Regreso a O'Donnell: Capítulo 11
Madrid, año 2020
Emilio Butragueño se encuentra realizando sus ejercicios matinales en la oficina de O’Donnell 43. Como todos los días, desayuna aguacate con avena y mueve el esqueleto al ritmo de los vídeos de Eva Nasarre y escenas de Airbag: «sístole ventricular y diástole auricular». Por suerte no usa calentadores, se conforma con el chándal Adidas que llevaba Di Stéfano en su primera etapa como entrenador del Madrid.
—¡Emilio! —irrumpe Arbeloa gritando—. Los del Barça han descubierto a nuestro topo más importante.
—Calma, calma, Álvaro. A ver, qué ocurre.
—Han desenmascarado a Nobita —anuncia Arbeloa.
—Dios mío. ¿Y cuándo ha sido eso? —pregunta el Buitre.
—En 2015, seis horas antes de las elecciones del Barcelona entre Bartomeu y Laporta. En el punto de inflexión, cuando presentamos a Rafa Gordillo con el disfraz de Nobita para la presidencia del Barça y ganó. —responde Álvaro—. Por lo que van a intentar por todos los medios que gane Laporta.
—Llama al trío calavera, que tengo que terminar de hacer mis ejercicios —concluye Butragueño.
Arbeloa convoca a Padrós, Puskas y Doncic en el despacho de la organización. El magyar aparece junto a Camacho, con quien estaba pasando unos días de asueto en la Manga del Mar Menor.
—¡¿Qué leches pasa aquí?! —espeta Camacho según abre las puertas de la oficina.
Doncic disimula a duras penas la risa ante el ímpetu del de Cieza. Padrós le reprende con la mirada.
—José —comienza el Buitre—, me alegro de que estés aquí, puedes sernos de utilidad. La organización paralela del Barcelona ha descubierto que Bartomeu es un miembro de nuestra organización para desequilibrar su club. Por suerte, no saben más, desconocen que en realidad es Gordillo con una careta de Nobita. Pero, si evitan que gane las elecciones y sale elegido Joan Laporta, al Barça le irá mejor y a nosotros, peor.
Camacho también forma parte de O’Donnell 43, pero solo recurren a él cuando no queda más remedio, es el Chuck Norris de la organización.
—Bueno, pues a qué estamos esperando, mandadnos para allá y vamos a arreglarlo —contesta Camacho más tranquilo, pero resolutivo.
Barcelona, año 2015
Los cuatro jinetes del apocalipsis desembarcan en la Ciudad Condal seis horas antes de la celebración de las elecciones a la presidencia del Fútbol Club Barcelona. Visten traje y corbata negros con camisa blanca, caminan con decisión hacia la oficina electoral de Bartomeu, parecen recién salidos de Reservoir Dogs. Al llegar, ven a dos tipos corpulentos que introducen a un tercero en un Opel Azcona gris oscuro del 86 y arrancan a toda pastilla hacia el Norte.
—¡Ese es el coche de Alexanco! —grita Camacho—. Se lo compró después de perder con el Barça la final de la Copa de Europa contra el Steaua de Bucarest, quería darse un capricho para consolarse.
—Alexanco es un miembro destacado de la organización azulgrana —indica Padrós, que en estos meses se ha convertido en una enciclopedia humana—. Hemos de conseguir un coche para perseguirlos. Seguro que a quien han secuestrado es a Bartomeu. Es decir, a nuestro Rafa Gordillo. ¡Vamos!
Puskas hace el puente a un Seat 1430, lo arranca e indica a sus compañeros que se monten con él para perseguir al Azcona de Alexanco
—¿No había otro coche más viejo, Pancho? —recrimina Camacho.
—Era el único que sabía poner en marcha sin llaves, macho —se defiende Puskas—, estoy chapado a la antigua, qué demonios quieres.
A pesar de las pegas de José Antonio, el 1430 no pierde la estela del Opel. La persecución los lleva hasta Viladrau, donde el Azcona se detiene y bajan sus ocupantes. Un autóctono les recrimina que lleven a Bartomeu maniatado y el matón del pelo rucio le da una pata de kárate en la espalda.
