El balompié llora a uno de sus mayores mitos de siempre: Franz Beckenbauer. El Kaiser está considerado el mejor defensa de todos los tiempos pese a que no fue su posición primigenia. El alemán se encuentra en los libros de la historia del fútbol como una de las tres personas que logró ganar un Mundial tanto de jugador como de entrenador. Los otros dos son el brasileño Zagallo, fallecido también hace pocos días, y el francés Deschamps.
La leyenda Beckenbauer era un coleccionista de títulos y ganó todos los trofeos de importancia a nivel de clubes y de selección. A sus Copas del Mundo hay que añadir tres Copas de Europa de forma consecutiva, una Recopa, una Copa de la UEFA una Eurocopa de Naciones y más de una decena de diferentes competiciones alemanas. La carrera del alemán fue muy larga, pero solo jugó en una ocasión en el Santiago Bernabéu y fue con el Bayern. Visitó España en tres oportunidades con la mannschaft, pasando por Sarriá, el Ramón Sánchez Pizjuán y el Vicente Calderón.
El Kaiser está considerado el mejor defensa de todos los tiempos pese a que no fue su posición primigenia. El alemán se encuentra en los libros de la historia del fútbol como una de las tres personas que logró ganar un Mundial tanto de jugador como de entrenador
En la Copa de Europa 1975/1976 el conjunto bávaro se midió al Real Madrid en semifinales. La ida fue en el Santiago Bernabéu y en los días previos la prensa puso gran foco en la llegada del Kaiser a la capital. En MARCA, le describían como ““Mr. Fútbol”, la estrella más rutilante de este Bayern repleto de figuras”. En Pueblo, Pedro Escartín, detallaba que el “elegante y genial Beckenbauer comanda” el equipo, “es el director de orquesta y el hombre a vigilar y cerrar cuando vaya hacia adelante”. Y en Baleares iban en la misma línea definiendo al germano como “un gran jugador admirado por todos que reúne todas las características de un divo. Está considerado como uno de los mejores líberos del fútbol mundial. Es el verdadero líder del Bayern, tanto dentro del terreno de juego como fuera de él”.
El choque finalmente pasó a la historia por el Loco del Bernabéu, cuando un aficionado saltó al terreno de juego y agredió con un puñetazo al trencilla austriaco Linemayr. El encuentro que se perdieron Pirri y Breitner terminó 1-1 con tantos de Roberto Martínez y Gerd Müller y según AS Beckenbauer fue “el mejor jugador alemán sobre el terreno de Chamartín” y en la crónica de Pueblo le catalogaron como “monstruo”. “Un jugador capaz de salir con el balón dominado de su área y acercarse hasta la puerta enemiga” contaba Manuel Marlasca en el medio generalista. Mientras que su compañero Ruango elogiaba al defensa como un “formidable constructor que en ese aspecto es más parecido al genio individualista de los latinos”. En el periódico deportivo AS afirmaron que el alemán hizo “un partido completo, cortando juego y creando fútbol para sus compañeros”. En la vuelta los muniqueses se impusieron por 2-0 y pasaron a la final donde conquistarían su tercera Orejona consecutiva frente al AS Saint-Etienne.
El Kaiser desde pequeño ya brilló por su talento con la pelota cuando tenía como ídolo a Fritz Walter y soñaba con parecerse a Alfredo di Stéfano y Bobby Charlton. Por entonces era aficionado del 1860 Múnich, el otro gran equipo de la ciudad muniquesa. Empezó a jugar en diferentes puestos de la delantera en la cantera del SC 1906 München. En aquella época, a Beckenbauer le apodaron sus amigos ‘der Brasilianer’. Por su elegancia, su clase, sus estéticas conducciones de pelota y su distinguido estilo jugando siempre con la cabeza levantada.
El Kaiser desde pequeño ya brilló por su talento con la pelota cuando tenía como ídolo a Fritz Walter y soñaba con parecerse a Alfredo di Stéfano y Bobby Charlton
Con 14 años fichó por el Bayern. Allí forjó una leyenda que le convertiría en el mejor futbolista de la historia del club y también del país teutón. En los primeros años de carrera despuntó como centrocampista. En esa posición sobresalía por su fuerza, su recorrido, su excepcional disparo, su gran despliegue y su inagotable energía. Con el paso de las temporadas retrasó su posición hasta instalarse como el mejor líbero que ha pisado un terreno de juego. El puesto estaba hecho para él y todas sus grandes cualidades. Explotó su inteligencia, su visión de juego, su capacidad para sacar la pelota jugada, su magnífica anticipación, sus pases precisos y su privilegio golpeo de balón. Además, lideraba desde atrás con jerarquía y carácter.
