Florentino compareció el domingo ante la asamblea de compromisarios del Madrid y habló de muchas cosas, pero principalmente, de la Superliga. Más que eso, habló del fútbol. De su presente pero, sobre todo, de su futuro. Ante los socios, en particular ante los compromisarios, se ve siempre al Florentino más solemne, al más patricio e institucional. Los socios compromisarios representan el núcleo de la vieja fórmula de organización del club. Son la Asamblea de los Quinientos de la democracia ateniense en que se constituye todavía el Madrid y, por tanto, el símbolo de su pureza clásica y patriarcal. Por eso, cuando se dirige a ellos, Florentino parece el Secretario General del Partido Comunista Chino hablándole al Politburó. El mensaje es eminentemente interno. Sin embargo, como en el Madrid todo tiene vocación universal, Pérez se pronuncia urbi et orbi. Florentino, aquí, se dirige a la Historia, le habla a ella, al porvenir. En sus alocuciones marca el rumbo de la nave para los próximos cinco o diez años.
Por eso es interesante fijarse en lo que dice aunque, en eso, Florentino Pérez también es un hombre de otro tiempo, puesto que siempre que habla lo hace con sustancia. Repitió ideas fundamentales sobre las que desde el principio, mayo de 2021, ha ido articulando su revolución: el fútbol es un fenómeno en decadencia que necesita ser revitalizado, los ingresos que genera son insuficientes para mantener el negocio tal cual lo conocemos hoy en día, éstos podrían multiplicarse si los órganos reguladores dejaran de parasitar a clubes y futbolistas, que se encuentran atrapados en estructuras obsoletas cuya ambigüedad ampara situaciones de corrupción y malversación; que el juego ya no cautiva el interés de las nuevas generaciones y que los citados órganos reguladores están vendidos a intereses espurios que consagran una desigualdad competitiva que amenaza con destruir la equidad y el futuro del negocio.
Bueno. Yo, que me confieso florentinista de la vieja guardia, de la hornada del 2000, quisiera discrepar de algunas de estas ideas. Al menos, de algunas de sus expresiones. A veces se confunde disentir con enmendar la plana. Que Dios me confunda si me atrevo a enmendarle la plana a Florentino Pérez. Pero, en mi opinión, el presidente es un prócer empeñado en una revolución equivocada. Que el fútbol necesita una cirugía de hierro con urgencia en sus superestructuras administrativas lo prueba el hecho de que se juegue el Mundial de Qatar. Esa cuestión es irrefutable y ahí tiene toda la razón del mundo. Otra cosa es dónde se ponga la diana, y con qué medios. La cuestión de fondo es, ¿se debe transformar el fútbol para adaptarlo a la mentalidad de este siglo?
Dice el presidente: “el fútbol está enfermo. Los jóvenes se interesan cada vez menos por el fútbol. Las nuevas generaciones se centran más en las plataformas, las redes sociales y otros deportes. Los jóvenes demandan un producto de calidad que, hoy en día, no ofrece el fútbol. La UEFA incrementa el número de partidos intrascendentes en la Champions en detrimento de jugadores y clubes, lo que aumenta la decadencia del fútbol. Es imprescindible ofrecer a los aficionados partidos de una gran calidad. La UEFA va en una línea equivocada”.
En realidad, lo que está enfermo no es sólo el fútbol, sino todo el mundo occidental, lo que antaño se conocía como “la civilización”. Occidente hace tiempo que se vendió a las petromonarquías teocráticas del Golfo Pérsico
Aquí está la médula del pensamiento de Florentino y merece la pena pararse a echarle un vistazo. Que el fútbol está enfermo, repito, lo demuestra la manera en que el mundo asistirá sin cargo ni escrúpulo de conciencia alguno a la Copa del Mundo que Qatar organizará en un par de meses: un Mundial comprado con dinero lleno de sangre y que se disputará en estadios levantados sobre miles de cadáveres de esclavos que no le importan una mierda a nadie, y que trabajaban allí por cuatro duros sin ningún derecho, tratados como pura escoria. Pero, en realidad, lo que está enfermo no es sólo el fútbol, sino todo el mundo occidental, lo que antaño se conocía como “la civilización”. Occidente hace tiempo que se vendió a las petromonarquías teocráticas del Golfo Pérsico. El fútbol, como parte sustancial del modo de vida y de la cultura contemporánea occidental, ha ido detrás inevitablemente, desfilando al paso que marcaba el oro negro, a la par que la Fórmula 1, las motos, el Louvre, la República Francesa y tantas entidades, instituciones, Estados y organizaciones públicas y privadas.
