Buenos días, amigos. En la revista de prensa que es el portanálisis vamos hoy a prestar atención a manifestaciones públicas de periodistas que se han significado como eminentemente racistas. No salen en las portadas, que consignaremos al final, pero tienen la importancia necesaria para que conste en este catálogo de primavera su pútrida existencia en este mundo.
No calculábamos esto, amigos. No calculábamos nunca que íbamos a tener que convertir La Galerna en un instrumento de denuncia de periodistas xenófobos, pero no es nuestra culpa si el destino nos ha encomendado misión tan onerosa. Nunca pensamos que había tanto y tan repugnante racismo sociológico y mediático. Estamos en estado de shock ante la magnitud y la profundidad de la miseria humana que se está manifestando a raíz de la histórica rueda de prensa de Vinícius. En lugar de dar lugar a una reflexión sosegada, a un conmovido examen de conciencia, dicha intervención pública del futbolista afectado por el bullying y el racismo de las masas ha dado rienda suelta a lo peor de cada una de esas almas, obturadas por el odio. Se han sentido señalados y, lejos de abrazar el necesario propósito de la enmienda, han reaccionado al escozor con manifestaciones que acarrean tal ruindad, tanta incultura, semejante falta de sensibilidad y salvaje indecencia, que las ganas de llorar constituyen el sentimiento mas edificante de cuantos nos gobiernan en este momento tan oscuro. Estamos consternados, horrorizados, como jamás pensamos que llegaríamos a estar cuando hace casi nueve años echó a andar La Galerna. Y profundamente avergonzados de ser compatriotas de gentuza que puntúa así de alto en la escala de la inhumanidad.
Hay muchos grados de racismo, desde el que profiere el insulto o el ruido gutural hasta el que justifica el grito (invariable, cínicamemte dice no justificarlo, para a continuación poner la culpa sobre la víctima, que es Vinícius). Toda esta tipología se da en la sociedad, lo cual ya es grave y chocante, pero también en los medios, lo que ya es descorazonador. Por no hablar de compañeros de profesión de Vinícius como Parejo, que ha dicho que no se queje Vinícius que a él le llaman borracho y no pasa nada. Sin perjuicio de que, en efecto, Parejo haya hecho esas declaraciones a las siete de la mañana en un after, no entender la diferencia entre un insulto random y otro que se refiere al color de la piel del insultado es justamente en lo que consiste el racismo. Parejo es, pues, racista, y nos avergüenza como humanos pisar el mismo suelo que él. Como madridistas, nos avergüenza que haya vestido nuestra camiseta.
Pero estábamos en el ámbito periodístico, donde en las ultimas horas hemos tenido que aguantar retuits racistas de Dani Senabre, justificaciones baratas de los ataques a Vini por parte de Mónica Marchante o incalificables dudas sobre lo genuino de las lágrimas de Vini por parte de racistas como Pedro Pablo Parrado. Sí, racistas, porque afirmar siniestramente que Vini es "un buen actor" después de verle derrumbarse así es la materia misma de la que está hecho el racismo. Esa insensibilidad extrema, esa carencia absoluta de empatía, es el corazón mismo de la xenofobia.
Parrado no ha sido el único que se ha permitido dudar de la sinceridad de las lágrimas de Vinícius. El impresentable periodista valenciano Nacho Cotino, en una editorial en la televisión que le paga, se ha preguntado por la contraprestación financiera de las lágrimas del delantero. Cotino tiene un largo historial de racismo puro y duro, sin ambages, aparte de alguna oscura obsesión animalística. Sirve además de ejemplo para refutar esa idea que circula por ahí según la cual Vinícius es el único deportista de color que ha sufrido racismo en España. No lo es. Lo sufrieron antes Roberto Carlos, Rudiger o los destinatarios de las perlas de este sujeto que increíblemente, a día de hoy, sigue teniendo un puesto de trabajo.
No, no estábamos preparados para tener que hacer frente a esta dialéctica de chichinabo. El tema no es si España es racista o no. Eso es desviar el debate interesadamente a terrenos patrioteros. Y luego está ese argumento vergonzante, que trasciende a Abellán, y que por desgracia vemos por doquier, según el cual el hecho de que otros negros no sean víctimas de insultos racistas demuestra que los insultos que sufre Vinícius no lo son. Primero, ya hemos dicho que es mentira que sea el único que los sufre. Segundo, ¿acaso es necesario insultar a todos los negros que han sido o son para que tu insulto sea racista? Qué mapa mental tan fundamentalmente malvado se esconde detrás de decir eso. Cuánto nos recuerda a cosas que creíamos superadas en esta sociedad.
-Había otros concejales a los que podían haber matado, pero fíjate que sólo mataron a ese. ¿Por qué será? ¡Algo habrá hecho!
-Había ocho chicas en minifalda pero sólo violaron a esa. Qué casualidad. Ella se lo buscaría.
Luego está lo de "No es racismo, sólo buscan molestarle". Nos ha jodido, si se nos permite la expresión. Claro que buscan molestarle. Eso, molestar a la víctima, es lo que persigue el racismo desde que existe. Pretender que haya que buscar la motivación a unos gritos guturales en una grada, cada vez que un negro toca el balón, es ya racismo. Lo que corresponde es condenar los gritos, y ya, sin ningún pero. A ver si ahora vamos a tener que pagar una sesiones de psicoanálisis a todos esos cafres profundos para dilucidar si en realidad son racistas o no, cuando sus manifestaciones externas son de racismo de manual, y eso es lo que cuenta.
En fin. Estamos demasiado asqueados, demasiado consternados, para seguir.
Os dejamos con las portadas del día.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos
Un comentario en: Catálogo de racistas. Temporada de primavera
Bon dia, amics. Era necesario , sobre todo dada la deriva en el panorama de los medios de comunicación , la aparición de una página digital como la vuestra.
El madridista, en particular, y el buen aficionado al deporte, en general, lo agradecen. Por favor, no cambiéis; no os prostituyáis nunca.