Bryan Cranston estuvo por primera vez en el Bernabéu y empatamos a cero frente al Villarreal, lo que me genera un conflicto entre mitomanía y superstición. Por un lado, amo profundamente a Cranston, cuya creación de Walter White en la serie Breaking Bad es homérica.
Por otro, creo que aquellos espectadores que se estrenan en el Bernabéu sin victoria deben pasar después una larga temporadita en la nevera. Que se vayan a otro lado con su mal fario. Mi sobrino Rafa, salvo error u omisión, solo ha estado una vez en el sagrado templo. En su primera visita, nos echó de la Copa del Rey el Real Unión de Irún. Dudek era el portero y a Rafa todavía no le hemos dejado volver al estadio. Salvo que se haya colado de incógnito, sin nuestro permiso, en algún otro partido, no ha retornado por Concha Espina como no sea para ir al Burger cerca de Sagrados Corazones. Una y no más. Con las cosas de ganar no se juega.
Si hemos sido implacables con el gafe inaugural de Rafa, no veo por qué deberíamos hacer una excepción con Cranston, por extraordinario actor que sea. Alguien debe ocuparse de evitar que vuelva a pisar nuestras sagradas instalaciones por un tiempo, no al menos en día de partido. No hace falta recordar que el siguiente encuentro lo palmamos ante el Sheriff. La mala fortuna que trajo apunta maneras en cuanto a perdurabilidad, aunque esperamos que todo esto se quiebre ante el Espanyol. Incluso si ese es el caso, una elemental prudencia aconseja un pronto correo al californiano agradeciéndole su visita y celebrando el que esta haya tenido lugar en el último partido que se jugará en Chamartín en muchos meses, dado que las obras obligan a volver a cerrarlo al público. No vaya a darle por volver. Se le veía radiante de alegría en esa entrevista que le hicieron en Real Madrid TV, tanto que no es descartable que decida volver antes de lo deseable. Cuidado ahí.
Se le veía feliz en esas fotos con Florentino, camiseta en mano con el “Bryan” a la espalda. “A white jersey, like Walter White”, apuntó el reportero. “Exacto”, respondió él. “¿Una coincidencia? No lo creo”.
Yo tampoco. Walter White es madridismo desde una óptica que trasciende el apellido. Su conversión en capo de las drogas en la prórroga de su vida, gravemente enfermo de cáncer, es un Hasta el Final Vamos Real de auténtico manual. Sucede además que Breaking Bad es sin duda el Real Madrid de las series, la catedral definitiva. El Atleti sería Black Mirror por la angustia que produce su visionado, mientras el Barcelona sería Lost, no solo porque el título define perfectamente la situación actual de la entidad, sino porque es un producto inflado hasta el infinito por sus incondicionales sin que ello impidiera que los realmente inteligentes le vieran las costuras desde el primer episodio. El mundo se paró para el último capítulo de Lost como si para entonces no fuera ya más que evidente que aquello no iba a ninguna parte, en un proceso de hipnosis colectiva muy similar al que, el pasado verano, mantenía a todo el mundo convencido de que Messi se quedaba y a Ramón sosteniendo por doquier que aquello no podía llegar a buen puerto porque era un sindiós.
Bryan Cranston ha aparecido en muchas más películas y series, pero la gente le recordará por siempre jamás como el discreto químico que cayó al lado oscuro en el anochecer de su vida. Está gloriosamente encasillado, como el Madrid con la Champions. A Cranston se le nota que goza con la identificación sociológica entre actor y personaje, y nos parece normal. Rehusar dicha identificación sería como si el club blanco renegase del gol de Mijatovic en Amsterdam. Es evidente que nos hallamos ante un madridista de cuna a quien nos será grato recibir de nuevo en casa no bien haya pasado un tiempo de purga kármica por el empate ante Emery.
Fotografía: Instagram Breaking Bad
Por favor, democracia. Si lo purgó Rafa, que lo purgue también el norteamericano. No seamos quijotes.
Pobre Rafa,alguna vez será redimido no?.Yo prefiero no caer en supersticiones (eso sí la Copa ni se mira ni se toca) ,ja,ja,ja.., o iremos a caer en “el cholismo “ obligados a un cambio constante de hoteles y de rutinas.
Bienvenido sea ese sarcasmo fino, pero agudo, que prácticamente se ha convertido en una seña de identidad de La Galerna ,y me atrevería a decir que del madridista en general , como arma de contraataque ante las continuadas e insidiosas ofensivas del enemigo .
Homérico, Jesús naturalmente hace referencia a otro gran madridista como fue John Wayne haciendo de un Sean Thornton. https://www.youtube.com/watch?v=eXrRUSRTj3k
Por otro lado, dejemos las supersticiones a los antivacunas y perdona a tu sobrino Rafa, a Brian y a mí mismo (perdimos contra la Juve, ya ha llovido) y déjales disfrutar del nuevo Bernabeu. Va a ser...homérico.
El mal fario no existe.