—No hay duda, el que acompaña a Alexanco es Tarzán Migueli, es la misma patada que arreó al jugador del Athletic en la final de Copa del 84 —observa Camacho.
—Tenemos que detenerles antes de que le quiten la careta a Bartomeu y vean que es Gordillo. Una cosa es que hayan descubierto que es un infiltrado y otra que averigüen que es Rafa, podría tener consecuencias terribles para nuestra organización —toma la palabra Padrós—. Yo voy a distraerles haciéndome pasar por un snob adinerado de los que abundan por estos parajes. Luka, Pancho, encargaos de Alexanco y Migueli. Tú, Camacho, ocúpate de rescatar a tu amigo Gordillo.
Padrós se interpone en el camino de los esbirros blaugranas y les pregunta por una exposición de daguerrotipos castrenses programada en el pueblo para esa noche. Alexanco y Migueli se quedan estupefactos ante tan extraña pregunta, momento aprovechado por Puskas y Doncic para embridarlos y conducirlos hasta uno de los manantiales que abundan en la zona. Les pusieron un corcho rosa en la espalda, de aquellos que llevaban los niños en los años 80, les ataron a una roca con provisiones de comida para todas una vida y les dejaron a merced de la corriente en un paraje por donde nunca volvería a pasar ningún ser humano en los próximos sesenta años.
Camacho desató a Nobita-Gordillo, le quitó la careta y le dio un abrazo y una Cruzcampo, cerveza preferida de Rafa. Nadie es perfecto.
Solo les queda una hora para regresar antes de que concluyesen las votaciones y echen en falta a Bartomeu. Los cinco caben muy justos en el 1430, por lo que toman prestado el Azcona de Alexanco y salen zumbando hacia Barcelona.
A la altura de Cerdanyola, el viejo Opel comienza a petardear y se para. En ese momento ven aterrizar una nave de la que desciende un ente con la apariencia del ser humano denominado Marta Sánchez.
—¡Es la nave de Gurb! —exclama Padrós, que además de un ávido lector es un enamorado de Eduardo Mendoza, aunque el escritor sea seguidor azulgrana—. Vamos a tomar su nave, iremos más rápido.
Los cuatro suben a la nave de Gurb y sobrevuelan la provincia de Barcelona con dirección a la oficina de Bartomeu. Llegan en apenas cinco minutos. Aparcan la nave de Gurb en el aparcamiento de El Corte Inglés de la Diagonal porque Camacho tenía la tarjeta de los grandes almacenes y les salía más barato que un parking convencional.
Llegan a la carrera a la oficina electoral de Bartomeu minutos antes de que le proclamen vencedor de las elecciones, colocan la careta de Nobita a Gordillo y lo meten a su despacho de un empujón. Han conseguido que Alexanco y Migueli no puedan informar nunca a nadie de que Bartomeu es un topo madridista y Gordillo podrá regir los designios del club azulgrana los próximos años al servicio del Real Madrid.
Sin noticias de Laporta.
Continuará...
"Regreso a O'Donnell", todos los viernes en La Galerna.
ÍNDICE de Regreso a O'Donnell:
Capítulo 1: El reclutamiento
Capítulo 2: El Real Madrid al fondo de un bazar chino
Capítulo 3: Fernando Hierro ficha por el Atlético de Madrid
Capítulo 4: Kubala no debe fichar por el Real Madrid
Capítulo 5: Alfredo Di Stéfano en peligro
Capítulo 6: Ante Tomic renueva con el Real Madrid
Capítulo 7: La resistencia frente a los alemanes
Capítulo 8: Nicolas Cage o el efecto mariposa
Capítulo 9: Xavi Hernández y el cortacésped monstruoso
Capítulo 10: Cristiano Ronaldo envía un burofax al Real Madrid
Muy divertido.
Qué risas. Como siempre, Paco no defrauda. Camacho, gran adquisición.
A mí me hace gracia imaginarme a Butragueño de hombre duro en plan Maquiavelo