Pese a llegar como campeón de Liga tras cuatro años de dominio barcelonista, la temporada 1995/96 sería de quiebre para el Real Madrid. Poco antes de empezar el curso, Jorge Valdano se había mostrado disconforme por la insuficiencia de la directiva presidida por Ramón Mendoza para ficharle los futbolistas que necesitaba una plantilla envejecida. El equipo acumularía tres derrotas y dos empates en las seis primeras jornadas ligueras, y el técnico no encontraría ni la alineación ni el ambiente adecuados, situación que acabaría enfrentándole a figuras importantes del equipo como Míchel, Luis Enrique o Laudrup, que fueron relegadas por jóvenes como Gómez o Álvaro.
En lo institucional, los problemas económicos y las disputas internas precipitarían la dimisión de Mendoza el 20 de noviembre, después de haber vencido a Florentino Pérez en los comicios celebrados meses antes y, tras tres reelecciones y llevar más de diez años en el cargo. El vicepresidente Lorenzo Sanz consiguió los apoyos necesarios de la directiva para tomar el testigo del mandatario, a espera de ser ratificado en febrero. Dos días después, estrenaría cargo presenciando una sonrojante derrota por dos goles a cero contra el Ajax, la segunda en esa Liga de Campeones frente al mismo rival.
En lo institucional, los problemas económicos y las disputas internas precipitarían la dimisión de Mendoza el 20 de noviembre. El vicepresidente Lorenzo Sanz consiguió los apoyos necesarios de la directiva para tomar el testigo del mandatario
Para inicios del año 96, con el equipo sumido en una nueva crisis de juego y resultados, la presión ambiental exigió que Sanz se viese por primera vez ante el eterno debate entre presidentes y entrenadores: “No se ha cuestionado la labor del técnico, aunque la directiva está preocupada por la marcha del equipo. El Real Madrid no ha comenzado a negociar con ningún entrenador. Ni con Capello, ni con Luis Aragonés”.
Pero el 11 de enero, la derrota por 4-1 contra el Espanyol dirigido por Camacho en la Copa del Rey ponía realmente al técnico blanco contra las cuerdas. Tras declarar que seguiría confiando en el plan de juego que los hiciese campeones, Valdano admitiría que “el equipo vive bajo un aire de conflictividad que no tiene salvación posible”. Una semana después, los de la capital serían eliminados en octavos de final aún con la dupla compuesta por Valdano y Cappa en el banquillo.
Para la siguiente cita liguera, en un derbi que los mediría al Rayo Vallecano, junto a Míchel, Milla o los habituales titulares Quique Flores y Zamorano, Sanchís visitaba el banquillo por primera vez en la temporada por decisión técnica, en lo que acabaría por ser una derrota 1-2 que se convertiría en el última cita del entrenador argentino al mando del equipo. El Madrid quedaba a 16 puntos del líder, un Atlético que finalmente conseguiría el doblete.
Antes de disputarse la vuelta copera contra el Espanyol, la prensa informó de que Arsenio Iglesias podía ser la alternativa al banquillo madridista si se producía la eliminación. A sus 65 años, el de Arteixo comentaba partidos para la televisión y disfrutaba de su tercer retiro como entrenador, tras despedirse en junio con la conquista de la Copa en la dirección de un Deportivo que, de la mano de Toshack, poco después había sido el verdugo del propio Madrid en la Supercopa de España.
“Estaba jubilado, pero había una pequeña puerta abierta. Yo decía, igual viene el Milán, pero mira qué suerte tuve que vino el Real Madrid”. Acompañado de su asistente García Remón, el gallego declaró ir a la capital para “cumplir un sueño”. Por su parte, Lorenzo Sanz aseguraba que “más que un revulsivo, espero que Arsenio traiga la tranquilidad”.
“Estaba jubilado, pero había una pequeña puerta abierta. Yo decía, igual viene el Milán, pero mira qué suerte tuve que vino el Real Madrid”
Desconsiderando que el gran trabajo de Iglesias en La Coruña había sido casi familiar y costumbrista, Sanz esperaba que el carácter reposado, la sabiduría del veterano y el respeto hacia un técnico que recientemente había llevado al Dépor desde Segunda al máximo nivel competitivo fuesen argumentos suficientes para que las estrellas madridistas se implicasen en conseguir el humilde objetivo de clasificarse para competiciones europeas. Algo que no sucedería.
