos futbolísticos para ganar al mejor, como debe ser, pero que los empleará con nobleza, como suele hacer en contraste con otros.

Sport Mundo Deportivo

La prensa cataculé, por otro lado, celebra la sonora victoria de ayer ante el Mallorca. Sí, el mismo equipo que mafferraílla a los blancos cada vez que pasan por allí y que ayer fue una banda de corderitos imbuida de un espíritu filantrópico. Ved el primer gol de la noche, y cantad al unísono el himno inmortal de los payasos de la tele. Luego observad el penalti pitado por acción sobre Yamal y comparadlo con el no pitado en el Pizjuán por acción de Navas sobre Vinícius, y cantad el Viva la Gente, la hay donde quiera que vas.

Cuando el equipo cliente de Negreira ha ganado por 1-5, se hace difícil entrar en valoraciones arbitrales, pero lo cierto es que el mismo colegiado (o culegiado) que pitó el final de un partido en el mismo instante en que Bellingham marcaba un gol fue ayer una pieza más en el bello engranaje del Team Flick.

Pasad un buen día.

Pues entre una cosa y otra, el Real Madrid, si gana al Athletic, se mantendría a un punto del líder de la competición. El Madrid acecha al Barça y la renta que el equipo catalán tenía hasta hace unas semanas hoy día parece tan escuálida como fácilmente vencible. En las últimas tres jornadas el Madrid ha recortado 8 puntos.

Johan Cruyff decía que los equipos eran grandes cuando tenían entre sus filas tres o cuatro jugadores entre los mejores en su puesto. Esta máxima no la cumple el Barça de Flick. Si bien es cierto que el equipo culé tiene entre su plantilla a algún jugador que en su día fue élite, hoy abundan medianías o jóvenes promesas. A esto se le suma que su plantilla es realmente corta y que tiene posiciones auténticamente abandonadas como puede ser la del 5, que desde la marcha de Sergio Busquets no han sabido suplir con un recambio de garantías. Así pues, el Barça no tiene hoy día ni una gran plantilla ni unos grandes jugadores. Y aun así, han llegado a protagonizar un notable arranque de temporada y su nuevo entrenador ha demostrado ser capaz de conformar la mejor escuadra posible para competir.

El Madrid llega a su partido de esta noche frente al Athletic Club con una buena dinámica y un Kylian Mbappé que fue el mejor frente al Getafe

Por su parte, el Madrid se ha repuesto en el campeonato liguero mientras en Europa lucen nubarrones que con la mayor brevedad posible hemos de disipar. Carlo Ancelotti ha recuperado a Lucas Vázquez y a Rodrygo. Ambos hicieron un gran partido frente al Getafe, Lucas Vázquez llegó a terminar el partido, disputando los 90 minutos, mientras que el delantero brasileño fue sustituido en el ecuador de la segunda parte. Buen síntoma físico del canterano que espero también sea cuidado en sus minutos. Ahora mismo es el único lateral derecho del primer equipo. No tenemos una línea defensiva para tirar cohetes y permitirnos el lujo de exprimir nuestros recursos. Defensa que suma su tercer partido consecutivo con la portería a cero. Gran noticia cuando se está viendo tan mermada.

Raúl Asencio sigue demostrando que está para el primer equipo. En todo momento el canterano se ha desempeñado con seguridad y seriedad. Tras el encuentro, Toni Rüdiger elogió a su compañero de zaga. Por su parte, Ancelotti tuvo unas palabras elogiosas para él en la rueda de prensa antes del partido: "Cuando vuelvan todos, peleará por el puesto porque en los partidos que ha jugado ha merecido ser titular. Ha estado muy bien con balón y bien posicionado sin él. Ha cumplido y se merece ser considerado para pelear por un puesto con los demás".

El Madrid llega a su partido de esta noche frente al Athletic Club con una buena dinámica y un Kylian Mbappé que fue el mejor frente al Getafe

El Madrid llega a su partido de esta noche frente al Athletic Club con una buena dinámica y un Kylian Mbappé que fue el mejor frente al Getafe. El delantero francés tuvo múltiples ocasiones de gol claras que por h o por b no fue capaz de finalizar. Muchas de ellas se las fabricó solito. No obstante, el astro francés hizo el gol más difícil a pase de un inspirado Jude Bellingham que en las últimas jornadas parece haber recuperado su mejor fútbol. Cosa buena que ambos conecten tan bien como el café y la leche.

Mbappé no quiere ser Didí

Otras grandes noticias son Fran García y Dani Ceballos. Ambos se están mostrando en forma y realizando buenos partidos. El canterano parece consolidarse por encima de Ferland Mendy en los últimos encuentros mientras el centrocampista andaluz suma minutos de calidad cuando más falta nos hacía su concurso. Siempre decimos que esta clase de jugadores aportan más de lo que parecen y que es un plus cuando su participación es obligatoria y resuelven con prestancia su puesto en el once.

¿Qué quieren que les diga? Hay evidentes brotes verdes que no deben ser eclipsados por algunos nubarrones que venimos arrastrando en este inicio de temporada. Tan cierto es que no estamos ante nuestra mejor versión como que en el campeonato liguero nos estamos mostrando efectivos. En Champions tenemos poco margen de error, la derrota frente al Liverpool fue dolorosa pero también de ese partido podemos sacar cosas positivas, como una primera parte antológica de Eduardo Camavinga que hasta su lesión hizo un partidazo jugando como ancla. Lo más previsible es que un Aurélien Tchouaméni ya recuperado sea su relevo en el eje del centro del campo. Veremos esta noche.

 

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