Así que desviándonos de la cuestión patológica, que es más amplia, ¿qué le pasa específicamente al mundo? Pues que ofrece, según Pérez, un “producto de mala calidad” por culpa del amontonamiento de partidos irrelevantes. Por demás, como decía aquél, los órganos reguladores, por poner el caso, la LFP, en España, y la UEFA, en Europa, hacen perder ingentes cantidades de dinero a los clubes por una administración, en teoría, manifiestamente mejorable, de los derechos de explotación audiovisual de las competiciones. ¿Mejorable, con respecto a qué? La respuesta parece venir de los EEUU: con respecto a la gestión, por ejemplo, de la NFL, cuyos clubes, por lo que sea, están por delante de todos los clubes de fútbol europeos en la lista Forbes.
De este razonamiento se deducen varias cosas. En primer lugar, que sobran partidos “intrascendentes” y faltan “más Madrid-Chelsea o Madrid-Liverpool”, enfrentamientos que, según Florentino, la gente no se cansaría nunca de ver, como no se cansaban de ver los partidos entre Nadal y Federer, por ejemplo. Esto, a prior, está muy bien, pero luego casa mal con la impavidez con la que los clubes, el Madrid el primero, asisten al incremento notable del calendario internacional y las “fechas FIFA”, cada vez más absurdas y cada vez más monstruosas. Ceferin y Nasser son dos tipejos luciferinos, pero en la FIFA mandan otros y es la FIFA la que ha puesto una Copa del Mundo aberrante en medio de la temporada, por primera vez en la Historia. Y es la FIFA la que tenía pensado convertir el Mundialito en una Copa del Mundo de clubes en toda regla, con más de veinte participantes. Algo que el COVID ha frenado, en principio, pero que, si se piensa, es la estación final de un trayecto que comenzó con la aniquilación de la vieja Copa Intercontinental, a partido único, algo en lo que tampoco el Madrid, ni ningún otro, dijo ni pío.
Por no hablar del concepto de “calidad” en sí mismo. ¿Es mejorable, en términos estrictamente dramáticos, es decir de show, de espectáculo, de emoción y juego, la Copa de Europa que ganó el Madrid entre febrero y mayo de este año? Honestamente, no lo creo, pero todo eso, aunque se pueda medir en audiencia, no se puede cuantificar en datos: el impacto es generacional, y la cuenta de resultados la compondrán los niños del futuro que quedaron enganchados a este deporte a lo largo de aquella serie de noches irrepetibles. A lo mejor el problema es que el fútbol, en cuanto a industria, ha tocado techo. O sea, que ha dado de sí, salvando todo lo que se pueda salvar en relación con un mayor o menor control de los derechos televisivos por parte de los clubes en sus propias ligas, y en las competiciones internacionales, todo lo que podía dar como negocio.
