*Artículo de la serie "Banquillos efímeros", reflotado en honor a la memoria de Radomir Antic, fallecido ayer, 6 de abril de 2020.
El Madrid de Toshack había ganado la Liga 89/90 con récord de puntos, pero se escucharon voces incesantes sobre el mal juego del equipo. Los aficionados blancos estaban acostumbrados a ganar campeonatos con la Quinta del Buitre, a las órdenes de Beenhakker, y jugando de maravilla. Tras perder 1-3 en el trofeo Santiago Bernabeu en agosto de 1990 contra el Milan, Toshack duró lo justo en su segunda temporada. Tres derrotas en las primeras once fechas ligueras hicieron que Ramón Mendoza lo sustituyese por Di Stéfano, acompañado este por Camacho y Grosso, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con el deseado Luis Aragonés. Pero el Madrid de Di Stéfano solo mejoró el juego al inicio y, tras ganar la Supercopa al Barça y dar esperanzas a la afición, empeoró los resultados de su antecesor. En enero, el presidente dimitió y convocó elecciones anticipadas en marzo. Antes de los comicios, el equipo de Di Stéfano y Camacho cayó en cuartos de final de Copa de Europa con un 1-3 en casa fremte al Spartak de Moscú. Alejadísimo del liderato doméstico y ubicado en el último de los puestos con acceso a Europa, el entrenador fue destituido.
"Sonó el teléfono en casa, era el intermediario Miguel Santos, que me ofrecía ser entrenador del Real Madrid", confesó Radomir Antic al periodista Leontxo García para su libro Jaque a la Liga. Antic llevaba parado desde que dejase el Zaragoza a final de la 89/90, y su experiencia en los banquillos se limitaba a dos buenos cursos en el club maño. Mientras que el yugoslavo tomaba el mando el 22 de marzo, Mendoza preparaba su duelo contra Alfonso Ussía acordando la llegada del técnico del Valladolid, Pacho Maturana, y la vuelta del canterano madridista Caminero para la temporada siguiente. Con el Madrid eliminado en Europa y en la Copa del Rey, Antic solo firmaba por once partidos, con el objetivo de clasificarse para la UEFA.
Lo primero que hizo al llegar fue confiar en Grosso, mandar a Camacho al juvenil, decirle al ex madridista Ricardo Gallego que ya estaba bien de entrenar con el equipo y que se buscase otro —firmó por el Rayo poco después—, confiar en Miguel Ángel como preparador de porteros y devolver la titularidad a Buyo en detrimento de un Jaro que, tras llegar a principios de curso, cometió un error infantil contra el Milan que le restó opciones con Toshack y, pese a ganarse la titularidad luego con Di Stéfano, no volvió a ser importante en el Real Madrid. "Buyo se adapta mejor a las necesidades del equipo", aseguró Antic, quien en su etapa en el Zaragoza sentó al mito Cedrún para confiar en un Chilavert más vivo y con mejor juego de pies que pudiese paliar los fallos de una zaga a menudo adelantada.
El técnico se encontraría una buena plantilla pese a que los fichajes de Villaroya y, sobre todo, Spasic y Hagi no habían conseguido llenar las ausencias de Martín Vázquez y Schuster. De cualquier modo, era un equipo mermado en lo anímico debido a la pésima racha de resultados. En la primera reunión con los futbolistas, la intención del míster fue clara: "Les hice ver que ninguno de ellos estaba a la puerta de terminar su vida deportiva; por lo tanto, debían esforzarse al máximo en los dos meses que faltaban para el final de la Liga. Creo que mis palabras eran muy necesarias porque el ambiente era desolador; los jugadores estaban deprimidos, querían que se los tragase la tierra, ni siquiera tenían fuerza psíquica para salir a calentar". A la baja moral se unían las ausencias de varios de los mejores futbolistas del plantel: un Milla fichado en verano que llevaba todo el año lesionado de los cruzados, un Hugo Sánchez que tras varias lesiones hubo de pasar por el quirófano en enero, y un Gordillo de 33 años que, pese a estar disponible, también sufrió interrupciones por culpa de los percances físicos.
