Hay dos situaciones que rebuscan en tu pasado digital por encima de las demás: que te nombren ministro y que te declares benzemista. Ahora todo el mundo es admirador de Benzema. Pero los fieles seguidores originarios del francés dirán, con razón, que hace diez años no había tanta gente en ese barco. Y podrán empezar a revisar los billetes de expedición del benzemismo para conocer en qué momento se convirtió cada uno. Ojalá ser uno de ellos, como Florentino Pérez, que tuvo claro desde el principio que era un jugador especial. No hay que olvidar que el presidente blanco, siempre cuidadoso con las formas y el protocolo, se levantó de su asiento, con los brazos en alto y las manos en la cabeza, en el palco del estadio Gerland, antigua casa de Benzema, cuando el delantero marcó el 0-1 en una eliminatoria de octavos de final de la Champions en 2011. El de Lyon llevaba un minuto en el campo, había sustituido a Adebayor. Este dato sirve para descargar de culpa mi descreencia en el Benzema primigenio. Yo prefería a Higuaín, pero peor que yo fue Mourinho, que llegó a elegir a Adebayor.
Benzema ha envejecido de forma admirable. Ha domado al tiempo y a sus críticos. Pero también a sí mismo. ¿Quién iba a pensar que ese jugador que ponía de los nervios a buena parte del madridismo por su aparente falta de sangre en las venas acabaría provocando ataques de ansiedad en los porteros cuando lo ven aparecer con la confianza de que el truco de magia acabará con el balón en la portería? Nunca se discutió la clase de Benzema como nunca se renuncia a querer dormir cinco minutos más, pero en estos trece años se ha empapado del pundonor que exuda el Real Madrid, hasta convertirse en uno de los grandes referentes de la resistencia blanca, de la negativa a la rendición. Ha pasado de no poseer esa cualidad a dar lecciones sobre ella.
Si él está en el campo, crees que todo es posible, que siempre se puede ganar por una genialidad suya
El francés siempre ha jugado para el fútbol y no para el gran público, pero en el camino se ha encontrado involuntariamente con él. Fue el socio perfecto de Cristiano Ronaldo jugando para él porque siempre antepone las necesidades del equipo a las suyas; que ahora sea el protagonista es un efecto colateral de su subordinación al interés general. Benzema ha capitaneado al Madrid desde la marcha del portugués, pero en los dos últimos años ha llevado el liderazgo a otra dimensión, ha devuelto una sensación que quedó huérfana tras la partida de Cristiano: si él está en el campo, crees que todo es posible, que siempre se puede ganar por una genialidad suya. Y el rival, intimidado, también sabe que se enfrenta a una muerte dulce, porque quién es capaz de odiar hoy a Benzema.
En el francés he visto a muchos jugadores a lo largo de su carrera. En sus inicios en Lyon parecía Ronaldo, luego se fue vistiendo con la elegancia de Zidane y ha acabado poniéndose los complementos de la fe de Raúl, para construir una mezcla que cautiva a todos los paladares. Fuera del campo, sus renovaciones siempre han parecido coser y cantar, como si aceptara la primera oferta a ciegas, sabiéndose un privilegiado por pertenecer al Real Madrid. Sus problemas con los coches de lujo y la velocidad fueron cosas de joven caprichoso que se considera inmortal; hoy sería imposible que lo pillaran a 216 km/h, como en 2013, no porque sus coches corran menos, sino porque sabe lo que representa como máximo estandarte del club. Ha conjugado en un mismo cuerpo al futbolista perfecto y al madridista modelo. Todo encaja en él, ahora todos somos de Benzema. Desde aquí, pido perdón por mi época de dudoso y espero que sus primeros fans no le den la espalda ahora y digan que se ha vuelto demasiado comercial.
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Benzema nunca será demasiado comercial. Es un delantero diferente y lo demuestra en cada partido. Y cada año que pasa me gusta más. Será que cada vez entiendo más su fútbol y aunque es cierto que no soy de sus primeras fans, me alegro tanto de poder apreciarlo ahora que está en todo su esplendor.
No me considero fan , prefiero calificativos como degustador o perceptor de la enorme calidad que atesora el francoargelino. Desde que li vi en el Olympique de Lyon lo valoré y al verle en los primeros partidos (amistosos) con el Madrid me entusiasmó.
La ascensión de Benzema al Olimpo coincide con una nueva caída en los infiernos de un supuesto estilo de juego .
La vuelta de Xavi a Barcelona fue un parche ridículo que intentó tapar una herida demasiado profunda.
Los analistas coincidían .Para su suerte nadie tenía el coraje necesario para rebatirlos.
El Barcelona había cometido un sacrilegio dejando volar a Messi , decían . Incluso después de la publicación de las cuentas del gran capitán . Ciento treinta y ocho millones anuales y otros tantos naufragios europeos. Cuando se publicaron las cifras entró en cólera. Los que pagan no tenían derecho a saber cuánto. La soberbia era un indicativo más de la decadencia de un sistema en el cual nadie le podía contradecir.
La decadencia de Messi que venía de largo fue aprovechada y no de cualquier manera. Las Copas de Europa sumaron cuatro en un periodo escueto y son la mejor prueba .
Hoy Messi es historia. Ronaldo sigue siendo uno de los mejores artilleros del continente,pero lejos de levantar títulos, Ramos se perdió en las luces de París .Al menos el Real Madrid se llevó una buena recompensa en forma de millones y ahorro en nóminas. Todavía algunos ingenuos añoran a Messi, debe haber metido en la Liga francesa cuatro o cinco goles.
Los analistas ahora esconden su venda , pero antes anunciaban escombros. Incluso sus predicciones últimas obviaban la realidad, una vez más . El Villarreal alzaba un título europeo y el Real Madrid volvía a semifinales. El guión no variaba. El fútbol español seguía en crisis .
La ascensión de Benzema sigue siendo una muestra más de la decadencia de un modo de jugar al fútbol. Un estilo que no tiene mucha enjundia . Basta diez jugadores disciplinados que no contradigan lo que se les propone y se les añade un Messi.
Esta manera de jugar al fútbol ha sido detectada en Europa y desactivada desde hace casi una década. En España se podían ganar títulos con Messi andando , porque el Real Madrid iba todos los años de caza mayor y no le interesaba llegar al domicilio sólo con perdices . Aún así , trajo algunas.
Lo peor de esta comedia fueron los discursos destemplados e inoportunos en el tiempo. Cuando se escuchaban los sermones de Setién o de Xavi dirigidos a toda la parroquia de entendidos.Todos se postraban ante la ascensión de un estilo de juego que volvía para regocijo de sus fieles. Era como si el Barcelona fuesen los Stones, pero los Stones tienen rock&roll y el Barcelona seguía interpretando una balada infumable.
Nadie mejor que Koeman , holandés de pura cepa, para enterrar la gran mentira.
Esto es lo que hay , el "tique taque " paso de moda .
A rey muerto , rey puesto . La vida ,aunque para algunos se haya visto sacudida por un terremoto, sigue igual.
Viva el fútbol con arte. Benzema, el Olimpo te saluda .
Ha resultado que la Xavineta era igual que la Koemaneta. Javi sigue con la matraca del estilo y de que la historia les exige ganar jugando bien, pero no he visto que haya devuelto los tres puntos de Anoeta por haber jugado como el Atlético de Madrid.