Las mejores firmas madridistas del planeta

Arbitró Jesús Gil Manzano del colegio extremeño. En el VAR estuvo Trujillo Suárez.

Uno de los mejores árbitros españoles. Así está catalogado. Aunque ya pita poco en Europa porque los españoles están castigados por filtrar una vez no, dos veces. Son chulos y torpes a partes iguales. Nunca una connotación tan negativa estuvo tan bien pagada. Ojalá se revolviesen así con sus jefes cuyo currículum está manchadísimo. Pero prefieren darse golpes en el pecho al estilo El Lobo de Wall Street.

La primera parte apenas tuvo incidencias reseñables. Sin embargo, la terminó de la peor manera. Falta a Mbappé no señalada y amarilla por protestas a Ancelotti y al francés. La forma de sacarla, de mantener la cartulina segundos y segundos en el cielo y la cara de prepotencia saca a uno de sus casillas.

En la segunda determinó que la entrada de Romeu a Mbappé en el 50' no era tarjeta, pero sí la pugna Krejci y Rüdiger antes de la salida de un córner. Los dos, por cierto, tuvieron otra en un saque de esquina anterior donde el checo agarró de forma alevosa al alemán. Gil Manzano, lo de señalar los once metros, lo vio lejano. Para terminar sacó dos amarillas en el descuento. La merecida mucho antes a Romeu y una a Portu por poca cosa con Ceballos. No dio una el trencilla.

Gil Manzano, TERRIBLEMENTE INSOPORTABLE.

 

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El Real Madrid repitió el resultado del año pasado contra el Girona y se llevó una victoria muy importante.

Ancelotti decidió hacer cuatro cambios con respecto al último partido. Sorprendió la suplencia de Asencio. Tchouaméni formaría pareja de centrales con Rüdiger. Mendy sustituía a Fran en la banda y Modric y Güler ocupaban los sitios de Ceballos y el lesionado Rodrygo.

El Girona es un equipo muy propositivo y eso quedó claro desde el primer momento. Los locales llevaban el peso de la mayoría de ataques mientras el Madrid alternaba presiones adelantadas poco eficaces con repliegues algo pasivos que no impedían crear peligro al Girona. Hubo varias situaciones de disparos que podrían haber costado un disgusto. También centros que afortunadamente no encontraban rematador, pero venían de situaciones ventajosas.

Por su parte, el Madrid encontraba muchas dificultades para sacar el balón controlado, pero cuando lo conseguía disfrutaba de posesiones no demasiado peligrosas. Una de las mejores ocasiones llegó tras un robo de balón, pero Mbappé perdió el duelo con el central local.

El Real Madrid repitió el resultado del año pasado contra el Girona y se llevó una victoria muy importante

Un poco después, tras una circulación larga, Bellingham cedió a Brahim en la frontal y el disparo del malagueño fue repelido por Gazzaniga. No era una jugada casual, el Madrid ya empezaba a recuperar el balón más arriba y a acercarse algo más. El gol de Bellingham vino precedido de un gran desborde de Brahim y un mal rechace de Miguel Gutiérrez. El inglés encontró un balón de oro que punteó con violencia para hacer el gol de ventaja con el que llegó el Madrid al descanso.

Al comienzo de la segunda mitad, el Madrid tuvo una gran ocasión en la cabeza de Tchouaméni. Modric puso un gran balón y el remate fue bueno, pero centrado. El Madrid estaba bien. Controlaba y recuperaba rápido. En el minuto 54, Bellingham recibió un gran pase de Modric y tras darse la vuelta vio el desmarque de Güler, que definió a la perfección como si fuera un 9. Era el 0-2.

Pero no todo podían ser alegrías y Bellingham en el 59 se tuvo que ir lesionado. Entró en su lugar Ceballos. Sin embargo el Madrid no se detuvo: Modric vio el desmarque de Mbappé, quien desde la derecha definió a la perfección e hizo el 0-3.

El Madrid tocaba a placer. En parte disfrutaba del partido, en parte reservaba fuerzas para lo que viene. El caso es que estaba muy cómodo. Mbappé estuvo a punto de hacer el cuarto en el 73 tras otro pase de Modric.

En el 80 cayó Mendy. Es desesperante lo de las lesiones. Ancelotti aprovechó para meter a Fran, Endrick y Asencio y quitó a Mbappé, Valverde y el lesionado lateral. El delantero brasileño tuvo una ocasión muy clara en el 83, pero el último control fue largo y perdió la opción de chutar o pasar a Güler. El Girona lo intentaba a través de Danjuma, pero Courtois estaba atento. En el 87 entró Yáñez, debutante juvenil, por Güler.

Cerca del minuto 90, Endrick recibió un fuerte golpe en la cabeza que pareció afectar a sus cervicales. Nada más relevante ocurrió.

 

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Buenos días, amigos galernautas. Son días aciagos para el madridismo de los goles y los canastos, jornadas impías, lúgubres y oscuras que tiñen de negro el merengue. Pero, como siempre sucede en estas dos Españas de la piel de toro, hay una parte, por el contrario, que, ante las desdichas del Madrid, levita medio palmo sobre el suelo de alegría y fe en una suerte de éxtasis santa teresiano. Ni que decir tiene que esto generalmente sucede dentro del hábitat natural del depredador carroñero blanco; las redacciones de los deportes, habitualmente un ecosistema aislado dentro de un periódico, un cuerpo extraño. Ejercen de Departamentos de Estado trufados de escribas del equipo del pueblo, mercenarios malintencionados con cuentas pendientes con Florentino por un promocióname esas tazas o directamente fundamentalistas de lo culé. La caverna que la llaman. Ni la de Platón, oigan.

Central Lechera, que dijo el otro, el santo de Santpedor, transmutado en Regan MacNeil vomitando espumarajos verdes ante un aficionado burlón tras una mala racha de resultados del Manchester Dhabi.

Con estos bueyes hay que arar y con estos mimbres a Ancelotti le han hecho un cesto, claro.

