Hola de nuevo:
Dices que no comprendes la apatía que muestra la afición blanca respecto al equipo en este inicio de temporada. Chasqueas la lengua con impaciencia cuando ves a un gran sector del madridismo, saciado tras el magnífico triplete, anhelante de caras nuevas. Te parece una frivolidad caprichosa, y apuntas que en tu juventud nadie necesitaba que los mejores jugadores del momento estuvieran en la plantilla para ilusionarse. Si no llego a interrumpirte, el bucle melancólico te hubiese acabado convirtiendo en un émulo del Zavalita de Vargas Llosa, preguntándote por el momento exacto en que se jodió el Madrid. O, de una manera más castiza, zarandeando por los hombros al primer muchacho que se te acerque, recitándole las enseñanzas de tus estimados Chichos: “No se puede estar viviendo siempre pensando y pensando, si eres joven y bonita, por qué no luchas por algo”.
Dices que no comprendes la apatía que muestra la afición blanca respecto al equipo en este inicio de temporada. Chasqueas la lengua con impaciencia cuando ves a un gran sector del madridismo, saciado tras el magnífico doblete, anhelante de caras nuevas
Debo confesarte que, por una vez y sin que sirva de precedente, la distancia generacional no me va a impedir darte la razón. En mi caso particular, el retorno del Madrid, ese acompañante vital y poderoso antídoto contra el paso del tiempo, supone un alivio suficiente para no amargarse con la ausencia de un Mbappé o similar en el césped de Cornellá. Me basta por completo. Y sin embargo, a la vez comprendo la desazón de mis coetáneos. Al fin y al cabo, el fútbol tiene mucho de refugio íntimo y autorreferencial, pero para la mayoría también constituye, por encima de todo, un desahogo. Una vía de escape que distrae a través del entretenimiento y la fascinación. Y no hace falta ser un entusiasta partidario de la sociedad de consumo para aceptar que lo fascinante requiere de ciertos estímulos y una mínima renovación; algo que vaya más allá de un inteligente trueque de mediocentros.
Ignoro si esas novedades van a llegar en forma de delantero fichado a última hora. Es verdad que la enrarecida situación de Asensio y el extraño caso del futbolista anteriormente conocido como Mariano dejan abierto un mínimo resquicio para la duda. Pero conviene no engañarse: incluso aunque se concretasen ambas salidas, los globos sonda que lanza el club no dejan como demasiado plausible la alternativa del dispendio final. A estas alturas, parece muy poco probable el ansiado giro de guion. Ni falta que hace, te oigo replicar de inmediato. Bien, seguramente te halles en lo cierto; no obstante, habrás de conceder que la austeridad blanca contrasta con el dadivoso espectáculo de fuegos artificiales que existe al otro lado del puente aéreo. Al fin y al cabo, la fastuosa exhibición de derroche en el Camp Nou, sin duda espoleada por el pánico a otra Copa de Europa del Madrid, ha conseguido —ya veremos a qué precio— resucitar el ánimo de una masa social deprimida. Al amparo de ese hallazgo semántico de las palancas, el dúo Roures-Laporta se ha convertido en una especie de Arquímedes: dadme un punto de apoyo y levantaré el Barça.
Conviene no engañarse: incluso aunque se concretasen ciertas salidas, los globos sonda que lanza el club no dejan como demasiado plausible la alternativa del dispendio final
Reconozcamos pues que el aficionado merengue al que no le sacie vivir el madridismo como un refugio imperecedero y una pasión privada autojustificada, y requiera de otros acicates seductores, se verá obligado a un mayor esfuerzo para encontrarlos que su homólogo culé. Antes de que vuelvas a poner los ojos en blanco, y a pesar de nuestro frugal temperamento que no los necesita, quizá haciendo un ejercicio de empatía podríamos proponerle varios. Verbigracia, la calidad del pie zurdo de Alaba, la definitiva explosión de los chavalines, tanto brasileños como franceses, las delirantes carreras al trote de Rüdiger, la hipótesis de que la consideración de Camavinga como una mezcla entre Redondo y Seedorf tenga visos de cumplirse más allá de la estética, la emocionante lucha victoriosa de Modric contra el reloj de arena, la consolidación de Benzema en el podio de mejores extranjeros de la historia del club, la afectuosa flema y el toreo de salón de Don Carlo en las ruedas de prensa... Y, por qué no, hasta la redención de cierto belga que dio su palabra en Cibeles hace unos meses. Son incentivos quizá más humildes y realistas, pero no exentos de todo interés. Acaso contemplados un poco desde la perspectiva adulta de buscar los alicientes en la rutina. Y que, desde luego, se corresponden con la doctrina de tus admirados Jero, Julio y Emilio: por qué no afrontas la vida y dejas la ilusión a un lado.
Para el que no se conforme: quedan unas horas hasta el cierre del mercado.
Cuídate, volveré a escribirte pronto.
Pablo.
Esta es la historia de Juan Castillo...
Por un momento he entrado en la fase de nostalgia...1430 azul metalizado, con un par de bollos arreglados de manera rudimentaria por un amiguete killo...los Chichos sonando en el loro del carro, las ¿malas compañías? ...Y uno que quería dárselas de malote, que no digo que no lo fuera...pero tampoco tanto si se analizaban las circunstancias. Sí, sí...y me habían llevado a colegios de pago... Disculpad, cuando me invade cierta melancolía existencial soy capaz de ser Mas insoportable ancora...
https://www.youtube.com/watch?v=vrK17taonVY
De buen rollito, nengs:
https://www.youtube.com/watch?v=9uimL9jVyyw