El Real Madrid cumplió con éxito cierto su primera y corta etapa de una larguísima temporada. La plantilla se comportó con el rigor necesario, salpicado por la irregularidad que acompaña los inicios y la conjunción inconclusa. La mayor novedad, la vuelta de Campazzo, cumplió las expectativas sobradamente, pues el base argentino recordó sus mejores días en el equipo. Del resto, casi lo mejor que podríamos decir fue que cumplieron con lo que de ellos se esperaba, con puntualidad llamativa por estar aún comenzando. Y lo peor fue la recaída de Deck, magnífico como estaba frente al Barcelona, que esperemos sea leve.
Como en cada apertura oficial de curso, la curiosidad rondaba en torno a las novedades y al picante que siempre ofrece la eterna rivalidad. Al tiempo, la Supercopa no deja de ser el primer título oficial de la temporada, menor, es cierto, pero con el extra que impone el esfuerzo de la oficialidad a los participantes. Así, el test contra el Barça debe mirarse con todos los condicionantes referidos, incluido su cambio de entrenador.
El Real Madrid cumplió con éxito cierto su primera y corta etapa de una larguísima temporada
En cualquier caso, la prueba fue satisfactoria para el Real Madrid, que dominó con suficiencia el encuentro, mayor de la que señalaron los diez puntos finales a favor. La rotación madridista dio sus frutos y, en ella, destacó Musa, al que le espera la temporada de la confirmación. La pareja de bases vaticina un futuro creativo y feraz, mientras los grandes se complementaron muy bien, con Tavares espléndido contra los azulgrana, más cansado en la final contra el Unicaja. Aquí fue donde apareció Poirier para imponer su fuerza en la recta final del encuentro. Muy bien, asimismo, Mario Hezonja en la final, recordando al que brillaría tanto en el término de la Euroliga, y con más minutos por la ausencia de Deck.
En definitiva, el Real Madrid cumplió con su compromiso de luchar por todos los títulos y sumar uno más a su palmarés. Es elogiable la avidez de este equipo que no cesa en su ambición. La prueba más fehaciente fue el ánimo de los jugadores en el banquillo, siempre activo, alentando sin pausa a los que estaban en la acción. El blanco estuvo más activo que el del Unicaja, demasiado estático para tratarse de una final, en mi modesta opinión, que incluye la certidumbre de que los banquillos también juegan. Dicho esto con el respeto para un equipo que batalló hasta el final, a pesar de ir casi todo el encuentro con el marcador en contra.
Se abre una temporada compleja, con más encuentros programados de los que la lógica señala, con un calendario cargadísimo que dificulta la emisión de pronósticos. Pero por lo visto en la Supercopa, las perspectivas son inmejorables. Un equipo compensado y extenso, con jugadores de talento sobrado y experiencia contrastadísima. Y con la vuelta de un jugador que contribuirá de forma decisiva al equilibrio defensivo y ofensivo, Facundo Campazzo, que al terminar el encuentro declaró, seguro de sus palabras, «estoy muy contento porque hemos conseguido otro título para el Real Madrid». Punto final.
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Quizás la plantilla sea amplia, pero si el entrenador no das minutos a los del banquillo (especialmente a los jóvenes), es como si no la tuviéramos. La temporada pasada llegamos destrozados el final de la Liga ACB. Ayer Tavares se pegó una enorme minutrada en cancha y era evidente para todo el mundo (salvo para CM) que estaba fundido.
En fin, echo de menos un puntito más de autocrítica