As

“Me están dando muchos palos”, se sincera el zorro de Reggiolo. Darle caña al entrenador en sala de prensa de Valdebebas es normal. Tan normal, incluso, que no debería ser ni noticia. Ni mucho menos primera plana. Al parecer alguien tenía PRISA en liquidar este asunto de la portada y celebrar vacacionalmente el Día de la Constitución porque la Carta Magna lo merece. Tanta premura tenía, que escogieron, dicho sea de paso, la mejor fotografía de Carletto disponible. Con un ojo más grande que otro, al bueno de Carlo sólo le falta resoplar “Gordi” y “Chocolatinas”. Bonito detalle gráfico de una portada que refulge pereza y falta de ambición por cada esquina. La que le sobra al petulante “diario de todas las aficiones”.

Marca

Ya barruntábamos que Marca se siente cómodo jugando al pádel con jeques cataríes mientras hace lobby contra la Superliga y todo lo que huela a quien no recoge auténticos balones de playa o no acude a las galas de naftalina del que aún hoy sigue siendo el diario más leído de España. Así nos va.

Lo sospechábamos, pero Miami nos lo confirmó.

Hasta allí sí llegan los enviados especiales de Marca con tal de echar unas bolas con Al Khelaifi-Don Johnson-Miami Vice. Aunque el subalterno del jeque, como siempre, antes que compartir bolas con viajeros del nuevo mundo, lo que prefiere es tocar las pelotas al madridismo. Dice chulesco y a todo color en su Le Parisien de la meseta que “Nadie apoyará la Superliga”. Le falta añadir nunca o jamás de los jamases. Incluso pudo levantar el puño cual Escarlata O´Hara del desierto y proclamar que nunca más volverá a pasar hambre. Lo dice además en Florida, nuevo epicentro balompédico artificioso mundial por cortesía de Leo Messi, cuyo equipo juega todo un Mundial de Clubes con los mismos méritos que el Alpedrete.

Pero con lo de “nadie” se equivoca el bueno de Nasser. Porque sí hay quienes defienden la Superliga. Uno de ellos se llama Joan. Como dice Ronaldo en la misma portada sobre Mbappé, “tiene crédito”. Sobre todo, para vender palancas imaginarias o cuadriplicar el sueldo azulgrana del vicepresidente de los árbitros.

Mundo Deportivo

No sabemos si la fórmula Son Moix será precisamente eso; pagar morteradas millonarias por informes arbitrales imaginarios, o directamente la revolucionaria nueva receta de un champú anticaspa extraído de un sérum de ensaimada y queso de Mahón.

Trasladada a la primera plana de Mundo Deportivo, en cualquier caso, la fórmula no deja de ser ridícula.

Sport

Al menos tanto como el manido y erótico-festivo La Liga se calienta a estas alturas de la película con Robert y Kylian en batín de seda.

No obstante, lo decíamos al principio. El que anda últimamente muy caliente es Pep, tal y como refleja en nuevo tour de forcé el diario Sport en los bajos de su primera plana. Guardiola, muy pendiente de un tiempo a esta parte de recordar su palmarés en la pérfida Albión, subrayó, no se sabe muy bien por qué, que él gano seis Premier Leagues y Mourinho, tres.

El de Setúbal solo recordó que efectivamente ganó tres, pero sin 115 infracciones del Fair Play financiero.

Es shimple.

P.D.: A las nueve, en Montilivi.

Buenas a todos. Otra vez soy Jacinto Fernández, el amigo de Javier Vázquez, ya saben.  Hoy me he permitido la libertad de escribir sobre un tema que Javi y yo llevamos tiempo madurando y que podría acabar con ciertas polémicas hartamente innecesarias que se suscitan en nuestro amado y noble deporte del balompié.

Me refiero al tempo de juego efectivo de un partido de fútbol. Ha salido una estadística en la que, paradójicamente, el equipo maestro de las pérdidas de tiempo, sí, el del pueblo, es el que más juega de verdad, seguido del Real Madrid. La paradoja es que, realmente, los que más juegan en un partido de fútbol —que entre tiempo reglamentado y añadidos varios se marcha a unos 100 minutos (tostón en muchos casos)— disputan en torno a 60 minutos de verdad, de rodar la pelotita (qué manía con llamarla la redonda, cuando todos sabemos que no es una esfera perfecta), que el resto del tiempo hasta llegar a esos aproximadamente 100 minutos de competición se van entre fueras de banda, faltas, lesiones varias, desvanecimientos temporales, enajenaciones mentales transitorias, cambios atemporales e innecesarios, espontáneos reivindicando la libertad de los peces del Orinoco y demás protocolos establecidos para parar el juego. Y resulta que el Getafe de nuestro amigo Bordalás es el equipo que menos juega, con poco más de 47 minutos disputados en realidad. Vamos, que los amigos azulones se pasan medio partido entre ponte bien y estate quieta, pero, de jugar al fútbol, nasti de plasti, que decíamos en tiempos antaños.

Todos nos desesperamos cuando nuestro equipo va empatando o perdiendo y el portero rival se tira un buen rato para sacar de puerta, entre que mira el balón, lo coloca aquí, lo pone allá, coge su toalla, bebe agua y saluda a un amigo de Valladolid que está en la grada. Desesperante. Igual de desesperante que, en el minuto 96, cuando se van a descontar 7 minutos, el entrenador del equipo que lleva un buen resultado se acuerda de darle minutos al canterano Romeralinho, que apunta maneras.

