Era tarde para diñarla y pronto para irme al catre. No es decoroso morirse después de las siete de la tarde, menos aún cuando hace mal tiempo; a esas horas, el personal encargado de recoger tu cadáver merece regresar a su casa para descansar. De modo que abandoné la discusión con aquellos tipos y me fui al Love me tender, el bar de Lou. Hace años era uno de esos locales que son lavanderías por el día y prostíbulos por la noche. Cuando Lou lo compró, decidió mantener el nombre para no tener que cambiar el luminoso, siempre le hizo mucha gracia la bailarina de neón que levanta una pierna mientras pone a secar la colada al son de chisporroteos eléctricos.
—Veo que madrugas, Trevor, solo son las ocho de la tarde. ¿Qué te sirvo?
—Una ensalada mixta con brécol, no te fastidia.
—No queda ginebra de la normal.
—Pues sírveme alguna ginebra que no utilices para limpiar la barra y no me deje ciego.
—Tienes suerte de que esté de buen humor, Trevor. Voy a terminar reconociendo que tenías algo de razón respecto a la gestión de Zidane, el trabajo del equipo y la paciencia.
—Tú también tienes suerte, pero de que me repugne decir te lo dije y de que sea capaz de beberme los brebajes que preparas sin denunciarte.
—Tampoco tienes opciones mejores, Trevor.
—De todos modos, Lou, igual de insensato sería ahora la euforia por el juego del Madrid como lo era tu postura anterior; tremendista y quejica con tintes infantiles.
—Si no te conociera desde hace veinte años, diría que te gusta llevar siempre la contraria, Trevor.
—Quizá no.
—Por suerte el estado de forma del Madrid no depende de tu salud mental, aunque esta última la sufraguemos entre todos.
—Ahí has dado en el clavo, Lou: la suerte. En su momento, el aplazamiento del partido contra el Barcelona por motivos de seguridad se recibió con negatividad, sin embargo, en pocas semanas la situación ha mejorado de manera ostensible para el Real Madrid. Justo cuando todos comenzaban a sacar filo al cuchillo de la crítica ventajista en estricto orden de impaciencia. Y ahora nos parece una bendición e incluso estamos deseando que llegue el partido para salir en avalancha a por ellos.
—La mejoría es innegable, Trevor, pero ¿quién podía preverla?
—¿Y quién podía prever que todo se fuese a pique?
—Todo apuntaba a ello.
—Según ese razonamiento, podríamos vaticinar el futuro observando el presente y es justo lo que el pasado nos ha enseñado que no podemos hacer. Predecir el futuro es la capacidad de la que solemos estar más convencidos y la que peor se nos da, pero nunca lo aceptamos, Lou.
—Me estás haciendo un lío, Trevor. Entonces, ¿qué ha hecho posible esta mejora de juego y resultados del Madrid? ¿El buen hacer de Zidane y la plantilla, la suerte, que no nos han hecho caso a los críticos y no han echado a todos?
—Pues nada en concreto y todo a la vez, como en cualquier otro aspecto de la vida. Pero si hay que ponderar, sin duda la suerte juega un papel primordial. Si analizaras las probabilidades que hay de que tú existas y las casualidades que han hecho posible de que tú seas como eres, te parecería inverosímil que estemos charlando aquí ahora. Y por mucho mérito que quieras atribuirte, el principal responsable de que así sea es el azar.
—Trevor, ahora mismo voy a hacer un pedido de ginebra de curso legal, no sigas bebiendo eso que te he servido, por favor, que desvarías.
El otro día hablábamos algunos de esto mismo en un portanalisis, el del miércoles, y en otros artículos.
Por favor releer los comentarios, sobretodo el último de david puesto esta mañana a ver si con suerte no lo leía nadie:
https://www.lagalerna.com/este-muerto-esta-muy-vivo/
Un clásico, la gente como tú, David, nunca pierde en su apuesta. Si se pierde, que es lo más normal estadísticamente hablando, ya lo sabías tú, y si se gana a celebrarlo. Encima entras con sorna diciendo que no sabes si hemos ganado champions o liga, para volver a mandar una dosis de tu pesimismo. La única verdad es que has dicho cantidad de cosas en agosto y septiembre , que a día de hoy dan para que te taparas un poquito, y aún entras sacando pecho. Un poquito de vergüenza no te vendría mal.