En lo puramente deportivo, la llegada de Arsenio suponía un regreso táctico a planteamientos que habían dejado de usarse en los primeros equipos del Madrid desde la llegada de Benito Floro en 1992. A diferencia de la marcación combinada con patrones mixtos y hombres libres usada por Antic, Arsenio y la mayoría de entrenadores de la Liga todavía a inicios de los noventa, tanto Floro como Valdano empleaban la marcación zonal, con una zaga en línea de cuatro hombres y la presión hacia delante como idea grupal, método que Sacchi había popularizado a finales de los ochenta con su arrollador AC Milan. Además, la influencia del campeón del mundo Menotti sobre Valdano hacía que el técnico argentino trabajase el conocido achique de espacios desde mitad de campo para propiciar la trampa del fuera de juego, una elaboración sin balón arriesgada e inusual en la época.
Con Arsenio Iglesias, el Madrid volvería a apostar por una propuesta que podría considerarse tradicional. Se trataba de alineaciones pertrechadas por cinco defensores en distribución asimétrica, con marcadores, líbero, carrileros y pareja de pivotes. La propuesta proactiva de balón y presiones altas de Valdano, que sin el correcto funcionamiento había tornado en descontrol y separación de líneas, daría paso a un plan de espera en campo propio con muchos futbolistas por detrás de la pelota y una voluntad de ejecutar la fase de posesión mediante ataques rápidos, unas veces con envíos directos y otras al contragolpe. Por ello, en pocas semanas los futbolistas deberían funcionar con unos mecanismos que la mayoría no usaba con habitualidad —a excepción de los períodos con la selección— desde hacía varios años, lo que no era tarea fácil.
Aun en sus éxitos, Arsenio fue considerado un entrenador que no asumía riesgos. Él no tuvo reparos en sentenciar que “entre jugar bien y ganar, prefiero ganar”. Pero a la vez se defendía de las críticas explicando su propuesta de juego del siguiente modo: “No soy defensivo. Creo en una defensa organizada que empuje al equipo, nada más. (…) Para ganar hay que jugar bien, con velocidad y agresividad; y, si hace falta, metiendo un balonazo largo para ver si sorprendemos y creamos peligro”.
Tras estrenarse con una victoria por 1-2 en Oviedo a finales de enero, en un mal partido donde fue expulsado Luis Enrique, y ganar al Betis en casa por cuatro goles a dos después de remontar el resultado adverso, la contundente derrota por 3-0 en el Clásico jugado en el Camp Nou inició la mala racha. Un inmediato empate contra el Valencia provocaría que Arsenio asegurase que “el equipo está triste en el Bernabéu, no se atreve a arriesgar. El miedo nos quita el atrevimiento, impidiendo sacar el pelotazo bueno, el que nos puede llevar al gol”.
Había cambiado el planteamiento de los partidos, pero ni este mejoraba el juego ni la actitud de los futbolistas conseguía ser la idónea, por lo que los resultados no llegaban. A las salidas de Nando y Petkovic en invierno se sucederían varias lesiones a lo largo de las jornadas. Amavisca pasó por el quirófano y solo regresaría para el desenlace de la Liga. También cayeron los otros dos fichajes extranjeros de ese curso, un Rincón del gusto de Valdano que fue prácticamente descartado por Arsenio, y Esnáider, quien recomprado tras dos buenos cursos en Zaragoza, no pudo adelantar a Zamorano en un puesto de ariete que precisaba mucha movilidad y energía para ser eficaz en el dibujo 5-3-1-1. Buyo sufriría una rotura de fibras que permitió a Cañizares hacerse con el puesto durante el tramo final de competición. Redondo se rompería un ligamento del tobillo izquierdo, perdiéndose muchas fechas. Las ausencias en defensa de Soler y sobre todo las reiteradas de un Sanchís disconforme con el Brujo abrirían las puertas a los canteranos García Calvo y Fernando Sanz, marcadores centrales que dieron minutos de calidad en la racha final de victorias. Por otra parte, un Raúl que, a los 18 años, acabaría como máximo goleador del equipo con 19 tantos, se situaría de parte de su mentor Valdano desde su cese, lo que derivaría en una bronca con Remón tras ser sustituido en un partido que hubo de ser zanjada con una multa por parte del club.
Él no tuvo reparos en sentenciar que “entre jugar bien y ganar, prefiero ganar”
Antes de marcharse, Valdano había clasificado al Madrid para cuartos de final de la Liga de Campeones, donde tocaría medirse a la Juventus de Lippi, a la postre campeona. En una muestra de que Arsenio cuidaba especialmente el aspecto defensivo, antes de la cita manifestó lo siguiente: “Hierro es muy importante. Hay que suponer que cuando venga esta Juventus, que trae a Sousa y Conte, tipos altos, con él impediremos que nos ganen los rebotes”. Cuajando uno de sus mejores partidos, los de Arsenio ganaron 1-0 en la ida. Pero las bajas de Buyo, Redondo, Zamorano, los tantos de Del Piero y Padovano y un fallo al final de Milla provocaron la eliminación en el estadio Delle Alpi a finales de marzo. Acto seguido, un empate contra la Real Sociedad y una derrota en casa contra el Racing hicieron que Arsenio se plantease su dimisión, pero Lorenzo Sanz lo ratificaría.