Igual de insoportable es ver cómo la entrada de un jugador a otro que, curiosamente va ganando, se convierte en un atentado terrorista de los gordos por las consecuencias fatales del desenlace, a saber, cara de estupefacción en el agresor a lo ni lo he tocado, grito espeluznante del agredido, quejío que se oye (y podría participar) en el festival del Cante de las Minas de La Unión, rodada por el césped (qué manía con llamarle el verde, estos no han visto los campos del norte de los años 70, no… verde, dicen… ja) de, al menos quince metros cuadrados, por la sinuosidad del evento, manos a la pierna tocada como si se la hubieran arrancado, más gesto de dolor inconsolable e incontrolado, remolino de sus compañeros alrededor de él, del árbitro y, si se tercia, colleja al que hizo la falta que, en ese momento, se siente el destripador de York del daño que ha producido, con el follón que se monta, árbitro pidiendo calma, pidiendo los servicios médicos, pidiendo la camilla y pidiendo que se pase pronto esto, por favor, publico enfurecido si el que está en el suelo es el de fuera y encantado si es el de casa y, por supuesto, unos minutos de no jugar al fútbol en los que, al final, en la mayoría (afortunadamente) de los casos, el sufriente jugador sale corriendo tan pichi sin más lesión que el castañazo recibido.

Busquets piscina cuento

Todos hemos sufrido (y aplaudido) en alguna ocasión estas cosas. Así como hemos sufrido y también aplaudido un añadido de unos minutos que, si ganas, te parecen excesivos y, si pierdes, te parecen lamentablemente cortos.

¿Y cuál es la mejor manera de arreglar este desatino? Muy sencillo, adaptándonos a los tiempos modernos, que diría el gran Charles Chaplin. Haciendo como en otros deportes que, a lo largo de los años, han acabado con las pérdidas de tiempo injustificables acoplándose y aprovechando las nuevas tecnologías, que para eso están. En baloncesto, hace muchos años, se jugaban parados los últimos 2 minutos de cada tiempo, ahora, todo el partido. En balonmano, se juegan también los últimos minutos de cada tiempo a reloj parado y, además, cada vez que lo dice alguno de los árbitros se detiene el tiempo, amén de que, para evitar las tediosas posesiones, existe la regla del juego pasivo, en la que los colegiados, cuando consideran que un equipo se está pasando con el ataque sin intentar lanzar a portería, levantan el brazo izquierdo, les permiten dos o tres pases más y si no lanzan, pierden la posesión de la pelota. Hasta en el rugby hay situaciones de reloj parado. En hockey sobre hierba ya se juega el tiempo de verdad desde hace bastantes años, en waterpolo también, en fin, casi todos los deportes olímpicos se disputan con un tiempo establecido y jugando exactamente ese tiempo, ni un segundo más, ni uno menos.

Pues hagámoslo en el fútbol. Ya sé que habrá enteraos que digan que se pierde la esencia, que se pierde la continuidad, que se pierde… Se pierden las trampas, ¡cáspita! ¿Qué se está demostrando, que los encuentros donde más se juega son de 60 minutos? Perfecto, dos tiempos de 30 minutos cada uno y a correr. Se acabaron los fingimientos exagerados, los cambios en el último minuto del descuento, los saques de puerta interminables, los saques de banda de diez metros más adelante de donde se ha producido la acción, los árbitros que añaden lo que quieren en cada partido, sin un control mínimo de cuánto tiempo, de verdad, se ha perdido y qué tiempo, de verdad, del que se ha perdido, debe ser descontable o no. Se juega lo que se debe jugar. Y si un córner se saca con 25 segundos por delante, date prisa en rematar porque si entra fuera de tiempo no es gol. Sólo en caso de penalti o de falta directa en el último segundo, habría que lanzarlo, igual que los tiros libres en baloncesto o las faltas directas en balonmano, sin tiempo. Lanzamiento y ya.

Pero claro, poner esta gloriosa (por supuesto) iniciativa en marcha daría al traste con la caterva de tramposos de medio pelo que utilizan el tiempo de juego efectivo para conseguir sus espurios objetivos cuando se sienten inferiores al equipo que tienen enfrente. ¿Cuántas veces hemos visto perder tiempo reiteradamente a un equipo y, cuando le marcan en el 85 de partido, montar en cólera porque el otro retrasa un saque de banda? Muchas, demasiadas, quizás. También acabaríamos con las artimañas de los trencillas de turno que utilizan el añadido al tempo reglamentado para decidir o, intentar decidir, el resultado de un encuentro en un sentido (sí, el que está usted imaginando) o en otro. Vale, es un poder omnímodo del colegiado decidir cuánto tiempo se va a añadir, como si tuviera en la muñeca una mesa de cronometraje baloncestil, pues acabemos con esto también para gloria de la limpieza y del deporte sano. Bastante poder tienen ya como para mantenerles el control del tempo. Se acabó, Acabemos con esta patraña de los 45 minutos por tiempo que, además de ser mentira, favorecen las añagazas y las trampas de los fulleros que, lamentablemente, campan por sus respetos en los campos de fútbol del orbe.

Hágase.

Y ya saben lo que dice mi amigo Javi, ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en la vida… ¡Hala Madrid!

 

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1- Sistema de juego y posible once

 

Decimoséptima jornada de Liga y el Real Madrid visita Montilivi. Un Girona más irregular e inconstante que el curso pasado pero que en casa es un conjunto que aprieta y hace sufrir a sus rivales. El equipo de Míchel ha perdido efectivos importantes y su momento de juego no es tan dulce, vistoso y efectivo como la temporada pasada. En cuanto a las bajas, el técnico vallecano tiene dos importantes: Tsygankov y Yangel Herrera. Además, cuenta con la duda de Solis por un esguince de tobillo. En un sistema de 1-3-5-2 una alineación probable sería la formada por Gazzaniga en portería; Arnau como lateral derecho, Miguel en el izquierdo; Blind, David López y Krejci de centrales; en el medio Romeu, Iván Martín y Van de Beek; arriba en punta Bryan Gil y Miovski.

 

2- Presión

 

En función del rival y del escenario el entrenador madrileño utiliza dos sistemas de presión. En casa aprietan arriba con gran entusiasmo y energía. Para eso lanza a los centrocampistas muy arriba, quienes junto a los puntas y a los jugadores de banda son media docena los futbolistas los que ejercen la zona press de forma muy intensa y muchas veces eficaz. A domicilio son algo más prudentes y prefieren esperar al rival replegado, juntos y con líneas muy compactas. Por tanto, es de esperar que el técnico Míchel decida presionar alto, lo que tantos réditos le ha dado estas temporadas. Luego, en momentos determinados, plantará un bloque medio-bajo si el Real Madrid aprieta y achucha metiéndolos en su campo. En el medio acumulan fuerza, quite y robo con un grupo de jugadores con sacrificio, entrega y lucha en tareas defensivas. La defensa juega adelantada y no tiene miedo en dejar metros a su espalda con el riesgo ante jugadores rápidos que ello supone.

