Queridos Reyes Magos,
En los últimos meses he constatado lo sencillo que resulta robar (y no utilizo este verbo al azar) la ilusión y desbaratar todo aquello en lo que millones de personas tienen depositadas sus emociones, amistades y vías de escape, nada menos. Pero también, y no sin sorpresa, he lamentado lo difícil que es apartar el mal de la pureza y a los malhechores de los inocentes. Hablo, por supuesto, de la situación del fútbol español.
Confieso que, como advertía Nick Hornby, me enamoré de este deporte “como se enamora uno de las mujeres: de repente, inexplicablemente, sin crítica, sin pensar en el dolor o los trastornos que traería consigo”. Pero siempre creí que la angustia procedería de las derrotas de mi camiseta, jamás del cuestionamiento mismo de la pelota. Así que este año sólo pediré una cosa: devolvednos la fe en el fútbol. Queremos volver a sentir la pasión por lo impredecible, el cosquilleo del libre albedrío que define y otorga a este deporte su estatus de privilegio.
Así que este año sólo pediré una cosa: devolvednos la fe en el fútbol
Porque no es posible que, tras pagar durante al menos 17 años a los responsables de impartir justicia, los defraudadores no hayan mostrado un ápice de arrepentimiento. Mas bien al contrario: incluso se exhiben como víctimas. Y ya se sabe que lo peor de que te tomen por idiota es asumirlo como inevitable hábito.
Porque resulta desalentador que uno de los implicados en los pagos, el actual presidente del club estafador, ni siquiera haya dado un paso al lado, protegido por el vericueto legal de la prescripción. Que las faltan caduquen sin reparación sólo puede entenderse como un fallo del sistema.
Porque la ignominia traspasa fronteras y las autoridades europeas han convenido no actuar hasta que la Justicia ordinaria dicte sentencia firme. No les basta con las huellas, la confesión y el muerto. Quieren que éste resucite y les detalle lo sucedido.
Porque no es posible que, tras pagar durante al menos 17 años a los responsables de impartir justicia, los defraudadores no hayan mostrado un ápice de arrepentimiento. Mas bien al contrario: incluso se exhiben como víctimas. Y ya se sabe que lo peor de que te tomen por idiota es asumirlo como inevitable hábito
Porque, en definitiva, habíamos digerido el embrutecimiento del juego a cuenta de los intereses de la industria, pero dudo que asimilemos nunca que todo fue y será siempre una humillante mentira.
El bueno de Ortega dejó dicho que “el español que pretenda huir de las preocupaciones nacionales será hecho prisionero de ellas diez veces al día y acabará por comprender que, para un hombre nacido entre el Bidasoa y Gibraltar, España es el problema primero, plenario y perentorio”. No se me ocurre mejor analogía si dejamos pasar por alto la grave desvergüenza destapada. Cuando adoptas al diablo, tarde o temprano te convierte en su prisionero.
Sé que lo que pido es harto complicado pero, agotadas casi todas las vías, exhausta la confianza y henchido el descreimiento, sólo nos queda confiar en ustedes, custodios del arte de la magia.
Getty Images.
Gracias por tu artículo. Da gusto leerte.
La Justicia va a llegar toda de golpe. A todos los rincones de este mundo putrefacto. Incineración para fertilizar las almas que hayan sobrevivido.
Es la carta a los Reyes Magos que todos los madridistas y amantes del fútbol, algo que va intrínsecamente unido, querríamos haber escrito y te nos has adelantado.
Excelente, sobresaliente.
Que la magia de los Magos de Oriente sea