"No será una revolución, buscaré las formas de mejorar pequeñas cosas que hacen falta", declaró el nuevo técnico en una entrevista a Santiago Segurola en El País. Tras analizar las posibilidades, Antic adelantó a Hierro al centro del campo, asegurando que a su edad y con su potencia estaba desaprovechado como central y cabía la posibilidad de que se acomodase a una posición "más sencilla". Dio todos los galones a Hagi como epicentro del juego, limitó el rango de acción a Chendo para reforzar la influencia ofensiva de Míchel: "Le dije que iba a poner a Chendo para protegerle, pero que Chendo no iba a jugar por delante, porque entonces Míchel estaría defendiendo, lo que va contra el sentido común. Le expliqué cómo debía asumir la responsabilidad del uno contra uno en los últimos treinta metros; no debía limitarse a centrar, sino que también debía buscar la portería y situarse en el segundo palo (…)". Y dejó a Butragueño como único punta, la que fue su decisión más controvertida.
Debido a la situación de urgencia y a la escasez de delanteros centros de nivel disponibles, el Madrid que armó Antic para el final de la campaña 90/91 tuvo una estructura más defensiva que el que propondría la siguiente, ya con un equipo mejor planificado. En la retaguardia estableció cuatro jugadores que rara vez pasaban la mitad del campo, pese a las escapadas puntuales de un Sanchís a quien el cuerpo le pedía esas aventuras. El veterano Tendillo como líbero- escoba, Sanchís por delante y Chendo con Spasic como marcadores principales de los delanteros oponentes fueron los titulares, con Solana como recambio. Delante de ellos, antes del retorno de Milla —que se produjo en los últimos partidos de la temporada—, Hierro estuvo solo en el eje, ya que el canterano Aragón desapareció de las alineaciones. A sus costados se situaron Villaroya (al que Antic tuvo en el Zaragoza e hizo todo lo posible por recuperarlo) y, a una altura ligeramente superior, Míchel. Con Hagi como mediapunta creativo en la parte derecha y el táctico Aldana en la izquierda, Butragueño se movía arriba esperando asistencias. "Me gusta el orden en el campo, con unos movimientos fijos y unas zonas fijas", sentenció el técnico.
Como pasase con el de Toshack, el nuevo Madrid pronto fue acusado de rácano y feo, sobre todo debido al aislamiento de Butragueño. Cierto es que el plan de Antic no era del todo ofensivo, sino que pretendía buscar el equilibrio defensa-ataque y ser directo e incisivo arriba, pero el motivo de ello lejos estaba de ser que Emilio jugase como único ariete, sino que era el plan de juego grupal lo que debía cuestionarse. Poco más tarde llegaron las victorias, y, sobre la influencia de Butragueño, el periodista Gerardo García escribió lo siguiente en As: "El Buitre ha vuelto a levantar el vuelo con una punta de velocidad que no tenía desde hace mucho tiempo y juega donde más daño hace al rival con su clase y sus cambios de ritmo". Letras que hacían buenas las palabras del propio Antic sobre el papel de su goleador, que respondían al porqué de que este hubiese de ser el hombre más adelantado: "Ese pararse solo en el área e irse es lo que le distingue de otros, lo que le avala mundialmente, y cuando llegué traía entre mis objetivos que Emilio recuperara esto". En fase defensiva, la propuesta era replegarse en su mitad de terreno y contragolpear rápido pasando por las botas de Hierro, Míchel o Hagi, con un abuso de conducciones desde campo propio. En fase de posesión, Antic colocaba a muchos futbolistas por detrás del balón y las bandas a muy baja altura, las combinaciones en corto para progresar eran escasas, priorizándose los pases medios largos, a menudo precipitados, a las rupturas, bien de Butragueño o bien de algunos de los carrileros. En síntesis, resultaba un juego poco vistoso pero bien programado, como pronto se demostró.