¿Y si ha llegado la hora del decrecimiento? En el capitalismo contemporáneo, no crecer es ya decrecer. Pero conviene preguntarse, ¿crecer, para qué? Hasta ahora los grandes saltos cualitativos y cuantitativos en lo referente al poder adquisitivo de los clubes devino en avances y mejoras del juego. Eso parece, en mi opinión, haber llegado también a un límite: en el futuro se jugará, igual que pasa en todas las épocas, de forma distinta, pero no creo que “mejor”. Pasa un poco como en las grandes pruebas del atletismo. Se ha llegado a un punto de perfección física y técnica en la preparación y alimentación de los deportistas que sólo se puede ir más allá mediante las drogas, y la legalización del dopping no parece que esté encima de la mesa. Si se quiere quitar cuotas de poder a FIFA, UEFA y LFP para que los clubes ganen más dinero y puedan competir en igualdad de condiciones con clubes financieramente dopados por Estados que están fuera de la órbita “civilizada” de Europa y Occidente, ¿qué se va a hacer con ese dinero? Teorías hay muchas pero la realidad ha demostrado en estos últimos veranos que los clubes con dinero ilimitado lo único que hacen, a la postre, es multiplicar exponencialmente las nóminas de sus grandes estrellas, sin más. Es decir, sin ningún tipo de retorno en cuanto a títulos y reputación deportiva. Messi y Mbappé son el más claro ejemplo. Al revés: esta nueva situación lo único que ha logrado es emancipar a los futbolistas todavía más de sus clubes. Los contratos son papel mojado y las estrellas, déspotas en potencia capaces de mercadear hasta el límite de lo disparatado, consiguiendo con ello grandísimas cuotas de influencia en la dirección técnica de sus equipos. Lo que, volviendo al tema de Florentino y la “calidad”, no aumenta el nivel colectivo de los equipos, sino más bien todo lo contrario.
En el futuro se jugará, igual que pasa en todas las épocas, de forma distinta, pero no creo que “mejor”
Si el fútbol ha tocado techo, tampoco hay que pensar en dejarlo todo como está. Para mí es evidente que los clubes deben doblarle la mano a la UEFA, a la LFP y a la FIFA, con varios objetos: limitar hasta lo razonable la participación de sus jugadores en los torneos de selecciones, transformar esos organismos en verdaderos entes organizadores cuyas reglas, movidas por la equidad y la búsqueda de la igualdad, en pro del espectáculo y la salud de los futbolistas, garanticen la posibilidad de que cada cual, según sus méritos y posibilidades, pueda alcanzar la cima del fútbol; limpiar de intervenciones geopolíticas espurias los estamentos del fútbol europeo y mundial, impidiendo que existan clubes que son de facto agencias de blanqueo y publicidad de regímenes siniestros con intereses bastardos en sociedades libres, etc. No creo que sea fácil abordar ni junto, ni por separado, cada una de estas cuestiones, pero creo que son puntos de partida hacia los que dirigir una revolución. Quizá, en el fondo, se trate no de perseguir incansablemente “nuevos mercados”, sino de preservar un nicho, hasta ahora nada modesto, que ha permitido llegar a la industria balompédica a ser lo que es, un negocio de masas, precisamente porque era una pasión popular.
Florentino habla, con razón, de quienes han encarecido el fútbol hasta convertirlo en un artículo de lujo. Pero sólo hay que darse una vuelta por la tienda del Bernabéu y mirar los precios de camisetas, polos, sudaderas y gorras, para darse cuenta de que el Madrid forma parte de lo mismo. Si el fútbol pierde su raíz popular, en el fondo, está perdido. ¿Quiere Florentino cambiar sustancialmente las reglas y códigos de un juego eminentemente antiguo, imbricado en la mente tribal y en liturgias y ceremoniales ancestrales de los hombres, para adaptarlo a una generación incapaz de concentrarse en algo y que ha perdido el interés por las historias secuenciales? Entonces el fútbol será un soccer donde todo el tiempo pasarán cosas, plagado de estímulos, donde pasa algo entre un montón de anuncios, como en los sports americanos que tanto dinero generan. Pero ya no será fútbol.
Getty Images.
Tremendo artículo. Enhorabuena. Y no sólo es más caro ver el fútbol desde casa (como apuntó Florentino el domingo) o el merchandising...lo sangrante es el precio de las entradas. Oferta y demanda, me dirán. Si el campo se llena, es lícito cobrar lo que se cobra. Pero, ¿quién puede permitírselo?