3- Salida de balón

 

Es un apartado en el que Míchel hace hincapié porque le gusta una salida aseada y limpia desde atrás, pero también es consciente de que en Primera y ante equipos tan poderosos una pérdida te puede costar un gol. Asume el riesgo y los resultados le están dando la razón. Una de las premisas es no perder balones en salida en las inmediaciones de su aérea porque eso conlleva la opción de recibir ocasiones de manera muy sencilla y con el equipo estirado y descolocado al jugar con cuatro defensas, los dos laterales bastante abiertos y cerca de la cal. Por abajo busca conectar con Oriol, que es el organizador del equipo, quien posee un notable toque en corto, buen desplazamiento de balón en largo y logra saltar con eficiencia las líneas de presión rivales. David López, Blind y Miguel tienen como virtud la salida de balón y la visión desde la zaga que les da un salto cualitativo en este apartado del juego. En todo caso, si se ven muy apurados no existen inconvenientes para buscar de forma directa y ágil a Miovski por arriba, para que sea él la persona encargada de pelear con los centrales y bajar los balones gracias a su talla, corpulencia y altura.

 

4- Aspecto defensivo

 

El aspecto defensivo se ha visto mermado algo más que el año pasado y van a más de un gol recibido por encuentro. En total han encajado 20 dianas. La manta de Tim, lo que generan arriba les cuesta espacios atrás. Es difícil conseguir todo. Los centrales son un tipo de jugador aseado con la pelota, con limpieza en la salida y bastante técnicos. La solidez, la firmeza y la contundencia no son sus fuertes, aunque hay una mayor robustez en el caso del checo Krecji. En Montivili se espera en tramos del encuentro a un equipo gerundense replegado, tratando de dejar pocos huecos, muy solidario, con constantes ayudas en bandas y granítico en la zona central con los zagueros y el pivote que abarcan una gran cantidad de campo. También se verá mucha posesión, combinaciones y juego asociativo porque es uno de los aspectos preferidos de Míchel en todos los equipos que dirige. Por arriba, el equipo goza de centímetros en todas las líneas del campo.

5- Poderío ofensivo

 

Se han debilitado en la parte ofensiva con las salidas en verano, aunque en las últimas semanas están mejorando en eficacia. Los catalanes cuentan con jugadores habilidosos y de talento arriba, lo que les ha hecho anotar un total de 22 dianas. El Girona practica un estilo de mucho ritmo, velocidad, precisión y eficiencia. Por banda tienen rapidez, despliegue, regate en los jugadores ofensivos y profundidad en los laterales. En el medio gozan de visión, capacidad asociativa y pase en Iván Martín, y mucha llegada con Van de Beek. Mientras que en la punta Miovski garantiza batalla, lucha y atracción a los defensas rivales. Es un equipo que genera bastantes llegadas y ocasiones. Un torrente de dinamismo y acción en Montilivi. Las bandas es el principal caudal de peligro. Desde ahí buscan superioridades con la subida y profundidad de los laterales y así suministrar y abastecer de envíos por bajo o centros al delantero. Es uno de los equipos que más centros buenos meten al área desde diferentes posiciones. Será frecuente verlos colgar muchos balones por parte de Bryan Gil a las inmediaciones del área. A balón parado se debe tener vigilancia con los centrales y Miovski.

 

6- Estilo de juego

 

Equipo ofensivo, con gusto por la pelota y que tratan de manejar los partidos. Es uno de los puntos que aparece en rojo en el libreto de Míchel. Su apuesta e identidad los lleva buscarlo e intentarlo siempre. En defensa no son tan resolutivos, pero con lo que marcan arriba siguen cubriendo esas carencias. En ataque es un equipo bonito de ver, atractivo para el espectador y muy divertido. El Girona combina, llega mucho y bien y dispara a puerta con frecuencia. En ataque es un equipo estrechamente a vigilar al moverse bien, tener unos automatismos ya adquiridos y trabajados por Míchel y porque disponen de jugadores internacionales y de calidad. Entre las estadísticas actuales de Primera están en el top 3 de equipos con más posesión (3º), pases buenos en campo contrario (3º), pases buenos en campo propio (3º), pases buenos totales (3º) y tiros a puerta (3º).

7- Hombre clave

 

Bryan Gil es uno de los mejores jugadores del Girona esta campaña. El internacional español está recuperando su mejor momento de juego, aquel con el que destacó en el Sevilla. Está rápido, desequilibrante, con desparpajo, atrevimiento en los uno contra uno y capacidad de marcharse de su par. Siempre encara y nunca se cansa de intentarlo y está en un momento dulce en el que le sale todo. Una dura piedra de toque para Lucas. Es muy buen jugador regateando y luego puede apurar línea de fondo para buscar el centro o internarse hasta el área sacando el pase de la muerte o el disparo con la izquierda.

 

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A día de hoy ya nadie discute que Mbappé tiene un evidente bloqueo mental que le impide rendir mejor en el campo. No es normal que un jugador de su calidad falle continuamente pases cortos, controles fáciles y tiros a puerta solo. No le ha pasado nunca antes en su carrera. Ese no es Mbappé.

¿Cuánto 'mejor' debería rendir aquí? No lo sabemos. Nunca ha jugado en La Liga, ni en el Real Madrid, ni con estos compañeros, ni con este entrenador, ni con este sistema. Ni siquiera con la misma planificación que la de la presente temporada, que acaba en julio con su club.