El 31 de marzo, Antic se estrenó perdiendo en casa ante el Burgos, con las ausencias de un Spasic en baja forma y un Hagi convocado con Rumania. La jornada 29 volvería a acabar en derrota, contra el Español a domicilio, pero Radomir sacó alguna buena conclusión: "Spasic fue lo más positivo. Nos dio esperanzas de consolidar la defensa en el futuro. Es un marcador nato (…) con una misión muy específica". A su llegada, el técnico había dicho que confiar en un once era la clave del rendimiento, así como no dar regularidad a los fichajes extranjeros había sido el quid del fracaso de estos: "El año pasado todo el mundo sabía de memoria la alineación. Quizá ni Hagi ni Spasic han tenido regularidad. Seguro que por eso viene el bajo rendimiento de ambos". Fiel a su idea, a lo largo de su etapa madridista, Antic daría continuidad a un planteamiento y a unos jugadores determinados con funciones claras. Tras acabar marzo superando el récord histórico negativo de puntos de la temporada 73/74, el Real Madrid no volvió a conocer la derrota. Con ocho victorias y un solo empate acabó tercero en Liga, a un solo punto del Atlético de Madrid y a once del campeón.
El 14 de abril, justo el día que los blancos goleaban 4-0 al Valencia y abrían la racha de resultados positivos, Mendoza ganó las elecciones. Dos meses después, dadas las circunstancias, el presidente se vio en el compromiso de ofrecer un nuevo contrato a Antic, que por consiguiente eliminaría el acuerdo con Maturana. Mendoza explicó así la situación en el banquillo en unas declaraciones públicas: "En diciembre empecé a considerar la contratación de un técnico tras el fichaje frustrado de Aragonés. Durante el período electoral, intenté contactar con Sacchi, pero fue imposible. Más tarde hablé con Maturana y llegué con él a un compromiso moral. Luego nos encontramos con Antic. El equipo ha funcionado bien en estos meses y he querido el informe de los técnicos Ramón Martínez y Vicente del Bosque. Ellos han sido los que han decidido proponer a la junta directiva el nombre de Antic. He hablado con Maturana para agradecerle su comportamiento. Él lo ha comprendido". Más tarde, Maturana confesó sentirse traicionado, aunque se lo tomó con naturalidad. Antic confesó también que Mendoza le había propuesto ser secretario técnico antes de entrenador, propuesta que rechazó.
Temporada 1991/92
Para el nuevo curso la plantilla sufrió menos traumas que en el mercado anterior, con un balance de bajas/altas a priori rentable. Las marchas de Solana, Parra, Losada y un Spasic cuya mejora no le sirvió para que se le confiase una nueva plaza de extranjero, fueron cubiertas con Lasa, a quien se apuntaba como el nuevo Gordillo y que no contó para Antic, el joven goleador Luis Enrique, llegado del Sporting tras una dura pugna por su contratación con el Barça, y un Ricardo Rocha de 29 años con innumerables internacionalidades con Brasil del que Antic, tras rechazar a Caminero porque lo que necesitaba era un defensa, aseguró que "debe proporcionar al Madrid la tranquilidad que necesita". Como contratación principal, Prosinecki fue el fichaje deseado por el técnico, unas negociaciones que parecieron eternizarse durante el verano: "Prosinecki es el jugador con más proyección de Europa. Admiro muchísimo su forma de jugar y su comportamiento en el campo. Creo que es muy difícil encontrar un centrocampista que marque quince o veinte goles por temporada". "Tenemos un centro del campo que puede funcionar de maravilla. Y espero que Hagi explote esta temporada", aseveró Antic sobre el conjunto.
En vanguardia, un Hugo Sánchez que parecía con los dos pies fuera del club, finalmente se quedó. El joven argentino Esnáider, llegado en abril desde el Ferro para intentar coger los minutos del lesionado Hugo, bajó al filial y en la primera plantilla se mantuvo Alfonso tras su exhibición ante el Colo Colo en el trofeo Bernabeu, tras haber debutado el curso anterior con Di Stéfano. El ataque se cerraba con el extremo Paco Llorente, quien había tenido problemas recientes de vértigo y lesiones. Precisamente Alfonso fue uno de los primeros focos de disputa entre Antic y quien acabó siendo el nuevo secretario técnico del club con la campaña ya empezada.
