El célebre 11-1 del Real Madrid al F.C. Barcelona en la vuelta de semifinales de Copa de 1943 provocó una gran bronca entre ambos clubes y un terremoto institucional sin precedentes.
El Comité de Competición multó a los culés en el partido de ida con 2.500 pesetas de multa debido al comportamiento del público en el campo de Las Corts. Por su parte, a los blancos les cayó semejante cantidad por lo acontecido en Chamartín y además en el mismo escrito a las dos entidades se les impuso otra multa de 25.000 pesetas por todos los incidentes sucedidos. En la segunda parte del informe instaba a los dos clubes “a invertir el importe de la multa en la adquisición de entradas para la final, con destino al Frente de Juventudes, y así incorporar a esta extraordinaria solemnidad deportiva a quienes han de constituir la afición del mañana, que ha de ser todo lo correcta y disciplinada que el deporte exige”.
El equipo catalán recurrió y, tras serle rechazado el recurso, el presidente de la entidad, Enrique Piñeyro el ‘Marqués de Mesa de Asta’, dimitió de su cargo. En el bando merengue también renunció el presidente Antonio Santos Peralba al considerar excesivo el castigo ya que en su opinión la directiva blanca hizo todo lo posible para que el comportamiento de sus aficionados fuese el adecuado. Unas semanas antes se había especulado con su dimisión tras un choque de cuartos de Copa ante el Jerez pero nunca se llegó a oficializar. De esta forma los dos máximos mandatarios habían sido “invitados” a dejar sus funciones.
El célebre 11-1 del Real Madrid al F.C. Barcelona en la vuelta de semifinales de Copa de 1943 provocó una gran bronca entre ambos clubes y un terremoto institucional sin precedentes
La sucesión en los dos clubes quedó abierta y mientras en el Barça ocupó el cargo 35 días José Albert es finalmente el coronel retirado José Vendrell el que se asienta en el puesto. Por su parte, en el Real Madrid se buscó a una persona que cumpliese las exigencias impuestas por la Delegación de Deportes, la Federación Española y la Federación Catalana. Ese hombre resultó ser Santiago Bernabéu, antiguo jugador, entrenador y directivo antes de la guerra civil.
Una de las primeras decisiones de Bernabéu al comenzar su mandato fue restablecer las relaciones rotas con el F.C. Barcelona organizando dos partidos por la paz. Le escribió la siguiente carta a José Albert:
“Al asumir inmerecidamente la presidencia del Real Madrid Club de Fútbol, cumplo el unánime deseo de todos los compañeros de la nueva junta, saludando a ese veterano Club Barcelona, con el que siempre mantuvimos las cordiales relaciones deportivas y las fraternales amistades caballerosas, que no puede ser turbadas por trivales episodios, que jamás llegaron a nuestros corazones. Para cuanto signifique la reafirmación indestructible, estrechos lazos de afecto, con nocible rivalidad deportiva, Real Madrid ofrécese Club Barcelona incondicionalmente, seguro hallar eco en su sólida raíz deportiva y patriótica.
Salúdale Santiago Bernabéu, presidente”.
El primer partido sería en Chamartín en un homenaje a Juanito Monjardín y el segundo en Les Corts (ya con José Vendrell en la presidencia culé) un partido en honor a Antonio Franco.
El homenaje a Monjardín se produjo el 31 de octubre de 1943. Antiguo delantero blanco en los años 20, Juan Monjardín fue el primer internacional del Madrid en la selección española y un futbolista muy respetado dentro y fuera del terreno de juego. Además fue íntimo amigo de Santiago Bernabéu.
La expedición blaugrana que viajó a Madrid fue muy bien cuidada y además de visitas al Ayuntamiento de la capital o el Alcázar de Toledo fue convidado a una cena por parte del club blanco en el hotel Palace donde Bernabéu tuvo como detalle regalar a cada jugador culé un mechero de oro, a su entrenador un encendedor y a la entidad catalana una imponente ánfora de plata. El choque presentó una formidable entrada en Chamartín que recibió a los dos equipos con una gran ovación. Antes del saque inicial Monjardín saludó a los 22 jugadores y el trío arbitral (con Pedro Escartín a la cabeza), el capitán Ipiña le otorgó a su homólogo Raich el trofeo obsequio del encuentro y el alcalde de Madrid, Alberto Alcocer, tomó el micrófono para dedicar las siguientes palabras con especial punto de mira para los blaugranas:
“Salid a jugar al campo una y mil veces más y tened aquí idéntica confianza que si pisárais la pista de vuestro propio terreno. ¡Arriba España!”.