Es decir, no sabemos el potencial real del Mbappé madridista. No lo sabemos porque hasta ahora ha tenido varias adversidades deportivas y extradeportivas:

No aprenden

A estas circunstancias deportivas personales, hay que sumarle las actuales circunstancias del club:

En esas circunstancias iniciales, llega Mbappé, e inmediatamente se lanza al ruedo... Y empieza a fallar. Al principio parece que es algo puntual, sin importancia. Pero la cosa va a peor y empiezan las dudas de la gente, las críticas (algunas desmesuradas), la pérdida de confianza y la inseguridad. Mbappé se ha bajado del Olimpo de los dioses. Es mortal. El Madrid te humaniza al menor signo de debilidad.

Además, surgen problemas extradeportivos:

¿Qué demonios nos pasa?

Entra en una espiral diabólica de la cual es muy difícil salir, pues la ansiedad genera el fallo y el fallo genera ansiedad. Hasta el punto de errar varias ocasiones claras y dos penaltis, siendo como es un lanzador bastante efectivo (45/57). De los 12 penaltis que ha fallado en toda su carrera, 4 han sido en 2024. Dato muy a tener en cuenta.

Todo se convierte en una situación de loose-loose. Si no tiras un penalti, no tienes carácter. Si lo tiras y lo fallas, no tienes calidad. La situación requiere un análisis profundo. Sin populismo. Sin revanchismo. Sin ventajismo.

Quizá Mbappé pensaba que todo iba a ser más fácil, que iba a encontrar menos inconvenientes. Ahora que ya sabe lo que hay, debe resetearse. Empezar de cero y marcarse pequeñas metas fáciles de alcanzar. Ir paso a paso.

Calidad tiene de sobra. La forma física le llegará trabajando. Mejorará, y todo será más fácil para él y para el equipo. Esperemos que entre en esa dinámica positiva más pronto que tarde, y todo quede en una anécdota dentro de una gran carrera en el Real Madrid.

 

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Buenos días. Hoy, 6 de diciembre, la Constitución española cumple 46 años y en honor a tan magno hecho disfrutamos de un día festivo en toda España. La norma suprema del ordenamiento jurídico vertebra nuestro país. El FC Barcelona, sin embargo, está vertebrado por la corrupción sistémica —juez Aguirre dixit y puede considerarse a Negreira como padre de la constitución del Barça, puesto que su irrupción en los tejemanejes del gobierno arbitral —época de las ligas de Tenerife— coincide con el despegue del club en cuanto a títulos ganados se refiere.

Dentro de poco se cumplirán dos años desde que se hizo público que el FC Barcelona había pagado, al menos, 7,3 millones de euros durante, como mínimo, 17 años al vicepresidente del CTA, Enríquez Negreira, y el club aún no ha sufrido ninguna sanción deportiva ni de ningún tipo. Ya sabéis que para ello ha sido clave la figura bisagra de Albert Soler, ora en el Gobierno, ora en el Barça. La Justicia está investigando, recordad que la liebre saltó porque el club quiso desgravarse la facturas abonadas al entramado Negreira, pero todos conocemos la velocidad de los procesos judiciales en este país.

Ayer se conocieron las conclusiones de la Guardia Civil en el caso Barça-Negreira. El montante de los pagos efectuados por el FC Barcelona a Negreira se eleva de 7,3 a casi 8,4 millones de euros. Asimismo, se dan detalles de la operativa financiera inusual y se llega a conclusiones demoledoras que mucho nos tememos caerán en saco roto.

Aparece un nuevo protagonista, José Martínez Alfonso, juez de línea durante años de Negreira y amigo íntimo. El Barça pagaba —realizó 135 transferencias— al entorno empresarial del vicepresidente arbitral (Nilsad SCP, Dasnil 95 SL, Soccercam SL). Estas sociedades interpuestas bien transferían dinero a José Martínez Afonso, bien se lo facilitan en metálico y él lo ingresa en una de sus cuentas. Además, durante años, este sujeto cobraba personalmente cheques en efectivo de estas sociedades que, supone el Instituto Armado, entregaba a Negreira.

Segunda parte de la ecuación. Mientras ejercía de subordinado de Negreira y manejaba el dinero que había recibido del club azulgrana, José Martínez Alfonso también trabajaba para la RFEF, el CTA y la FCF, realizando informes arbitrales por los cuales cobraba miles de euros.

Es decir, de manera simultánea, el subalterno de Negreira movía el dinero proveniente del Barça mientras cobraba de la Federación Española, del Comité Técnico de Árbitros y de la Federación Catalana por evaluar a unos colegiados que dirigían encuentros en las competiciones donde participaba el FC Barcelona. Estas puntuaciones arbitrales servían para ascender, descender o hacer internacionales a los trencillas, lo cual puede aumentar o disminuir su salario anual centenas de miles de euros. Las riendas que guían al caballo.

La Guardia Civil lo argumenta de la siguiente manera: «La doble función de José Martínez Alfonso, actuando tanto como intermediario en la recolección de fondos del FCB para José María Enríquez Negreira, como en su papel de evaluador de árbitros, genera cuestiones en su desempeño e imparcialidad dentro del sistema arbitral. (…) por considerarse particularmente relevante, se incide en la figura del Sr. Martínez Alfonso como nexo de unión entre los flujos económicos procedentes del FCB, vehiculizados a través del entramado societario del Sr. Negreira y aquellas transacciones con origen en la estructura federativa nacional y autonómica (RFEF, CTA y FCF) por sus funciones y cometidos de valoración arbitral. Ahondando en lo anterior, parece oportuno añadir que, durante la presente investigación ha quedado demostrada, por un lado, la relación personal entre el Sr. Martínez Alfonso y el Sr. Negreira y, por otro lado, la relación mercantil entre ambos sin justificación laboral consignada».

Informe Guardia Civil Negreira

La Benemérita concluye: «Otro indicio particularmente significativo es la aparente anomalía e incongruencia que representa el hecho de que el FCB haya efectuado pagos al Vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA) bajo el pretexto de asegurar la neutralidad en las decisiones de dicho organismo. Partiendo de la premisa y axioma de que el CTA debe mantener una gestión y adoptar decisiones neutrales dentro de su ámbito de responsabilidad, no se justificaría una transacción económica originada en un Club que participe en la competición deportiva con el fin de garantizar la mencionada neutralidad». ¿Está claro, verdad? Pues hay más.

