Bob Dylan y el tirolirolero

Buenos días. Días, por cierto, de rumorología desatada. Zinedine para arriba, Zinedine para abajo. Benítez para arriba, Benítez para abajo. A decir verdad, de las cuatro hipótesis que acabamos de lanzar solo se manejan dos: Zinedine para arriba, Benítez para abajo. Arriba con el tirolirolí, abajo con el tirolirolero. "Era el baile de moda en los cuarenta, y ahora en los ochenta enrolla mucho más", concluía la canción. Somos tan viejos que podemos hablar de los cuarenta, cual si saliésemos de un artículo del gran Alberto Cosín, y de los ochenta como si fuesen hoy, pero sobre todo somos tan jóvenes que nos vemos obligados a cambiar el tono general de esta sección y reaccionamos con una jovialidad y unos reflejos inusitados.Observad qué giro de cintura: ya no estamos en disposición de analizar y censurar la prensa que nos toca, sino la realidad que maneja, manosea y ultraja dicha prensa, dado que la situación interna de nuestro club supera en preponderancia al tratamiento que la prensa quiera darle. ¿Alguien diría incluso que la realidad justifica tratamientos anteriores, algunos al menos? Ay, qué ingrato pensamiento, y sin embargo es uno que no puede descartarse del todo si uno aspira a poner en liza su mejor once, es decir, uno no anquilosado por los prejuicios.

Aquí nos tenéis, tan viejos como para recordar que el Madrid ha estado mil veces en esta misma situación (y con frecuencia ha emergido del naufragio, aferrado a una orejona entre las olas) y tan jóvenes como para tener que nacer cada día para poder ver esto con los ojos de un niño, que es como inevitablemente hay que mirar todo lo relativo a tu equipo de fútbol. "Si no estás ocupado en nacer, estás ocupado en morir", que decía Bob Dylan. El Madrid, queridos amigos, está tan permanentemente ocupado en nacer que nos va a conducir a la muerte, y aun así es una muerte que abrazaremos por amor a nuestros colores, incluido ese fucsia que acababa de nacer y ya murió porque el marketing también dicta que hay que nacer todo el rato si no quieres morir. Ay (otra vez), qué mundo este donde Dylan y el marketing van de la mano y Relaño está peligrosamente cerca de haber tenido razón en algo alguna vez, aunque quizá solo sean las profecías autocumplidas de las que hablábamos.

Ahí lo tenéis: el divino calvo presto y dispuesto a coger las riendas. O quizá no tan presto y dispuesto, y es en esta contradicción donde no sabemos si cifrar nuestros prejuicios (de nuevo el prejuicio) hacia la prensa o hacia el propio Zizou. "Preparado", titula Marca, a lo que agrega que al técnico francés "no le agrada" hacerse con los mandos ahora. "Calienta la banda", asegura As, pero "preferiría seguir en el Castilla". Nosotros somos lo suficientemente viejos como para nacer ahora y preguntar, con algún escepticismo: si no le agrada la idea, ¿está preparado? O bien: si preferiría seguir en el Castilla, ¿debería calentar la banda del primer equipo? ¿No hay alguna inquietante contradicción en todo esto? ¿No es un requisito imprescindible de eligibilidad (para cualquier puesto, cuánto más para el de entrenador del Real Madrid) el sentirse plenamente elegible? ¿No es condición necesaria -aunque sin duda no suficiente- para poder el creer que puedes?

Son especulaciones y más especulaciones porque a día de hoy el entrenador es Rafa Benítez. Sobre la conveniencia o inconveniencia de su cese, ya elucubró ayer con gran tino Ramón Álvarez de Mon, y poco más añadiremos nosotros. Sobre la posible llegada de Zidane, ya se pronunció ayer en su debut galernauta (ojalá sus obligaciones le permitan volver muchas veces por aquí) ese mito del madridismo podcastero que es Aurelio Toral.

Por lo demás, dice Cerezo que nunca ha tenido un equipo con tan buenos jugadores y tan buenas personas. No nos liemos. Una cosa es un frente antimadridista y otra cosa es llegar con tu aliado a una simbiosis en valors y grima pastelosa. El papel de hombre blandengue que describía el Fari hace lustros que está asignado a Pep Guardiola y no hay necesidad de que Cerezo venga a tomar el testigo, tras dejar en el suelo las bolsas de la compra que no sabemos cómo le dejan seguir haciendo, estando como está condenado (que nos corrijan si nos equivocamos) por haber distraído algún pecunio perteneciente al Atlético de Madrid capitaneado por Gabi, ese buen jugador y mejor persona que solo algunos domingos y fiestas de guardar presuntamente amaña partidos.

Si antes hablamos de Pep Guardiola, antes aparece para redactar los contenidos que hoy nos ofrece Mundo Deportivo. ¿De dónde sino de la pluma de Pep ha podido brotar el intento de hacernos creer que el Guangzhou es en realidad un enemigo temible a quien costará Dios y ayuda derrotar para finalmente hacerse con ese título que solo cuenta cuando lo gana el Barça?

Por lo demás, el diario de Godó (grande de España) nos ofrece una interpretación pormenorizada de los tatuajes de Neymar, y no hay por el momento nada que podamos hacer para impedirlo. Si acaso, podemos agregar algo de nuestra cosecha, algo dotado de la pretensión de hacer resumen que encerraba aquella pregunta del catecismo (qué viejos somos, una vez más, y qué jóvenes). De igual manera que los mandamientos de la ley de Dios son diez pero se encierran en dos, los tatuajes de Neymar quieren decir muchas cosas pero sobre todo quieren decir una.

Os la contaríamos otro día. Si hiciera falta.