Durante el verano, Mendoza aprovechó las buenas relaciones con Leo Beenhakker para solicitarle informes sobre posibles fichajes extranjeros. El por entonces entrenador del Ajax estuvo muy cerca del presidente madridista hasta que, aprovechando su salida del club holandés, acabó por firmar contrato como secretario técnico del Real Madrid a inicios del mes de octubre. Tras un enfrentamiento de pretemporada entre Ajax y Madrid, Leo dijo que no era normal que Butragueño jugase tan solo en punta, y al poco de llegar al club de la capital ya se le vio inmiscuyéndose en las decisiones deportivas de Antic, con opiniones tales como que, si Alfonso solo era convocado para ser suplente, sería mejor que jugase con el Castilla, palabras que el entrenador no dudó en replicar. Mendoza dijo que la llegada de Beenhakker no tenía objetivo de banquillo, pero que no cabía duda de que, dada su exitosa experiencia, podría tomar el puesto en caso de que la cosa se torciese.
El presidente mantuvo a Antic, pero como pasase con Toshack, desde la pretemporada el yugoslavo vivió bajo presión. Tras ganar todos los partidos en la estancia en Italia, en el trofeo Teresa Herrera el Madrid perdió contra el Oporto y el citado partido con el Ajax. Las críticas por el juego volvieron a arreciar. La clara victoria contra el Colo Colo por 6-1 antes del estreno liguero calmó las aguas, pero en adelante Antic fue pasando exámenes semanales. "Esa fue una de las causas de mis males posteriores. Parecía que en ese torneo nos jugábamos la Copa de Europa", contó Antic a Leontxo García años después.
Con la plantilla a gusto del entrenador, el once tipo de esa temporada sería más ofensivo, aunque la propuesta de juego tanto en espera como en posesión era similar a la del curso anterior. La zaga de cuatro hombres se reduciría a tres, continuando Villaroya en su función de carrilero izquierdo y haciéndose Milla con el puesto de pivote por delante de Sanchís. El damnificado sería el veterano Tendillo, quien pasaría a engrosar el banquillo. Con Chendo y Rocha como marcadores, la labor de Sanchís como único hombre del centro de la defensa era tan arriesgada como atractiva. La entrada de Milla permitió a Hierro irse al ataque con asiduidad, en una de las decisiones más destacadas del entrenador, que el propio futbolista explicó así: "Antic me da libertad a cambio de goles (…) Pero mi trabajo fundamental es robar balones al lado de Milla. Sin embargo, una vez cumplida esta faceta, cuando el equipo está en fase ofensiva, puedo subir al área. Por sus características como organizador de juego, Milla actúa más retrasado, por lo que me cubre las espaldas cuando yo subo". Ese equilibrio pensado por Antic derivó en Hierro como máximo goleador del equipo con 21 tantos en Liga, siete más que el propio Butragueño.
El equipo empezó ganando todo lo oficial, igual que acabase la temporada anterior, pero, aun así, las acusaciones de pobreza futbolística no cesaron. Dentro de ellas, sería apuntada negativamente esa labor de organizador de Milla, a causa de la presunta mala influencia de Prosinecki. Antic lo explicó así: "No es cierto que Prosinecki suba balones que le corresponde subir a Milla. Baja a por ellos para escapar de los marcajes y, de paso, crear espacios libres arriba. Tampoco lo es que sus características sean exactas a las de Hagi". Las funciones de Milla eran la de ser ancla posicional ante contraataques rivales y la de ofrecer apoyo inmediato a Sanchís como conector a uno o dos toques con Hagi, Hierro o Prosinecki en construcción: dar rapidez al inicio de la circulación del balón. Era la misma que había tenido en su pasado como "4" del Barça y que caracterizaba al mediocentro de la Masía, pero la crítica parecía no entenderlo. Sustituyendo a Aldana por Prosinecki en la zona de tres cuartos, Antic había querido dotar al equipo de un box-to-box que permitiese a Hagi moverse en campo rival y recibir más suelto y en estático, y a la vez posibilitase las rápidas transiciones conducidas que tanto gustaban al técnico. Esos "espacios libres arriba" a los que se refería el entrenador serían efectivamente aprovechados tanto por Hierro como por Hagi y Míchel, pareja que acabó superando la veintena de goles ese curso. Respecto a ellos, la prensa dijo que tener a dos o tres futbolista desentendidos de las labores defensivas en la misma alineación era una temeridad, pero ya en pretemporada Antic explicó la concepción táctica: "Tanto Prosinecki, Hagi como Míchel recuperan muchos balones. Ellos tienen la obligación de cerrar espacios y recuperar el balón como cualquier otro". Y Hierro precisó lo siguiente: "Hay gente muy técnica y otros que tenemos que defender más".