En lo que respecta puramente a lo deportivo las crónicas hablan de un partido deslucido por las inclemencias del tiempo y la lluvia que cayó en Madrid desde primera hora de la mañana. El agua dejó el césped casi impracticable y a pesar de ello tanto blancos como culés se afanaron en dar un buen espectáculo. El duelo terminó en empate tras marcar el extremo izquierdo Betancourt en la primera mitad y empatar el merengue Chus Alonso a los tres minutos de la segunda parte. El meta madridista Bañón cuajó una gran actuación y salvó de la derrota a los locales.
Casi dos meses después, el 26 de diciembre, el Real Madrid devolvió la visita al F.C. Barcelona que homenajeaba a un Antonio Franco que estaba cerca de colgar las botas. El centrocampista leridano llegó al cuadro catalán en 1934 procedente del RCD Español, vistió la camiseta blaugrana en más de un centenar de ocasiones pese a la guerra civil y fue capitán del equipo.
El equipo blanco que viajó a Cataluña disfrutó antes del choque de una visita al Monasterio de Montserrat donde besaron el manto de la Virgen de La Moreneta, de una misa en La Mercè o de un entrenamiento compartido con el conjunto culé para estrechar relaciones entre los futbolistas. Y tras el partido asistieron a una función en el Liceo y fueron recibidos oficialmente en el Ayuntamiento de la Ciudad Condal.
En los prolegómenos del encuentro, Franco le entregó a Ipiña la copa conmemorativa del choque, mientras que el máximo mandatario barcelonista tuvo el detalle de regalar un reloj a cada jugador merengue y además aprovechó la ocasión para abrazarse con Santiago Bernabéu en el círculo central sellando la paz entre las dos entidades. Les Corts registró una gran entrada y al homenaje asistieron el Gobernador Militar de Barcelona, los presidentes de la Federación Catalana y el RCD Español, el presidente de la Federación Española de Tenis, el embajador de Francia y una buena parte de la prensa madrileña.
En el terreno de juego, la superioridad fue manifiesta por parte de los locales que se impusieron por un claro 4-0 con Mariano Martín como estrella del duelo con un triplete. José Bravo fue el otro goleador y Antonio Franco jugó la primera parte antes de ser sustituido por Francisco Calvet tras el descanso. De este modo, el F.C. Barcelona se adjudicó el llamado Trofeo de la Concordia.
Los dos siguientes años las relaciones entre las entidades funcionaron con normalidad hasta el ‘caso Rafa’. El Real Madrid fichó en 1944 al interior Rafael Yunta que jugaba en la Ferroviaria. A las órdenes de Moncho Encinas cuajó una excelente campaña 1944-1945 y llamó la atención del F.C. Barcelona que se interesó por sus servicios. La parcela técnica culé se puso en contacto con él para conocer su contrato dentro de la casa blanca ya que si era amateur había un resquicio para firmarlo sin que el Real Madrid tuviese opción de retención. El jugador toledano informó a Santiago Bernabéu que puso en marcha la maquinaria para coger a los blaugranas cometiendo la irregularidad de hablar antes con el jugador que con el club propietario de sus derechos. Se organizó una reunión en Madrid con Joaquín Labuena, el secretario del F.C. Barcelona y el jugador. En la mesa de al lado un notario y varios dirigentes y testigos. Tras el encuentro el notario levantó acta y Bernabéu realizó la correspondiente denuncia ante la Federación que inhabilitó al secretario culé, multó a Rafa y le prohibió fichar por el F.C. Barcelona las dos siguientes temporadas.
Los nazional-culeristes son manguis, en general, es su ADN. Es su naturaleza que no pueden evitar. Pirulas, ardides, fullerías, estratagemas, trampas...lo que haga falta.
!Qué buena historia la del notario¡
Me imagino a un notario levantando acta mientras Villar le decía a Sandro Rosell, "Sandro, ¿qué más quieres que te de?"
Saludos.