No se trata de si Benzema merece el Balón de Oro. La duda ofende. Se trata solo de saber si el Balón de Oro quiere conservar algo de su prestigio o tirarlo definitivamente por la borda. En lo deportivo, el 9 del Madrid sería en estos momentos capaz de meter un gol en Maracaná con una castaña, pero con una castaña golpeada desde el Santiago Bernabéu y con los ojos vendados. Lo remata todo, abre huecos imposibles, calienta las jugadas, las mete en el horno, y se las cena mientras los defensas tratan de entender cómo lo ha hecho y discuten sobre quién de los ocho jugadores que marcaban al francés ha perdido su posición. No es, por tanto, un asunto deportivo. Benzema, hoy, es el gol, el ímpetu, el arte, y el espíritu del fútbol.
Benzema, hoy, es el gol, el ímpetu, el arte, y el espíritu del fútbol
Lo malo de estos premios es que están demasiado expuestos al ruido mediático. Y si algo caracteriza a Benzema es una extraordinaria capacidad para hacer ruido solo en el terreno de juego. No llora, no patalea, no raja, no se hormona, y no tontea con otros clubes mientras su equipo está en competición. En una muestra de inteligencia, ha aprendido que donde un futbolista debe expresarse es sobre el césped, y que conviene ahorrarse los docudramas con la afición. Trabajo, equipo, silencio y goles. Es el futbolista soñado por cualquier equipo. Y es un orgullo que sea tan del Real Madrid.
Pero el ruido es el ruido y, sin duda, nadie ha hecho más que Mbappé este año, aunque habría que matizar qué parte del jaleo es atribuible a él y qué parte corresponde a las circunstancias de su fichaje interruptus. También Haaland ha hecho cosas grandiosas en el campo y su nombre sale a diario en todos los papeles, pero ninguno de los dos puede competir, a esta hora, con la eficacia y la regularidad de Benzema. Tal vez sí en la espectacularidad, en la proyección, y en otros aspectos del juego, pero no en la capacidad para mojar en todos los partidos, para liderar, para seguir siendo el pase más seguro del fútbol contemporáneo. Un balón a Benzema más allá del medio del campo es una ocasión de peligro asegurado, altísimo porcentaje de gol, sea cuál sea el rival, el momento, el marcador, y el estado anímico o físico del francés.
Lo malo de estos premios es que están demasiado expuestos al ruido mediático. Y si algo caracteriza a Benzema es una extraordinaria capacidad para hacer ruido solo en el terreno de juego. No llora, no patalea, no raja, no se hormona, y no tontea con otros clubes mientras su equipo está en competición
Messi inauguró la ristra de balones de oro adjudicados antes incluso de que comenzara la temporada. Y lo ha recibido en años en los que su fútbol ha sido tan irregular como su relación con Hacienda, que un Balón de Oro no puede —o no debería — aparecer solo para hacer virguerías cuando las circunstancias son propicias y disolverse en cada ocasión realmente importante; parte de esto del fútbol consiste en saber aguantar la presión. Han sabido venderlo bien, eso es verdad, pero no estoy seguro de que se trate de un mérito.
Siguiendo su ejemplo, este año podría recibir el Balón de Oro incluso Pedri, que nunca se sabe, pero lo cierto es que el jurado es consciente de que privar un año más a Benzema del Balón de Oro sería, como mínimo, una tomadura de pelo de difícil justificación. Suma además nuestro 9 la bendición de sus propios rivales, y es que son muchos los entrenadores y jugadores que han manifestado su sorpresa porque el delantero francés no tenga todavía ninguna pelota dorada en casa, más allá de las dos que le vienen de serie, y que exhibe cada vez que su equipo —el nuestro— está en apuros.
son muchos los rivales que han manifestado su sorpresa porque benzema no tenga todavía ninguna pelota dorada en casa, más allá de las dos que le vienen de serie, y que exhibe cada vez que su equipo —el nuestro— está en apuros
Como digo, si el Ballon d'Or quiere dilapidar su prestigio, puede otorgar su premio otra vez a Messi, o bromear y entregárselo a Pedri, dárselo a Chiellini y hacer que la ceremonia parezca el Club de la Comedia, o regalárselo a Donnarumma y que lo despeje a córner. Todo eso sería vistoso, pero diría más de la dudosa calidad del premio que de la incuestionable de muchos de los candidatos. Si el certamen quiere sobrevivir, solo hay un candidato indiscutible. Y después están todos los demás. Benzema, ojo al dato, es el único de todos los candidatos que no lo necesita.
Fotografías Imago.
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