Razón o no, lo cierto es que el equipo cosechó 13 victorias y un empate —contra el Barça— en las 14 primeras jornadas de Liga, llegando al ecuador de diciembre como campeón de invierno y con récord de victorias. Pasó las rondas de Copa de la UEFA contra el Slovan de Bratislava, el Utrecht y el Neuchatel de Roy Hogdson —única derrota que hubo de ser remontada en el Bernabéu— y la primera de Copa del Rey, apeando al Sporting. A esas alturas, los ataques sobre Prosinecki habían desaparecido, ya que el centrocampista cayó y después recayó lesionado en octubre y finalmente hubo de ser operado, perdiéndose casi la temporada entera. El gravísimo contratiempo fue solucionado por Antic usando un tercer rol en el puesto de mediapunta izquierdo, en la figura de Luis Enrique. Si como dijo el técnico "Aldana aprendió a crear espacios en el campo tras una sesión de entrenamientos específicos", y Prosinecki iba hacia el balón, el asturiano actuó de centrocampista luchador acostado a la izquierda en espera, y de segundo delantero con labores de irrupción sobre el área en ataque, en aprovechamiento de los huecos que Butragueño le generase y en clara búsqueda de las asistencias costales de Míchel y Hagi. El segundo Real Madrid de Antic fue el siguiente:
Pero donde antes se acusaba a Prosinecki de invadir labores de sus compañeros, ahora se culpaba a Antic de mandar a la banda y asignar funciones defensivas a un delantero como Lucho, reduciendo con ello su incidencia en la portería rival. Si nada parecía bien en la victoria, estaba claro que la derrota podría condenar al entrenador, como efectivamente así fue. Visiblemente molesto por la infravaloración hacia su persona y su trabajo, Antic explotó en los medios: "En España hay mucha gente, incluyendo a directivos, que hablan de fútbol sin tener ni idea. Yo diseño la táctica para ganar teniendo en cuenta las características de mis jugadores. A mí nadie me pidió que diera espectáculo cuando firmé contrato". A los empates contra el Zaragoza y el Oviedo siguió una derrota a domicilio contra el Atlético de Madrid a inicios de enero. Ni el 5-2 al Osasuna, ni el retorno de Hugo Sánchez al equipo y a la alineación —precisamente como punta, con Butragueño retrasado, Hagi pasado a la izquierda y Luis Enrique al banquillo—, ni la clasificación para cuartos de Copa contra el Burgos impidieron que el entrenador fuese sentenciado. La remontada del Valencia a falta de cinco minutos del final para ganar 2-1 en la jornada 18 resultó la excusa perfecta. Tras ella, la victoria contra el Tenerife en la última fecha de Antic en el banquillo del Real Madrid mantuvo al equipo líder con tres puntos sobre el Barcelona —llegó a estar a ocho— y trajo el cese del yugoslavo el 17 de enero de 1991 y el nuevo arribo de Leo Beenhakker como técnico del equipo. "El Tenerife me ha gustado más que el Real Madrid", sentenció Mendoza antes de echar a Antic. Nunca sabremos si ganó el gusto por el buen fútbol o la presión ambiental. Antic aceptó seguir ese año en el Real Madrid, intercambiando su puesto con Beenhakker.
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"El Tenerife me ha gustado más que el Real Madrid", sentenció Mendoza antes de echar a Antic.
No recordaba esas declaraciones de Mendoza, pero ciertamente volvieron como un boomerang contra el club pocas semanas más tarde.
Antic tiene la herida aún sangrando.
DEP, Radomir.