En los casos de corrupción siempre hay un corrupto y un corruptor. Alguien paga un dinero y alguien lo recibe por hacer algo a cambio. En el mencionado informe, la Guardia Civil expone que «se ha demostrado de manera objetiva cómo el Fútbol Club Barcelona realizó pagos a sociedades vinculadas al entorno del Sr. Negreira, tanto de forma directa (a través de NILSAD SCP, DASNIL 95 SL y SOCCERCAMI SL), como indirecta por medio de entidades relacionadas con José Contreras y José María Molinaro (TRESEP 2014 SL, RADAMANTO SL y BEST NORTON SL). Se han identificado indicios que sugieren que el propósito declarado por algunos de los beneficiarios para justificar estos pagos, mediante sus correspondientes facturas, relacionadas con la prestación de servicios o relaciones profesionales, no coincide con la realidad».

Los investigadores afirman que «basándonos en la conducta financiera observada y los indicios anteriores recopilados, se puede concluir objetivamente que los pagos presentan una opacidad económica significativa que, a su vez, se refleja en la dificultad para rastrear el flujo real de los fondos, no pudiéndose determinar el motivo real por el que se efectuaron los pagos, lo que genera serios interrogantes sobre la legitimidad de dichas transacciones y aumenta las sospechas sobre su verdadera naturaleza».

Dejamos para el final este párrafo del informe: «Se desprende un patrón claro de transferencias financieras entre el Fútbol Club Barcelona y las sociedades vinculadas al Sr. Negreira y su entorno. La magnitud y frecuencia de estos pagos, que ascienden a un total de 8.389.599,73€, junto con salidas de dinero en forma de cheques y retiradas de efectivo, apuntan a una posible intención deliberada y fraudulenta de obtener beneficios NO justificados, bajo el pretexto de una actividad mercantil».

En una país cuyos medios no estén regados por quienes no tienen interés en que se destape la corrupción, las conclusiones de este informe de la Guardia Civil serían portada de toda la prensa. ¿Aquí lo son?

Marca As Mundo Deportivo Sport

Silenzio stampa. ¿Alguien esperaba otra cosa?

Fuera del asunto principal del día no recogido por los diarios, cabe destacar que ayer se sortearon los grupos del Mundial de Clubes que tendrá lugar en EEUU en junio y julio del año que viene. Al Madrid le ha tocado un grupo asequible, aunque no habrá que despistarse, y tendrá como rivales al A-Hilal, el Pachuca y el Salzburgo. Si bien en octavos, en caso de que no haya sorpresas, podría enfrentarse al City o a la Juve.

Sport directamente presume de la próxima ilegalidad del Barça, la palanca Olmo. El club ya ha inscrito a multitud de jugadores sirviéndose de artificios aceptados por los reguladores y así va a seguir siendo. Si se compraron al estamento arbitral sin consecuencias, ¿qué problema hay con un quítame allá esas palancas?

Os deseamos que paséis un feliz día de la Constitución. En nuestro recuerdo, los padres de la misma: Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez-Llorca, Gregorio Peces-Barba, Jordi Solé, Manuel Fraga y Miquel Roca. En el recuerdo de los culés, Negreira, padre de la constitución del Barça.

Que Carlo Ancelotti es un entrenador excelente, de los más grandes de la historia del fútbol (quizás incluso el más grande) es algo difícilmente discutible. Por desgracia, cada vez lo es menos también que su segunda etapa en el Real Madrid ya apesta como yogur abierto y caducado. El equipo parece sumido en una pretemporada perpetua en la que nada funciona, no existe el automatismo y los jugadores no salen de un pernicioso bucle de lesiones y baja forma. Parece complejo sacar menos rendimiento de una plantilla tan cargada de talento, hasta que llega el siguiente partido contra un equipo de cierto nivel, y observamos como el listón desciende un poco más. Siendo todo esto grave y apuntando al entrenador como máximo responsable de la parcela deportiva, el objetivo de este artículo era otro; poner de manifiesto la pésima gestión del técnico italiano con un activo tan importante de cualquier equipo como son sus categorías inferiores.

Ancelotti tiene su método, de probado éxito y que sigue a rajatabla desde hace mucho tiempo. Y en él los futbolistas más inexpertos en la elite tienen poca o nula cabida. Cuando todo va viento en popa, puede tener lógica no usar a los jóvenes. No existe la necesidad, aunque nunca está de más probar y sembrar de cara al futuro. Entiendo que cuando llamaron a Carlo, le pidieron ganar y no descubrir al próximo Raúl, así que mientras cumpla con el cometido, caben pocas apelaciones. El problema viene cuando las circunstancias te obligan a usar al talento joven de tu base, pero aun así te resistes con todas tus fuerzas. La inflexibilidad ha llegado al extremo de que con los dos laterales derechos del equipo lesionados, el italiano prefirió poner a su mejor centrocampista en esa demarcación, antes que usar, por ejemplo, a un especialista en la posición como Fortea, una de las grandes promesas del Madrid y de España.

Fortea

Lo mismo ocurrió en el centro de la zaga. Solo hasta que ni un solo jugador del primer equipo susceptible de ser reconvertido a central estuvo disponible para acompañar a Rüdiger se tomó en consideración a Raúl Asencio. No hablamos de una solución de emergencia, es algo más allá, un ultimísimo recurso cuando la alternativa es saltar al campo con diez futbolistas. ¿Y qué ha ocurrido cuando se ha tenido que tirar de un chico sin un solo segundo disputado en categoría profesional? Pues que no solo ha cumplido, es que se ha desempeñado con nota. Ningún drama ha acontecido, ni el cielo se ha desplomado sobre nuestras cabezas. Asencio, que no era el futbolista más prometedor de la cantera ni por asomo, es la clara prueba de que en el Castilla o el Juvenil había y hay talento susceptible, como mínimo, de aportar como fondo de armario en la primera plantilla.

