Carta abierta a James Rodríguez

Aquí estoy, escribiéndole a James Rodríguez como si él fuera a leerme o como si yo fuera alguien importante. Me siento como en la adolescencia, esa época de intercambiar notas absurdas con más dibujos que letras con la chica guapa de la clase. Lo malo es que yo sólo intercambiaba notas. Bueno, y muchos de los que leen estas líneas, también.

Pero volviendo a James, quién soy yo para decirle que debe hacer esto o lo otro. En verdad, nadie. Tal vez solo una de esas personas que opinan cuando no debe, que suele ser casi siempre. Pertenezco a ese grupo de gente que cree saber más que los que de verdad saben. Hubo incluso un tiempo en el que le gritaba al entrenador del Real Madrid lo que debía hacer. Desde mi casa, con un vaso de Coca-Cola y el pijama puesto desde las 19:00. Una imagen deprimente que contrastaba con el poder que creía atesorar en mis alaridos. “Si es que no tiene ni puta idea”, usaba siempre para rematar. Quizá la frase más española de la historia junto a “ya estoy llegando”.

Me preocupa James. Me preocupa que todo lo que apuntaba quede en un elegante recuerdo por culpa de malas decisiones. Al final el destino es una suma de decisiones. Cuando el colombiano empezó su bajón, muchos aprovecharon para echarle la culpa a Rafa Benítez, que ha tenido la culpa de todo en España salvo del despido de Jesús Cintora. Sin embargo, con la llegada de Zinedine Zidane al banquillo, el descenso se mantiene, por lo que toca cambiar los argumentos o seguir echándole la culpa a Benítez, añadiendo que es pronto para que Zizou haya arreglado el desaguisado. Uno imagina a los grandes gurús del periodismo español reunidos en un salón como si estuvieran en el refugio invernal de Los odiosos ocho, pero sin diálogos brillantes ni tensión ambiental. Simplemente un brainstorming de burradas, cuya única dirección es acabar haciendo responsable a Rafa Benítez de lo que ocurra aunque ya no esté.

Otra vez me toca volver a James después de la enésima salida que he tenido por el arcén. A veces me da por enrollarme demasiado y acabo perdiendo el hilo de lo que venía contando.

No soy socio del Real Madrid y tampoco voy al Santiago Bernabéu, pero mi DNI me dice que soy español y eso me permite poder decirle a James lo siguiente: “No quiero que seas madridista ni que beses el escudo cuando la euforia te visite. Para eso ya estamos nosotros. Tampoco quiero que corras como Raúl González o cambies tu manera de jugar para agradar a aquellos que no comparten tu fútbol. Lo que sí quiero es que recuerdes dónde estás, lo que apuntaste y llegaste a ser, lo que transmite tu juego, esa zurda inmaculada capaz de todo. Quiero que nos reconquistes, que nos pidas perdón en silencio, con el balón como protagonista. Esta es una batalla entre el quiero y no quiero que sólo tú puedes resolver porque sólo tú sabes el potencial que tienes. El madridismo confía en ti. Yo confío en ti. El único que falta por confiar y demostrarlo eres tú”.