Nos pregunta D. Antonio ¿crecer para que?. Hombre D. Antonio, pues para no tener que aguantar más Madrid-Rayo Vallecano, más Madrid-Elche más Madrid- Almería etc... a mí que tengo dos abonos en un fondo cuarto anfi teatro, ya me cuesta con la subida de este año de un 23% casi 30 euros por partido, sumele gastos de gasolina, aparcamiento y mínimo estamos en los 50 euros por partido, si no es para ver a los de la premier, Bayern, Juve, P.S.G etc.... no merece la pena
Está bastante currado el texto. Y muy bien argumentada la pregunta del titular que da pie al mismo. Lo que tengo claro , considerando -y sin considerar-las reivindicaciones del presidente del Madrid más las reflexiones de Antonio Valderrama, es que el fútbol cambiará a consecuencia de los signos de los tiempos.
Y en la élite del mismo seguirá estando manipulado-adulterado.
Con todo, lo más importante, aunque no suficiente para regenerar el desaguisado , sería la creación de una Superliga donde los clubes sean más determinantes en la organizacion de las competiciones. Aunque , incluso en el supuesto de una desaparición , eso no sería garantía para luchar contra las desigualdades.
La verdad es que no se puede más que aplaudir ésta columna escrita por Antonio Valderrama, así que chapeau o sombrerazo para los más castizos.
"Aunque , incluso en el supuesto de una desaparición de los chupópteros -intermediarios
hechos UEFA, no sería garantía para luchar contra las desigualdades" (quería decir antes).
Excelente artículo. Completamente de acuerdo. El futbol se puede mejorar, reestructurar, racionalizar pero todo ello no va a conducir necesariamente a una mayor popularidad en los jóvenes. Los tiempos han cambiado como decía Bob Dylan y no podemos detener la nueva ola de ocio y de entretenimiento. Eso sí, podemos hacer un calendario más racional unos precios más competitivos y eso hará que a quien le guste el futbol le guste un poco más pero no creo que consiga hacer que mi hijo abandone una partida online de videojuegos para ver un Madrid - Osasuna...
Magnífico artículo una vez más,en un medio como la Galerna,que parece un extraño entre tanta mediocridad futbolística.Dice el artículo que Florentino Pérez hizo alusión una vez más,a el escaso atractivo que parece tener el fútbol para los jóvenes.Sabe el presidente del Real Madrid el precio de acudir al Bernabéu para los jóvenes? Me da a mí que alguien le debería refrescar la memoria .
Florentino tiene razón en muchas cosas. Es cierto que una Superliga supondría más ingresos para los clubes y más interés para los aficionados. Es innegable que hay muchos partidos ante rivales mediocres que no interesan a nadie. De hecho, cuando se ven las audiencias de equipos de media tabla, también te das cuenta de que todo el interés se concentra en apenas cuatro o cinco equipos. Pero también es cierto que la Premier, por ejemplo, genera unos ingresos muy superiores a los de la Liga, y eso es porque estarán haciendo muchas cosas mejor. En concreto los estadios, el fútbol directo, los arbitrajes, los horarios, etc... En la liga española actual sobran dos equipos como poco. Hay que empezar a primar el espectáculo y eso se hace penalizando a los equipos que no juegan a nada, también arbitrando bien, usando el VAR correctamente, unificando horarios y dándole valor al producto. Si tienes al mejor club del mundo en tu liga y a uno de los mejores como el FCB y ambos se quieren ir es porque algo estás haciendo mal. Así de claro. Para mí, la Superliga está herida de muerte porque los equipos ingleses no van a abandonar la Premier y sin ellos es inviable. A partir de ahí hay que mejorar la liga y la champions para atraer ingresos. La diferencia con la NFL, a la que soy muy aficionado, es que hay muchísimos menos partidos, todo está perfectamente profesionalizado, no hay errores arbitrales y el juego está orientado al espectáculo. Aún así el fútbol tiene una liturgia y un bagaje del que la NFL carece.