Ancelotti tiene su método, de probado éxito y que sigue a rajatabla desde hace mucho tiempo. Y en él los futbolistas más inexpertos en la elite tienen poca o nula cabida

Por desgracia, durante el ‘carlettado’ los canteranos han tenido que salir indefectiblemente a buscarse la vida fuera, sin apenas haber gozado de la posibilidad de mostrar sus cualidades ni en los minutos de la basura de los partidos de la basura. Duele ver a gente con la calidad de Miguel Gutiérrez, Nico Paz, Sergio Arribas, Rafa Marín o Antonio Blanco lejos del Bernabéu cuando muchos de ellos podrían ser valiosísimas piezas de rotación, o incluso titulares ante la interminable sucesión de lesiones. El Madrid ha dejado tomar la puerta de salida en estos años a muchos ‘Asencios’ a los que ni siquiera se ha tenido en consideración por una absurda obstinación.

Esta es una de las razones por las que creo que el club no debe firmar a ningún jugador en el mercado de invierno. No valen los jóvenes que vienen de fuera, que tienen que pasar un largo periodo de aprendizaje antes de poder saltar al césped (que le pregunten a Güler el año pasado o a Endrick en el presente), ningún gran equipo va a soltar a un titular habitual y carece de sentido alguno fichar a un futbolista que no te valga para al menos tres o cuatro temporadas. Pero menos aún contratarlo previo pago de una buena suma de dinero sin haber dado una mísera oportunidad a alguien que juega en su misma demarcación en el Castilla o en el Juvenil. No es cierto que Ancelotti no tenga centrales o laterales derechos; tendría unos cuantos si fuera capaz de mirar hacia abajo, a las inferiores. No todos valdrán para el primer equipo, pero sí hay un caudal de talento que acaba siendo aprovechado fuera y que podría ayudar a mantener o mejorar la competitividad de la escuadra. Algo que, en mayor o menor medida, ha ocurrido a lo largo de toda la historia del Real Madrid. Y si el método de Carlo gana, el del Madrid gana aún más.

 

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Anoche me llamó Javi y me dijo, “Jacinto, escribe lo que quieras, te paso unos datos y ya, estoy cabreado como una mona por lo que pudo ser y no fue”.

Esta frase de mi amigo me ha dado para contarles la siguiente historia:

Érase una vez que se era, un partido de fútbol que se jugaba en el estadio de San Mamés, en el que se enfrentaban los dos equipos más lustrosos del fútbol español, el Athletic Club y el Real Madrid. Por supuesto, como son los más lustrosos y los que más limpian y dan esplendor a la competición doméstica, podemos decir que son lo más académico que existe en nuestros lares, esto es, el clásico del fútbol patrio.

El partido iba por derroteros normales, Dani Ceballos cumplía su partido nº 100 en liga con el Real Madrid, el Athletic, haciendo gala de su fama de leones, apretaban y apretaban, el Madrid, en su línea de tranquilizar el partido y dejar que pasara el chaparrón inicial. Hasta que, en una jugada, a Mbappé le agarran sin denuedo dentro del área y el árbitro, como no podía ser de otra manera aun siendo Sánchez Martínez —uno de los clientes habituales del hijo de Negreira, su confidente en las conversaciones previas a los partidos del Camp Nou y gran admirador de su padre porque le comunicó su ascenso a primera división, amén de estar investigado por un, digamos, rarito incremento patrimonial millonario pagado a tocateja— pita penalti.

Sánchez Martínez en el Athletic, 2 - Real Madrid, 1

Lo lanza Bellingham e inaugura el marcador anotando el gol nº 400 de la historia del Real Madrid a equipos vascos en partido oficial jugando como visitante. El Athletic sigue atacando porque la nobleza y la furia bilbaína están fuera de toda duda, pero, en otra jugada de toque madridista, Rodrygo se interna en el área y le derriban claramente. En este caso, Sánchez Martínez dice que aquí no ha pasado nada, pero desde la sala VOR, le avisan de que, “mira, parece que si... Vete a verlo, anda, enterao”. El pobre, mascullando que ha podido meter la pata, se acerca trémulo al monitor y, después de ver la jugada unas quinientas cinco veces, decide lo que estaba pensando todo el mundo, que sí, que es penalti.

Ahora es Mbappé el que lo tira y lo aloja en las mallas rojiblancas. 0-2 y al descanso. El Athletic sale desaforado en el segundo tiempo para recortar el marcador y, en una contra, el Real Madrid fuerza un córner al que entra Rüdiger como una mula al remate, lo consigue pero el balón da en el larguero, mientras que el portero, Aguirrezabala, remata con su puño en la cabeza del alemán, como si fuera Mike Tyson en el ring, Rocky Balboa en el mundial o Cassius Clay en Kinshasa, en aquel combate épico. Penalti que esta vez no duda en pitar Sánchez Martínez porque, qué se le va hacer, estos cabrones lo han vuelto a conseguir.

Mbappé repite y marca, como debe ser, 0-3. El Athletic no se rinde, sigue atacando y en un centro al área, Berenguer acorta distancias. Diez minutos antes del final, un fallo de Fede Valverde, de los pocos que van a poder ver en su carrera (guárdenlo porque habrá muy pocos, repito) propicia que Guruzeta (no confundir con el árbitro), marca el 2-3. Emoción hasta el final, añadido de 12 minutos a ver si empatan y victoria madridista en San Mamés. Una vez más, otra más en la buchaca.

Bonita historia, ¿verdad? Pues es exactamente lo que tenía que haber pasado anoche en la Catedral si no hubiera sido por el trencilla de turno, que no quiso ver en el de Mbappé el de Rüdiger la semana pasada, que no quiso ver el de Rodrygo, que era más claro que el agua clara y que, cómo no, hizo lo posible para que pasara lo que pasó.