El 21 de abril, el Madrid cosechó un récord negativo al perder en casa contra el Espanyol, en la que sería sexta y última derrota en el Bernabéu ese ejercicio liguero. Pese a que los cambios en las alineaciones fueron constantes, en el tramo final del curso el equipo logró centrarse, defender mejor y reducir la precipitación en los ataques que a menudo impedían al carrilero fuerte del equipo o al mediocentro liberado ser parte activa de las jugadas ofensivas. De las últimas cinco jornadas ligueras, el Real Madrid ganaría cuatro y empataría una, finalizando sexto en la clasificación. A diecisiete puntos del líder y a dos de las plazas de acceso para la Copa de la UEFA, por segunda vez en su historia se quedaría fuera de las competiciones europeas.
Arsenio Iglesias abandonaría los banquillos por cuarta ocasión, esta vez de manera definitiva y tras haber cumplido un sueño en el que los resultados pasaban a un segundo plano. A un Madrid donde se mantendría Lorenzo Sanz llegaría su admirado Capello y, con él, nuevos éxitos.
Sólo hay que darse un paseo por la historia, para saber que el Real Madrid ha tenido periodos muy malos, como el que comenta el artículo. Los años 90 fueron duros, pero acabó la década con 2 Champions. A ver quién lo diría viendo pasar esa temporada con Arsenio Iglesias. O los años de no pasar de octavos, sin decir que desde 1966, donde se llegaron a ganar más de 50% de las copas de Europa que se compiten con 6, hasta 1998 que se consigue la séptima, llegando sólo a una final, perdiendo con el Liverpool.
Parece ser, por los muchos comentarios de madridistas que leo, que estamos ante el peor Madrid de la historia, con unos jugadores viejos, sin solución, y con unos chavalitos con una calidad pésima, amén de un entrenador que de esto no sabe nada. Que después de irse Cristiano como es que no se le ha buscado sustituto, con lo fácil que es, y barato. Cómo es que Bernabéu no encontró a un sustituto para Di Estéfano, con lo fácil, y barato que era. Claro, es que los demás clubes deben de ser mancos, y no tienen dinero como el Madrid y van a dejar marchar sus jugadores por 4 euros, y ellos no van a fichar porque de pasta andan tiesos.
Sin echar la vista atrás y sin perspectiva de futuro nos convertimos en unos Látigos Serrano de la vida, que soltamos paridas y nos quedamos tan anchos como si esto fuera el Pc fútbol. Quejándonos de Militao cuando el bueno era De Ligt, porque era más caro.
Ya que los antis no saben de la historia del Madrid, porque se la inventan, por lo menos que muchos madridistas se preocupen de saberla un poquito, para saber que lo difícil es ganar, y que no siempre se gana, si no que vas a perder más veces títulos que al revés.
El peor Madrid que recuerdo junto con el de la segunda etapa de Toshack...
Fue peor el de Vanderlei Luxemburgo. Por juego y por actitud
Fueron años duros. Una pena lo de Valdano porque su primera temporada fue magnífica en cuanto al juego y ganando la liga brillantemente. Después estuvimos 6 años cayendo en octavos. Ahora parece increíble aunque ya llevamos dos. Tengo familia en Munich y allí el Madrid siempre es una referencia. La comparación es constante. Nos respetan, nos admiran y siempre quieren ganarnos porque son competitivos por naturaleza. Y esa competitividad es precisamente nuestra seña de identidad. Allí cuando se pierde siempre hay una crisis. Y lo es porque acostumbrarse a la derrota es un signo de debilidad. Más allá de los títulos el Madrid nunca se rinde. No busca excusas. No es conformista. Si no se gana se revuelve, se rearma y lo intenta de nuevo. La diferencia fundamental entre los clubes clásicos y los nuevos ricos es esa: no cuentan con el bagaje de la historia. Un madridista puede mirar atrás y contemplar las heridas de las derrotas y el sabor de las noches de gloria. Ganar hace que quieras repetir esa sensación una y otra vez. Esa es la diferencia. Cuando caemos nos levantamos. No nos quedamos pensando: otra vez será, el fútbol es así, unos años se gana y otros no... Por supuesto que no se puede ganar siempre. Pero hay que jugar y sentir el Real Madrid como si se tuviera que ganar siempre. Yo no lo concibo de otra forma. La autoexigencia esta en nuestro escudo. Eso no lo digo yo, lo dice Florentino y lo decía Di Stefano que en paz descanse. El día que nos comportemos como los demás seremos uno más.
Pues mira, david, este comentario si que me ha gustado y lo comparto contigo...
Nos vamos acercando Cibeles. Saludos.