Benítez y la Final de Copa coparían (valga la redundancia) las portadas deportivas del día si no fuera porque la prensa catalana sigue convirtiendo las suyas en un especie de bazar donde ya nos fastidia que no quieran colocarnos también una butifarra, ya puestos.
Recopilemos: el bañador del Barça, la bandera del Barça, el DVD de los goles de la Liga (marcados por el Barça, presumimos) y -lo mejor de todo- una muestra de arroz Montsia. Todos estos artículos se pueden adquirir a un módico precio con el diario Sport. El arroz produce cierta perplejidad en medio de tantos artículos de indudable marchamo blaugrana. Imaginamos que se comercializa con el fin de ser arrojado por ambas aficiones en la Final de Copa del sábado, donde ambas hinchadas van a contraer, como tantas otras veces, las nupcias del abucheo. No hay boda sin arroz, no hay dos nacionalismos distintos sin boda y no hay boda entre nacionalismos que no sustituya la marcha nupcial por un buen himno nacional ajeno que poder pitar al alimón. Que se besen, que se besen y que le canten al Rey una versión una versión punk de aquella letra genial de la admirable afición del Cádiz: "Hemos venido a abuchearte / El resultado nos da igual".
Dios le da pan a quien no tiene dientes y le priva de él (o de arroz, porque el acuerdo de la marca Montsia es solo con Sport) a quien los calza en abundancia. En su ausencia el Hacedor suele dejar, eso sí, un buen central de uno ochenta y cinco para que haga el papel de torta en horas sin pan. De igual modo que en la admirable película Aflicción, de Paul Schrader, el dolor en la dentición de Nick Nolte le recordaba soterradamente sus traumas, la protuberancia de la de Suárez nos impide -a él y a nosotros- enterrar por fin su ominoso pasado, y ello a pesar de que su psiquiatra está llevando a cabo, indudablemente, un buen trabajo.
Pues eso, que juega Suárez. Nos alegramos por él, hacemos votos por una victoria del Athleti en la Final y le pedimos al Señor que A.- nos lleve pronto o bien B.- nos haga llegar al término de esta malhadada campaña anestesiados por salvíficas dosis de opio.
Benítez se ha despedido del Nápoles y llegará a Madrid la semana que viene en loor de multitudes. No recordamos un nuevo técnico cuya llegada haya concitado tanto rechazo de partida en el madridismo, aunque -en honor a la verdad- tampoco hemos conocido tiempos donde la gente manifestara tanta pre-disposición a pre-indignarse como estos que sufrimos.
A La Galerna Benítez no le parece ni bien ni mal sino todo lo contrario. Habrá aspectos (especialmente en lo tocante a lo táctico y el nivel de exigencia en el día a día) donde probablemente saldremos ganando. En otros, quizá perdamos. A priori, se diría que es un técnico capacitado para mantener en una plantilla la tensión competitiva necesaria para ganar el segundo título más importante de toda temporada, aquel donde en los últimos siete años hemos firmado registros (digámoslo sin ambages) vergonzosos para una entidad como el Madrid. Hablo por supuesto de la Liga, torneo donde se diría que el equipo necesita para inspirarse el estímulo de la hazaña inopinada (remontadas capellistas, récords de puntos) cuando debería ser el torneo de la regularidad y de la naturalidad.
Ojalá Benítez sea capaz de instaurar por fin el estímulo consuetudinario de no necesitar estímulos especiales, más allá de la consciencia permanente de que empatar es grave y perder inaceptable.
"Benítez al ataque", titula Marca, se diría que de manera un tanto aventurada. Aún no ha aterrizado este señor y no solo se especula sobre el modo en que va a jugar, sino que se asegura sin aparente duda. La rotundidad viene motivada, al parecer, por unas declaraciones del propio Benítez en las cuales el ex de los Reds dice tener por filosofía el adaptar su estilo de juego a las plantillas que le otorgan. Es así que, teniendo el Madrid buenos jugadores de ataque, ahora Benítez no tiene más remedio que jugar desde unas premisas de fútbol ofensivo.
La realidad es que sí tiene otros remedios, que no tenemos ni idea de cuáles son los que deseará aplicar y que no podemos ni siquiera asegurar hasta qué punto el poder ofensivo del Madrid permanecerá intacto por cuanto ignoramos (y hasta tememos) los cambios que puedan tener lugar en la plantilla. Pero Marca nos lo tiene que contar todo ya, y no nos extrañaría que a lo largo de este verano siguiera aventurándose con algún que otro salto al vacío. Están en su derecho de jugársela y la experiencia les asiste. No es como si alguna vez hubieran titulado que un rutilante fichaje del Madrid sufría una hernia y hubiesen hecho el ridículo al respecto.
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