Vale, el equipo no está bien, lo compro, Mbappé fallo el penalti, pero después del 1-1 de Bellingham (tras un zambombazo el francés), el Madrid tuvo dos minutos, justo hasta el fallo de Fede, en que se veía la victoria por abrasamiento. No pudo ser, no siempre se gana, pero lo que no es de recibo es leer y escuchar en redes sociales el linchamiento público de la propia afición madridista al equipo, al entrenador, al presidente y al guardia de la puerta 35 del estadio. Eso no, Llevamos cuatro meses de competición, competición que dura 10 meses. Llevamos un título en el zurrón ya (¿se acuerdan de la Supercopa de Europa? Pues eso). Veamos lo que ocurre. Javi y yo confiamos ciegamente en el equipo, y si no se gana, pues no pasa nada, a mejorar la siguiente y santas pascuas, que aquí, algunos, hemos visto pasar 32 años sin ganar una Copa de Europa y estamos disfrutando de esta época gloriosa en la que nos encontramos.

Les dejo, no sin antes recordarles, por mandato de mi amigo querido que, ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida… ¡Hala Madrid!

 

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El futuro es un lugar inseguro pero aquel desengaño que duerme en el pasado sigue tan abierto como el golpe seco de una navaja mellada. Hace días cayó en mis manos un libro llamado "Midcentury memories-The Anonymous Project" y recordé aquella vieja foto. Era el hijo de tus amigos y vosotros la pareja más joven de aquel ejército de Pancho Villa. En esa foto aún no eras la joven viuda, te veo sentada al margen, leyendo. Tu sitio en aquel cuadro marcaba mi propio fuera de juego porque la cámara me delata mirándote, tras unos colegas que ríen y celebran frente a una pantalla salpicada de puntos blancos.

Conocí poco a tu marido aunque lo suficiente como para envidiarlo. Era la clase de tipo que siempre he querido ser: culto, viajado, amable, un tipo encantador que solo perdía la mesura por el Madrid. Y además, te tenía a ti. Murió joven, no alcanzo a recordar de qué, ni siquiera su nombre, porque la memoria, que es caprichosa, a veces guarda datos inútiles y borra otros necesarios, de esos que dan paz o certeza.

Desoyendo las notas al margen de mis compañeras de clase, descubrí por ti el amor iniciático y estéril y que la grandeza va más allá de una delantera mítica o del perímetro de unas caderas. Había sonado el despertador y ya era tarde para los amores de instituto pero pronto para el vértigo de un amor maduro y trascendente.

Tu casa sin él no era un hipogeo. Peregrinaba allí una vez por semana tras descontar ansioso las horas porque los días eran solo un tiempo muerto entre encuentros. El asombro eras tú recibiéndome en aquellos vaqueros, con una cerveza en la mano, los pies descalzos, y una camiseta vaporosa y vencida sobre tus hombros angulosos. Por ti aprendí a andar erguido pero también a reptar y a entrar en pánico. Y aprendí a perder. Eras la rodilla de Clara, Pauline en la playa y todo Eric Rohmer.

La rodilla de Clara

Te quedaste muy adentro, de otro modo no se explica que después de casi cuarenta años recuerde cada detalle de tu comedor: un sofá desgastado de tres piezas, un estante rebosando LPs y libros, una vieja Olivetti junto a un cenicero de metal lleno sobre una mesa baja y una televisión pequeña, en una esquina, siempre apagada. Y tú, de espaldas, asomada a esa ventana esperando nada. Porque en la balsa con dos náufragos y un minibar que era ese cuarto a la deriva mandaban la música y el miedo a estar solos. Dos huérfanos buscando algo de calor, solo eso éramos.

Lo mejor de la música es que está ahí, gravitando cuando más la necesitas. La excusa y el ingrediente principal de nuestras citas sin final feliz. Muy a mi pesar, porque cuando la aguja de aquel tocadiscos arañaba el principio de cada pista solo quería tener el valor suficiente para agarrar tu cintura contra mí. Luego, como cada sábado noche volvía a casa vencido, sin el sabor de tu boca, intentando adivinar desde la calle tu silueta como una sombra china detrás de las cortinas mientras me prometía no volver en un acceso de dignidad. Y sin embargo, solo podía asentir aunque nadie me viera cuando los lunes me recordabas al teléfono "no hagas planes, te veo el próximo sábado".

Las ventanas de tu casa reflejaban el sol de invierno como rosetones góticos pero el verdadero fulgor era verte fumar como solo tú sabías, sometiendo el humo. El amor duele como una patada a traición pero las penas con el pan de Los Smiths que me dabas eran menos. Aquella canción, aquella maldita luz que nunca se apagará (la canción de amor más bella jamás cantada) me trepanaba porque sentía que Johnny Marr y Morrissey la habían escrito para mí.

Me equivoqué: tarde supe que después del luto no querías ser el amor platónico de nadie, menos el mío. Lo confirmé aquel día, el de nuestra colisión: solo recuerdo nuestras bocas separarse y tu mano en mi pecho como la barrera de un paso a nivel. Un "No puede ser" es un punzón en la espalda y un signo de interrogación porque no es un "no" ni un "ahora no" sino un "no lo intentes más". Desde ese día, el cielo está nublado en Chernobyl.

Mi vida sin ti pesaba como unas botas embarradas. Mi madre me preguntó por qué ya no iba por tu casa. Supongo que no sé jugar de farol, por eso me miró y apretó mi mano contra su cara cuando no respondí; entonces supe que lo había entendido.

Lo teñiste todo durante años como el palo de campeche. De ti guardo un viejo Zippo y una lista de discos tras los que esconderme. También el sueño de que alguien me recuerde como te recuerdo a ti, influencia y referente, de dejar marca en quienes quiero como una imprimación. Ahora sé que cuando eso pasa, en ese preciso instante deseado pero inesperado, una chispa recupera el día. En ese segundo inmenso todo se ilumina porque hemos generado una memoria imborrable y somos infinitos. Sé de lo que hablo, el placer y el privilegio fueron míos.

 

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