El Bayern, que a comienzos de los 60 cuando nació la Bundesliga era un equipo que no luchaba con los títulos, se acabó convirtiendo en uno de los grandes del país. Mantuvo una dura y enconada rivalidad con Los Potros del Borussia Mönchengladbach en las competiciones nacionales. En catorce campañas sumó a su palmarés cuatro Bundesligas y cuatro Copas. En el panorama continental también consiguieron un gran dominio, sobre todo en la Copa de Europa. Entre 1974 y 1976 el Bayern fue el ogro del continente alcanzando tres trofeos seguidos.
Empezó con un estilo ofensivo y vistoso, pero se acabó especializando, siendo un conjunto pragmático, rocoso y muy competitivo. Un equipo muy complicado de superar. Anteriormente se habían estrenado alzando la Recopa de Europa del año 1967 al imponerse en la final al Glasgow Rangers. También el cuadro muniqués se confirmó como el mejor equipo del mundo de forma oficial en 1976, cuando levantaron la Copa Intercontinental ante el Cruzeiro.
Cuando jugaba en el SC 1906 München, a Beckenbauer le apodaron sus amigos ‘der Brasilianer’. Por su elegancia, su clase, sus estéticas conducciones de pelota y su distinguido estilo jugando siempre con la cabeza levantada
Después de 575 partidos y 77 goles dejó el Bayern con 32 años para irse a jugar a Estados Unidos. El dinero norteamericano de la NASL sedujo al Kaiser que firmó un contrato con el NY Cosmos en el que tuvo de compañero a Pelé y obtuvo dos títulos. Parecía el final de su etapa deportiva, pero con 35 años regresó a su país para militar dos campañas en el Hamburgo. Allí amplió su palmarés con otra Bundesliga en un equipo en el que también figuraban Stein, Kaltz, Magath o Hrubesch. En 1983 se vistió de nuevo la camiseta del Cosmos durante 25 partidos, ganó otro título y colgó las botas.
Su carrera internacional con la selección democrática alemana fue igual de exitosa, con un total de 103 encuentros (14 goles). Una generación portentosa con los Maier, Müller, Vogts, Netzer, Overath o Hoeness se juntó en la década de los 60 y de los 70 para entrar en la historia del fútbol. Beckenbauer disputó tres Mundiales y no bajó del tercer lugar, y dos Eurocopas sin acabar por debajo del segundo escalón. En el Mundial de Inglaterra’66 el mundo descubrió al Kaiser que hizo un campeonato extraordinario en su función de centrocampista llegador. Cuatro años después, los alemanes finalizaron en tercera posición. Para el recuerdo quedó la semifinal contra Italia y la prórroga del siglo. El Kaiser con un problema en el hombro debió disputar ese tiempo extra con el brazo en cabestrillo. Su última Copa del Mundo fue en su país y la República Federal Alemana alcanzó su segundo Mundial ante un público exaltado en el Olímpico de Múnich. Beckenbauer capitaneó al equipo y superó al fútbol total de Países Bajos que era la favorita al título.
En cuanto a las Eurocopas, en 1972 los alemanes inauguraron su palmarés en la competición ganando también en Múnich a la URSS. Cuatro años después, en la última gran cita continental del Kaiser, los teutones cedieron el trono al caer con los checoslovacos la famosa noche del penalti de Panenka.
Los logros y reconocimientos a título individual de Beckenbauer son infinitos. El de mayor prestigio son los dos Balones de Oro que ganó en 1974 y 1976. Además, fue cuatro veces futbolista alemán del año, estuvo incluido en el mejor equipo del Mundial en las tres ediciones que participó, fue defensa del año en la Bundesliga en seis oportunidades y a finales de siglo fue un clásico en las listas de mejores jugadores de la historia.
Al colgar las botas no abandonó el fútbol y se hizo entrenador. No tuvo una carrera tan larga como en el césped, pero sí saboreó las mieles del éxito con la misma intensidad. Sin casi experiencia le nombraron DT de la selección y llevó a Alemania a la final del Mundial de México’86. Un Maradona extraterrestre les alejó de la Copa, pero cuatro años más tarde la mannschaft se tomó la revancha. En Italia’90 derrotaron a Argentina con un tanto de Brehme y el Kaiser volvió a levantar el Mundial. Unos meses después, Bernard Tapie lo fichó para su megaproyecto del OM. Sin embargo, la etapa fue más corta de lo esperado y tras cuatro meses se marchó del cuadro marsellés. Al Bayern lo entrenó en dos periodos distintos a mediados de los 90 consiguiendo como mayores éxitos la Bundesliga de la trabajadora 1993-1994 y la Copa de la UEFA de 1996 contra el Girondins.
Miembro de la directiva del Bayern desde finales de los 90, también fue presidente de la entidad hasta que abandonó el cargo en 2009. En 2006 fue designado como principal organizador del Mundial de 2006 y tanto la Federación como el Bayern le hicieron miembro de honor y presidente honorífico respectivamente.
DEP, Kaiser.
Getty Images.
Selección de Alemania Federal, no Democrática. Gracias por el artículo